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*ੈ✩𝐂𝐡𝐚𝐫𝐩𝐞𝐫 19⋆ ☄.
-ˋˏ Campamento bajo ataque ˎˊ-
↪ Kayden, por enésima vez, forcejeaba contra las cintas que lo aprisionaban, pero era inútil. Aizawa las había ajustado con la precisión de un cirujano. La imagen de su padre se cernió sobre él, su voz resonando en sus oídos: "Te lo mereces".
Había cavado su propia tumba con sus comentarios indirectos hacia Aizawa. Desesperanzado, Kayden dejó de luchar y se sumió en un incómodo sueño, atado y solo. La oscuridad que lo envolvía parecía absorber sus últimas fuerzas, pero una extraña sensación de calma lo invadía. Entre sueños, una voz insistente, como un eco lejano, intentaba despertarlo, pero él se aferraba a la oscuridad, buscando un refugio en el olvido.
—¡Oye, despierta! ¡Ya!
El grito de Kota fue como un balde de agua fría que lo sacudió hasta los huesos. Abriendo los ojos de golpe, se encontró con la mirada intensa de Mini Bakugo, que lo observaba con una impaciencia casi tangible. El silencio de la noche, roto por aquel llamado, parecía aún más intenso.
—¿Niño, por qué no estás durmiendo?—Inquirió Kayden, frunciendo el ceño.
Kota solo lo miró de reojo, soltando un ligero gruñido de fastidio.
—Como sea, ayúdame a bajar de aquí.
—Que esté despierto no es de tu incumbencia—Replicó Kota, acercándose al árbol y desatando el nudo con una sonrisa maliciosa.
Kayden perdió el equilibrio y cayó de cara, provocando una carcajada incontrolable en Kota.
—¡No te rías, mocoso!—Exclamó Kayden, frotándose la nariz mientras se ponía de pie—¿Qué hora es?
—Son las cuatro de la mañana.
El azabache abrió los ojos de par en par, sobresaltado. ¿Qué demonios hacía ese mocoso despertándolo a esas horas?
—¿Por qué mierda me despertaste?—Espetó, la voz ronca por el sueño.
—Me diste mucha lástima—Confesó el niño, con una sonrisa burlona que no lograba disimular.
—Te agradezco que me salvaras, mini Bakugo, pero los niños deberían estar durmiendo a estas horas.
Kota, lo miró en silencio durante unos segundos, sus ojos reflejando cierta indiferencia. Luego, volteó la mirada y murmuró con voz apagada:
—Solo... no puedo dormir.
Eso le recordó a Kayden cuando él tampoco podía dormir bien a su edad. Las pesadillas recurrentes lo despertaban con el corazón palpitando y la frente empapada de sudor. Solo la presencia tranquilizadora de Nezu, acurrucado a su lado, acariciando su cabeza con ternura, lograba calmar su mente y devolverle el sueño.
—Pero no necesito ayuda de un héroe—Dijo Kota con firmeza.
—Qué suerte tienes, porque yo no soy un héroe.
—¿No?—Volvió su mirada a Kayden, buscando en sus ojos una confirmación.
—No—Repitió—¿Te parece si nos quedamos aquí y conversamos un rato, así quizás te quedas dormido?—Propuso, deseando transmitirle la misma calma que Nezu le había brindado a él.
Kota asintió, preparándose para tocar el suelo, pero antes de que pudiera hacerlo, Kayden chasqueó los dedos. De la nada, surgió un sofá mullido y unas cálidas mantas, creando un rincón acogedor junto al árbol. La sorpresa de Kota fue evidente, pero la comodidad lo invitó a sentarse, y pronto se encontró relajado junto a Kayden.
—Mañana te van a regañar—Recordó Kota, clavando su mirada en Kayden.
—No importa, Aizawa no es tan malo, solo se hace el malito—Dijo Kayden entre risas, restándole importancia.
—¿Tú eres hijo del Director Nezu?
—Sí, soy adoptado. Fue un shock enorme cuando me enteré—Kayden sonrió con nostalgia—Tenía dieciséis años cuando mi papá me lo contó. Fue un golpe duro.
—Debió ser una sorpresa gigante.
—Sí, la verdad. Y tú, ¿tienes hermanos?—Preguntó mirando cómo Kota negó con la cabeza—Yo siempre quise tener hermanos, pero mi papá decía que con lo insoportable que era, no quería criar a más.
La conversación se fue apagando lentamente, sus voces mezclándose con el susurro del viento. Kota, con la cabeza posada sobre el brazo del chico, y este último sobre la suya, se entregaron al sueño, dibujando escena tan tierna que parecía sacada de un cuento.
↪ El reloj marcaba las cinco de la madrugada, cuando los estudiantes se despertaron, iniciando su rutina. Aizawa, sin embargo, hizo una excepción con Kayden, quien seguía profundamente dormido junto al pequeño Kota. Al fin, ambos despertaron y Kayden se dispuso a su peculiar entrenamiento. Sentado en el suelo, con los ojos cerrados, parecía sumido en una profunda meditación, una práctica que intrigaba a sus compañeros. Nadie comprendía del todo la naturaleza de su entrenamiento.
El sol comenzaba a despedirse, pintando el cielo con tonalidades cálidas y anunciando el fin de otra intensa jornada de entrenamiento. Tras saciar el apetito con una cena compartida, la clase se vio sorprendida por una propuesta de los adultos que hizo vibrar el ambiente: una prueba de coraje. La idea de unir fuerzas con la clase B para enfrentar juntos este desafío infundió en todos un entusiasmo inigualable, anticipando una noche que prometía ser inolvidable.
Kayden se retorcía en una espiral de inquietud, una sensación persistente de que algo fundamental se escapaba de su comprensión. Con la mirada perdida en la inmensidad del cielo nocturno, buscaba en las estrellas respuestas que no lograba descifrar. Tan absorto estaba en su introspección que el mundo a su alrededor se desvaneció. Ni las explicaciones del juego, ni la silenciosa partida de Aizawa con los estudiantes reprobados, lograron penetrar su burbuja mental.
Mandalay enumeraba las parejas que se adentraban en el bosque, se vio interrumpido de golpe por la irrupción de una banda de villanos. El ataque fue fulminante. Pixie-Bob, la heroína más cercana, cayó herida, su cuerpo inerte yacía en medio del caos que se desató. Kayden observó cómo algunos de sus compañeros se apresuraban a auxiliar a la heroína caída. Sin embargo, su mirada se fijó en Midoriya, cuya expresión de sorpresa contrastaba con la gravedad de la situación. Con un tirón brusco, lo arrastró hacia la profundidad del bosque, lejos del tumulto y de la batalla que se libraba.
—¿Kayden?—Murmuró Midoriya, sorprendido.
—Escúchame, siento la presencia de los villanos por todos lados. Estoy seguro de que después de mí, tú eres el más cercano a Kota—Dijo Kayden, su voz grave y firme, agarrándolo con fuerza por los hombros—Debes ir a buscarlo ahora mismo y protegerlo con tu vida. ¿Me oyes? No hay tiempo que perder.
Midoriya asintió con determinación, su mirada fija en la espesura del bosque. Mientras se adentraba cada vez más, Kayden corrió a toda prisa hacia los alojamientos, donde debería encontrar a Aizawa. Al llegar, se encontró con una escena inesperada: el héroe profesional era acorralado por un joven de cabello oscuro que lo atacaba con una ferocidad sorprendente.
Aizawa retrocedió ágilmente, esquivando las llamas que Dabi lanzaba con una precisión cada vez mayor. Sus ojos, normalmente apagados, brillaban con una intensidad inusual mientras buscaban una salida. Fue entonces cuando su mirada se cruzó con la de Kayden. Dabi, captando el intercambio, giró la cabeza con una sonrisa burlona.
—Así que tú eres el famoso Kayden—Espetó Dabi con una sonrisa burlona
—¿Te conozco o te debo algo?—Preguntó, confundido.
—Claro que no me conoces, al menos no todavía—Respondió Dabi su tono juguetón, escondiendo una intención más oscura—Me gustaría que lo hicieras.
—Qué directo, pero, cómo te explico que a mí no me gustan mucho los tipos quemados—Respondió con una sonrisa irónica—En fin, debo irme. Así que, adiós.
Kayden retrocedió unos pasos, dejando a los dos intercambiando miradas perplejas. Apenas se alejó, reanudaron su batalla. Mientras tanto, Kayden se adentró en la espesura del bosque, buscando a sus compañeros. Fue entonces cuando, entre las sombras, Midoriya, visiblemente malherido, emergía de los arbustos, con Kota a cuestas. El niño, pálido como la cera y con los ojos llenos de terror, se aferraba al héroe con todas sus fuerzas. Sin dudarlo, Kayden arrebató a Kota de los brazos del contrario, buscando en ellos el calor que el pequeño necesitaba con urgencia.
—Kayden, ¡Kacchan está en grave peligro!—Exclamó Midoriya, su voz temblorosa de la adrenalina—Ellos... están aquí por él.
La sorpresa se dibujó en el rostro de Kayden, pero pronto se desvaneció, dejando paso a una expresión gélida que erizó los vellos de Midoriya y Kota. Su aura, antes cálida y acogedora, se había transformado en una tormenta inminente, envolviéndolos en una sensación de peligro inminente.
—¿Kayden?—Llamó Kota con la voz entrecortada.
—Yo me encargo de Bakugo—Afirmó Kayden con firmeza, depositando a Kota en los brazos de Midoriya—Ustedes están malheridos, y no quiero ponerlos en peligro.
Midoriya abrió la boca para protestar, pero Kayden levantó una mano, interrumpiéndolo:
—Confía en mí, Midoriya. Yo me encargo.
Los tres vieron cómo una puerta de madera, antigua y desgastada, se materializaba frente a ellos. Se abría lentamente, como invitándolos a un lugar desconocido y lleno de misterio. Midoriya y Kota, con los ojos desorbitados, retrocedieron un paso. Kayden, sin embargo, los instó a entrar con una calma sorprendente.
—No teman, y entren—Les aseguró—Es el lugar más seguro que hay.
Kota, su rostro pálido, se aferró al brazo de Midoriya.
—Kayden, ten cuidado—Suplicó, la preocupación brillando en sus ojos.
Kayden asintió, observando cómo la puerta se cerraba tras ellos dos, sumiéndolos en una dimensión desconocida. La luz dorada que emanaba de la mano de Kayden palpitaba con una intensidad creciente, como un corazón cósmico a punto de explotar. Cuando finalmente estalló, el bosque se iluminó con un resplandor cegador, revelando rincones ocultos antes sumidos en la penumbra. El silencio que siguió fue sepulcral, roto solo por el eco lejano de la explosión. Kayden, avanzó con paso firme, su figura contrastando con la oscuridad que se cernía sobre el bosque. Se detuvo fijando su mirada en una rama de árbol.
—Vaya, vaya, espiar no es de niños buenos—Bromeó Kayden con una sonrisa pícara—¿No crees? Mi buen vestido, amigo.
—Veo que tendré que mejorar mis métodos de espionaje—Dijo Mr. Compress con una sonrisa burlona, sus ojos brillando con una extraña intensidad—Aunque lo que vieron mis ojos fue algo espectacular.
—Jamás te había visto, pero por lo que puedo deducir, trabajas para Shigaraki—Dijo Kayden, su mirada fija en el contrario—Me comentaron que venían por Bakugo, ¿eso es cierto? ¿O fue una elaborada farsa?
—¡Bingo! Nuestra intención jamás fue capturar a ese chico—Dijo Mr. Compress mientras hacía girar una canica entre sus dedos, su voz suave, pero cargada de una amenaza latente—En realidad, te queremos a ti, y por lo que acabo de ver, entiendo perfectamente la razón de tu captura.
Kayden permaneció inmóvil, su mirada clavada en Mr. Compress como un halcón acechando a su presa. El silencio se prolongó, denso y cargado de una tensión palpable. De pronto, exhaló un suspiro que pareció romper el hechizo, y una sonrisa lenta se curvó en sus labios. Era una sonrisa enigmática, que transmitía una calma tan profunda que resultaba casi inquietante. Mr. Compress, desconcertado por esa serenidad inesperada, frunció el ceño.
—¿Qué esperas? ¿No ibas a capturarme?—Kayden esbozó una sonrisa irónica—Parece que alguien se ha olvidado de sus líneas.
Mr. Compress curvó los labios en una sonrisa bajo su máscara. Con un ágil salto, descendió del árbol y lanzó una canica que se incrustó en el cuerpo de Kayden con la precisión de un francotirador. La esfera se contorsionó, atrapando al joven, quien solo lo miraba con tranquilidad.
—Lo admitó—Murmuró, su voz grave y resonante—Tienes un encanto, bastante atrayente.
𝐀𝐔𝐓𝐇𝐎𝐑'𝐒 𝐍𝐎𝐓𝐄/~♡
⇝ Imagines incluidas en la historia credito a sus respectivos autores.
⇝ Lamento posibles fallas autográficas.
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♡*:.。.𝐆𝐑𝐀𝐂𝐈𝐀𝐒 .。.:*♡
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