Lando y yo tuvimos una mañana tranquila hasta que recordé que tendría que ver si o si ver a mi padre hoy.
Ya estábamos en el paddock y Lan me había asegurado que con un solo llamado él aparecería.
Alex y George ya se habían enterado también, Lando había insistido en que debía contarles así que esta mañana envié un mensaje a nuestro grupo y les avisé. Estoy segura de que no me dejarán ni respirar cuando me encuentren.

Doy un respiro profundo antes de entrar al box de Ferrari.

- Buenos días- saludo. Veo a Seb y Charles quienes me saludan alegremente y luego mi padre se da vuelta y me mira.

- Buenos días- saluda. Me reconoce. Sé que me reconoce, puedo verlo en sus ojos. No deja de estrecharme la mano hasta que yo lo suelto.

- Seb, Charles, ¿les parece si empezamos?- les pregunto pero no los miro. No puedo sacar los ojos de él y él no los puede sacar de mi. Escucho como balbucea mi nombre pero lo ignoro.

Me alejo, ya hice que me viera, ya le amargue el día y le recordé que tiene una hija.

La mañana con los chicos es tranquila, siempre es fácil hacerle una sesión a ellos así que en solo una hora termino. Volvemos al box tomando un café y charlando sobre la salida que habíamos tenido anoche.

Ellos se tuvieron que ir a correr y siento como alguien me toma del brazo fuerte y me lleva a una sala.
Lo veo dándome la espalda, tiene la cabeza apoyada contra la puerta y su postura refleja rendición.

- Déjame salir- ordeno. Él voltea y veo que está llorando.

- No, déjame explicar- pide- por favor- se acerca a mi y yo retrocedo.

- ¿Qué me vas a explicar? Si ya lo entendí todo yo sola- le digo casi escupiendo las palabras- No quiero que te justifiques para hacerte quedar como la víctima.

- Yo también he sufrido por culpa de mis acciones, soy quien más sufrió- dijo apuntandome con el dedo- Soy quien más ha sentido toda la culpa cada día, no tú.

- Así que tú eres la víctima aquí- este hombre me parece inaudito.

- ¡Si! Aunque creas que no es lo mejor ni lo más políticamente correcto de decir, te diría que si. Soy la persona que más ha sufrido de nosotros dos aquí.

- Lamento que las cosas hayan sido tan difíciles para ti pero eso no te daba el derecho de tratarme como mierda para luego abandonarme. ¿Tienes idea lo insuficiente que me hiciste sentir toda la vida?- pregunto sin esperar una respuesta realmente- ¿La cantidad de tiempo que sentí que no merecía ser amada solo porque no lo valía?- vuelvo a preguntar pero esta vez sollozando.

Me sentía una niña pequeña a su alrededor. Él me hacía sentir pequeña.
Ya debería acostumbrarme a que él no me quiere y que nunca lo va a hacer, lo sé. Pero, ¿cómo le haces entender a una niña que su papá no la quiere? ¿Cómo le explicas eso a la nena que lloraba y palateaba por no poder cambiar la decisión de su papá, porque no podía cambiar de padre?

Me preparo mientras lo escucho justificarse con palabras vacías para preguntarle lo que siempre quise. Y, no me malinterpreten, no lo hago por mi. Lo hago por esa niña. Por la que siempre se exigió de más en cada ámbito de su vida como un trofeo para que su papá por fin pronunciara algo. Por la que pasó horas y días llorando porque su papá no la quería.
Ya no lo hago por la Gaby adulta, lo hago por la Gaby chiquita.
Porque esa Gaby se cansó de estar enojada.

- ¿Fue mi culpa?

- No, no fue tu culpa, Gaby- dice bajando el tono de voz.- Fue mía. No podía darte calma en medio de cualquier tormenta ni tampoco resguardo en medio de un día soleado- niega y hace la misma mueca que yo cuando me molesta algo- Desperdiciaba cada centavo en lugar de darte un hogar seguro. Y cuando sabes que no eres bueno para las personas empiezas a no aparecer y luego no apareces suficientes veces hasta que, un día, dejas de hacerlo.

- ¿Lo valió?- pregunto reteniendo las lágrimas- ¿Estás ahí para tu nueva familia?

- Lo estoy- dice con una sonrisa orgullosa.

- Si puedes ser un padre ejemplar para ellos, ¿por qué no pudiste serlo para mí?

- Solo...no estaba listo para ti. Ni tu madre ni yo lo estábamos- intenta meterla a ella y me enojo.

-Pero ella sí se quedó- le reprocho- El tiempo que pudo, ella lo intentó aunque no estuviera lista.

Nos quedamos en silencio y escucho a alguien llamar a la puerta. Sebastian tocaba insistentemente, ¿ya había terminado la carrera? Atino a irme pero me agarra del brazo.

- Sí te amo, por cierto. Tanto como soy capaz de amar a alguien, lo cual parece ser nunca suficiente- dice riendo- Lo siento tanto, Gaby.

Me suelto y lo miro sorprendida. Nunca creí que escucharía eso de su parte.
Lo siento, Gaby.
Esas tres palabras se repitieron en mi cabeza miles de veces en un segundo.

El grito de Seb me saca de mi ensoñación y le abro la puerta antes de que la rompa.
El alemán y yo nos miramos a los ojos y lo único que puedo pronunciar es:

Estoy bien.

holiss, cómo va??
Gaby es todos.
nos leemos el lunesss, vamos que el viernes terminamos de publicar!!!