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𝙴𝚡𝚝𝚛𝚊 I


Es sorprendente cómo en un simple segundo pueden pasar tantas cosas, ¿verdad?

Desde eventos inesperados, como un accidente, hasta encontrarnos de nuevo. ¿Quién podría predecirlo? Mi vida solía seguir su curso rutinario, lo de siempre: trabajar, regresar a casa, hacer amigos, saludar y sonreír, siempre tratando de olvidar el pasado, ese pasado que guardé bajo llave. Pero todo eso cambió el momento en que, una vez más, volviste a aparecer en mi vida.

Te diría que mi corazón no dio saltitos emocionados, ni que mis labios se curvaron en una sonrisa de inmediato, pero eso sería una mentira. Una más, para la colección. Porque sí, aunque traté de negarlo, lo sentí. De alguna manera, ver tu rostro nuevamente hizo que el tiempo se detuviera por un instante.

Podría afirmar que no sentí la necesidad de acercarme a ti, que no quise soltar alguna lágrima porque, sinceramente, me hiciste mucha falta durante el tiempo en que no estuviste. Pero eso también sería una mentira. Porque sí, lo sentí. Cada segundo de ese encuentro fue una mezcla de nostalgia, emoción y una sensación de vacío que había quedado atrás, pero que nunca se borró completamente.

Verte de nuevo fue como abrir una herida antigua. Pero en lugar de experimentar ese dolor constante que me solía perseguir, lo que sentí ahora fue la emoción de una nueva oportunidad.

Y, ¿sabes qué? Amo poder verte una vez más, recordar esas promesas que nos hicimos en el pasado

Pero no te confundas, indudablemente, la terapia, mis salidas y el apoyo de mis amigos jugaron un papel crucial en superar este triste amor. Gracias a ello, ya no tengo esa opresión constante en el pecho que me asfixiaba hasta el punto de querer llorar. Mucho menos siento esa persistente necesidad de cerrar los ojos y desear que todo desaparezca, anhelando simplemente encontrar un día de paz. Ahora solo puedo sonreír con nostalgia, deseando acercarme sin miedo a hablar.

Durante un fugaz segundo, mi mente se llenó de innumerables preguntas que iban desde lo trivial, como: "¿Habrá conseguido una novia?", hasta lo más profundo, como: "¿Todavía me recuerda?". El tiempo ha transcurrido, seis años si mi cuenta es correcta. Y, a pesar de la esperanza inicial y la promesa que compartimos en el pasado, no puedo ignorar la realidad de que las promesas pueden romperse, y las personas, inevitablemente, cambian, olvidan y buscan su propia felicidad.

Aunque las promesas son palabras, a veces pesan más cuando se rompen que cuando se cumplen.

Entonces, en medio de este mar de pensamiento, aún me pregunto: ¿Será que todavía hay oportunidad?

Encontré en ti un amor que no conoce límites, ¿me permites volver a probarlo?

Cobarde de mí, ya que ni siquiera logré acercarme. Contemplarte durante unos breves minutos fue lo máximo que me permití, debido al temor de que tu pasado, es decir, yo, pudiera volver a atormentarte.

¿Qué haría yo si, una vez que me mires, decidas que nuestro tiempo pasó? ¿Qué haría yo si, cuando me hables, sea nuestro adiós definitivo? ¿Qué haría yo si crees que todo esto era un error? ¿Qué haría yo si no puedes perdonarme por hacer todo esto?

A pesar de todo, aún albergo esa esperanza de estar contigo.

Por unos segundos me dejé envolver por la preocupación, sin embargo, comprendo que mi reacción fue impulsiva y un tanto ingenua. En un abrir y cerrar de ojos, apenas había pasado un minuto desde que le di la espalda, esperando que no me viera. Pero entonces, una mano sujetó con firmeza mi brazo, sin llegar a lastimarme.

Dándome la vuelta, mis ojos, como siempre, quedaron impresionados por tu presencia. Tu cabello se veía un tanto más alborotado en comparación con tan solo unos segundos atrás, y tu respiración, ligeramente agitada, revelaba la pequeña nube que se formaba con cada exhalación, cortesía del invierno.

Ahí estabas, frente a mí, con una expresión que no lograba descifrar del todo. Era una mezcla entre sorpresa y algo que no sabía si era alivio o desilusión.

Eres mi paz en medio del caos, mi luz en la oscuridad y la razón por la que mi corazón late con tanta intensidad.

Hermoso, como siempre.

— ¿Creías que podrías escapar? — Tu pregunta se deslizó entre risas, adornada con esa sonrisa simplona que te caracteriza y que tanto embellece.

— Fui un ingenuo, ¿no es así? — La mano que inicialmente me sujetaba el brazo ahora se entrelazaba con la mía con suavidad. A medida que nuestros cuerpos se acercaban, podía percibir el ligero temblor en tus dedos y el rastro de miedo en tus ojos.

Dios, esto es lo que tanto he estado esperando.

— ¿Existe todavía una oportunidad para nosotros? — Nuestras manos se fundieron completamente, y nuestras frentes chocaron con delicadeza, como si en ese instante todo lo demás desapareciera.

Nos separamos para reencontrarnos.

— Parece que seguimos siendo unos ingenuos — susurré suavemente, soltando poco a poco mis manos para finalmente envolverte en un abrazo reconfortante.

Tus brazos apretaron con firmeza mi cintura, mientras mis brazos rodeaban tu cuello sin inhibiciones, dejando escapar un suspiro de alivio en medio de nuestro abrazo. No había palabras suficientes para describir lo que sentía en ese momento. Todo el tiempo que habíamos estado separados, todo el dolor y la incertidumbre, parecían desvanecerse entre nuestros cuerpos.

El abrazo era nuestra forma de decir lo que no habíamos podido expresar en palabras. Era el lazo que nos unía nuevamente, el consuelo en medio del caos.

No nos distanciamos demasiado, y podía percibir la mezcla de temor y nostalgia que ambos compartíamos, conscientes de que el tiempo nos había transformado.

— Tú... ¿crees que estamos listos? — Mi pregunta flotaba en el aire con una pizca de miedo, una inquietud que no podía dejar sin respuesta.

Minho me miró seguro, parecía haber estado esperando esa pregunta.

Tus ojos cuentan historias que solo mi corazón puede comprender, y en cada mirada, encuentro el hogar que siempre busqué.

— Hablé con mis padres... — empezó Minho en voz baja — Joder, les conté todo, desde lo que siento hasta cómo soy. La conversación fue taaaan larga y complicada, Jisung, pero lo entendieron. Mis padres supieron sobrellevar esto mucho mejor de lo que yo pude haberlo hecho, y me di cuenta de que haber mantenido esto en secreto tanto tiempo fue un error — sus ojos se encontraron firmemente con los míos, y continuó: — Fui con un psicólogo durante tres años, recibí ayuda, más de la que esperaba y quiero decirte que... finalmente puedo, que quiero estar contigo, no importa cuánto tiempo pase, no importa el resto, yo estoy aquí y seguiré aquí esperándote.

Sus ojos brillaban, sus labios temblaban, los dos éramos un manojo de nervios.

— Yo... Ahora solo... solo quiero preguntarte, ¿tú estás listo?

Guardé silencio por unos segundos y luego sonreí.

A tu lado, los silencios son conversaciones y las miradas son poesía que solo nosotros entendemos.

— ¡Joder, sí! — solté sin pensar, desatando risas en ambos —. Minho, yo-yo también decidí ir a terapia, y ya no cargo ese miedo... — mi mirada de a poco se volvió borrosa, mis lágrimas amenazaban con querer salir —. Estoy seguro de que podemos estar juntos, Minho. Mierda, quiero estar contigo, de verdad. Es lo que más deseo en este momento.

Minho me miró con una sonrisa resplandeciente, la más hermosa que he visto hasta ahora. No pude ocultar mi sonrojo y mucho menos pude controlar los latidos frenéticos de mi corazón, que finalmente pudo amar con esa libertad que tanto anhelaba.

Nos quedamos ahí, inmóviles, como si el tiempo hubiera decidido detenerse solo para nosotros. El mundo seguía girando, pero en ese momento, nada más importaba.

— Te prometí que te besaría cuando volviéramos a encontrar.

— Y yo te dije que esperaría por ello.

En un gesto sincronizado, nuestros labios se encontraron y, después de tanto tiempo... finalmente me sentí completo.

Era un beso lleno de todo lo no dicho, de promesas que finalmente se cumplían. El sabor de sus labios, la suavidad de su contacto, hicieron que todo lo que había temido se desvaneciera.

Nos separábamos y, sin embargo, la sensación de estar unidos seguía latiendo en el aire, como una melodía que se repetía en nuestros corazones.

— No sabes cuanto he estado esperando por esto — susurró Minho, su voz llena de una ternura que nunca había escuchado antes.

Y, por fin, todo parecía tener sentido.

Bajo el cielo del reencuentro, cada beso cuenta la historia de un amor que nunca se olvidó.

En tus abrazos encuentro el refugio que mi corazón anhelaba, y en tu sonrisa, la luz que ilumina mis días.

Todo empezó por ella, pero terminó con él.

...

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