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ꜰɪɴᴀʟ


— Me gustas, Jisung

Su voz sonaba tan fuerte, tan segura, tan creíble, tan jodidamente confiada.

¿Te gusto? ¿Yo te gusto? ¿Y lo dices ahora?

¿Después de todo este tiempo será posible...? ¡Y una mierda!

Esas dos simples palabras hacían revuelo en mi interior, era agobiante. Formaban ese tipo de explosión que hacía retumbar mi corazón, el que estúpidamente palpitaba con fuerza por esa confesión tan mediocre.

Una confesión mediocre. Esto era, definitivamente, una confesión mediocre.

A pesar de todo, tenía que admitir que, de alguna forma, me sentía feliz y emocionado, pero también frustrado. Simplemente no podía comprenderlo, no entendía la verdadera naturaleza de la situación. ¿Acaso había escuchado correctamente?

Detente, no me mientas, no sigas, me rendí, me alejé, por favor no más.

Después de todo este tiempo, después de tantos años, tantos meses, tantos días, tantas horas queriendo olvidarte, alejarme, aguantando mis lágrimas, esquivando el dolor, ¿llegas así de la nada? ¿Sin más? ¿Diciendo estúpidamente que tú...?

Cuando sentía que moría, cuando sentía que no podía más, cuando el dolor se apoderaba de mi corazón ¡¿Vienes y me dices esto?! ¡¿Te gusto?! ¿Desde cuándo? ¿Es que acaso te estás burlando? ¿Es que descubriste lo que en realidad siento por ti?

Buena broma, buen chiste, ahora cállate y no me mires.

Comencé a reír, risas interminables brotaban de mi boca, una risa totalmente incomprensible, cargada de dolor, una risa desesperada.

Entre las líneas, podías percibir el sufrimiento, podías captar la insinuación que decía: "por favor, abrázame", pero no lo hiciste, ¿por qué lo harías? Observé que intentabas detenerme y yo quería poner fin a esta terrible farsa, pero mi risa se intensificaba al darme cuenta de lo patético que debía parecer y lo absurdo de la situación.

— ¿Esto es alguna especie de broma, Minho? — pregunté mientras secaba las lágrimas saladas que brotaban de mis ojos, lágrimas que fácilmente podrían confundirse con los efectos de mi risa exagerada. Sin embargo, no, estaba llorando, y lo enmascaraba como un hábil actor, a través de una sonrisa patética y falsa.

Tiembla DiCaprio, un chico destrozado podría quitarte tu trono.

Mi mirada se fijó en tu rostro, y pude notar cómo tus ojos se abrieron simultáneamente, sorprendidos. Por un instante, parecía que el brillo constante en tus ojos se desvanecía y era reemplazado por una sombra más oscura, pero simplemente no le di importancia.

No me importó, estaba enfrascado en mi propio dolor

Después, negaste con una expresión inquieta. Me dijiste que no.

¡Dijiste que no y yo...! Sonreí interiormente, deseando creerte. Por primera vez, anhelando dejar atrás el resentimiento que había mantenido guardado.

— Minho... — susurré apenas audible, captando por completo tu atención —. ¿Qué estás haciendo? ¿Qué me estás diciendo? — Solté un bufido incrédulo.

¿Te estás burlando?

Mi pregunta se pronunció con una voz temblorosa, que mezclaba rabia, tristeza y alegría en su interior.

— Jisung, mierda... — Te detuviste por unos segundos, parecías debatir si pronunciar esas palabras —. He tenido sentimientos por ti durante tanto tiempo... te amo.

Y entonces exploté.

— ¡Mentira! ¿Cómo puedes venir a decirme eso después de todo lo que he pasado? ¿Cómo demonios debo aceptarlo? ¿Tienes idea de lo que haces en mi corazón? ¿Sabes lo horrible que es tener un dolor constante en el pecho? ¿Sabes todo lo que has hecho? ¡Estoy cansado! No quiero seguir sufriendo. ¡Todo este tiempo perdido! ¡Todas las lágrimas derramadas! ¡La opresión en mi pecho! ¡La asfixia en mi cuerpo! ¿Cómo puedes?

Mis lágrimas recorren mis mejillas, mis gritos solo son escuchados por él, y sé perfectamente lo paralizado que se queda a pesar de no poder verlo claramente a través de las lágrimas saladas que se acumulan en mis ojos.

Detenme, haz que pare, me duele.

— Por supuesto, no tienes idea... — me detuve abruptamente, dándome cuenta una vez más de que había cometido un error al desahogarme contigo. Me di cuenta en ese momento de que tú no tenías conocimiento alguno sobre mis sentimientos, y me lamenté de inmediato —. Tú no sabes nada... — mis labios temblaron, sintiendo cómo poco a poco me volvía más y más vulnerable frente a ti —. Nunca te lo dije. No puedo culparte... Lo siento.

Mis rodillas se encontraron suavemente con el frío suelo y me quedé allí, sollozando en silencio, conteniendo las lágrimas y evitándote.

No quise pensar en lo patético que debía parecer, ni en lo ridículo que era ver a dos adultos en un parque, con uno de ellos comportándose como un adolescente. Mucho menos quería considerar lo estúpido que era derramar lágrimas sin brindar el maldito contexto.

Luego, sentí tus manos acariciándome, reconfortándome.

— Jisung, ¿estás bien? — Parecías nervioso, tu mirada se posaba sin filtros en mi rostro y en mi cuerpo tembloroso —. Joder.. ¿qué pasa?

No lo entiendes, no lo comprendes. Y en ese instante, más que nunca, deseé golpearte en tu hermoso rostro.

— Eres un idiota — dije con una sonrisa, comprendiendo la ironía de la situación.

Le grité, esperando que comprendieras lo que sentía, anhelando que vieras mi frustración y mi deseo de mandarlo todo al diablo. Pero no lo entendiste, era evidente que no lo harías. Ni siquiera yo me entendía a mí mismo. Solo pude empezar a reír.

¿Cómo fue que llegué a pensar que lo comprenderías? ¿Cómo pude imaginar siquiera que entenderías lo que estaba sucediendo?

— Jim-

— ¿Cómo no sabías que también me gustas? — Confesé en voz suave.

Y cuando mis lágrimas fueron secadas por las mangas de mi suéter, te miré y vi cómo abrías la boca, mostrando una expresión de sorpresa e inocencia.

— Ji-Jisung, ¿cómo...? — Una sonrisa se extendió por tus labios. Estabas feliz.

Ambos se gustaban, pero eran demasiado estúpidos para notarlo.

Ambos se amaban, pero era demasiado tarde.

— Es demasiado para mí — susurré lentamente mientras recostaba mi espalda en uno de los árboles del pequeño parque. Aún nos rodeaba el césped, el sol seguía brillando y los pájaros continuaban cantando. El mundo no había terminado —. Me duele la cabeza, no... No me siento bien — murmuré con una fatiga inexplicable, mientras mi mirada quedaba fija en el cielo.

Todo es tan extraño. Todo es tan doloroso. Todo es... Amor.

Ellos por amor callaron y fingieron.

Amaron en secreto, anhelaron y desearon ser felices.

Nunca se dieron cuenta que, con solo dos palabras, esos sentimientos guardados podían llegar a cumplir uno de sus más grandes deseos.

Pero ahora, estaban cansados, agobiados, demasiado enamorados.

No saben si esto ya es bueno, o malo.

Sentí cómo Minho se sentaba a mi lado, imitando mi acción, y juntos comenzamos a contemplar el cielo.

— Jisung, tal vez fuimos unos idiotas — noté su intento de aligerar el ambiente, aunque su tono de voz aún reflejaba cierta melancolía. Luego parpadeó varias veces y soltó una risa suave —. Mierda, yo te gusto.

Sonreí.

— ¿Por qué? — preguntó de repente, con cautela —. ¿Por qué no me lo dijiste antes?

— ¿Por qué no lo dijiste tú primero?

Él también sonrió.

— Touché.

— Tenías novias, Minho — confesé, sintiéndome obligado. Después de tanto tiempo, ya no quería guardar más silencio —. Al principio, pensé que eras solo un enamoramiento pasajero, ya sabes, un simple crush que suele suceder entre mejores amigos, al menos eso dice Google — Minho me miró expectante, y me atraganté un poco ante su atención —. El punto es que, al principio no lo tomé en serio. Me convencí a mí mismo de que eventualmente pasaría, que todo se resolvería, pero no fue así... — Inhalé profundamente —. Todo empeoró: mis sentimientos, mis miedos, y lo que supuestamente era temporal, duró más de cinco años.

— Mierda, Jisung — su voz sonó sorprendida y su rostro mostraba evidente incredulidad —, eso...

— Y tú... — interrumpí antes de que dijera más —. ¿Cuándo te enamoraste de mí?

Minho pareció pensarlo. En serio, comenzó a morderse los labios.

— Honestamente... no lo sé — dijo después de un silencio —. Tal vez desde siempre.

Quise decir algo, pero él habló nuevamente.

— No creas que es una exageración — su voz sonó suave, impidiendo que yo dijera una palabra —. No te tomes esto a la ligera. Me has gustado desde hace mucho tiempo, Jisung.

Humedecí mis labios, quedándome en silencio, sin saber qué decir.

— También quiero que me escuches — susurró, tragando saliva —. Tengo miedo. Siempre he sentido miedo. Hay un temor, un terror que recorre todo mi cuerpo y no sé de dónde viene. Puede haber sido por tantas cosas que experimenté cuando era pequeño, o tal vez fue el rechazo constante que presencié. No lo sé. Hay algo que me impide ser quien realmente soy, y nunca pude liberarme de ello. Simplemente me rendí y acepté ese destino, esa oscuridad, esa soledad.

Tomó aire y sonrió.

— Tú eras solo un chico más, es cierto — fingí estar ofendido —, pero había algo en tus ojos, en tu mirada, en la forma en que hablabas, que me cautivó... Me enamoró. Lograste hacer que olvidara mis miedos y me permitiste ser yo mismo, sin restricciones. Fuiste la persona que me mostró la verdadera libertad de ser yo, la única persona que me hizo experimentar la felicidad.

Mordí mis labios con fuerza, tratando de ocultar esa sonrisa que comenzaba a brotar en mi rostro.

— Recuerdo el día en que te conocí — Minho retomó la historia —. Estábamos en la secundaria.

— Y desde entonces he estado a tu lado — respondí con orgullo.

— Debo admitir que fue muy embarazoso para mí. No sabía cómo hablarte y fue entonces cuando...

— Derramaste tu jugo en mi camisa.

— Fue una excusa tonta, pero al menos estamos aquí.

— ¿Fue solo una excusa?

— Fue solo una excusa — confirmó con una sonrisa —. Quería acercarme y entablar una conversación contigo — noté un rubor en sus mejillas —. No me arrepiento, porque aquí estamos.

— En este momento somos dos personas destrozadas por dentro, Minho. No sé qué ves de bueno en todo esto.

— Aún estás conmigo, eso es lo bueno — pasó rápidamente la lengua por sus labios —. Contrario a lo que piensas, yo... intenté confesarme muchas veces — continuó después de un breve silencio.

— ¿Qué? — Lo miré de inmediato, sin poder ocultar mi sorpresa.

— Las flores en secundaria — empezó.

— Esas flores eran para tu novia.

— Eran para ti.

— Me dijiste que eran para ella, para celebrar su primer aniversario.

— Maldita sea, ni siquiera tenía novia.

No pude formular ni una sola frase, por más que lo intenté. Mi cabeza daba vueltas y vueltas.

Ese día había sido uno de los muchos en los que me sentí insignificante, uno de los que más recuerdo por sentirme rechazado aún sin haberme confesado. Recuerdo que ese día estaba conversando con uno de mis compañeros de clase, cuando Minho llegó al patio de la escuela con un ramo de rosas. Parecía tan feliz como inseguro, y cuando su mirada se encontró con la mía, solo pude fingir que no lo había visto y seguir la conversación con el chico que tenía frente a mí, evitando así el dolor.

¿Si tan solo...?

— Dame una oportunidad — dijo Minho, fijando su mirada en mi rostro.

No respondí de inmediato. No podía hacerlo. A pesar de que sus palabras hicieron que la emoción recorriera mi cuerpo, sabía que no era tan sencillo.

— Si me lo hubieras dicho hace algunas semanas atrás, quizás incluso unas horas antes, lo habría aceptado con gusto — susurré en voz baja. El ambiente volvía a tensarse —. Pero no puedo, Lee... Estamos demasiado heridos en nuestro interior.

— Jisung, por favor...

— Debemos alejarnos — tragué saliva —. Necesitamos estar bien antes de comenzar una relación.

— Jim...

— Debes escucharme.

— ¿Cuál es el sentido de hacer esto? — La voz de Minho se elevaba gradualmente, mientras sus ojos se abrían en busca de comprensión —. ¡Estoy aquí! ¡Nos tenemos el uno al otro! ¡No hay necesidad!

— Una pareja no siempre es el pilar más fuerte — susurré con paciencia, sin moverme. Soy consciente de que en algún momento me arrepentiré de esas palabras, pero sé que es lo correcto. Debe ser lo correcto —. Podemos desmoronarnos en cualquier momento, especialmente yo...

Esperaba que Minho no hubiera escuchado esa última parte, pero era simplemente la verdad. Era consciente de lo dañado que estaba en mi interior, el constante desorden emocional y mi propia tendencia masoquista dentro de este juego llamado amor. Todos ellos eran responsables de que pudiera desmoronarme en cualquier momento.

De hecho, podía parecer absurdo. ¿Realmente el amor podía causar todo esto? ¿Podía lastimarte hasta el punto de romperte?

Para algunos, no lo hace. Pero para otros, sí. He pensado en muchas ocasiones que el daño proviene de uno mismo. Siento que la inconsciencia de lastimarte a ti mismo y buscar, sin intención, el dolor, es lo que te lleva a destrozarte por dentro y terminar roto.

Fui yo y solo yo.

— No podemos comenzar una relación de esta manera. Podemos amar de una manera más saludable — mis palabras salían sin emoción —. Si continuamos así, solo nos haremos más daño. Por favor, entiende, necesitamos tiempo, necesitamos... mantenernos alejados. El destino decidirá si nos unirá nuevamente o no. Por ahora, solo nos queda esperar.

¿Era correcto siquiera pensar en el destino? ¿Estaba siendo demasiado inmaduro? ¿Era rencoroso o estúpido por dejar pasar esta oportunidad? ¿Acaso era un hipócrita?

No tenía respuestas para esas preguntas. Sentía que estaba haciendo lo correcto. Sabía que era lo correcto.

Que sea lo correcto, solo espero que sea lo correcto.

— No...

— Tienes que confiar en ti mismo, salir de la oscuridad que te agobia, buscar la libertad que anhelas y ser quien realmente eres — su mirada reflejaba dolor —. Y yo debo aprender a amarme aún más y tal vez ser más abierto en expresar mis sentimientos.

— No, por favor — negué —. Jisung, por favor, no es necesario. Podemos enfrentarlo juntos. Sé que podemos hacerlo.

Me levanté lentamente, con lágrimas corriendo por mis mejillas, y le sonreí. Era una sonrisa cargada de dolor, una que pronto se convertiría en una expresión de tristeza.

— Espero que lo hagas — parpadeé varias veces, tratando de despejar el agua salada de mis ojos —, y si lo haces, hazlo más por ti que por mí. Mereces ser feliz.

— Jisung, te lo suplico.

— Minho, por favor, trata de entenderlo.

— ¿Qué se supone que debo entender?! ¡Estoy aquí! ¡Estoy a tu lado! ¡Maldita sea! — Su ansiedad era evidente. Y conocía su terquedad lo suficiente como para saber que no me dejaría ir fácilmente —. Te amo...

— Yo también te amo — Confesé, dejándolo momentáneamente paralizado. Esas palabras, que me atreví a decir por primera vez en voz alta, parecieron calmarlo —. Pero el amor no siempre es suficiente, por eso tenemos que hacerlo.

Nos miramos en silencio, procesando todo lo que habíamos compartido. Había tantas verdades dichas, tantos sentimientos encontrados.

— ¿Estás seguro? — preguntó una vez más, intentando convencerme.

— Estoy completamente seguro, Kook.

Porque confío en ti y, aunque no quiera aceptarlo, sé que lo que dices es cierto.

— Lo haré por nosotros — dijo, colocándose frente a mí. Su mano cubrió mi mejilla y susurró —. Déjame besarte.

— ¿Eh?

Inmediatamente, los labios de Minho se posaron sobre los míos, marcando así nuestro primer beso. Sentí cómo nuestros labios se conectaban a la perfección y cómo mi corazón se agitaba.

— La próxima vez que nos veamos, prometo que lo primero que haré será besarte.

— Estaré esperando.

Nuestros labios se encontraron de nuevo, creando una sincronía perfecta y casi automática.

Luego, cuando nos faltó el aliento, nuestras frentes chocaron, apoyándose una en la otra.

— Te he amado durante tanto tiempo — comenzó Minho.

— Lo he mantenido oculto durante tanto tiempo — continué.

— Solo quería abrir mi corazón como tanto he deseado. Quería que me aceptaras.

— No es un adiós, espero que lo sepas — musité, chocando mi frente con la de Minho.

— Nos encontraremos nuevamente — aseguró.

— Cuando el destino lo desee.

— Jisung...

— Te amo, Minho — confesé una vez más, sintiendo nuevas lágrimas acumulándose en las esquinas de mis ojos —. Espero volver a verte en el futuro.

— No te vayas — sollozó.

— No es un adiós.

Fue lo último que dije antes de sonreír y alejarme lentamente del establecimiento.

La figura de Minho se iba haciendo cada vez más pequeña a medida que me alejaba.

Si era sincero, no, no quería eso. No quería estar solo, pero... era lo correcto.

— ¡Jisung, te amo! ¡Me gustas, Jisung! — El grito de Minho me detuvo por completo —. ¡Te amo y prometo cambiar! ¡Cuando nos volvamos a encontrar, te conquistaré! ¡Seremos una hermosa pareja!

Lo estaré esperando, Lino.

— ¡También me gustas, Minho! — Grité de vuelta, con una sonrisa radiante —. ¡Cuando nos volvamos a ver, juro que seré una mejor persona! ¡Para ti y para mí!

¿Crees en el destino?

Ellos no, pero estaban poniendo las manos al fuego para que el destino los volviera a unir.

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