01.
𝙋𝙧𝙖́𝙘𝙩𝙞𝙘𝙖𝙢𝙚𝙣𝙩𝙚 𝙡𝙖𝙣𝙘𝙚́ 𝙚𝙡 𝙥𝙡𝙖́𝙩𝙖𝙣𝙤 al mesón de la cocina cuando tomé el cuchillo mas filoso en mis manos. Solté una bocanada de aire y le quité la cáscara con un bufido de indignación, para comenzar a cortarlo de una manera agresiva pensando en toda la situación que había pasado hace tan solo unos minutos.
¿Qué fue eso?
¿Realmente ese tipo había despreciado mi saludo de bienvenida?
Miraba fijamente la pared sin dejar de cortar y enterré el cuchillo en la tabla para cortar frutas cuando acabé, soltando un chillido que tenía guardado desde el momento en que me cerró la puerta en mis narices. Tomé el pequeño bowl en donde tenía el yogurt, que previamente lo había hecho antes de ir a meterme en las puertas del infierno.
Que tonta soy.
Yo misma malogré mi día.
De forma brusca eché los trozos de plátanos al pote y revolví con algo de brusquedad, para comer la primera cucharada y a pesar del dulzor suave que el yogurt le brindaba, ya que era sin azúcar, lo sentía amargo.
Amargo por el coraje que tenía atorado.
—Imbécil. Es un tremendo imbécil.
Mantenía mi frente arrugada y luego recordé que no podía cometer tal acto y acentuar mis líneas de expresión por culpa de un idiota. Respiré profundamente, intentando meditar para olvidar el mal rato y decidí meterme a bañar luego de terminar mi postre. Eso sin duda alguna me ayudaría.
—¿Qué estaba durmiendo? ¡Son casi las tres de la tarde!
Exfoliaba mi cuerpo también con algo de brusquedad sin querer. Pensé ingenuamente que con la ducha mi carácter mejoraría y olvidaría lo sucedido, pero aquello lamentablemente no pasó. Mi mente rebobinaba la escena como um recordatorio de que cuando tuviera la oportunidad, le diría las cosas en la cara.
Salí de la ducha para colocar perfectamente una toalla que me ayudara con mi pelo y envolví mi cuerpo en una bata, para limpiar el espejo del vapor producido y mirar fijamente mi reflejo. En la mañana no había hecho mi rutina de skincare, por lo cual ahora era el momento perfecto. Apliqué todos mis productos para finalizar con el bloqueador solar, me hice un delineado sutil, encrespé mis pestañas, les eché rimel y por último una tinta labial para no verme tan pálida. Volví a cerrar mis ojos, inhalé aire y exhalé luego de unos segundos, para dejar de estar tan tensa y sonreí viéndome.
—Ya está, nada sucedió. Él no volverá a cruzarse conmigo y todo estará bien. — me aseguré a mi misma, relajándome al momento de decir esas palabras.
Este lugar era uno de los más tranquilos para poder vivir. Lo encontré en mi momento de desesperación severa, cuando ya no tenía opciones y sino encontraba algo dormiría en la calle.
Y eso sucedió cuando cumplí diecinueve años.
Ahora con veinticinco años, solo me he dedicado a trabajar para poder pagar el alquiler, posponiendo siempre mi sueño de estudiar pediatría. De lunes a sábado estaba metida en una oficina, siendo la secretaria de Jun Dookyeong, y a pesar de que no era el mejor jefe, tenía un temperamento horrible, debía aguantarlo porque no ganaba un mal sueldo y lamentablemente este lugar no era para nada barato. Pero sin duda alguna no lo cambiaría, ni teniendo al vecino mas insoportable.
Vi el mensaje de Eunchae en donde me pedía asistir a la junta de todos los domingos para tomar un café y hablar de como estuvo nuestra semana. Arrugué mi nariz, odiaba éstas juntas, odiaba como ponían de excusa juntarse para hablar de todo lo que sucedió con nosotros esta semana, pero no era mas que para hablar mal de otros.
Pero a pesar de tener ese pensamiento, acepté la invitación.
Yo mantenía el perfil de la chica que nunca tenía problemas, tenía una familia que me apoyaba en cada decisión tomada, estaba a punto de ponerme de novia con un hombre espectacular, tenía un excelente trabajo con un excelente ambiente laboral y tenía un lugar bueno para vivir.
La vida soñada según mis amigas.
Desde muy pequeña comencé con este deseo de tener esa vida, cuando a mis cortos siete años comencé a ser víctima de bullying en la escuela. Odiaba ir, odiaba que las niñas se burlaran de mí, odiaba que lanzaran bolas de papel a mi cabeza, odiaba recibir tal sobrenombre que hasta el día de hoy me perturba.
Soohwhale.
Mi nombre mezclado con la palabra ballena en inglés. Mantenía oculta las pocas fotografías mías cuando era pequeña, nadie podía ver tal atrocidad. Gracias a las burlas intensas, desarrollé un trastorno de conducta alimentaria.
—Come todo eso, ballena asquerosa, en el fondo no quieres dejar nada.
Personas de mi curso o algunos de cursos mas grandes me obligaban a comer grandes cantidades de comida, solo para burlarse de mí, lo que provocaba que después fuera al baño solo para inducir el vomito.
Acto que se volvió un hábito.
Cuando la ansiedad reinaba en mí, la comida era mi refugio, mi lugar seguro, la paz me invadía de forma inmediata, pero cuando acababa todos mis bocadillos, llegaba el arrepentimiento, la mente me jugaba una mala pasada y yo solo quería retractarme de todo lo que había hecho, así que vomitaba para volver a sentirme mejor conmigo misma.
—Mamá, quiero ir a un gimnasio.
Fue lo primero que le dije cuando cumplí catorce años. Las burlas no habían cesado, los golpes y malos tratos mucho menos. Y aunque me mandó al demonio unas cinco veces, finalmente terminó aceptando para no tener que oírme insistir en algo.
Mi voz le generaba molestia.
Pero no importaba que mi madre fuera indiferente conmigo desde que falleció papá. Yo trataba de entender que para ella fue mucho mas difícil perder al amor de su vida y que yo fuera el vivo retrato de él, no ayudaba en nada.
Lo que sucedía conmigo no le importaba.
Y estaba bien. Podía sobrevivir sin el afecto de ella. Había logrado llegar a los catorce años aún con pensamientos suicidas en mi mente, con ganas de acabar con todo de una vez por todas, así que me daba todo el mérito por no desistir a pesar del camino rocoso, lleno de impedimentos para poder llegar a la cima de la colina.
Comencé a ver dietas en YouTube, como mamá no cocinaba y solo pasaba encerrada en su habitación, le pedía que hiciera las compras y yo me dedicaría a eso. Aprendí a cocinar gracias a los maravillosos chefs que aparecían en aquella plataforma milagrosa, en donde preparaba diferentes platillos sanos.
Después de la escuela, me iba directo al gimnasio en donde, sin mentir, estaba hasta que cerraba el lugar. De lunes a viernes, sábado y domingo estaba casi todo el día. Me obsesioné de una manera horrible con mi peso, comía sano, hacía ejercicios, pero siempre le andaba viendo el empaquetado a los productos para ver cuantas calorías tenía. Aún no estaba a gusto con mi cuerpo. A pesar de que los chicos que siempre me molestaron, comenzaron a elogiarme cuando vieron un cambio en mí, yo aún veía a aquella niña obesa en el espejo, pero la verdad es que yo poco a poco comenzaba a estar en los huesos.
Tuvieron que internarme por seis meses completos cuando me encontraron desmayada en el baño de la escuela. Me diagnosticaron anemia y desnutrición severa.
Seis meses que fueron un infierno para mí.
—Come esto, mi niña. Esto te hará mas fuerte.
El solo hecho de probar un bocado y no saber cuantas calorías contenía el plato, me generaba un estrés. Lloraba cada día, me cuestioné el porque no acabé con mi vida cuando tuve la oportunidad. Fui dada de alta cuando vieron avances positivos. Ya no escondía la comida, todo lo digería de una manera lenta, pero efectiva.
—Volviste a estar en tu peso normal. Ese es peso para una adolescente de casi quince años. No queremos volver a verte aquí, Soohyun.
Y lo había cumplido. Aún estaba obsesionaba, hasta el día de hoy, por ver el empaquetado del producto, pero ahora era capaz de ver mi reflejo y ver que estoy bien, que estoy sana. Como sanamente y ya no me mataba en el gimnasio, dormía mis ocho horas diarias y siempre andaba con energía.
Según comentarios, yo era el tipo ideal de muchos hombres.
Y a pesar de demostrar que estaba agradecida con tales palabras, la verdad es que sentía asco. No aguantaba recibir la mirada de los chicos, tampoco comentarios que muchas veces lanzaban.
—Eres tan, pero tan linda, Soohyun. Me gusta absolutamente todo de ti, ojalá tu madre fuera un cuarto de atractiva de lo que tú eres.
Eran uno de los tantos comentarios que recibía por parte del nuevo novio de mamá. Un hombre mayor, que a los dos veces llevó a vivir ahí aparentando estar sumamente feliz y enamorada. Comenzó cuando tenía solamente dieciséis y solo eran comentarios fuera de lugar que lograban incómodarme de sobremanera. Pero cuando un día ingresó a mi habitación cuando ya había cumplido los diecisiete e intentó tocarme, es que no podía seguir tolerando esas cosas.
Le dije a mamá, le conté la situación.
—No entiendo porque debes mentir. ¿Qué no logras ver que soy feliz con él? Sé que extrañas a tu padre y que no quieres verme con otra persona, pero no toleraré que ensucies la reputación de Hyunki, no lo merece.
Fue el momento exacto en donde confirmé que yo no le importaba en lo mas mínimo y tenía muy claro que debía salir de esa casa si no quería que algo peor sucediera por haberle contado a ella la situación. Empaqué mis cosas esa misma tarde y salí sin tener un plan, aún estaba en la escuela y así que le pedí ayuda a mi abuela materna, viví un tiempo corto en casa de ella, hasta que me gradué. Pero la convivencia con ella era terrible. Si sacaba una manzana sin habérselo pedido, me reclamaba, si tomaba algo mínimo, me decía que ella pagaba por esas cosas y yo solo estaba de allegada. Conseguí un empleo teniendo en mente que debía salir de ahí, era junior de una empresa pequeña. Me mandaban a todos los lugares posibles, iba a reuniones, debía estar en un edificio a una hora y estar en otro media hora después.
Pero en mi mente ya estaba el objetivo.
Todo sacrificio valió la pena, ahorré muchísimo. Todo lo que me quedaba luego de ayudar a la abuela iba directamente a mi cuenta de ahorro. Así que daba gracias a ser organizada financieramente e inteligente que cuando mi abuela se terminó aburriendo de mí y me echó directamente a la calle, yo ya tenía algo para comenzar a vivir sola.
Como había mencionado con anterioridad, me costó muchísimo encontrar un buen lugar, hasta que lo hice. Llegué a los edificios sunset palace y quedé maravillada.
Siempre había sido tranquilidad absoluta, sin conflictos y ahora no sería el inicio de una guerrilla absurda. Con una enorme sonrisa salí cuando ya tenía todo lo necesario en mi bolsa.
—¿Celular? Sí. ¿Billetera? También. ¿La tarjeta del bus? — vi mi bolso por segunda vez y no vi nada. — aish, que estúpida. A lo mejor se me quedó en mi mesa de noche...
—¿Siempre hablas sola?
Pegué un grito cuando escuché la voz grave de un chico justo a mi lado. Me observaba como si todo de mi le diera pereza y también como si fuera un bicho extraño. Rodé los ojos cuando me percaté finalmente quien era.
—¿Y eso a ti qué, hum?
—Sí, toda la razón. Ni gasto mi tiempo ni energía preguntando estupideces. — dio un gran bostezo y entró nuevamente para cerrar la puerta con algo de fuerza.
—Oh, él es un... un... — cerré mis ojos para poder pensar en un insulto que fuera sin duda para él. — ¡Palurdo!
Aunque no quise elevar mi voz, si expresé con mas fuerza de la necesaria aquella ofensa. La puerta volvió a abrirse y el tipo enarcaba una ceja observándome raro.
—¿Cómo me has llamado?
—¿Ahora eres sordo?
—Repítelo.
—No quiero.
—¿Qué mierda es peludo?
—Alguien con mucho pelo, eso es alguien peludo. — dije obvia. Él cruzó sus brazos sin dejar de mirarme fijo.
—Repite lo que has dicho, fea. — su dedo apuntaba en mi dirección, como si estuviera colmando su paciencia.
—Palurdo. Eres un palurdo.
—¿Y eso que se supone que es?
—¿Por qué ahora me hablas luego de cerrarme la puerta en la cara? — indagué, cruzando mis brazos. — si tienes tanta curiosidad, busca en Naver, idiota.
Volteé para comenzar a bajar por las escaleras escuchando sus gritos a mis espaldas, los cuales ignoré completamente.
Al bajar a la primera planta, pude rectificar que definitivamente no había traído la tarjeta para el bus, pero no me devolvería para volver a toparme con aquel tipo desagradable, ya había tenido suficiente de él en un día. Así que no tenía mas opción que comprar una.
Debía llegar a la estúpida reunión, estoy completamente segura que mi jaqueca solo aumentará cuando pise un pie en aquella cafetería.
Quise dar inicio a esta idea en la cual estoy poniendo toda mi mente para que funcione.
Este capítulo es una introducción a la vida de Soohyun, puede que los dos capítulos no sean los mas emocionantes, pero ya tengo varios capítulos avanzados, así que puedo decir se irá poniendo entretenido y cómico (como me gustan a mí las historias).
Y eso, espero les guste 🫶🏻. Y hay que ahorrar para un futuro tour de los bitis, siseñor ☝🏻🥸.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro