
🍁[04]🍁
El otoño comienza y con el llegan mis padres.
Soy Bertholdt Hoover, hijo del hombre más rico de la nación sin nombre.
La gente cuenta que está nación nació por una guerra hace 75 años.
Yo tengo 15.
Tengo una hermana menor, Mikasa Ackerman, es adoptada. Pero eso la hace especial, ¿No?
Sus padres murieron hace unos 3 años, ella tiene 12.
Ella y yo somos los herederos de una gran fortuna.
Una fortuna robada.
Sí, robada.
Estoy seguro de que está fortuna fue robada,
¿Y qué hago yo?
Nada
Soy un estúpido mocoso.
O al menos así me llama mi padre.
Mikasa dice que no le importa la fortuna de nuestra familia porque al final ella se irá de la casa.
Eso dice.
Y yo la apoyo.
Así que terminó siendo el único heredero.
A pesar de ello no me preocupo, al final esa herencia, esa fortuna
desaparecerá un día.
Estoy en mi habitación, Mikasa está durmiendo en su cama. Compartimos cuarto.
Estoy esperando a mis amigos, a Reiner y Annie.
Hijos de unos plebes, como les llama mi padre.
Carajo.
Estoy seguro de que ya vinieron pero mi padre los corrió.
Salgo silenciosamente del cuarto y bajo las escaleras.
Mi madres está fumando en la sala y mi padre está junto a ella leyendo un panfleto o periódico, como empezaron a llamarle.
Durante el verano mis padres se van al sur del país a ver sus inversiones.
Ayer regresaron, en la noche.
–Buenos días mocoso —me saluda. No tengo una buena relación con él
– Buenos días, padre, madr. —me voltean a ver, a leguas se ve que no me aman– ¿Has corrido a Reiner y Annie? –lo miro y suelta el periódico de 5 páginas
– Si —regresa la mirada al periódico–, no deberías estar con los hijos de esos plebes
–Son campesinos
–Lo que sean —no le gusta que le corrijan–, son pobres.
–Vengo en un rato —me doy la vuelta
–¿A dónde vas? —me pregunta mi madre
–A ver a Reiner y Annie —me pongo los zapatos– Mika está durmiendo. Vengo en una hora.
Me salí.
No me siguen.
Porque no me aman.
La ciudad es muy diferente a como dicen que era hace 75 años.
Dicen que antes solo eran casas y refugios.
Dicen que existian unos mounstros llamados Titanes.
Estos medían de 3 a 15 metros,
tenían el aspecto de un hombre
y comían humanos.
Yo no creo en esos cuentos.
Yo creo en la cruda realidad.
La realidad en la que personas mueren cada día por la falta de alimentos.
La realidad en la que hay asesinatos.
La realidad en la que ya hay dinero.
La realidad que algún día nos llevará a la guerra.
Veo a un chico si se le puede decir así todavía, de unos 20, se ve que es pobre, pero seguro es unos de esos ladrones de alimentos.
Seguro que lo es.
Van dos chicos con el, una chica de unos 17, de cabellos rojos, ojos esmeralda y con una mirada infantil pero muchas marcas de dolor en los brazos y cara.
El otro tiene cabello rubio-cafe, no sé. A él no lo puedo ver bien.
Se ve que son del SUBTERRÁNEO.
Una pobre ciudad en este país.
Sigo mi camino llegando a una tienda donde hay una mujer con cabello negro sujetado en una coleta que descansa sobre uno de sus hombros.
–Buenos Días joven Hoover. ¿Que vas a llevar? —es la señora Carla. Esposa de Grisha Jeager y madre de Eren Jeager.
Solo compré comida y me dirijo a los campos de comida dónde los veo trabajando.
Desearía que tuvieran mejores vidas.
Ellos me ven y dejan su trabajo para acercarse a dónde estoy.
–Hola Bertholdt —me saluda Annie con la cara sucia, llena de polvo pero con su típico peinado.
–Hola Bert —me saluda Reiner
–Hola chicos
Nos vamos a unas colinas que ven el campo.
Comemos un poco y hablamos.
Estos pocos momentos son los que disfruto.
Claramente todo tiene un fin.
Pero este no fue malo.
Vemos a una chica de unos 14 años correr hacia nosotros, lleva un vestido blanco nada más arruinado por manchas de sangre que también cubrían su rostro.
Llevaba un pie lastimado también.
Reiner y yo nos levantamos a ayudarla pero se veía que tenía miedo pues se alejo.
–¿Quien eres? —le preguntó
–Ymir —fue lo único que dijo con un hilo de voz– Ayúdenme... Me van a matar...
La levantamos y caminamos hacia una cabaña en pleno bosque.
Ahí vive una vieja amiga de Annie.
Sasha Blouse.
O mejor conocida como La Cazadora de la Flecha o Flecha Cazadora.
Ella es la mejor cazadora del país y solo ocupa un arco.
Annie toca la puerta y esperamos.
Sale una chica con coleta de cabello castaños.
Ella y Annie se saludan cuando nos ve nos dice que pasemos.
Veo a la chica, que está sobre un sofá, que es una silla con almohadas según yo, tiene una mirada triste.
Estoy seguro de que ha sufrido.
La sangre está seca.
No son heridas recientes.
La única fresca y que sigue saliendo es de su pie.
Lo examinó con la mirada y me doy cuenta de que le lanzaron una flecha.
El doctor Jeager llega.
Seguro Sasha se fue corriendo a verlo.
Y fue así, pues entra después de el.
Nos dice que nos vayamos.
No pienso dejar a esa chica sola.
El doctor me dice que va a estar bien.
Así que salimos.
Ellos dos regresan a su trabajo y me dicen que irán a verme cuando sepan algo de la chica.
Regreso a mi casa donde Mika me está esperando en la entrada.
Está sentada en el piso con la espalda recargada en la pared.
–Pense que ibas a tardar más —me dijo
–Perdon —le digo ofreciendo mi mano para que se levanté
–A mi no me deberías de decir eso —me dice agarrando mi mano. Se refiere a mi padre.
–¿Para que? Si ni le importo
Se levanta y entramos a la casa.
Siguen en el mismo lugar.
Haciendo lo mismo.
Me pasó derecho y subo las escaleras.
Tengo razón
No le importó
No me dice nada.
Llegó a mi cuarto y le abro la puerta a Mikasa para entrar después de ella.
Cierro la puerta detrás de mi.
Me dirijo a mi cama y me aviento.
–Oi que los del SUBTERRÁNEO están aquí —me dice. Seguro sabe que estoy molesto.
–Vi a tres chicos hoy pero solo son los ladrones de comida —le digo mientras me siento
–¿Que hiciste hoy? —me pregunta. Ella no sale de la casa. No sé porque. Pero nunca sale. Por eso siempre me pregunta el que hice.
–Ayude a una chica que llevaba una flecha en la pierna
–La llevaste con el doctor Jeager, ¿Cierto?
–Si
–Eso admiro de ti, Bert. Que ayudas a quien lo necesita.
Somos esos hermanos que se cuentan todo y tienen la vida junta.
A ella le van a hacer un compromiso el mes que viene.
Ella no sabe.
Yo tampoco debería saberlos, pero lo sé.
La vida es cruel.
Pero hermosa a la vez.
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