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🧜🏼 1 🧚🏻‍♂️

—Vamos soldado ¿Acaso no los entrenan lo suficiente para seguirme el paso?

—Que nos entrenen no significa que pueda nadar tres días seguidos sin siquiera comer algo Yoongi.

—Ya no hay respeto en este reino —susurró el tritón mientras se detenía, esperando a que su guardia y mejor amigo llegara junto a él.

El híbrido de pez espada y azules aletas nadó lentamente, observando con atención a su alrededor, su cabello corto y platinado soltaba destellos ocasionales, provocando que varios pececillos se acercaran a él con curiosidad, pero se alejaran a prisa en cuanto su cuerno/espada quedaba a la vista.

—Busquemos alguna cueva para descansar, va a anochecer y que yo vea en la oscuridad no quiere decir que pueda defenderte de los calamares gigantes.

—Ya casi llegamos, Hope, mi padre... que diga, el rey tritón aún no se da cuenta que he dejado mis deberes y yo en serio quiero ver esa isla repleta de seres sin colas.

—Si los humanos nos ven, vamos a desear que el rey nos asesine comparado con lo que ellos hagan.

—Eres un aguafiestas. —Yoongi rodó los ojos, pero prefirió tomar ese merecido descanso, era la tercera noche fuera del reino, no habían parado a comer más que unas cuantas algas y, en el caso de su amigo, un par de moluscos.

Luego de un par de minutos nadando contra corriente, encontraron una pequeña cueva, cubierta por anémonas y corales muy coloridos. Peces de todo tipo saludaron al tritón, huyendo despavoridos en cuanto el guardia quedaba a la vista.

—Debe ser tu horrible cara lo que los espanta. —El tono burlón en la voz del guardia hizo a Yoongi rodar los ojos antes de afirmar a los pequeños habitantes que su amigo era inofensivo.

—Él no se comerá a nadie ¿Verdad Hobi?

—Claro, si he logrado no sacarle un ojo a este mocoso maleducado, puedo evitar comer un par de peces payaso. —Respondió con un gesto de la cabeza para señalar a su amigo. El ácido humor del pez espada logró espantar a un par de peces más pequeños, a los cuales el príncipe tuvo que consolar rápidamente sacando de su mochila de viaje tejida con algas un frasco lleno de las más exquisitas y dulces algas color morado, las favoritas de aquellos especímenes color naranja.

—Tomen esto como ofrenda por favor, será solo por esta noche y él cazará lejos de aquí, es una promesa.

La pequeña familia de pececillos se miró entre sí, aceptando la oferta. Yoongi dejó caer el contenido sobre la anémona más grande, donde pronto los peces se acercaron a comer.

—Vamos. —Hoseok hizo un chasquido a modo de queja, pero siguió al príncipe dentro de la cueva. —Dormiré un poco, puedes ir a cazar. Si encuentras un atún de aleta azúl, no dudes en traerlo, me vendría bien una buena comida.

—¿Algo más? Su majestad. —El sarcasmo en la voz del guardia no pasó desapercibido para Yoongi, quien prefirió seguir molestándolo.

—Claro, cuando vuelvas, quiero un masaje en la aleta, tanto nadar hace que me den calambres. —El príncipe sonrió con suficiencia, recostándose contra las rocas con las manos tras la nuca, guiñando un ojo con descaro.

—Vete a la mierda Yoongi.

—También te quiero, Hope.

El guardia salió de la cueva, sonriendo para sus adentros mientras el príncipe cerraba los ojos y se permitía descansar hasta el amanecer.

—Yoon... Yoongi... hermano, despierta. —El príncipe abrió los ojos de golpe, encontrándose con una mirada idéntica a la suya, de un iris verde claro que se desvanecía hasta convertirse en azúl antes de la pupila.

—¿J-jungkook? ¿Qué haces aquí?

—¡Vamos a jugar! Acaba de pasar un cardumen de peces loro y hay mucha arena blanca.

—Nunca entendí por qué te gustaba jugar con la mierda de los peces.

—Mamá va a lavarte la boca con agua de río si te escucha decir groserías.

—¿Qué? —Yoongi miró a su alrededor.

Ya no se encontraba en la cueva, tampoco era de noche, en su lugar estaba aquella monumental edificación de arena, piedra y perlas, con arrecifes y miles de especies conviviendo armónicas entre sí, era su hogar, el reino del mar.

Echó un vistazo a sus manos, aleta y el ligero reflejo que le daba la escama pulida sobre el cuello de su pequeño hermano, se veía mucho más joven, su cabello color menta le llegaba apenas al mentón y su aleta aún no tomaba esos colores tornasol, aún se veía de un azúl y lila pálidos.

"¿Qué es esto? Tengo diez otra vez..." Pensó mientras volvía a mirar a su hermano de tan solo ocho años.

—Jungkook... ¿En dónde está mamá?

—No sé. —Su hermanito se encogió de hombros, agitando su aleta con emoción, arrancando destellos púrpuras de sus escamas.

Yoongi se tomó unos minutos para admirarlo, esos enormes ojos que denotaban felicidad y pureza, su ondulado cabello lila y su esbelto cuerpo, largo y delineado lo hacían todo un espectáculo.

—Mi Jungkookie... habrías sido un gran rey... no debías ser tú, todo es mi culpa. Lo siento tanto. —Yoongi abrazó a su hermano, suspirando cuando el calor de su piel lo abrumó sobremanera.

—¿Yoongi? —Jungkook no entendía nada, pero se dejó abrazar por su único hermano durante un rato. —¿De qué hablas? Nada es culpa tuya... ¿Es porque me regañaron a mí cuando fuiste tú quien comió los canapés de caviar y bayas? No pasa nada, acordamos que te echarías la culpa cuando mamá descubriera que alguien rompió su almeja gigante.

Yoongi no pudo seguir escondido en aquél abrazo, soltando una pequeña risa ante las ocurrencias de su hermano.

—Kookie, te amo tanto, perdóname por no haberlo dicho antes —susurró mientras dejaba que sus brazos apretujaran a su hermanito una vez más.

—Sí... ahora es demasiado tarde ¿No crees? —La antes animada voz de Jungkook sonó apagada, casi robótica.

Yoongi se apartó del abrazo, observando cómo todo a su alrededor se desdibujaba, como si un remolino de agua los arrastrara a las profundidades. Jungkook lo tomó de las muñecas con una fuerza descomunal, impidiéndole alejarse.

—Si de verdad me amaras, no habrías dejado que me asesinaran, no habrías dejado que me arrancaran las escamas como trofeo... por tu culpa estoy muerto, Yoongi.

—No... no... y-yo, lo siento tanto. —Cuando sus muñecas fueron liberadas, el príncipe cubrió sus ojos con fuerza, deseando que todo pasara pronto, que esa horrible pesadilla terminara.

A su alrededor todo giraba violentamente, lo asfixiaba y sumía en una profunda oscuridad, que casi competía con la que en ese momento sentía dentro del corazón.

—¡YOONGI! ¡YOONGI DESPIERTA!

—¡NO! ¡JUNGKOOK! —Yoongi despertó con un sobresalto, varios mechones de su cabello color menta cubrían sus ojos, pero podía distinguir mucha luz y a alguien empujando su pecho hacia abajo. —¿Hoseok?

El pez espada estaba sobre el príncipe, observándolo con ojos enormes y la respiración agitada. Yoongi podía sentir varias partes de su cuerpo ardiendo y oler la sangre en el ambiente.

—¿Qué pasa contigo? ¿Por qué nadabas hacia la superficie? —El guardia seguía atento a los movimientos de aquél a quien debía cuidar.

—Y-yo... tuve una pesadilla, no sabía que nadaba dormido.

—Creo que deberé amarrarte a las rocas cada que duermas fuera a partir de ahora. —Intentó bromear, pero Yoongi seguía sintiendo esa profunda tristeza por lo que acababa de suceder, nadando lentamente hacia las profundidades, con su fiel guardia cuidando sus espaldas.

Fuera del agua se encontraba un ser de plumaje oscuro como el carbón, alas del tamaño del cielo y un par de ojos tan oscuros como la noche, vigilando y observando atentamente.

Ahí estaba el lindo príncipe de verde cabellera, que emanaba rebeldía, tristeza y una enorme fuerza de voluntad.

—El alimento perfecto —murmuró el ser ado con voz grave y tan profunda como sus ojos, planeando sobre el agua, vigilando a los incautos pececillos, buscando quién alimentara algo más que su hambriento estómago.

—Me estás jodiendo ¿Verdad?

—Hoseok, ¿Tengo cara de querer bromear justo ahora?

—El rey va a cortarme la espada y usarla como pincho para brochetas.

—Si es que volvemos.

—No ayudas, Yoongi.

—¡Mierda! Perdóname por no saber darte ánimos luego de haber perdido la escama que me dio el rey para poder encontrar el camino de vuelta a casa.

—La tenías colgada al cuello antes de que me fuera a cazar.

—Lo sé.

—Luego nadaste dormido.

—Lo sé.

—Seguro fui yo quien rompió el lazo con el que la ataste.

—Lo sé.

—¿Lo sabes? —Yoongi asintió. —¿Cómo?

—Hobi, de milagro aún tengo ojos. Me dejaste peor que aquella vez que jugamos a la pelota con un erizo de mar. Estos rasguños y pinchazos son difíciles de ignorar. —El pez espada lucía apenado, bajando el rostro hasta que la punta de la espada casi rozó las rocas del suelo.

—Lo siento...

—No pasa nada, de no ser por ti seguro llegaba a la superficie y ambos sabemos que mi piel no soportaría el calor fuera del agua y sin sombra.

Con cuidado, Yoongi siguió aplicando un ungüento hecho con perlas y baba de caracoles marinos sobre sus heridas. Era la ventaja de salir a menudo, siempre iba preparado para cosas como esa.

Sus largos y pálidos dedos recorrían su torso y aleta, buscando más heridas. La membrana entre sus dedos también había sufrido un par de heridas, pero nada demasiado grave, por lo que se dispuso a guardar el ungüento de vuelta a su bolso de viaje.

—Vamos, debemos buscar esa escama, si alguien más la encuentra, podrá entrar al palacio del rey sin haber sido invitado. —El guardia siguió a su amigo hasta la zona en la que lo había encontrado vagando. —No te alejes demasiado, nos vemos en el arrecife azúl cuando el sol comience a ocultarse. Tengo otro frasco de alga purpurina, así que los peces payaso aceptarán que descansemos de nuevo aquí.

Sin más, ambos se separaron, nadando por los alrededores, buscando bajo cada piedra, removiendo la arena y preguntando a cada ser que se encontraban, con la esperanza de que alguno hubiese siquiera visto un destello azúl y dorado que les indicara la posición del objeto.

Las horas pasaron y junto a ellas, lo cálido de las profundas y saladas aguas. Yoongi estaba comenzando a desesperarse, no podía avanzar hacia la isla de los humanos y ahora tampoco podía volver a casa. El sol sobre su cabeza comenzaba a desaparecer, provocando que el agua se volviera más oscura y difícil de explorar.

Subió lentamente hasta quedar a menos de tres metros de la superficie, el hermoso cielo se teñía de colores púrpura, rosado y un anaranjado pastel que solo había visto en contadas ocasiones.

Tras un arrebato de adrenalina, movió la aleta un par de veces, con fuerza y determinación, sintiendo cómo su cuerpo era impulsado hacia arriba hasta que el frío del viento lo golpeó de lleno, pero no podía importarle menos, frente a él estaba el más hermoso de los espectáculos. Aquél orbe de fuego que emanaba calor se ocultaba tras afiladas rocas, un naranja brillante teñía las nubes y recortaba la silueta de todo frente a él.

Con una elegante pirueta volvió a caer al agua, tibia en comparación con la fría brisa del exterior. Volvió a nadar a la superficie, esta vez con delicadeza, apenas asomando los hombros y cabeza. Frente a él se extendía el basto oceano, ya pintado de un azúl muy profundo, con aquellas rocas resaltando incluso en la oscuridad.

Por un momento olvidó que Hoseok lo esperaba en aquél arrecife, por lo que sin detenerse a pensarlo demasiado, nadó hasta allá, sintiendo cómo la arena era removida bajo su aleta cada vez que la profundidad se hacía menor, hasta llegado el punto en el que no pudo avanzar más, quedando tendido sobre la roca lisa, erosionada por el paso del tiempo, agua y arena.

—Vaya, vaya ¿Qué tenemos aquí? Un pececito fuera del agua. —Yoongi dio un respingo cuando una voz proveniente de la oscuridad lo sobresaltó.

—¿Quién es? —Intentó que su voz no delatara el susto recién provocado, sin mucho éxito.

—No temas, no voy a comerte... aún.

—¿Quién dijo que tengo miedo?

—Puedo olerlo, pececito.

—No me llames así, maldito cobarde. Oculto entre las sombras, solo hablando... así cualquiera es valiente.

—Oh, pero si me ves, seguro temes aún más.

—Pruébame. —Desafió a la voz mientras tanteaba dentro de su bolso de viaje hasta dar con el par de almejas de afilados bordes que usaba como arma.

Puede que traer a Hoseok consigo le diera ventaja, pero incluso estando solo, sabía defenderse bien. Un movimiento captado por el rabillo de su ojo lo hizo girarse a la derecha con prisa, topándose con una gigantesca sombra que no hacía más que crecer con cada paso dado.

En ese momento, la luna hizo su estelar aparición tras las rocas, iluminando todo con su perlada y fría luz. La arena debajo de él se tiñó en azúl, cada que una ola se alejaba de la orilla, producto del plancton. Los pasos de la criatura se detuvieron a un metro de su cara, desde donde pudo analizarlo con detalle.

Supo que era un macho como él, casi humano, con dos largas y fuertes piernas, enfundadas en lo que parecía una red sin agujeros.

"Hoseok dice que los humanos usan ropa, eso debe ser lo que trae puesto..." Pensó mientras su vista viajaba por el cuerpo ajeno, todo cubierto por esa tela negra. Su fuerte pecho y los musculosos brazos eran el doble de los suyos, por lo que debía ser inteligente en caso de tener que pelear, pues era obvio que no le ganaría en fuerza.

El rostro de la criatura era sumamente serio, de piel canela y ojos completamente negros, como los de los tiburones. Su nariz era normal, pero Yoongi pudo ver que ahí donde debían existir cejas y cabello, solo había pequeñas plumas de apariencia suave y mullida, sus dedos picaron con el deseo de poder comprobarlo, pero incluso si eso lo impresionó, no había cosa más sorprendente como lo que se extendía detrás de aquél ser: un par de alas gigantescas resaltaban desde su nuca hasta el suelo, donde el negro plumaje arrastraba sobre las rocas, barriendo la arena.

Los pies descalzos no tenían nada de especial, pero a ojos de Yoongi, eran el par de cosas más raras que había visto en toda su vida, nunca había conocido a un ser con ese par de extremidades y lo poco que sabía era por las historias que se contaban en su reino.

—¿Qué se supone que eres? ¿Una especie de atún con plumas? —Yoongi estaba nervioso y la pregunta que salió de sus labios lo demostraba. El semblante ofendido de la criatura dio a Yoongi un respiro de aquella tensión.

—¿Qué idioteces dices? ¿Acaso eres estúpido? Soy Namjoon, de la especie Luzbel, los más grandes seres voladores que han pisado la tierra. Mi linaje cuenta con los más poderosos Luzbel, siendo dotados con clarividencia, sanación, premoniciones, entre otras cosas. —Namjoon levantó el mentón con orgullo, permitiendo a Yoongi pasear la vista por todo el lugar, encontrándose con más plumas de apariencia suave cubriendo la piel. —¿Y tú? ¿Eres más como algún tipo de pez abisal?

Fue el turno de Yoongi para ofenderse, abriendo mucho la boca, dejando al descubierto sus afilados y puntiagudos dientes.

—¡Eso es muy grosero! —Se quejó cual niño, sacando una carcajada al contrario. —¡Y encima te ríes de mí, discúlpate!

—¿O qué? Principito ¿Vas a llamar a papá para que me corte la cabeza?

—¿Cómo sabes que soy de la realeza? —Preguntó sin disimular su asombro, olvidando la ofensa.

—Solo hay que verte la cola, es gigantesca, podría hacerme un chal con ella. Y tus orejas... eres como un dumbo marino.

—¿Qué mierda es un dumbo?

—Olvidalo, cosa de terrestres que tardaría mucho en explicar. Díme ¿Qué te trae a la superficie? ¿Quieres morir? Porque no creo que aguantes más sin ir a respirar bajo el agua... tu piel no luce muy bien.

La concentración que Yoongi había mantenido sobre aquél ser y sus plumas, menguó en ese momento, haciéndole notar las pequeñas grietas que comenzaban a formarse sobre sus brazos y el agudo dolor en sus pulmones luego de estar demasiado tiempo aspirando el seco oxígeno del exterior.

Con algo de vergüenza pintando sus pálidas mejillas, el tritón dirigió su vista hacia sus brazos, en donde escamas delgadas y brillantes comenzaban a picar al estar demasiado resecas, volvió al agua sin irse demasiado lejos, solo lo suficiente para que su piel volviera a hidratarse y sus pulmones a llenarse con el oxígeno del mar. Las oscuras aguas lo envolvían pacíficamente, permitiéndole relajarse ante el silencio de la noche y admirar las desdibujadas estrellas por debajo del agua.

El fulgor de la luna arrancaba destellos de las rocas a su alrededor y los pocos rayos que se colaban hacia adentro iluminaban las profundidades con esa tonalidad plata.

"A ti te encantaba la luna... y por mi debilidad estás muerto ahora." Pensó mientras volvía a la superficie para intentar dejar de pensar en su pequeño hermano.

—¿Qué te aflige, príncipe? ¿O es acaso miedo a la oscuridad? —Yoongi intentó recomponerse de sus pensamientos y recuerdos, pero al parecer no lo había logrado a tiempo, pues Namjoon ya lo había notado, haciéndolo temer que supiera leer la mente.

—Me dijiste que tu especie tiene dones ¿Qué clase de poderes son los tuyos?

—Evades mi pregunta con otra pregunta. Eso es sospechoso... ¡El principito le teme a la oscuridad! Vaya, vaya, ¿Quién lo diría?

Yoongi suspiró ante el tono burlón. —No le temo a nada, ni siquiera a la muerte, he perdido algo y estoy algo preocupado, es todo. —Mintió, escudriñando el rostro de su acompañante, esperando haberlo convencido.

Namjoon sonrió de lado, sabía que el tritón mentía, pero no podía decírselo ni ponerse agresivo si lo que quería era ganar su confianza.

—Mis poderes, como los has llamado, son algo sencillo, pero útil; tengo la capacidad de detectar estados de ánimo, emociones, sentimientos, todo lo que pase por tu mente y te haga sentir algo, yo lo sabré con exactitud. —Una sonrisa que nada tenía qué ver con la felicidad atravesó las rudas facciones del ser, sus blancos y perfectos dientes resaltando entre su negro plumaje, reflejando aqulla platinada iluminación.

Un pequeño estremecimiento atravesó el cuerpo del príncipe, quien prefirió ignorarlo. De ahora en más debía ser cuidadoso con aquello que se permitía sentir cerca de aquél hombre.

—Y te siento preocupado ¿Es por lo que has perdido? —Yoongi se tensó visiblemente, claro que estaba preocupado, pero ahora ya no era solo por la escama perdida, sino porque se sentía vulnerable y en completa desventaja.

Tragó saliva de forma notoria para poder hablar sin delatarse aún más. —Sí, es justamente eso.Necesito volver a casa y una simple pista sobre aquello que perdí me sería muy útil. Dime ¿Puedo confiar en ti?

—La verdadera pregunta es ¿Deberías?

—Estoy en desventaja, puedes leer mis emociones y yo ni siquiera sé más que tu nombre, aunque quisiera no podría superar esa brecha.

—Eres inteligente, príncipe. Aprecio eso, igual que tu sinceridad, a cambio te ofreceré mi ayuda.

—¿Y qué ganarías tú? No puedo ofrecerte nada realmente valioso. —Namjoon se acercó hasta él en un rápido movimiento, sin darle tiempo de alejarse.

Las suaves olas mojaban los pies descalzos y las plumas que arrastraban tras él, pero eso no pareció importarle cuando se acuclilló frente al príncipe, mirándolo a los ojos con una mueca divertida y penetrantes ojos.

—Tienes más qué ofrecerme de lo que imaginas, joven príncipe, tu sola compañía representa para mí una satisfacción como ninguna otra. —Yoongi estaba hipnotizado por esos ojos, sus movimientos suaves y el agraciado baile que el viento arrancaba del negro plumaje, tanto que ni siquiera quiso alejarse cuando la mano del hombre pájaro acarició su mejilla con tal delicadeza, que de no haberlo visto, bien podría pensar que solo fue el viento. —Tus emociones son tan puras como las de un niño, en tu corazón aún hay esperanza, pero tus ojos muestran un arrepentimiento tan exquisito, que me embriaga.

Yoongi no entendía nada, su cabeza daba vueltas mientras sentía a su conciencia desaparecer con cada aliento que rozaba su rostro, el aliento de Namjoon lo golpeaba con fuerza arrebatando la cordura que le habría advertido de aquella peligrosa cercanía. Podía sentir las afiladas garras de esos largos dedos debajo de su mentón, que lo hacían levantar el rostro hasta que sus labios casi fueron rozados por los del contrario, mientras este aspiraba lentamente, deleitándose con esas emociones reprimidas.

—Entonces qué, príncipe tritón. ¿Tenemos un trato? —Cuando Namjoon lo soltó, lo primero que Yoongi hizo fue parpadear incontables veces, sus ya adoloridos pulmones tomaron una rápida inhalación y sus resecos ojos ardieron por la exposición al viento.

El oxígeno, aunque seco, entró en sus pulmones con alivio luego de haber contenido la respiración sin siquiera darse cuenta. Esas emociones que tanto había estado conteniendo afloraron en su interior sin permiso, provocando que lágrimas asomaran en sus ojos.

"¿Qué mierda es esto? No llores, maldición, no puedes ser tan vulnerable." Se regañó, mirando de reojo al enorme hombre, que se erguía frente a él con una mueca de suficiencia y satisfacción pura.

Con discreción y aprovechando la distracción de su compañero, usó una gran ola que llegó desde atrás suyo para poder respirar y recuperarse de lo que acababa de pasar.

—Bien ¿Y qué se supone que tienes para ofrecerme? —Aceptó con algo de desconfianza.

—Te llevaré de vuelta a casa. —Aquello sorprendió al tritón, que hizo lo imposible por no demostrarlo.

—No hay forma de que puedas hacer eso, solo quienes tienen la llave del reino pueden encontrarlo, e incluso si pudieras llegar sin la llave, acercarte sería imposible.

—Te lo dije, las emociones son mi fuerte y tu reino tiene una gran concentración de ellas, hay todo tipo de canapés, un bufete del que no me cansaría ni en un millón de años y todo proviene de ahí.

—Estás loco si crees que sabiendo eso te llevaré hasta mi hogar, es mi deber como sucesor proteger a mi gente.

—¿Y por qué algo en tus ojos me dice que eso no te complace del todo? —Yoongi se congeló en su lugar. Era imposible que Namjoon lo supiera, no había forma.

Una vez más, creyó que el ser frente a él podía leer su mente.

—Escucha bien, príncipe. —Namjoon volvió a acuclillarse frente a él, ladeando la cabeza ante la mueca de desconfianza e incomodidad del tritón. —Te diré esto como un favor; no planeo hacerle nada a tu querido pueblo, puedes estar seguro que todos ahí estarán a salvo, pero tengo una condición para que eso ocurra.

Yoongi se tensó una vez más, aquí venía aquello que había estado esperando, esa petición imposible o peligrosa para poder ayudarlo, estaba listo para mandarlo a la mierda de una vez por todas, incluso podría cortarle el cuello con un rápido movimiento del arma que aún mantenía entre sus manos y largarse de ahí sin mayor problema.

—No me harás nada, porque yo tampoco lo haré, así que puedes dejar de imaginar cómo escapar luego de matarme —susurró Namjoon con aburrimiento, distrayendo a Yoongi de esos pensamientos. —No quiero nada demasiado difícil, solo pido conocerte, saber tu historia de vida, quiero escucharte hablar de ti.

Si antes estaba sorprendido, eso lo había terminado por desestabilizar. ¿Cómo es que eso era pago suficiente para llevarlo de regreso a su hogar? No podía estar hablando en serio, pero no iba a discutirlo ni ponerse a negociar con él, le convenía no deberle nada.

—Si eso es lo que quieres, adelante, partimos cuando el sol salga.

—¿Y cómo se supone que hablaremos si tú no puedes tocar la superficie cuando el sol está arriba?

—¿Y tú cómo mierda sabes eso? —La expresión de asombro que atravesó por el semblante serio del hombre no pasó desapercibida para Yoongi, Namjoon se dió cuenta de su error demasiado tarde, pero no dejó que eso lo dejara en desventaja.

—Ustedes los marinos no se toman demasiadas molestias para saber nada sobre el mundo de afuera, se sienten tan superiores que el hecho de que siquiera conozcan la existencia de otras especies fuera de su mundo, ya es mucho, por otra parte, yo sé más de lo que podrías imaginarte.

—El océano es demasiado grande y poco fácil de explorar, estamos demasiado ocupados gobernando, cuidando y descubriendo todo lo que nos rodea como para preocuparnos por seres terrestres.

—Y aún así te diste el tiempo de venir a buscar humanos ¿No es así? —Esta vez Yoongi sí que sospechó que aquél hombre podía leer sus pensamientos y que no mentía al decir que sabía más de lo que le contaba.

—Muy bien, hay algo que no me estás diciendo, Namun, así que te daré una sola oportunidad para que me digas lo que pasa.

—Es Namjoon. —Respondió él con semblante aburrido.

—¿Qué?

—Namjoon, no Namun. Y no tengo nada para decirte, si quieres que te ayude deberás confiar en mí y punto, de lo contrario, el único que perderá serás tú, principito.

—Deja de decirme así. —Pidió Yoongi con hastío. —Y está bien si no quieres decirme que me espías desde las alturas y escuchas mis conversaciones a escondidas, no me importa.

—Si no te importa ¿Por qué preguntas? Principito.

—¡Que dejes de decirme así, mierda! Y pregunto porque se me da la gana, pajarraco.

—Bien, si no quieres que te diga así, entonces cómo te digo, ni siquiera me has dicho tu nombre.

—Me llamo Yoongi, pero puedes decirme como se te dé la puta gana, menos principito. —Namjoon sonrió de lado, el sentimiento de angustia, combinado con la furia que le causaba el apodo le resultaba bastante interesante y satisfactorio, pero si cumplía con su palabra, entonces ya tendría tiempo para deleitarse con algo de eso más tarde.

—Yoongi... lindo, pero no te diré así, serás mi pececito a partir de ahora. —Yoongi abrió la boca para reclamar, siendo interrumpido por un largo dedo presionando sus labios para callarlo.

—Chst... me dijiste que el apodo que yo eligiera estaría bien y eso hice, te jodes. —Yoongi bufó para sus adentros, deseando arrancarle el dedo de un mordisco y de paso, borrar esa irritante sonrisa de su cara, pero se contuvo, debía volver a casa y Namjoon era su única opción.

—Bien... pero sigo estando en contra.

—Eso no es asunto mío, eso te pasa por no pensar antes de hablar. Ahora, aunque me encantaría comenzar con el trato, me temo que la desesperación y ansiedad de tu amigo de aletas azules comienza a volverme loco, así que te sugiero volver con él y decirle que estás vivo.

—¡Mierda, me había olvidado de Hobi! —Yoongi casi se dejó media aleta en la arena cuando aleteó con desesperación al recordar que su guardia y mejor amigo debía estarlo buscando como loco desde hacía horas.

—Vaya amigo eres... en fin, te veré al amanecer, pececito. Recuerda que al anochecer deberás subir para hablar conmigo.

—Y ¿Cómo se supone que descanse? ¿Tú no duermes?

—Debo darte un punto ahí... —Namjoon fijó la vista en el cielo, averiguando cómo hacer que su plan funcionara. —Tengo una idea. Ocupemos el día para descansar, no quisiera un pez tostado, así que dejaré que viajemos de noche para que puedas nadar en la superficie mientras charlamos. ¿Te gusta la idea?

Yoongi lo pensó durante un momento, no tenía demasiadas opciones y, aunque eso era más tardado, funcionaría.

—Bien, pero no me hago responsable si chocas con alguna roca o un tiburón te come.

—Si un tiburón me come, tú te quedas varado a mitad del océano, así que por supuesto que te harás responsable, por otra parte, me halaga que te preocupes por mí, pero si mantienes a los tiburones lejos, yo puedo hacerme cargo de lo demás.

Yoongi rodó los ojos con diversión, nadando lentamente hacia la zona más profunda lejos de las rocas.

—Vendré acá en cuanto el cielo comience a pintarse de naranja ¡No pienses en huir! —Gritó antes de hundirse con una elegante pirueta que dejó a su cola completamente fuera del agua por un instante, provocando que la luna arrancara destellos tornasol de sus escamas.

Namjoon quedó deslumbrado por un momento, con una sonrisa de medio lado asomando en sus delgados labios y un ligero escalofrío crispando sus plumas.

—Claro que no, pececito... ¿Cómo podría dejar ir al mejor banquete que he tenido en mucho tiempo?

—¡HOBI! Hobi, Hobi, Hobi. Por favor perdóname amigo del alma, te debo una, prometo que lo compensaré, cazaré un par de calamares y caracoles para ti, te haré un collar de conchas, yo... —Yoongi llegó nadando a toda velocidad hasta el arrecife en el que había quedado de verse con su amigo, comenzando a gritar desde el momento en el que lo vio nadando en círculos como un pez desorientado.

Hoseok volteó con desesperación en cuanto aquella conocida voz llegó hasta sus oídos, sin embargo, no le importó ni una palabra de lo que decía, nadando hasta su encuentro, estampando su pesado cuerpo contra el del tritón, envolviendo su cuello con los brazos, solo teniendo cuidado de no lastimarlo con la espada que adornaba su frente. Yoongi recibió el gesto con desconcierto, el contacto físico no era algo para nada usual entre ellos.

—¡Por el kraken y los barcos hundidos! ¡¿En dónde carajo te habías metido?! —Vociferó en cuanto la euforia del momento pasó.

—Y-yo... eso... es una larga e interesante historia ¿Sabes? —Yoongi buscó cómo explicarle a su guardia personal que no solo había estado en la superficie, sino que también había hecho un trato con un extraño ser de enormes alas y oscuros ojos.

—No me importa nada más, estás vivo y es la mejor noticia que pude esperar. —Su tono denotaba alivio, pero incluso si Yoongi no tenía la habilidad de aquél hombre, sabía que su amigo ocultaba algo, ya que se removía con incomodidad y no dejaba de mirar en todas direcciones.

—¿Pasa algo más, Hope? —Sus ojos se fijaron a su alrededor, intentando buscar algún peligro, en ese momento se dio cuenta de la calma que reinaba en el arrecife. No había nadie, ni siquiera esas criaturas nocturnas de brillantes colores que solían adornar el mar a esas horas.

—Sí... no encontré la escama, pero pude hablar con los peces globo, ellos me contaron que vieron... hubo algunos... —La titubeante voz del pez espada no pasó desapercibida para Yoongi, que de inmediato captó aquello que su amigo no podía pronunciar en voz alta.

—Delfines... —susurró mientras sus escamas se endurecían y su aleta dorsal, normalmente relajada, se levantaba, lista para la batalla.

—Sí... —El temblor en la voz del soldado podía notarse incluso en ese monosílabo.

—¿Algún herido? —Yoongi sonaba molesto, apretando la mandíbula con fuerza.

—No, solo jugaron un poco con un miembro algo viejo del clan de los peces globo, pero salió ileso.

—Bien. Entonces debo suponer que ellos pudieron haberse llevado mi collar ¿No es así?

—Puede ser.

—Los soldados tienen la orden de asesinar a cualquiera de esos malditos que decidan acercarse al reino, ni siquiera la escama les dará ventaja sobre sus crímenes.

—Lo sé. —Hoseok sonaba decaído, con la punta de la espada apuntando hacia las profundidades y la cola apenas moviéndose. Sabía que ese tema era delicado para cualquiera, pero tratándose de Yoongi, había que ser el triple de cuidadoso.

—¿Ya comiste algo? —El tritón prefirió cambiar de tema para distraer esos violentos pensamientos y dolorosos recuerdos.

—Sí, nadé bastante, así que necesitaba alimentarme.

—De acuerdo, ve a descansar, iré a comer algo. —Hoseok optó por no interferir, permitiendo que el príncipe se alejara de ahí. Sabía que podía cuidarse solo.

Yoongi nadó durante medio kilómetro, murmurando y despotricando contra aquellos cetáceos de apariencia adorable, pero oscuras intenciones y, sin querer, comenzó a recordar esos tiempos en los que convivían armónicamente.

Los delfines y ellos no eran enemigos, se apoyaban y jugaban entre sí, nunca habían estado en desacuerdo, hasta aquella ocasión que las corrientes trajeron consigo a un nuevo macho, solitario y agresivo que rápidamente se adueñó de la manada. Yoongi y Jungkook jugaban cerca de una isla en la que solían esconderse de su madre cada que quería pulirles las escamas, la noche había comenzado a caer y si bien no temían a la oscuridad, sabían que no debían estar fuera hasta tan tarde.

—A que no me alcanzas, hermano. —Había retado Jungkook al mayor, tocando su hombro antes de salir disparado hacia la isla.

Yoongi rodó los ojos, divertido por ver a su hermano tan renuente por volver a casa.

—Si te atrapo, vas a tener que comerte mis algas del desayuno, así que más te vale que seas rápido. —Yoongi lo siguió durante un rato, dándole la ventaja, deleitándose con las infantiles risas de su hermanito.

—Eres más lento que los caracoles, Yoonie. —Se había burlado Jungkook cuando luego de un par de vueltas alrededor de la isla, este no lo había alcanzado.

—No, solo soy inteligente —susurró antes de abalanzarse sobre el menor, que chilló e intentó nadar sin éxito, siendo apresado por los brazos de su hermano, que le hacía cosquillas para torturarlo.

—Bien, volvamos a casa o madre nos hará limpiar a las ballenas la próxima semana.

—Pero quiero ver la luna, es época de marea alta, eso significa que podremos verla mucho mejor. —Un puchero adornó los labios de su Jungkook, provocando que Yoongi rodara los ojos con diversión.

—Al que van a regañar por dejar que andes afuera tan tarde es a mí. —Aceptó al ver los ojos de foca bebé que ponía su hermano para convencerlo. —Ya no voy a dejar que te juntes con Taehyung, estás aprendiendo demasiado bien cómo hacer esa miradita que tienen las focas.

Jungkook rió estruendosamente, dando una pirueta hacia atrás con orgullo. —Tae es hijo de una foca y un tritón, pero tiene bonitos ojos... Yo quiero tener los ojos bonitos también.

—Eres hermoso, Jungkook, no dejes que otras especies te digan lo contrario. —Yoongi abrazó a su hermano antes de subir a la superficie, ambos contemplando la luna ascender al cielo, llenando el ambiente con esa plateada y refulgente luz.

Los ojos del menor resplandecieron cuando un rayo de luna chocó con ellos, sus escamas lilas lucían sumamente brillantes bajo aquella luz.

—Kook, es mejor que nos vayamos, es tarde. —Apremió Yoongi, sacando al pequeño tritón de sus pensamientos.

—Bien, pero promete que vendremos mañana y pasado y así hasta que la luna deje de verse. —Una vez más, los ojos de Jungkook suplicaron a su hermano a sabiendas de lo débil que era por él.

—Bien, pero debes comer todo lo que te pongan en el plato, incluso si son ostiones. —La mueca de desagrado que puso el menor hizo a Yoongi soltar una carcajada.

—Está bien. —El tono de resignación en la voz del pequeño príncipe era sumamente dramática.

Los hermanos comenzaron a nadar, deteniéndose a admirar a un gran calamar de tentáculos fluorescentes que pasó por un costado suyo, persiguiendo a un incauto pez. Yoongi iba a comentar algo, pero la presencia de alguien a su lado lo puso en completa alerta.

Era un híbrido como el amigo de su hermanito, pero a diferencia de tener una cola regordeta y plateada que se dividía en dos como él, este tenía una fuerte aleta gris sin escamas, completamente lisa a excepción de algunas cicatrices que la adornaban.

—¿Quién eres? —Yoongi escondió a Jungkook detrás suyo, advirtiendo de la notable diferencia de tamaños entre él y el recién llegado.

—Puedes decirme Seojoon, líder de los delfines.

—Tú no puedes ser el líder, ese es Seokjin. —Interrumpió el menor, ganándose una filosa mirada de parte del delfín y una mirada furiosa de su hermano, mandandolo a callar de inmediato.

—¿Ese debilucho intento de líder? Por favor... lo derroté en un minuto. —Seojoon se acercó hasta ambos chicos de manera lenta, notando la tensión del mayor y el collar de escama que ambos portaban. —Este debe ser mi día de suerte... los príncipes están frente a mí.

Yoongi puso cara de desprecio incluso cuando el delfín se inclinó ante ellos con una sonrisa ladina en los labios, demostrando que aquella muestra carecía de respeto.

—Un gusto conocerlo, Seojoon, pero debemos irnos. —Cortó Yoongi nadando en reversa, con su hermanito aún pegado a su espalda.

—Me temo que eso no será posible, joven príncipe. No tengo intención de dejar pasar semejante oportunidad, no cuando el mayor premio es entregado a mí con tanta facilidad.

—No sé de qué mierda hablas, pero más te vale que te largues de una vez. —Yoongi endureció su expresión y el tono de voz, sin importarle que Jungkook hiciera un ruidito de asombro al escucharlo decir malas palabras.

Todas sus escamas se endurecieron y la aleta dorsal se extendió cual vela de barco, listo para atacar de ser necesario.

—Pero si el principito tiene agallas... quién lo diría. Pelea entonces, jovencito.

Yoongi soltó a su hermano, adelantándose hacia el hombre que le sonreía con burla. Sus afiladas garras estamparon de lleno contra el pecho del delfín, dejando surcos sangrantes y profundos, aunque su verdadero objetivo era su rostro.

Seojoon perdió la sonrisa en cuestión de segundos, dando un rápido y certero aletazo que pegó contra el costado izquierdo de Yoongi, mandándolo lejos con un punzante y agudo dolor en el hombro. Jamás se había enfrentado a nadie de esa forma, debía ser inteligente.

—¡Jungkook, vete y trae a papá! —Gritó antes de contraatacar con ambas manos en alto, dispuesto a clavar sus garras en donde sea que pudiera, con tal de permitir a su hermano escapar.

Un sonoro chasquido, seguido de un agudo silbido fue lo último que escuchó antes de recibir otro golpe de aquella fuerte cola, aturdiéndolo por completo. A lo lejos pudo ver a más delfines nadar hacia aquél que intentaba escapar y arrastrarlo lejos, los gritos de su hermanito y sus enormes ojos desapareciendo en la oscuridad era algo que recordaría por el resto de su vida.

—Que poco inteligente eres, principito, ahora están muertos y tu reino es mío. —Leyó en los labios de aquél maldito ser antes de verlo desaparecer en la oscuridad. Su cuerpo no respondía, el dolor que se extendía desde su cabeza hasta la punta de su aleta era sumamente abrumador, sumado al alarmante olor a sangre que lo envolvía.

Antes de cerrar los ojos pudo ver a un tiburón nadar hacia él, lento y silencioso. Cerró los ojos, resignado a morir y ser alimento de aquél carnívoro. Para cuando despertó, los rosados íris de su madre lo recibieron con angustia y desesperación.

—Kook, ¿En dónde está Jungkook? —Las delicadas manos de la sirena frente a él lo recostaron de nuevo sobre la cama, pero sus ojos evitaban a toda costa mirarlo. —¿Madre?

Yoongi miró a su alrededor, todo lucía como antes, aunque la cama de aquél a quien buscaba con desesperación estaba vacía. Su corazón dio un vuelco cuando el entendimiento lo llenó de golpe, trayendo consigo el dolor de su brazos inmovilizado y los recuerdo de aquella pelea.

Su madre sollozó en su lugar, agachando el rostro y rehuyendo al escrutinio de su hijo, que seguía sin querer creer lo que su lógica le indicaba.

—No... por favor, dime que no es cierto... —Susurró con el poco aliento que le quedaba luego de que un enorme nudo le apretara la garganta y se alojara en su corazón.

El silencio de la reina fue lo único que recibió, haciéndolo caer de nuevo sobre su espalda.

Los siguientes meses fueron terribles para todos, una guerra se desató cuando los delfines intentaron invadir el reino, para poco después ser exiliados bajo la amenaza de que, si volvían a aparecer por ahí, el rey se aseguraría de asesinarlos a todos. La tristeza invadió el reino, sumiéndolo en un largo periodo de luto por parte del rey gracias a la pérdida de su hijo menor, lo que casi hizo colapsar los mares, sobre todo cuando tiempo después, su esposa, cayó enferma y pereció, abandonando por completo a su hijo mayor, que se culpaba por completo, deseando morir también.

Yoongi volvió a su presente cuando sintió sus manos cerrarse con fuerza alrededor de un escurridizo pez. Había estado cazando sin darse cuenta siquiera de lo que perseguía. La luna entraba a raudales sobre su cabeza, iluminando algunas zonas del oscuro mar frente a él, arrancando destellos de sus escamas y advirtiéndole de aquellos animales que lo rodeaban.

La furia recorría sus entrañas, provocando que ni siquiera sintiera los cortes en sus palmas que dejaban las filosas aletas del ser entre sus dedos mientras intentaba escapar. Sin demasiada delicadeza, hundió una de sus afiladas uñas sobre el corazón del pequeño ser, acabando con su sufrimiento.

—Gracias por tu sacrificio —murmuró antes de llevarlo a su boca para poder engullirlo.

Se sentía fuera de lugar, inquieto y sin ganas de volver a la cueva. Hacía más de diez años de aquél incidente, pero la culpa lo carcomía cada que recordaba lo sucedido. Todos en el reino sabían de lo sucedido, mientras muchos lo culpaban y otros pocos lo veían con lástima y recordaban a su hermanito con solo mirarlo a los ojos. En más de una ocasión intentó vengarlo, recibiendo múltiples castigos del rey, quien con el tiempo entendió que no podía encerrarlo para siempre, optando por enseñarle a pelear y a controlar sus impulsos.

Yoongi salía a menudo, aunque ya no en busca de venganza, sino a modo de distracción, así fue como conoció a quien ahora es su mejor amigo y guardia personal, el único que no lo veía con lástima y cuidaba su espalda mientras exploraba su amplio territorio.

Nadó de vuelta a la cueva, con el estómago revuelto y las ganas de llorar aún presentes. Su corazón palpitaba acelerado mientras él intentaba deshacerse del nudo en su garganta, tan concentrado que no se dio cuenta del ser que lo vigilaba a la distancia, sonriendo de lado con la curiosidad a flor de piel, emocionado por conocer mucho más de ese misterioso chico.

—No puedes estar hablando en serio, Yoongi.

—No me regañes, Hoseok. No había más opción que esa.

—¡Claro que la había! —Soltó con exasperación, el pez espada, agitando la cola con incomodidad.

—¿De verdad? ¿Como cuál? —Yoongi se cruzó de brazos, esperando la respuesta que ya sabía, su amigo no tenía.

—Cualquier cosa es mejor que confiar en un extraño ser que te ofrece llevarte a casa a cambio de que hables con él. —Se defendió él, imitando el gesto de su amigo.

Yoongi guardó silencio, agradecido con haberse guardado para sí el dato sobre que "ese ser" además de ser sospechosamente caritativo, poseía dones para detectar tus emociones y algo más que Yoongi estaba dispuesto a averiguar.

—Tranquilo, Hope. Si algo sale mal, te dejaré sacarle un ojo o atravesarle el corazón, lo que más prefieras. —Hoseok rodó los ojos, pero no discutió más con su amigo. La tarde estaba llegando a su fin, dando paso a las corrientes heladas y peces nocturnos.

Ambos nadaron con calma hasta aquella isla de rocas lisas y afiladas, con Hoseok luciendo sumamente nervioso y alerta.

—Cálmate ya, hombre. Me pones de los nervios —Susurró Yoongi mientras ambos salían a la superficie, atentos a la posibilidad de que todo fuera una trampa.

Hoseok se mantuvo alerta mientras Yoongi subía hasta las rocas lisas en donde la noche anterior había estado hablando con Namjoon.

—No creí que realmente vinieras, debes ser muy valiente para confiar en mí o... muy tonto. —La voz profunda de Namjoon sobre la cabeza del tritón provocó que este diera un respingo por el susto.

Con prisa miró al cielo, encontrándose la imagen más impresionante y aterradora que había visto antes. Namjoon cubría casi toda su visión, allí donde observara, todo era él, con las suaves y largas plumas ondeando al viento, sus alas abarcaban toda su visión, quitando protagonismo al hermoso cielo pintado de naranja.

La blanca y orgullosa sonrisa en el rostro del ser alado hizo a Yoongi sonrojarse al recordar que todo lo que estaba sintiendo, él lo sabría.

—Tranquilo, suelo causar ese efecto en los que me ven. —Le guiñó un ojo mientras aterrizaba limpiamente frente a él, estirando aún más las alas antes de recogerlas a su espalda.

Fue entonces que Yoongi se dio cuenta que mantenía la boca ligeramente abierta, demasiado anonadado como para notarlo antes. Tragó grueso y la cerró, deseando a todos los mares que no se haya visto tan ridículo como imaginaba.

—¿Qué pasa, pececito? ¿Te comió la lengua el tiburón?

—¿Qué? No... yo... ¡Hobi! —Gritó entonces, escudándose en su amigo.

El aludido salió a flote tan pronto como escuchó su nombre, alerta y listo para atacar a quien sea.

—Calma. Hoseok, él es Namjoon, Namjoon, él es Hoseok.

—Oh mierda, ¿Por qué no me habías dicho que tu "guía" era un Luzbel? —Hoseok lucía asustado, pero aún dispuesto a atacar si era necesario.

—¿Lo conoces? —Yoongi no pudo esconder la mueca de asombro.

—No a él, pero sé de su especie, son peligrosos, humanos con alas y poderes... ¡Podría llevarnos a una trampa si este puede manipular mentes!

—Hey, primero que nada, buenas noches Hoseok, segundo; yo no manipulo mentes y tercero, ¿Me llamas peligroso a mí? Al menos yo no traigo eso en la cara... ¿Qué eres? Luces como un intento muy malo de pinocho marino.

El tritón y su amigo se miraron por un momento, ambos lucían desconcertados, sacando una sonora carcajada de aquél que los veía desde su mismo lugar en las rocas.

—Olvídenlo, cosa de terrestres. Como sea, no le haré nada a tu amigo, Hoseok, puedes confiar en mí, él y yo ya hemos hecho un trato.

—¿Y cuáles son tus poderes? Namjoon.

—Vaya, tú sí que sabes pronunciar mi nombre a la primera, gracias por eso. Yo solo poseo la capacidad de leer tus emociones y sentimientos, podría decirse que me alimento de ellos.

—Entonces eres capaz de manipularlos a tu antojo ¿No es así?

—¿Qué? ¿Eso es cierto Namjoon? —Yoongi sintió algo de reconocimiento al recordar que había algo que no le cuadraba del todo.

—Veo que alguien sí hace su tarea. Sí y no, puedo estimular ese sentimiento o emoción, si lo estás sintiendo, entonces puedo hacer que sea muy intenso o incluso que disminuya, aunque eso no suelo hacerlo.

Yoongi intercalaba la mirada entre su amigo y el ser alado, Hoseok asentía con semblante pensativo mientras que Namjoon sonreía con suficiencia.

—Muy bien, si terminó el interrogatorio ¿Podemos irnos? La próxima isla está a unas horas de aquí, si nos apresuramos, podríamos llegar antes del amanecer.

Ambos seres marinos se miraron para dar un asentimiento de aprobación, volviendo al agua siendo seguidos por Namjoon, que tras un par de aleteos fuertes, logró despegar del suelo, removiendo la arena y botando gotas de agua por todos lados.

Yoongi no podía despegar la vista de aquél espectáculo, tan hermoso y peligroso a la vez.

"¿Por qué me gusta tanto verlo y al mismo tiempo me causa escalofríos? No estoy en peligro ¿O sí?" Pensó mientras nadaba lejos de las rocas.

—Escalofriante ¿No? —Lo emparejó Hoseok. Él asintió, esperando que su amigo le diera una respuesta a la pregunta que no había formulado. —Nuestra especie, en especial la tuya, está predispuesta a sentirse en peligro en presencia de seres aéreos y terrestres, los años de caza te lo dejan en la sangre.

—¿Cómo es que sabes todo eso? —Yoongi se sentía inmensamente pequeño y en desventaja, pero le gustaba que su amigo se lo explicara.

—Recibí todo tipo de entrenamiento para poder protegerte, Yoon. Tú sabes más sobre cómo gobernar el reino, cómo mantener el orden y la armonía, yo sé sobre los peligros de afuera y en dónde encajar la espada si alguien se atreve a arrancarte un solo cabello.

El príncipe sonrió enternecido y sintiendo un profundo cariño como solo su mejor amigo podía hacerlo emerger. Sobre sus cabezas se sintió como si algo removiera el agua con fuerza; al levantar la vista lograron vislumbrar la borrosa figura de Namjoon sobrevolando la superficie. Yoongi nadó hasta poder quedar boca arriba y poder hablar con él.

—Basta de estar de tórtolos, en el reino tendrán tiempo de darse besitos y trenzarse el cabello. —Sonaba molesto, pero Yoongi no entendía por qué.

—Nadie le dará besitos ni le trenzará el cabello a nadie, no digas idioteces. solo fueron un par de minutos.

—Como sea, pececito, empieza a hablar, estoy aburriéndome.

—¿Por dónde empiezo? Soy Yoongi, príncipe y heredero del trono, gobernaré el mar en cuanto mi padre decida dejarme el trono o muera.

—Wow... nunca había sentido tanto aburrimiento y desolación en algo tan importante, esto será mucho más interesante de lo que creí.

Yoongi se tensó notablemente, parando de nadar y provocando que el agua le golpeara la cara con fuerza.

—Eso no es cierto. —Se defendió.

—Tal vez para ti, que te has acostumbrado y tratado de convencer de que es lo que quieres, pero no me puedes mentir a mí. —Namjoon le guiñó un ojo, sonriendo con orgullo, un gesto que a Yoongi comenzaba a hartarle.

—Da igual, no puedo cambiar lo que soy ni mi deber. —Soltó con hastío, agitando la cola con fuerza para adelantar a Namjoon, hundirse, dedicarle una sonrisa y un guiño a su amigo y salir disparado a la superficie, pasando elegantemente sobre el ser de amplias alas, mojando su plumaje con unas cuantas gotas que resbalaron fácilmente hasta el mar.

Entró con un elegante giro, apenas salpicando agua a su alrededor, ganándose una sonrisa divertida por parte del pez espada. Volvió a la superficie, encontrándose con el rostro serio de Namjoon.

—¿Esa es tu manera de liberar tensión? Los brincos y chapoteos no son un escape de tu deber, ¿Qué harás cuando seas rey?

—Morir de aburrimiento. —Namjoon pudo sentir la fuerte emoción que recorrió el cuerpo del tritón, pero no se trataba de enojo ni aburrimiento como su voz quiso demostrar, sino una tristeza profunda, una emoción fuerte y abrumadora que lo hizo parar en seco, removiendo el agua debajo de sus alas por la fuerza con la que los movía. —¿Qué pasa?

Namjoon no entendía nada, él sabía que el príncipe ocultaba algo, pero nunca imaginó que esto trajera consigo algo tan complejo.

—¿Por qué te empeñas en mentirme? ¿Qué es lo que pasó realmente para que no quieras ser rey? —Yoongi miró sus manos debajo del agua, moviendose lentamente y provocando burbujas.

"¿Puedo confiar en él? No ¿Y si me mata? No sería tan malo..." Pensaba mientras decidía si hablar con la verdad o no. Un leve encogimiento de hombros lo hizo mandar toda la discreción al carajo. Frente a él estaba Hoseok, mirándolo sin una expresión definida, expectante a lo que decidiera.

—¿Falta mucho para la próxima isla? —Preguntó sin apartar los ojos de los color gris de su amigo.

—Un par de horas quizá. ¿Por qué? —Preguntó Namjoon, intrigado por el repentino cambio de ánimo del tritón, que pasó de tristeza a calma, duda y... ¿Eso era alegría?

—Déjame estar un rato bajo el agua, necesito pensar. En la isla te contaré todo. —Respondió Yoongi con seguridad.

Pudo ver a Namjoon y Hoseok intercambiar miradas de desconcierto, pero no le importó en absoluto y, sin esperar respuesta alguna se hundió en las profundidades, negras y heladas que le congelaron los músculos y lo ayudaron a pensar con claridad.

Frente a él se extendía el amplio mar, imponente, inmenso y hermoso, con sus peces luminosos, misterios y peligros.

"¿Cómo se supone que gobierne esto, si ni siquiera fui capaz de cuidar de ti?" Podía sentir la furia que emanaba su cuerpo, ya sin intenciones de controlarla, a sabiendas de que, en cualquier caso, Namjoon sabría que mentía.

Podía ver a Hoseok sobre él, a unos metros de distancia, con el torso sobre la superficie, quizá hablando con Namjoon. No quiso pensar más, por lo que concentrando toda su fuerza en la punta de su cola, la agitó un par de veces, saliendo disparado hacia el frente, el agua helada le golpeaba la cara, su aleta dorsal se tensaba y relajaba a placer, dándole la posibilidad de cambiar de dirección en cuanto lo deseaba, sus escamas sentían el agua pasar alrededor de ellas, deslizándose en el agua como si no hubiese fuerza alguna capaz de detenerlo.

Namjoon tenía razón, nadar, saltar y las piruetas no lo iban a hacer escapar de su destino y deber, no había fuerza de la naturaleza que lo ayudara a librar ese futuro, era su castigo, que antes le parecía algo asombroso, pero en cuanto se vió solo, sin ese hermoso ser de cola púrpura y enormes ojos alegres, se convirtió en su mayor tortura.

Los ojos le ardían al querer llorar, pero no se lo permitió, nadando a la superficie con tanta fuerza, que casi sintió que podía tocar las estrellas, la luna y ver a su querido hermanito. Una vez más, el remolino aturdidor de emociones lo invadió, pero no había miedo, tampoco dolor ni tristeza, solo felicidad y nostalgia, tan profundas y latentes que le hacían recordar vívidamente esa risa infantil, las arrugas en los ojos de su hermanito y sus bonitos dientes, fuertes, afilados y peligrosos.

Sonrió, conmovido, sintiendo que casi podía hablar con la silueta de su hermano, que lo miraba tan relajado y sonriente como siempre.

—¡Déjame en paz! —Gritó cuando recordó que esa era una de las habilidades de Namjoon.

Una vez más, subió a la superficie, envuelto en furia y dolor, sintiendo todo aquello que no se había permitido en los años que habían pasado desde la muerte de su hermano. A lo lejos pudo ver a Namjoon y Hoseok, observandolo con atención. Nadó hasta ellos con prisa, pero ellos emprendieron camino en sentido contrario, alejándose de él, como burlándolo.

Yoongi no entendía por qué su amigo le hacía esto ¿Acaso era un complot? ¿Y si Namjoon lo manipulaba para que lo dejara? Intentó alcanzarlos sin mucho éxito, su aleta se sentía acalambrada por el esfuerzo, sus pulmones ardían y esos sentimientos de nostalgia y enojo le apretaban el pecho, complicando la respiración.

No supo cuánto nadó, para cuando al fin vió a su amigo detenerse junto a Namjoon, el cielo estaba mucho más oscuro, las estrellas resplandecían con fuerza y la luna se encontraba en su punto más alto, iluminando todo el lugar. Al fin habían llegado a aquella isla de la que Namjoon habló, árboles, arena blanca y una pequeña laguna que se conectaba con el mar era lo que Yoongi podía distinguir a simple vista.

Confundido miró a su alrededor hasta dar con la atenta mirada de Namjoon, ceño fruncido, confusión y un brillo extraño en sus ojos lo recibieron.

—¿Tú me provocaste para que te siguiera hasta acá? —Preguntó con un hilo de voz, observando a Namjoon caminar hacia el interior de la isla, siendo seguido por el pez espada.

Yoongi lo imitó, sintiendo la suave arena removerse debajo de su larga cola.

"Arena blanca... a ti te encantaba la arena blanca." Una vez más los pensamientos y recuerdos de su hermano volvieron a su mente. Agitó la cabeza para intentar despejarse de todo eso que le provocaba sentimientos tristes que no quería aceptar.

—Deja de hacerlo, mierda. No quiero pensar en eso. —Se quejó con cansancio, recargando el cuerpo en la parte más baja del lugar en donde solo hacía falta un pequeño movimiento para sumergirse y volver a respirar el oxígeno que le proporcionaba el mar.

Una sonrisa ladina se formó en los labios del ser alado, que se acuclilló a un costado de aquella cabellera color menta.

—Oh, pero me temo que debes hacer, pececito. Era parte del trato ¿Lo olvidas? —Yoongi suspiró.

—¿Y qué si me niego?

—Te dejaré aquí, no podrás volver a casa ni a ningún otro lado. —Por un momento, Yoongi sintió su estómago contraerse de emoción y alegría.

"Vivir aquí, solo... sin más responsabilidades." Se deshizo de aquellos pensamientos en cuanto se topó con la curiosa mirada de platinados ojos proveniente de su amigo. "No... Hobi tiene que volver, no puedo hacerle esto." Rápidamente recordó en dónde estaba y quién lo observaba, esta vez con una pequeña sonrisa en los labios.

Pensó que Namjoon diría algo al respecto, sin embargo este se levantó del suelo, agitando las alas para deshacerse de todo rastro de arena y caminó hacia el interior del bosque.

—¿A dónde crees que vas? —Quiso saber el tritón.

—Tengo hambre, aquí hay jabalíes bastante jugosos para comer, aunque si te sientes benevolente, no te negaría una buena pesca.

—¿Tú no sabes cazar peces acaso? —Yonngi se sentía irritado por la sonrisa de suficiencia que aún adornaba los delgados labios de Namjoon y el brillo característico de la curiosidad en sus ojos.

"Este va a usar mis sentimientos para manipularme. ¡Mierda, Yoongi, debes controlarte!"

—Claro, pero es mejor cuando alguien lo hace por ti, cuando no tienes que esforzarte... tú entiendes. —Le guiñó un ojo antes de desaparecer en la penumbra y Yoongi chapoteó con furia.

Hoseok se mantenía expectante, atento a cada gesto y palabra de su amigo.

—Yoon... ¿Estás bien?

—Hope... ¿Quieres volver a casa? —No debía tener miedo a ser juzgado, no con Hoseok.

—Yoongi...

—Lo sé, lo siento. Tienes a tu familia y responsabilidades, olvida lo que dije ¿Quieres? Fuí un tonto.

—Yoongi...

—Dejalo, Hoseok. Iré a cazar algo para todos. No te muevas de aquí, descansa. —Yoongi no esperó a que su amigo respondiera, emprendiendo camino hacia las profundidades, de donde, media hora después, regresó con más de diez peces entre sus manos.

Namjoon ya estaba ahí, platicando con Hoseok, pero guardaron silencio en cuanto el tritón hizo su aparición.

—Qué buen cazador eres, gracias —dijo Namjoon con sinceridad. —No encontré un solo Jabalí, así que me has salvado las tripas hoy.

Nadie más dijo nada, todos comieron en silencio conforme la noche desaparecía y daba paso al amanecer, pintando el cielo de azúl claro y naranja brillante allá donde el sol comenzaba a asomar.

—Bien, me iré a dormir. Nos vemos luego. —Namjoon desapareció entre los árboles una vez más, dejando a los amigos solos.

—Descansemos antes de tener que volver a nadar, Hope. Los árboles no dejarán que el sol nos queme, así que estamos a salvo aquí.

Hoseok no sabía qué más decir, por lo que prefirió guardar silencio y hacer lo mismo que su amigo.

—Muy bien, hora de despertar, pececito y tiburoncín. —Los amigos se pusieron en guardia apenas escucharon aquella profunda y divertida voz hablándoles. —Ya les dije que se reserven para cuando lleguen a casa, no quiero verlos de tórtolos frente a mí.

La sonrisa había desparecido de su semblante, dando paso a una mueca seria y fría. Yoongi se dió cuenta de que abrazaba a Hoseok con demasiada fuerza mientras este apenas iba despertando, por lo que lo soltó rápidamente, ocultando un ligero sonrojo al agachar la mirada.

—No digas idioteces —susurró mientras estiraba los brazos, agarrotados por la fuerza con la que abrazaba a su amigo.

—Ya despertaron, larguémonos de aquí. —Un nudo se formó en el estómago de Yoongi. Estaban cada vez más cerca, su hogar lo esperaba, pero... ¿Por qué no se sentía feliz?

—Creo que quiero comer algo antes. Esperen aquí, iré a cazar. —Se apresuró a decir antes de que alguien se moviera, desapareciendo en las profundidades.

El tiempo pasó lento en la superficie mientras que para Yoongi, cada movimiento de cadera, cada profunda respiración y cada burbuja era atesorada en lo más profundo de su ser, resignándose a tener que volver a aquél lugar que tanto amó y ahora solo le traía malos recuerdos.

Volvió hasta su amigo con más de diez moluscos y todo tipo de deliciosos peces para Namjoon.

—Mira Hope, encontré una anguila. Casi me deja frito, pero valió la pena, hace mucho no comía una de estas. —Namjoon agradeció los peces, pero el verdadero festín se llevaba a cabo en silencio, bien oculto en la mente de su nuevo amigo.

Podía sentir la alegría con la que intentaba encubrir la tristeza, desesperación, enojo, frustración y miedo. Sin duda alguna, para Namjoon este había sido uno de los mejores tratos de su vida. A ojos de Hoseok, Yoongi se veía algo extraño, con una fría y extraña mueca en la cara que intentaba suplir a la bonita sonrisa que solía tener, no necesitaba dones, él sabía que su amigo ocultaba algo, sus ojos de un brillo inigualable le gritaban que no era felicidad lo que lo obligaba a sonreír, pero su impotencia por no poder hacer nada lo dejaba en su lugar, solo viendo cómo la vida de Yoongi se apagaba a medida que volvía hasta su hogar y los miles de recuerdos junto a su hermano.

—Dime algo pececito ¿Tan malo es ser rey?

—Namjoon, no. —Hoseok se adelantó para detener aquella peligrosa pregunta.

—No te metas tiburoncín, es el trato que hicimos tu amigo y yo. —Le reclamó con enojo, crispando las plumas de su cabeza.

Hoseok guardó silencio al ver cómo Yoongi se encogía en su lugar y suspiraba, resignado.

—No se trata de eso, pajarraco. —Soltó con hastío, intentando sonar amenazador, pero su rostro solo denotaba cansancio y tristeza. —Soy el futuro rey, pero nadie ahí me toma como tal, no soy capaz de proteger a nadie, me odian y creo que desearían que también yo hubiese muerto.

Hoseok frunció el ceño, dispuesto a reclamar, pero un simple gesto con la mano de parte del tritón lo detuvo.

—Es la verdad, Hoseok. ¿Crees que no lo sé? ¿Crees que no conozco mi apodo? Te quiero y te agradezco que sigas conmigo a pesar de todo, pero no intentes secar el océano con un paño.

Namjoon no entendía nada, pero bastaba con sentir a cada uno de los amigos, tan diferentes y al mismo tiempo conectados por un mismo sentimiento: la tristeza.

—Si quieres que te cuente de mí está bien, Namjoon, pero creo que lo realmente te interesa es aquello que tanto me atormenta, así que te lo diré y nos largamos de aquí ¿Bien? —Yoongi no esperó a recibir respuesta, comenzando así su relato, verbalizando por primera vez todo aquello que se prometió guardar bajo llave hasta el día de su muerte.

—Soy Yoongi, primogénito del rey y... hermano mayor de Jungkook, el príncipe sanador. —Una dolorosa punzada atravesó su corazón al recordar en voz alta al pequeño príncipe. Hoseok agachó la mirada, incapaz de ver toda la tristeza de su amigo reflejada en sus ojos. —Hace tiempo, cuando los delfines y los tritones convivíamos en armonía, mi hermano y yo salimos a jugar, observar la luna y divertirnos como las crías que éramos, ese día había luna llena y marea alta, las corrientes trajeron a nosotros a ese maldito de Seojoon, que dejó mal herido al en ese entonces líder del clan de los cetáceos.

El cambio de emociones golpeó a Namjoon como una fuerte y helada ola, pasando de la nostalgia a una furia apenas contenida.

—No hay necesidad de entrar en detalles, ese imbécil nos conocía, quiso hacerse con el trono y en su intento de asesinarme, se llevó también a mi hermanito, jamás lo volví a ver, nunca supe de él... a mí me dió por muerto mientras que a él se lo llevaron a cualquier otro lugar para hacerle cualquier mierda de las que solo ellos son capaces. —Yoongi respiraba pesadamente, recordando con sumo detalle cada uno de los segundos transcurridos antes de desmayarse.

Los ojos de su hermano, asustados y suplicantes, sus gritos, la impotencia por no haber aguantado más.

—¿Te culpas por eso? —Preguntó Namjoon sin entender bien a qué se debía tanto alboroto.

Yoongi lo miró con molestia, sintiéndose ofendido por la poca importancia que el ser de enormes alas le daba a su relato.

—¡Por supuesto que sí! Yo era el mayor, yo debía cuidarlo... yo no debía vivir.

—¿Eres estúpido o solo demasiado ignorante? —La frialdad de Namjoon comenzaba a exasperar no solo a Yoongi.

—¿Qué dices? ¿Crees que exagero?

—Escucha, Yoongi, los delfines no son algo de lo que hay que fiarse, todos lo saben. ¡Ni siquiera los tiburones se les enfrentan! Y si lo que me dices es cierto, eras solo un crío, no había posibilidad de que alguien como tú y tu hermanito les ganaran. —Namjoon se veía enojado, pero Yoongi no entendía si lo estaba con él o solo por su estupidez. —¿Quieres morir? ¿Solo por algo fuera de tu alcance? Creí que eras mucho más racional que eso, que tu reino era un poco más inteligente.

—¿Y qué se supone que haga ahora? Nada de eso le devolverá la vida, ni a mi madre. Por mi culpa mi padre está solo, por mi culpa la reina murió y mi hermano fue torturado hasta morir, soy un rey débil que apenas ascienda al trono van a usar como ofrenda para los kráken.

—¿Y por qué te empeñas en volver a ese maldito lugar?

—¡Porque es mi deber! Es el precio a pagar por mi debilidad.

Yoongi se sentía impotente, triste como nunca antes había estado, molesto y sobre todo, en paz. Sabía que Namjoon estaba sintiendo todo eso también, que absorbía esa energía y lo incitaba a sentirla con mayor fuerza; lo sabía porque de nuevo ese remolino lo arrastraba hacia un lugar desconocido, mareándolo y provocándole ganas de llorar, cosa que esta vez no quiso detener. Las lágrimas comenzaron a recorrer sus mejillas, finos hilos de agua dulce que lastimaban sus ojos, pero aliviaban su lastimada alma.

Hoseok observó la escena con un nudo en la garganta, sabía lo triste que estaba su amigo, sabía lo molesto que se sentía, pero nunca lo había visto derrumbarse de esa forma, siempre tan fuerte y sordo a las críticas y reclamos de su propio pueblo, buscando una solución para todo y todos, cumpliendo su deber al pie de la letra y tomando pequeños descansos como esa salida que los había traído hasta ese momento.

—Ahora que lo sabes, por favor llévame de vuelta a casa —susurró Yoongi, hundiendo la cara en el mar para poder limpiarse y aliviar el ardor que lo dulce de sus lágrimas dejó.

—La siguiente isla está a poco más de diez horas. Puedo volar todo ese tiempo, pero llegaremos cuando el sol esté empezando a salir.

—No importa, puedo quedarme abajo hasta que anochezca. —Namjoon asintió, extendiendo sus magníficas alas para poder emprender el vuelo sin mediar palabra.

Yoongi miró a Hoseok con una pequeña sonrisa en los labios, gesto que le fue devuelto con creces.

—Vamos a casa Hope.

—Sabes que yo jamás te culpé, ¿Verdad? Siempre he querido decírtelo Yoongi, yo sé que no había nada que pudieras hacer y... siempre te he defendido de todos los que hablan mal de ti, por eso me hicieron tu guardia, yo voy a cuidarte, no dejaré que nadie te haga daño, ni siquiera tú.

Yoongi se sintió conmovido, por lo que sin pensarlo demasiado se lanzó sobre su amigo, abrazándolo fuertemente, intentando transmitir todo ese agradecimiento que no podía poner en palabras.

—También te quiero Yoon... y Tae, Jin... incluso Jimin, el pequeño híbrido de hipocampo, el que jugaba con tu hermano y Taehyung en los arrecifes. Nadie que tenga cerebro y conciencia propia te culpan.

—Gracias Hoseok. —Las palabras se perdieron ante el revuelo que formó Namjoon al sobrevolarlos, agitando la arena y el agua.

—Así jamás llegaremos ¿Están conscientes de eso, tórtolos?

—Namjoon, yo sé que no te conozco, también sé que no tengo tus dones, pero soy bastante inteligente y déjame decirte que pareces un celoso de primera. Si quieres un abrazo, solo dilo, seguro podemos resolverlo. —Hoseok le guiñó un ojo, recibiendo un bufido exasperado.

—¿Celoso? Por favor, no digas idioteces. No quiero abrazos porque no quiero oler a pescado, así que si ya terminaron de ser un par de sentimentales, les agradecería que nos fuéramos de aquí cuanto antes. —Sin esperar a que ninguno de los dos respondiera, Namjoon emprendió el vuelo de nuevo, saliendo disparado hacia el mar, siendo engullido por la oscuridad.

—¿De qué hablas, Hoseok? ¿Por qué él sentiría celos? ¿Crees que le gustas?

—Ay por todos los caracoles del mar Yoongi... a veces eres tan tonto.

Yoongi no pudo reclamar, Hoseok se hundió y comenzó a nada en la dirección por la que había desaparecido Namjoon, Yoongi echó un último vistazo a aquél hermoso lugar y, con la motivación de saber que algún día, quizá, pudiera ser libre, acarició su aleta con lentitud, sintiendo cada una de sus escamas hasta dar con una que se percibía floja y levantada.

Con manos temblorosas la tomó, tirando de ella con fuerza y, luego de un doloroso pinchazo, la pudo arrancar. La escama brilló en su mano, destellos tornasol fueron arrancados de ella cuando la luna la iluminó.

—Yo soy del mar y el mar me guía hasta todo aquello que me pertenece, si un día quiero volver aquí, tú me mostrarás el camino —susurró sobre sus manos fuertemente cerradas en torno a la escama, decretando así la función que le daría.

Yoongi la tomó y con toda la fuerza de la que fue capaz, la lanzó hacia el interior del bosque. —Ahora una parte de mí está aquí, podré volver cuando desee. —Emprendió su viaje de nuevo, extrañamente aliviado y ligero, sintiendo ese pequeño, pero placentero vacío que haber liberado sus emociones de aquella forma le dejó.

Hoseok lo esperaba más adelante, interrogándolo con la mirada.

—Solo me despedía del lugar y le daba las gracias por habernos acogido. —Yoongi recibió un asentimiento de parte de su amigo, comenzando a nadar a toda prisa. De vez en cuando uno de los dos subía para comprobar la ruta y preguntar a Namjoon qué corriente seguir.

El viaje fue mucho más tranquilo y ligero de lo que creyeron, con un cómodo silencio instalado entre ambos. Sobre sus cabezas, en aquella fría y estrellada noche, Namjoon pensaba en lo recién sucedido, intentando imaginar cómo era tener que vivir bajo ese escrutinio y crítica.

—Podría no llevarlo a casa, él no lo sabría hasta que fuese demasiado tarde.

"¿Y luego qué? No creo que lo acepte sin más. Piensa algo mejor, Namjoon." Le respondió la voz de su conciencia, haciéndolo entrar en razón.

—Tengo que hacer que desee no quedarse en ese lugar.

"No, no tengo, quiero."

—¿Quiero? ¿Por qué? —Quiso analizar ese nuevo descubrimiento, pero el alboroto debajo de él no le permitió pensar en nada más que no fueran aquellas escandalosas risas y chapoteos.

Del agua brotó de repente un potente chorro que casi lo empapó entero, seguido de un animado tritón de verde cabellera que brincaba y salpicaba. Detrás de él, Hoseok lo perseguía cual niño que pretende atrapar a su amigo. Ambos chicos desaparecieron en la penumbra de las profundidades para volver a aparecer más adelante, de nuevo saltando fuera del agua, dando piruetas y riendo escandalosamente. El ambiente estaba cargado de ese único y estridente sonido de carcajadas y un sentimiento puro de alegría, paz y diversión.

Namjoon lo supo ahí, estático y admirando los destellos tornasol que la luna arrancaba de la larga cola de Yoongi cada vez que este daba una amplia pirueta en el aire, soltando gotas de agua en todas direcciones. Lo quería para él porque sus emociones eran sinceras, puras y sin maldad, incluso a pesar de tener todas las razones para querer acabar con todos, seguía siendo noble y sincero; quería que esa felicidad y carcajadas fueran compartidas con él, que esas lágrimas, en caso de tener que volver a verlas, las absorbieran sus plumas y no el mar, que esos blancos y delgados brazos se aferraran a él y no a su amigo.

"¿En serio estaba celoso?" No tuvo que responderse, su corazón lo hizo solo al estrujarse dolorosamente cuando ambos chicos salieron del agua una vez más, tomados de la mano, dibujando un arco perfecto que enmarcó la luna por un segundo.

—¡Hey! —Gritó, llamando la atención de ambos, para que volvieran a la superficie. —Si siguen así, llegaremos a medio día.

Yoongi rodó los ojos mientras Hoseok solo sonreía disimuladamente, observando a Namjoon apretar la mandíbula y evitar su mirada.

—Relájate, aguafiestas. Solo sacábamos un poco de estrés, deberías intentarlo. —Contraatacó Yoongi.

—Sí, creo que te hace falta alguien con quién divertirte. —Secundó Hoseok, levantando las cejas repetidas veces a sabiendas de que Namjoon captaría la insinuación en sus palabras.

—No lo necesito, gracias, pero ¿Sabes qué es lo que sí necesito? Que cierres la boca y se apresuren. —Hoseok amplió la sonrisa, disfrutando de hacer enojar a Namjoon.

—No te atrevas a volver a hablarle así, pajarraco —Yoongi se quedó serio de pronto, dejando de lado todo rastro de diversión.

—¿O qué? Pececito.

—Ya, ya, no peleen por mí, sé que soy irresistible, pero mi corazón ya le pertenece a alguien más. Arreglen sus diferencias, yo me adelanto para asegurar el terreno. —Sin dar tiempo a nadie para responder, Hoseok se zambulló de nuevo.

—¿Cuál es tu maldito problema con Hoseok?

—No tengo ningún problema con tu noviecito.

—¿Noviecito? Estás loco.

—Aún sin sentir tus emociones se nota cuánto lo quieres.

—¡Claro que lo quiero, tonto! Él ha estado conmigo desde que toda esa mierda pasó, ha sido de los pocos amigos sinceros que tengo. No sustituye a mi hermano, pero se ha convertido en alguien casi tan importante como él.

—¿Yo podría ganar un lugar así? —Namjoon se quedó de piedra cuando aquellas palabras abandonaron sus labios. No sabía por qué las había dicho en voz alta, pero era demasiado tarde para retractarse.

—¿Qué? ¿Tú quieres...? ¿Qué?

—Nada, olvida lo que dije, no sé qué es lo que me pasa, seguro fue ese atún viejo que me llevaste, me está haciendo daño. —Se excusó torpemente, provocando que Yoongi sonriera con diversión.

—Creo que no tienes muchos amigos, ¿Verdad, Namjoon?

—Uhm... En mi parvada, soy de los pocos que no tienen hermanos de nido, así que no, no hay muchos a los que pueda frecuentar.

—¿Hermanos de nido?

—Ya sabes, las madres suelen poner más de un huevo, pero la mía no, al menos no conmigo, así que he sido bastante solitario toda mi vida.

—Sí bueno, acá la mayoría pone más de doscientos huevos, pero creo que entiendo a lo que te refieres. —Namjoon no pudo evitar soltar una carcajada.

"¿En qué momento vine a fijarme en alguien tan distinto a mí?" Pensó mientras veía a Yoongi sonreirle sinceramente.

—¿Entonces no tienes hermanos o hermanas?

—Claro que las tengo, pero son mayores o menores, Jackson por ejemplo, es mi hermano mayor, nació un par de veranos antes que yo, junto a Jessi y también tengo a Hyejin y Wheein, ellas son menores que yo por un par de veranos también.

—Tienes una gran familia.

—Y eso que solo te hablé de los más cercanos a mí. —Una vez más, Yoongi sonrió, pero esta vez una bonita y corta carcajada abandonó su garganta, provocando que Namjoon quedara encantado por la sincera felicidad, siendo aún más especial por haberla provocado él.

—Bien Namjoon, seamos amigos. —El tritón estiró una mano fuera del agua, dejándola extendida hacia él. Namjoon la tomó con entusiasmo, su corazón dió un vuelco al comprobar que esa sinceridad, alegría y... ¿Eso era cariño? Se potenciaban cuando sus pieles entraban en contacto.

Yoongi paseó el pulgar sobre aquella mano, aprovechando el momento para tocar ese suave plumaje que tanto tiempo lo había estado intrigando; pudo comprobar que era tan suave como se veía, pequeñas plumas negras por todas partes que se apelmazaban ahí donde su mano tocaba, producto de la humedad.

—Lo siento. —Se disculpó al ver que había arruinado las bien peinadas plumas.

—No pasa nada, se seca en un momento. —Se apresuró a tranquilizarlo Namjoon. Sintiendo su corazón martillarle los oídos.

—Ya bésense para que podamos largarnos, la cola se me acalambra. —Se burló Hoseok al pillarlos mirándose a los ojos sin siquiera parpadear.

Namjoon agitó las alas con prisa, salpicando agua por todas partes y asustando a Yoongi, que miró a Hoseok con reproche y un atisbo de molestia. El pez espada levantó las cejas con una muda y burlona interrogante en la mirada, pero fue ignorado por su amigo.

—Vamos. Ya no falta mucho ¿O sí, Nam?

—¿Nam? —El aludido se quedó estático al escuchar aquél apodo en voz del tritón.

—Joon... Namjoon. Lo siento.

—Me gusta, es mejor que pajarraco.

—¿Me dejarás de decir pececito?

—Ni en tus sueños.

—Entonces no. —Yoongi rodó los ojos, sumergiéndose para comenzar a nadar.

—De nada. —Le habló Hoseok.

—¿Por qué debería agradecerte?

—Por hacer que mi mejor amigo se acerque a hablar contigo en vez de dejar que tus celos me alimentaran el ego.

—Yo no...

—Yo sé todo, Namjoon. Pero no te preocupes, tu secreto está a salvo conmigo, solo debes seguir así o va a dejarte como un amigo más. —Hoseok le guiñó un ojo y sin dejar que respondiera, se sumergió también para ir detrás de Yoongi.

—Supongo que esa narizota tuya te obliga a meterla donde no. —Se quejó Namjoon en voz alta, pero lejos de sentirse molesto, una pequeña sonrisa adornaba sus labios.

—Estamos a unas cinco horas de viaje, pero quisiera descansar, las alas me duelen demasiado y no creo que me puedan sacar del fondo del mar si me desmayo. —Namjoon no mentía, al menos no del todo. Su cuerpo estaba tenso y cansado por las largas horas de vuelo nocturno. El sol estaba en lo más alto del cielo y lo hacía sentir su cuerpo demasiado caliente.

En momentos así, odiaba su plumaje tan negro y denso que lo único que hacía, era absorber mucho más el calor. La sombra de unas cuantas palmeras sobre la arena permitían a Hoseok y Yoongi permanecer en la superficie.

—Quedémonos aquí hasta que anochezca. —Sugirió Yoongi. —Iré a comer algo.

—¿Me traerías algo? —Pidió Namjoon con ilusión.

—¿Y si mi atún viejo te vuelve a hacer daño? —Le reprochó el tritón cruzando los brazos.

—Entonces asegúrate de que ya no sea un atún viejo. —Obvió él abanicándose con la mano.

Yoongi iba a replicar, pero Hoseok lo interrumpió. —¿Por qué si tienes calor, no entras al agua?

Namjoon se encogió de hombros. —No me gusta cómo se sienten mis plumas cuando el agua salada se seca y mi ropa quedaría hecha un desastre.

—Solo quítatela entonces —dijo Yoongi como si fuera lo más obvio del mundo.

Namjoon y Hoseok lo observaron con una ceja levantada, pero él estaba más ocupado jugando con un pequeño cangrejo debajo del agua para darse cuenta.

—Tengo curiosidad ¿Cómo es que te pones lo de arriba si tienes esas alas gigantes? —Soltó como si nada mientras el cangrejo subía a su palma.

—Si quieres que me desnude solo debes pedirlo. —Le dijo Namjoon con voz grave, provocando que Yoongi levantara el rostro con sorpresa y un sonrojo le coloreara las mejillas cuando Namjoon le guiñó un ojo; Hoseok se cubrió la boca para no soltar una carcajada.

Yoongi iba a reclamar, solo debía encontrar su voz y ordenar sus pensamientos, pero eso le resultó imposible al ver los largos dedos de Namjoon dirigirse a su espalda.

Con movimientos lentos y cuidadosos, Namjoon desabotonó la prensa superior desde su nuca hasta la parte baja de la espalda, dejando la tela colgando de sus hombros para que le cubriera el pecho. Sintió la fresca brisa rozarle la espalda y agitar sus plumas, sacándole un pequeño suspiro de alivio.

Como la primera vez que lo vió, Yoongi mantenía la boca abierta, atento a cada pequeño movimiento de su nuevo amigo, quien con un último movimiento se sacó la camisa de encima, dejando al descubierto su delgado, pero fuerte torso. Sus bíceps se marcaban perfectamente al igual que los cuadros de su abdomen, bastante humano a vista del sorprendido tritón, sin embargo, en vez de estar completamente limpio, las plumas de su cuello le cubrían las clavículas, haciéndose cada vez más pequeñas y desvanecidas a medida que bajaban, hasta dejar un espacio limpio sobre el abdomen. Sobre la cintura de sus pantalones también asomaba el inicio de un plumaje de apariencia mucho más suave y delgado.

—Wow, había escuchado de ustedes y visto algunas ilustraciones, pero sin duda es mejor en persona. —Fue Hoseok quien interrumpió el silencio, sacando a Yoongi de su ensoñación en donde se imaginaba la sensación bajo sus dedos de aquellas pequeñas plumas.

—Gracias. —Namjoon lucía orgulloso de su cuerpo y satisfecho con la silenciosa reacción del tritón. Sus emociones no mentían; estaba impresionado, curioso y algo más que le agitaba el estómago. —¿Estás bien pececito? Parece que el cangrejo te comió la lengua.

Yoongi agitó la cabeza, volviendo al presente de golpe.

—Iré a comerte... a comer, iré por la comida para comer. —Tartamudeó antes de alejarse lo más rápido que pudo, nadando lejos.

No sabía qué alcance tenía el don de Namjoon, pero esperaba que no fuera mucho o se daría cuenta de muchas cosas que ni él mismo entendía; si es que no lo había hecho ya.

Se demoró más de lo normal en su cacería, jugando con las corrientes heladas que le despejaban la mente, pinchando burbujas que los corales le regalaban y saludando almejas, las cuales le regalaron un par de perlas cuando este les ofreció una burbuja de agua llena de plancton.

Hacía mucho que no usaba sus poderes, desde que murió Jungkook para ser más específicos. Recordaba jugar con su hermano a lanzarle bolas de agua mientras él intentaba inmovilizarlo con las algas que hacía crecer del fondo. Sonrió al recordarlo, tocando distraídamente su mochila de viaje, tejida por Hoseok gracias a las algas que Jungkook hizo crecer un día que recolectaron demasiadas caracolas como para llevarlas en las manos.

Una vez se hizo con un par de anguilas y varios atunes jóvenes, volvió a la superficie. Se sentía mucho más tranquilo y alegre, ese pequeño, pero significativo recuerdo lo había puesto feliz; era la primera vez que pensaba en su hermano sin involucrar su muerte y se sentía bien.

—¿Y esa sonrisa? ¿Qué fue lo que hiciste allá abajo, Yoongi?

—Cierra la boca Hoseok. Mira, te tengo un regalo. —Le tendió un par de nautilus, los cuales Hoseok tomó con una emoción digna de un niño.

—¡Me encantan de estos!

—Lo sé, por eso lo traje. Namjoon, espero que a tu sensible estómago no le hagan daño estos atunes, de lo contrario, no volveré a traerte nada. —El aludido tomó el racimo de peces que le ofrecía el tritón. Para él no pasó desapercibida la paz y alegría que emanaba, pero prefirió ignorarlo, así como su evasiva mirada.

—Gracias.

Los tres comieron en silencio, cada uno deseando alargar ese momento lo más posible, aunque por diferentes razones. Namjoon se sentó sobre la arena, sin importarle que sus pantalones se mojaran, enterrando los dedos de los pies ahí donde el oleaje llegaba, disfrutando de lo refrescante de aquella acción.

—¿Es difícil caminar? —Yoongi no podía dejar de observar el movimiento de aquellas extremidades debajo de la arena, intentando imaginar la sensación de tener piernas y dedos en vez de una larga cola y esa membrana que le ayudaba a impulsarse debajo del agua.

—Uhm... al principio sí, debes aprender a mantener el equilibrio aún con el peso de las alas, pero cuando te acostumbras ya es como respirar.

—Oh... suena muy interesante. —El cielo comenzaba a pintarse de tonos anaranjados y rosas, regalándoles una vista hermosa. El silencio entre los tres chicos se prolongó lo suficiente para escuchar a los animales nocturnos comenzar a salir.

—¡Auch! Maldito pequeño hijo de perra, ese era mi dedo. —Yoongi dejó de prestarle atención a las estrellas sobre su cabeza para voltear con prisa hacia Namjoon, que se agarraba el pie mientras se alejaba del agua.

—¿Qué pasó? —Preguntó el tritón, alarmado.

—Ese estúpido cangrejo me hizo daño. —Señaló hacia el agua donde segundos antes había estado su pie.

El pequeño animal hizo sonar sus pinzas a modo de reclamo, provocando que Yoongi soltara una suave risa.

—¿Qué es tan gracioso? —Quiso saber Namjoon.

—Él dijo que tú eres aún más estúpido por haber tapado su escondite con tu horrible dedo y que espera eso te enseñe a no andar metiendo los dedos donde no debes.

—¡No lo hice a propósito! —Namjoon seguía sobándose el pie, para cuando quitó la mano, una pequeña mancha de sangre adornaba el lugar.

—Vaya, sí que se enojó. Permíteme. —Yoongi acercó el rostro al pie de Namjoon hasta quedar a solo un par de centímetros.

El aliento del tritón le hacía cosquillas, pero prefirió no moverse, ni siquiera cuando esos largos y pálidos dedos tocaron su piel y con cuidado, comenzaron a untar un poco de pomada. La piel de Yoongi contrastaba inmensamente contra su tostada piel canela.

—Listo, eso hará que en un par de horas haya sanado. —Yoongi le sonrió en grande, mostrando toda esa hilera de afilados y pequeños dientes.

—G-gracias... —Yoongi asintió. —¿Me soltarías? Por favor. —Pidió con suavidad al ver que Yoongi seguía sosteniendo su pie, dejando suaves y distraídos toques en él.

—¡Lo siento!

—Yoongi, no sabía que tenías algo con las extremidades humanas. —Como siempre, Hoseok tan oportuno decidió romper el silencio, ganándose una mirada asesina de parte de su amigo y provocó un sonrojo en el afilado rostro del Luzbel, ignorándolos a propósito. —Bueno, si ya acabaron de coquetear conmigo enfrente, larguémonos de aquí.

—Nadie está coqueteando —susurró el tritón, ganándose un bufido burlón de parte de su amigo.

—Y las estrellas están dentro del planeta. Como sea... vamos. —Hoseok se hundió para dejar a su amigo a solas un poco más.

—Perdónalo, de chiquito se comió un pulpo que le causó alergias y no ha vuelto a ser el mismo...

—No pasa nada. —Namjoon sonaba demasiado serio, tanto que hizo a Yoongi preguntarse si realmente no le importaba.

—En serio, yo no estaba...

—No me importa si me coqueteas, Yoongi... es solo que... hay algo que necesito decirte. —Lo interrumpió Namjoon, sonando tajante.

Yoongi se quedó serio por un momento, mirando hacia su derecha mientras mordía su labio inferior sin mucha fuerza, sobre el mar asomaba la aleta dorsal de su amigo, azúl y brillante a la luz de la luna. Su cuello quedó al descubierto para Namjoon, permitiéndole pasear la mirada por aquella piel nivea, manchada por pequeños destellos tornasol ahí donde se asomaban escamas, delgadas y suaves.

Quiso acariciarlas, pasar los dedos para saber si eran rasposas o realmente suaves como imaginaba al resto de su piel, pero algo lo detuvo, una larga cicatriz casi invisible atravesando su clavícula izquierda, que de no ser por la cercanía, no la habría visto.

—¿Qué te pasó ahí? —Una de sus largas y negras uñas rozó el lugar, provocando a Yoongi un escalofrío y un jadeo que apenas logró contener.

—¿Qué? Oh, eso. Mi madre y otro sanador tuvieron que abrir mi piel para reacomodar el hueso que el delfín me rompió al intentar matarme. —Soltó como si nada, provocando que Namjoon apretara la mandíbula con fuerza. —¿De qué querías hablar? Por cierto, ¿Qué es eso de que no te importa si te coqueteo?

Yoongi intentó sonar juguetón, pero la repentina seriedad de Namjoon lo desconcertaron, haciéndolo sentir algo decepcionado y triste. Namjoon lo supo en cuanto el tritón lo sintió, pero lo ignoró por completo, pasando a su lado sin mucho cuidado.

—Nada, vámonos, tu amigo nos espera. —Emprendió vuelo con violencia, levantando una nube de arena que hizo a Yoongi toser.

—¿Y a este qué le pasa? —Un par de chasquidos lo hicieron mirar hacia abajo, en donde el cangrejo de antes lo miraba con las pinzas al aire. —Ya sé que no has sido tú, eres fuerte, no venenoso. En fin, adiós.

Nadó rápidamente hacia su amigo, que lo esperaba con los brazos cruzados y una ceja alzada.

—¿Tan mal besa? ¿O por qué esa cara?

—Pregúntale a él, de pronto se puso raro y se fue volando. —Yoongi se sentía molesto.

"Primero dice que no le importa si le coqueteo, luego me dice que quiere decirme algo, le coqueteo, se enoja y se larga. ¿Qué mierda le pasa?" Pensó mientras agitaba la cola con fuerza, provocando miles de burbujas y olas enormes en la superficie.

Hoseok no entendía nada, pero supuso que algo tenía qué ver con cierto chico de enormes y negras alas. Subió a la superficie, encontrándose con una escena que jamás creyó ver. Namjoon volaba alto, muy alto, dando vueltas como un ave de rapiña para luego dejarse caer en picada y elevarse antes de tocar el agua. En sus manos había un manojo de plumas largas y negras "¿Se las ha arrancado?" la respuesta a su pregunta llegó en cuanto lo vió descender de nuevo y una pluma se desprendió de sus alas, la cual fue recuperada por su dueño sin mayor problema.

—¡Hey, Namjoon! —Gritó para ser escuchado. El aludido miró en su dirección, intentando recobrar la compostura antes de acercarse a él, pero era tarde y Hoseok demasiado listo y observador. —Se puede saber ¿Qué carajos está pasando? Los dejo solos, te ayudo con él y lo siguiente que sé es que están enfurruñados y haciendo berrinchitos.

—Nadie hace berrinche.

—¡No me creas idiota! Me vas a decir que esas plumas son porque le quieres hacer un chal a Yoongi. —Hoseok hablaba con un sarcasmo afilado y una sonrisa incrédula en los labios, exponiendo a Namjoon.

—Yo... yo hice algo terrible, Hoseok. Y no solo eso, me estoy enamorando de tu amigo, ¡Eso no puede pasar!

—¿Por qué no? Sé que no eres un ser marino, pero no creo que sea tan malo.

—Claro, y en el reino me recibirán con los brazos abiertos ¿No es así? Su padre saldrá a la superficie a beber el té conmigo todos los domingos.

—Primero lo primero, el resto se irá dando ¿O qué es eso tan malo que hiciste? No creo que sea lo suficientemente grave como para... —Hoseok se interrumpió a mitad de frase, observando cómo Namjoon sacaba de un bolsillo algo brillante.

Yoongi daba vueltas por todas partes, intentando controlar la molesta duda en su mente.

"¿Por qué me enoja tanto? ¿Acaso quiero coquetearle? ¿Qué mierda me pasa? Ni siquiera saldría bien, él es de la tierra, yo del agua, apenas lleguemos nos tendríamos que separar, ¡Ni siquiera sé si yo podría gustarle! ¡Por dios, su especie y la mía son enemigos, depredador y presa!"

Yoongi sabía que estaba provocando todo un oleaje de grandes magnitudes, incluso había un pequeño remolino debajo de él, producto de sus vueltas constantes, pero ni siquiera eso se comparaba al revoltijo dentro de su cabeza.

El resto del camino fue más largo de lo que se esperaba, el sol comenzó a asomar por el horizonte mientras Luzbel y Tritón seguían dando vueltas, desesperados, con dudas y uno de ellos, manteniéndose a una distancia prudente de aquella espada afilada que ya le había hecho un par de heridas.

—Hoseok por favor, nunca fue mi intención dañar a nadie, juro que en eso no mentí, solo quería probar esas emociones sinceras, los humanos no son tan sinceros y puros, Yoongi es especial. —Habló rápidamente, viendo a Hoseok hundirse para luego salir disparado hacia él con un movimiento fuerte de su cola.

—¡¿Y era necesario ser tan malditamente hipócrita?! —Gritó el pez, intentando asestar un golpe con su espada, fallando por muy poco.

—¡Yo no conocía la historia! En cuanto me enteré me sentí mal, quise...

—¡¿Mal?! ¿Te sentiste mal? ¡¿Eso de qué sirve, Namjoon?! —Hoseok no podía parar de gritarle, entrando y saliendo del agua cada vez con menos fuerza por el cansancio.

NamJoon aprovechó eso para acercarse a él, teniendo cuidado de mantenerse lejos de la afilada espada.

—Por favor escúchame, ¿Quieres? Déjame explicarte lo que pasa y después decides si me asesinas o no. —Hoseok respiraba entrecortadamente, aceptando de mala gana el trato.

Debajo de ellos, Yoongi seguía dando vueltas, intentando decidir qué hacer.

—Aún estoy a tiempo de enterrar esto que siento, aún hay marcha atrás, solo debo llegar a casa, despedirlo y ya, en un par de meses estará olvidado. —Su corazón se estrujó dolorosamente ante la idea. —O quizá un año. O puedo hacer como si no pasara nada, seguiré hablando con él si es posible, quizá podamos ser amigos a distancia, visitarnos de vez en cuando, charlar y listo, las relaciones de los marinos y terrestres no tienen que seguir siendo nulas... eso haré, seré el rey que inicie una alianza con esos seres.

Satisfecho con su idea, al fin pudo dejar de dar vueltas, percatándose de lo clara que se veía el agua. Arriba de él el cielo comenzaba a tomar ese color azúl tan bonito que podía ser casi blanco. Subió a la superficie, encontrando a Hoseok con semblante pensativo y a un Namjoon de cabeza gacha y mirada triste.

—¿Pasó algo? No me he muerto, quiten esa cara. —Sus amigos lo miraron un momento, antes de ir hacia él.

—Llegamos, pecec... Yoongi, frente a ti está tu reino —dijo Namjoon señalando un punto en específico.

—Solo debes nadar en esa dirección y hallarás las corrientes entretejidas que se abrirán para ti en cuanto te presentes. —Secundó Hoseok, enfocando aquél punto en donde se podía ver una insignificante roca, cualquiera que pasara por ahí siquiera la voltearía a ver, pero Yoongi sabía que era la punta del palacio, un enorme edificio que se extendía mucho más allá de la zona "media noche", albergando a los peces más extraños, aquellos que jamás habían visto la luz del sol.

—Namjoon, no sabes cuánto te lo agradezco, yo no habría podido volver sin ti. —Se sinceró el tritón, jugando con sus manos por debajo del agua.

—Yoon, voy a adelantarme, avisaré que estamos aquí para que... no vayan a creer que Namjoon es un peligro. —Yoongi no entendía por qué Hoseok sonaba tan molesto, tampoco la mirada hostil que le dedicó a su salvador.

Namjoon agachó la mirada, agitando las alas con incomodidad, pero sin decir una sola palabra.

—¿Por qué luces tan mal? Sé que es hora de separarnos, pero no quiero que nos alejemos, ahora... ahora somos amigos, Namjoon, así que podemos vernos algunas veces. —Se apresuró a decir Yoongi, incómodo ante el semblante decaído de su nuevo amigo.

—No, Yoongi, escucha, hay algo que debes saber antes...

—¡Mira nada más! Pero si es el pez luna con sangre real. ¿En dónde te habías metido? ¿Qué es eso, has traído a otro tipo peligroso hasta el reino? —Yoongi se tensó en cuanto aquella voz femenina y conocida llegó hasta sus oídos.

—Jeongyeon ¿No te han dicho que interrumpir conversaciones es de mala educación? Sigo siendo el príncipe heredero y tu futuro rey.

—¿Rey? De los inútiles será. ¿Tú qué dices Jennie? —Ambas sirenas se rieron sonoramente, volviendo al fondo al ver la molestia en el semblante del príncipe.

—¿Qué es eso de pez luna? —Namjoon apretaba la mandíbula al percibir el desprecio puro dirigido hacia Yoongi y la profunda tristeza de este, aún si intentaba ocultarla con enojo.

—Es el pez más inservible del mar, no se mueve, no caza, come solo si de casualidad una medusa cae en su boca y los demás depredadores lo usan para desahogarse, mordiéndolo e hiriéndolo, porque ni siquiera es nutritivo, así que nadie se lo come. —Yoongi se sentía avergonzado, pero ya no le importaba ser vulnerable, no frente a Namjoon, después de todo, él sabría si mentía. —Da igual, ya me acostumbré, como te decía, quiero que sigamos siendo amigos, ¿Y tú?

Namjoon iba a responder, pero de nuevo fue interrumpido, esta vez por un alboroto mucho mayor de soldados cubiertos con armadura, peces espada feroces y listos para la batalla y el rey tritón, enorme e imponente liderando todo.

—¡Papá, no! ¡Para! —Yoongi se puso frente a su padre, intentando cubrir el paso de los soldados, pero sabía que sería imposible. Hoseok nadaba a prisa un poco más atrás de ellos, el pánico se reflejaba en su rostro.

—¡Yoongi! Aléjate de él en este instante. —Ordenó el rey, con su largo cabello azúl marino enmarcando el varonil rostro.

—¡Él no es nadie peligroso! —Quiso defenderlo Yoongi. —Me ayudó a volver a casa, yo perdí tu escama...

—¿La perdiste? ¿O te la quitó? —Namjoon pudo sentir sus plumas crisparse por la adrenalina, era hora de la verdad y no había forma de escapar.

—¿Qué? —Yoongi lo observó de reojo y el aire abandonó sus pulmones al verlo meter una mano en sus bolsillos para luego sacarla con una escama dorada y brillante de ahí. —¿Pero qué mierda, Namjoon?

—Te juro que quise explicarlo en cuanto supe tu historia, pero no supe cómo... Rey tritón, yo...

—¡Silencio! ¡Yoongi, aléjate de él! —El príncipe no podía pensar, a su alrededor miles de seres marinos, tritones, sirenas, híbridos y animales, casi todo el reino los observaba y murmuraban.

—Volvió a ponernos en peligro.

—Es un inútil.

—Alguien como él no puede ser rey.

—Deberían encerrarlo.

—O desterrarlo.

Yoongi podía escuchar muchos de los murmullos y estaba seguro de que su padre también, pero esa impasible mirada jamás abandonaba al rey, quien a pesar de saber todo lo que su hijo sufría, no hacía nada por ayudarlo, esperando que con eso él se volviera fuerte e independiente.

Namjoon podía sentir todas y cada una de las emociones de los presentes, empezaba a sentir náuseas ante tanto desprecio, pero lo que peor lo ponía, era sentir la tristeza de Yoongi, con un pequeño rayo de esperanza dirigido a su padre, mirándolo suplicante por un por un poco de ayuda. Ayuda que jamás llegaría.

—Yoongi, por favor, déjame explicarlo —susurró Namjoon, aprovechando ese pequeño rayo de esperanza para su propio bien.

Yoongi pudo sentir esa pequeña calidez en su interior crecer, sabía que era cosa de Namjoon, por lo que se resistió. A lo lejos Hoseok lo observaba, con ojos enormes cargados de pánico, suplicando algo que él no entendía.

Los murmullos a su alrededor continuaban, volviéndolo loco, por lo que en un desesperado intento de calmar un poco su mente, hizo algo de lo que no se creía capaz; se concentró en su energía, toda la sangre real recorriendo su cuerpo, ese par de hermosas luces en su interior que representaban a su madre y hermano, todos los hermosos recuerdos que llenaban su cuerpo de vitalidad y alzó las manos sobre su cabeza, formando un enorme túnel de agua que serpenteaba y rugía con la fuerza del mar.

—Lo siento... —Susurró hacia su padre, lanzando aquél chorro de agua sobre los soldados, rompiendo sus filas al ser tomados tan desprevenidos.

Continuó moviendo sus manos a diestra y siniestra, cuidando de no tocar a los civiles ni a su padre.

—¿Cómo pudiste? Defiendes a este terrestre, lo prefieres por sobre los tuyos.

—Este terrestre me trajo a casa.

—¡Te engañó! —El rey estaba impresionado por el gran poder de su hijo.

—¡No! Lo traje a casa sin segundas intenciones. —Namjoon no aguantó más su silencio. —Los delfines me dieron esto porque creyeron que les haría daño, pero ese jamás fue el plan, yo solo... me intrigaste, Yoongi, quería saber qué era lo que ese príncipe de cabello verde ocultaba y cuando lo descubrí, cuando me contaste... —Guardó silencio, sintiendo la rabia surgir en su interior. —Desee no traerte, quise lanzarla lejos, quedarme en aquella isla solo contigo y alejarte de todos estos imbéciles.

Los espectadores soltaron un murmullo de asombro al unísono, sintiéndose ofendidos.

—¿Cómo te atreves a insultar a mi pueblo?

—¡No! ¿Cómo se atreve usted a no defender a su propio hijo? A dejar que se culpara por tantos años. Yo podré ser un forastero mentiroso, pero usted es un maldito hipócrita.

Yoongi se sintió conmovido y confundido a partes iguales, su corazón estaba vuelto loco por aquellas palabras, siendo defendido por alguien a quien apenas si conocía. ¿Y si mentía? ¿Y si era cierto? ¿Cómo saberlo?

"Mejor arriesgarse y perder, que perder sin haberlo intentado." Escuchó la voz de su mejor amigo en su cabeza y sonrió, sin duda sería algo que Hoseok le diría. Lo buscó con la mirada hasta dar con él.

Recorrió su rostro, encontrando una bonita sonrisa en esos delgados labios, seguida de un ligero asentimiento y un amplio saludo con la mano, en donde bien oculta por alga entretejida, tenía una escama color tornasol.

—Siempre estaremos unidos, no importa si me pierdes en la inmensidad del océano, esto te ayudará a encontrarme. —Le había dicho Yoongi a su amigo mientras le entregaba una de sus escamas luego de encontrarlo llorando y desesperado sobre una roca.

Hoseok había descuidado al príncipe unos segundos, los cuales el rebelde y travieso tritón aprovechó para jugarle una broma a su nuevo amiguito, dándose cuenta que realmente se preocupaba por él cuando lo descubrió entrando en pánico por haberlo perdido.

Yoongi sonrió ligeramente, ese era su amigo, leal y alegre, estaría bien sin él durante un rato, pues tenía más seres importantes en su vida. Y como si los hubiera invocado con el pensamiento, alrededor de Hoseok aparecieron los rostros de sus demás amigos; Jimin, con su alargada cara y pequeños cuernitos en la cabeza, característicos de su especie, Taehyung, con esos enormes ojos de cachorro que a pesar de la edad, jamás desaparecieron y Seokjin, con esa paternal sonrisa que te hacía sentir que todo estaría bien.

Sí, eso era lo que él merecía, pero no lo podría aceptar a cambio de vivir bajo la crítica de su pueblo, estaba harto y no pensaba volver a menos que se le respetara por lo que era y se le dejara de juzgar por algo que estaba fuera de su alcance.

Con la poca fuerza que le quedaba, se sumergió lo más rápido y profundo que pudo, impulsándose hacia el exterior para formar una enorme pared de aguas turbulentas impenetrables, pero eso terminó de drenarle la fuerza, desmayándose al instante, cayendo como peso muerto hacia el mar. Namjoon supo que debía intervenir, había sentido todo lo que Yoongi estaba experimentando y sin temor a equivocarse, supo que eso era lo que tenía que hacer.

Voló con prisa hacia el cuerpo del tritón, tomándolo entre sus brazos con toda la delicadeza que pudo, sintiendo por primera vez su delgado y resbaladizo cuerpo mojar sus plumas.

La pared de agua cayó en cuanto el príncipe estuvo en brazos del Luzbel, pero nadie podía alcanzarlo ahora, nadie podía arriesgarse a derribar al ser de gigantescas alas sin correr el riesgo de herir al príncipe, por lo que solo los contemplaron alejarse, altivos y valientes.

Ambos se alejaron bajo la atenta mirada de todos los presentes, la enorme mancha negra de plumas y los destellos tornasol desaparecieron conforme la distancia aumentaba, solo quienes conocían de verdad al príncipe sabían que esa era una decisión valiente y acertada, bajo la muda promesa de ser feliz y quizá, algún día, volver a ese su reino y hacer las cosas como debían ser. 

Quiero aclarar que este fanfiction es hecho a partir de la idea dada por @Chris_myworld de la Editorial Space.

Es mi primera vez escribiendo algo de este estilo y no tenía idea de cómo hacerlo, pero me ha gustado bastante hacer y espero que a ustedes también les guste el resultado.

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