07.
𝙈𝙤𝙫𝙞́𝙖 𝙢𝙞𝙨 𝙥𝙞𝙚𝙧𝙣𝙖𝙨 𝙙𝙚 𝙢𝙖𝙣𝙚𝙧𝙖 nerviosa en el escritorio del trabajo pensando seriamente el porque no esperé en el hospital alguna noticia de Jungkook.
Estaba preocupada, claro que sí.
Luego de que perdiera el conocimiento y casi llorar por el miedo que sentí, la ambulancia llegó oportunamente llevándoselo rápido con oxígeno. Su rostro hinchado, el salpullido en la piel y la manera tan irregular que estaba respirando eran cosas que no podía dejar de pensar aunque lo intentara. Fui su compañía aunque no supiera ni su apellido, absolutamente nada mas que su nombre. Tampoco sabía a quien acudir, algún familiar, así que me tomé el atrevimiento de tomar su celular cuando el paramédico me lo entregó y revisar sus contactos. El registro de llamadas me dio con uno en particular al cual siempre llamaba o lo llamaban de aquel número.
Miyeon.
Así lo tenía guardado. No dudé en llamarla y ella llegó a los quince minutos después de contactarla.
—¿Sabes cómo sucedió?
La observé de reojo al escuchar su pregunta y un débil sonido de afirmación salió a través de mi garganta.
—Él tomó una galleta que había hecho cuando claramente le dije que no. — murmuré mirando el suelo. Me costaba enfrentarla, ella se ve muy intimidante y hacía que me sintiera pequeña. — yo no sabía que era alérgico, sino claramente le habría advertido, él solo se la echó a la boca sin siquiera preguntar sus ingredientes. La reacción alérgica fue inmediata y yo... me asusté, creí que moriría y me sentiría horrible con el cargo de conciencia porque a pesar de todo, yo había preparado esas galletas...
—Pero tú no tuviste la culpa. — ella posó su mano en mi hombro, como intentando que yo me relajara. — él no moriría con algo así, es fuerte y terco. Quizás por su mente pasó que eso no sería épico y se aferró a la vida. — intentó bromear haciendo que mis comisuras temblaran levemente. — él es mejor que eso, tranquila. Todo estará bien.
—Gracias, creo que eso me ayuda un poco.
—Claro que sí. Lo amo, si algo le sucede yo misma lo revivo. — sonrió tan abiertamente que no tuve dudas que ella era su novia.
¿Cómo no lo sería? Ella es sinónimo de perfección. Todo lo que anhelaba lo tenía ella. Un rostro bonito, un cuerpo bonito y buena personalidad. Y aunque detestara a Jungkook, no podía mentir.
Es muy guapo.
Ambos serían una pareja perfecta.
Aclaré mi garganta cuando de manera inevitable me estaba tirando mas abajo del precipicio por causa de mi mente que siempre buscaba la manera de decirme: “tú jamás podrás ser como ellas”. Cerré mis ojos con fuerza al sentir la picazón en mis ojos y me levanté antes de hacer un número en frente de ella.
—Y-yo me tengo que ir. Mañana debo trabajar y necesito descansar.
—Oh, claro. Ve tranquila y muchas gracias por esto. No sabes cuanto te agradezco por haberlo ayudado. — su voz era sincera. Ella realmente estaba agradecida y ni siquiera cuestionó el porque Jungkook estaba en mi departamento.
—No fue nada.
Hice una leve inclinación y ella me imitó de inmediato, moviendo su mano izquierda como señal de despido, dejándome a la vista los tatuajes que tenía en su muñeca. Medio sonreí para salir definitivamente e ir al gimnasio sintiendo esa horrible necesidad de bajar de peso.
Lo haría, debía cambiar mi aspecto.
Estuve unas dos horas en el gimnasio anoche, para finalmente solo tomar un té verde. Y hoy desperté sintiéndome deprimida y no entendiendo muy bien la razón del porque mi mente me pasó una mala jugada cuando conocí a Miyeon.
Quizás porque ella es perfecta y tú no.
Negué rápidamente alejando las frutas que tenía delante de mí como desayuno. Esto es jodido.
Suspiré con desgano y comencé a pensar en como iría a su departamento para preguntar por el estado de su salud. No quería que supiera que estuve preocupada por él, porque sería capaz de subirle los humos por la cabeza.
—Soohyun, te he estado llamando hace cinco minutos, ¿qué rayos te sucede?
Brinqué en mi puesto por la aguda voz del señor Joongki y me levanté tan rápido como mis piernas me permitieron. Aclaré mi garganta sintiendo el nerviosismo apoderarse de mí.
—Nada señor, lo siento, me distraje un momento, no volverá a suceder. — respondí agachando la mirada. — ¿Qué es lo que necesita, señor?
—Que programes la maldita cita con Jeon Seungwan, me tiene harto. — tocó sus sienes y asentí rápidamente, tomando el teléfono para llamar a la empresa. — diles que será la única reunión que tengamos y si llega un minuto tarde, se acaba todo.
Su voz salió tajante, como si estuviera estresado por cualquier otro motivo y encontrara su escape para botar tensión.
—Está bien, señor. Le notifico.
—Está bien.
No podía entender el motivo por el cual siempre estaba de mal humor. Es como si se despertara y ya estuviera enojado por haber abierto los ojos. Se volteó para entrar nuevamente a la oficina y yo pude soltar el aire que estuve reteniendo sin saber porqué. Me apoyé en mi escritorio cerrando los ojos momentáneamente para calmarme un poco y concentrarme de una vez por todas en el trabajo.
—Hola Jungkook, ¿cómo te has sentido? — guardé silencio un momento y negué. — no, muy notorio... Que bueno que no moriste y no dejarme con cargo de conciencia, eso se agradece... no, definitivamente no...
Estaba hablando sola afuera de su apartamento, pensando muy bien que palabras utilizaría para esta ocasión. Me encontraba levemente ansiosa por ver su rostro, preguntándome si aún tendría su rostro algo hinchado o quizás algunas ronchas en su piel.
—Ya basta de estupideces, Soohyun. No es para tanto, no seas idiota. — me reprendí a mi misma antes de tocar su timbre y cruzar mis brazos esperando respuesta.
Respuesta que no demoró y un Jungkook con apariencia decaída abría la puerta. Mis ojos se fueron directamente a su rostro, notando las ojeras y la palidez de su cara. Los medicamentos habían hecho su efecto porque ya no tenía rastros de una alergia, pero quizás todo eso le provocó un cansancio físico y mental.
—Hola.
Fue él quien me saludó haciendo un movimiento de cabeza. Carraspeé un poco para dejar de mirarlo y moví mi mano como respuesta.
—Yo... bueno... quería saber como estabas o si quizás necesitabas algo... — movía mis manos intentando explicarme de mejor manera, pero aún estaba media estúpida para poder expresarme bien.
—Siento como si mil camiones hayan pasado encima de mí. — se encogió de hombros. — Creí que estarías en el hospital cuando despertara, pensé que el cargo de conciencia sería mayor.
Abrí mi boca sorprendida y me detuve a golpearlo debido a su estado.
—Nadie te obligó a comer, incluso yo no te había dado absolutamente nada, Jungkook. — me defendí arrugando mi frente, pero pude notar que él me estaba molestando al ver como sus comisuras temblaban levemente.
—Ya, sí, pero valió la pena casi morir.
Mi rostro seguía serio, pero no pude aguantar un poco más y solté una risa para tapar mi rostro con ambas manos.
—Me asusté mucho, estúpido. Pudo haberte pasado algo peor.
—¿Te preocupaste por mí? — enarcó una ceja, sin quitar su mirada de mí.
Y ahí estaba, justamente lo que estaba pensando durante la mañana.
—No. Solo... me asusté.
Él se apoyó en la puerta y tiró su cabeza hacia atrás para reír.
—Okey, solo te asustaste. Te creeré eso.
Estaba a punto de debatirle que preocuparse y sentir miedo eran dos cosas completamente diferente, pero, ¿qué sentido tenía ocultar lo evidente? Todo sucedió en mi casa, lo vi en un estado crítico y aunque no quisiera sentirlo, lo hacía.
—Que va, Jungkook. Claro que me preocupé. — confesé sintiéndome de pronto mas tranquila y menos nerviosa. — estabas muy mal, tu alergia es realmente jodida y creí que morirías.
Me escaneó de arriba hacia abajo cuando terminé de hablar y asintió, para terminar sonriendo de una manera tranquila, no era burlona, tampoco socarrona... era completamente natural, lo cual me hizo quedarme quieta admirándolo de manera cautelosa.
—Lo es, pero no podría morir con algo como eso. — hizo un ademán con su mano. Fueron las mismas palabras qud utilizó su novia. — que vergüenza salir en el programa mil maneras de morir y se den cuenta que morí por comer un mordisco de una galleta con nueces.
Intenté mantenerme seria porque hablaba de muerte con naturalidad, pero no pude evitar reír por las estupideces que salían de su boca. Él me imitó, también riendo, pero de pronto un silencio nos embargó y solamente nos quedamos mirando por unos segundos que sentí una eternidad. Sus oscuros orbes me miraban con curiosidad y yo no me quedaba atrás.
Pero caí en la realidad, negué rápidamente mi cabeza y di unos pasos hacia atrás.
—Y-yo... yo solo venía a eso. — dejé un mechón detrás de mi oreja, sintiéndome de pronto algo atontada por lo que acababa de ocurrir. — me alegro que estés mejor. Yo... — apunté a mi apartamento. — me voy, adiós.
Volteé cerrando mis ojos por las idioteces que estaba diciendo.
—Bruja... ¿Quieres comer algo?
Detuve mi andar para girar mi cabeza y arrugué mi frente.
—¿Yo?
—¿Hay otra bruja acá? — observó a su alrededor. — no lo creo.
—El palurdo está gracioso.
—Prefiero mil veces que me digas idiota antes que palurdo.
—Que bueno saberlo, pero a mí me gusta mas palurdo, te define mejor.
Chasqueó su lengua para terminar enarcando su ceja y volvió a su estado natural... su sonrisa burlona estaba de vuelta.
—¿Quieres comer o no?
Mi estómago gruñó en respuesta y sabía que debía engañarlo antes de que cometiera una estupidez. Escuché como el elevador se abría a lo lejos y pude divisar que era la chica del hospital, la novia de Jungkook, quien venía caminando hacia nuestra dirección.
—¡Hola, mi palurdo favorito! — gritó a unos metros de distancia y escuché como Jungkook bufó por lo bajo.
¿También le decía así?
—¿Qué haces Miyeon?
—Te traje alimentos, estás muy demacrado. Debes estar en cama y... — su vista reparó en mí y sonrió abiertamente. — ¡Hola! ¿Cómo estás? Oh esta chica te salvó la vida, realmente. Le debemos mucho, Jungkook. — golpeó el hombro del pelinegro logrando que soltara un quejido.
—¡Estoy convaleciente, idiota!
¿Así es la manera de tratarse de las parejas hoy en día?
—Chillón como siempre. — rodó los ojos y volvió a enfocarse en mí. — ¿quieres comer con nosotros? Traje mucha comida. — levantó las bolsas que tenía en las manos con ímpetu y el olor que salió de ahí logró que en definitiva mi estómago gruñera con mas fuerzas.
—No se preocupen, estoy bien. Disfruten la comida. — hice una pequeña inclinación con mi cabeza. — buenas noches, descansa Jungkook.
—Igual tú, bruja.
No les quité mas tiempo para ingresar de una vez por todas a mi apartamento y me apoyé en la puerta para tocar mi estómago. Caminé hasta la cocina para echarle agua al hervidor y esperar pacientemente a que estuviera listo para hacerme el dichoso té.
—Necesito salir de acá.
Es lo que pensé cuando estaba sentada en el taburete de la cocina. Me puse la ropa mas cómoda que tenía y salí hacia el lugar en donde me hacía olvidar un poco. Como todos los sábados, llegué al pequeño complejo en donde liberaba serotonina pura, casi parecido a cuando iba al gimnasio, pero encontrarme aquí para aprender un estilo de baile completamente diferente al que nosotros acostumbramos, me hacía sentir bien.
—Que bueno verlos chicos, ¿cómo estamos para la clase de hoy? — la instructora de baile llegó con mucha energía. Era extranjera y los movimientos de su cuerpo eran de otro mundo.
Me interesó venir aquí hace un año atrás, cuando en mis puntos bajos de ánimo escuché la voz de ella, la instructora Emma cuando pasaba por fuera de esta galería, en donde estaba éste estudio de baile. Vi a muchos extranjeros, pero también habían coreanos aprendiendo a bailar algo tan único como lo era la bachata.
Y me interesó.
Durante todo este tiempo transcurrido, podía decirse que me manejaba, no era una experta como las mujeres que tenían el sazón en la sangre, pero me esmeraba en practicar y que todos los pasos fluyeran de la manera mas natural posible.
Todos los sábados venía a este lugar, me encantaba botar energía practicando un baile tan particular y mágico como lo era aquel. El movimiento de caderas, la conexión que debías tener con tu pareja de baile, absolutamente todo lo hacía especial.
—Soohyun, ¿te interesaría mostrarnos donde quedamos en la clase pasada?
Asentí de inmediato. Estábamos practicando una coreografía para un pequeño concurso local en donde irían mayoritariamente extranjeros que se juntaban para celebrar una fiesta latina.
Yo sería la infiltrada, claramente.
Aquella noche liberé todo el estrés que había estado sintiendo, sintiéndome por un pequeño momento libre de ataduras, sintiéndome bien de poder soltar aunque fuera por un momento los pensamientos nefastos de mi mente.
Solamente esperaba no caer en un pozo mas profundo del que ya me encontraba.
El domingo fue aburrido.
No quise hacer absolutamente nada. No desayuné, tampoco almorcé y no quise salir con los chicos debido al problema de la última junta que hubo aquí.
Hay momentos en que se me venían las palabras de Jungkook aquella noche fatídica, recalcando el que no debía dejarme pisotear. Y siento que lo haría en un momento de fortaleza mental, porque estando hundida en mi propia miseria no sería capaz de hacerlo.
No sería capaz de poner límites.
Le temía a la soledad y siempre lo he hecho. La muerte de papá y el abandono de mamá me afectó de una manera significativa. Aguantaba malos tratos por el temor de estar sola.
Y eso era lo mas miserable de la vida.
Lloré, lloré bastante. Escuché muchas veces el timbre, pero no quería ver a nadie y tampoco quería que me vieran en un estado de vulnerabilidad absoluta.
Lo mas productivo que hice al levantarme el lunes para un nuevo día de trabajo, fue bañarme. No tenía ganas si quiera de maquillarme, pero debía hacerlo porque hoy estaba programada la reunión con el señor Jeon. No me sentía bien. Me dolía el estómago y me sentía débil.
Miré mi reflejo en el espejo y no me gustaba la Soohyun que estaba viendo. A pesar de estar maquillada, se podía seguir observando la palidez de mi rostro y unas ojeras eran compañeras este día.
Me sentía patética.
Como todo cambió desde que vi a la novia de Jungkook, como era tan débil como para dejar que una cosa así me afectara tanto al punto de no comer absolutamente nada.
Me sentía como la Soohyun de catorce años.
Mis ojos se inundaron el lágrimas al recordar esa época tan oscuras y limpié de manera veloz una gota que se me había escapado por no aguantar.
¿Podría estar recuperada al cien por ciento algún día?
Suspiré para tomar las cosas necesarias antes de salir, encontrándome como siempre al pelinegro que salía a su trabajo a la misma hora que yo. Me observó al momento en que terminaba de cerrar su puerta y levantó una ceja.
—¿Te sientes bien?
Me sorprendí ante su pregunta y evité el contacto visual.
—Sí, ¿Por qué lo preguntas? — caminé hasta el elevador en con él detrás pisándome los talones. — y buenos días, que yo sepa no dormimos juntos anoche.
—Cierto. — asintió. — no dormimos juntos anoche...
No entendía si se estaba burlando de mí o era solo cosa de percepción. Lo miré de soslayo al momento en que llegó a mi lado. Podía notar que estaba recuperado y ahora su palidez me la había pegado a mí.
—¿Ya estás mejor?
—Sí. Ahora puedo probar otro bocado de la galleta. — Lo miré seria, justo en el momento en que él reía por sus palabras. — entonces hazme galletas que no tengan nueces.
—¿Por qué debo hacerte galletas? ¿No tienes manos?
—A mi no me quedan mal. — se justificó. — pero las tuyas tienen un sabor único. No sé muy bien como explicar lo que sentí esos cinco segundos antes de la desgracia.
—Quizás fue el toque secreto.
—¿Cuál es el toque? — abrió sus ojos expectante. Sus ojos de pronto brillaron, como si fuera un niño pendiente de algo importante.
—Ya no sería secreto si lo digo. — me encogí de hombros, sonriendo débilmente. — pero podría decirse que el cariño y dedicación que uno le coloca a cada preparación es el tip. Como explicarlo... el saber que le estás cocinando a otra persona hace que uno se esmere un poquito más en que todo salga perfecto, ¿me entiendes?
—Eso creo... — rascó su cuello, mientras arrugaba su frente.
—Eso es un pequeño consejo que... — sentí un mareo tan potente que tuve que sujetarme de la pared para no caer. Jungkook se acercó rápido hacía mí y tomó mi brazo.
—¿Estás bien? Te noté mas pálida de lo normal, te ves enferma.
—Eres alguien muy observador, ¿no crees? — sonreí tocando mi frente, sintiéndome cada vez peor. Saqué mi celular para mandarle un mensaje de recordatorio al señor Joongki sobre la reunión que sería al mediodía.
—Soohyun, si te sientes mareada, no es bueno que estés en el celular.
—Estoy bien. Puedes soltarme. — miré mi brazo, que todavía era sujetado por las manos de él. De manera lenta lo hizo y se alejó unos metros de mí. — no me des importancia, soy alguien que tiene fallas. — intenté bromear queriendo dar una sonrisa, pero fue mas bien una mueca lo que salió.
Soy alguien que tiene fallas.
—Todos tenemos fallas. — habló de pronto. — pero son esas mismas fallas los que nos hacen únicos y especiales, ¿no crees?
Procesé sus palabras aún en mi estado, llegando a la conclusión de que nunca antes alguien me había dicho algo de tal magnitud de hacerme sobre pensar ciertos actos.
—No eres tan idiota como creí.
—¿Te agradezco? — me miró, pasando su dedo índice por las casi inexistentes lineas de expresión en su frente. — ¿por qué no le avisas a tu jefe que estás mal?
Negué rápidamente.
—¿Y ser despedida? No gracias, necesito el empleo.
—¿Por qué te despediría si estás mal?
—Hay jefes muy... especiales. Para él eres alguien desechable, si no cumples, no durará en buscar a alguien más. — otro mereo me golpeó, teniendo que agacharme un momento para no caer.
—¡Pero estás mal!
—No es nada, estoy bien. Lo prometo. — En definitiva no creyó palabra alguna, porque me siguió observando con detenimiento. Y en este momento es que pensaba el porqué el maldito elevador no llegaba nunca.
—Eres pésima mintiendo, ¿te lo han dicho alguna vez?
—Ya déjalo, Jungkook. Estoy bien. — bufé ya colocándome de mal humor que él siguiera insistiendo. Moví mi pie con rapidez y encontré la razón del porqué el elevador no llegaba. — Jungkook, ¿presionaste el botón?
Él ladeó su cabeza para observar el botón y sin esperar más lo presionó.
—Sí.
Rodé los ojos evitando reír, pero no lo pude evitar. Él definitivamente era alguien increíble.
—Señor, no puede cancelar la reunión faltando cuarenta minutos para que inicie. — mi voz salió cansada de que él nuevamente quisiera que llamara a la secretaria del señor Jeon para notificarle que la reunión se cancelaba. Mi estado de salud empeoró haciendo que mi cuerpo temblara sin que yo lo pudiera controlar.
—Si puedo, yo mando. Ellos ruegan por mi ayuda.
Por dentro les juro que estaba llorando.
—Puede ir y negarse a sus peticiones. Que escuchen de su boca que no hay trato con Dolce Italia, esa puede ser la única manera de que ellos dejen de insistir.
Cerré mis ojos con fuerza al percatarme de lo que había hecho. Él odiaba qué le dijeran lo que debía hacer. Si tenía ganas de llorar con anterioridad, ahora se haría realidad esperando el sermón que me daría.
—Tienes razón.
Abrí mis ojos de manera veloz y lo miré dudosa.
—¿Ah sí?
—Sí. Debo hacerlo si quiero que me dejen en paz.
—Exacto. — hice un ademán con mis manos. — así es, señor.
—Está bien. Pero sigo diciendo que si llegan un minuto tarde, no atenderé a nadie.
—Les dije sobre la puntualidad, señor. Es algo importante si quieren tener una reunión con usted.
—Excelente. Te puedes retirar. Avísame cuando estén en la sala de reuniones.
—A sus ordenes.
Di media vuelta para salir de la oficina y soltar todo el aire retenido en mis pulmones. No puedo soportar la presión de no decir, no hacer, no moverme casi cuando estoy cerca de Song Joongki.
Es tenebroso.
Volví a sentarme en mi puesto cuando otro mareo me atacó de pronto. Tomé mi botella de agua para beber un sorbo y suspirar. Los minutos avanzaban lento en mi perspectiva, que cuando recibí la llamada de recepción avisando que habían llegado de parte de Jeon's Food, es que comprendí que esto era realmente serio para ellos.
Faltaban quince minutos para que sean las doce del mediodía.
Decidí bajar antes de avisarle al señor Song. Mis pasos eran débiles, temblorosos, como gelatina a punto de derretirse. Cuando las puertas del ascensor se abrieron, pude divisar a Jungkook a unos metros de distancia, dejándome confundida con su presencia.
—¿Jungkook? — El volteó al escuchar mi voz. Su rostro pasó de la sorpresa a la duda en cuestión de segundos. — ¿Qué haces acá?
—Vengo a la reunión con Song Joongki, ¿tú que haces acá?
Mi malestar se intensificó
—Yo... soy la secretaria de Song Joongki. — mi voz salió en un murmuro casi inaudible. — ¿Eres hijo de Jeon Seungwan?
El asintió haciendo una mueca.
—Lamentablemente. — respondió arreglando su corbata. — soy el presidente de Jeon's Food, Jeon Jungkook.
Creo que mi cabeza hizo corto circuito porque todo se volvió negro a mi alrededor al escuchar esas palabras y ahora un silencio me abarcaba.
Al parecer mi cuerpo ya no resistió más y ahora solo había tranquilidad.
Mucha tranquilidad.
Tarde, pero logré actualizar gente.
Aparecí cuando menos se lo esperaban porque de tanto que me demoro en actualizar ustedes se olvidan que yo tengo esta historia 😔.
Así que vamos metiendole nitro a esto que les juro... que esto tendrá mucho merequetengue, pero por el momento yo me quedo:
Soohyun baila bachata y se podrán imaginar lo que puede pasar.
Spoiler:
Yo bailo con ella 🫦.
Gracias por esperar, gracias por votar y gracias por comentar. Yo las kiero mucho mis chulas 🫶🏻❤️.
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