아홉 | 𝘋𝘪𝘴𝘵𝘶𝘳𝘣𝘪𝘰。
Estaba en la florería, eran las ocho de la madrugada y sentía cómo mi cabeza seguía maquinando aquello que pasó hace dos días atrás.
Estaba en la parte de atrás de la florería, me tiré en el suelo, con el concreto frío pegándome en la espalda, y aún así no pude sacudir ése sentimiento.
Llegué a la conclusión de que no podía hacer nada porque no tenía pruebas suficientes, ni siquiera tenía pruebas.
ㅡTobe...
Pero, no podía soportar el dejarla. Tampoco es que mi corazón me permitiera hacerlo, ella es una persona tan frágil...
ㅡHey, Tobe...
Si fuera una mala persona, tal vez la dejaría ahí en su miseria, pero no podía hacerlo... ¿qué clase de loco se queda mirando sin hacer nada?
ㅡ¡Tobe! ㅡel grito de mi compañero me hizo salir de mi trance, volviéndome a sentar de un salto en el sueloㅡ. Dios, hermano; te estoy hablando...
ㅡL-Lo siento... ¿necesitas algo?
ㅡAlguien ha venido a verte, una muchacha, ¿le dejo pasar?
"Pucca", pensé.
ㅡClaro, dile que estoy aquí atrás.
Asintió y se fué, dejándome solo nuevamente.
Crucé mis piernas cómo indio, y me quedé contando las espinas de un cactus gordo y pequeño, mientras me esforzaba por no mirar a la puerta hasta que ella pasara.
ㅡ¿Señor Tobe?
"Ésa no es su voz"; me repetí dos veces, hasta que volteé.
ㅡAh, Ching, buenos días ㅡdije, mirando a la recepcionista del conjunto de edificios en el que vivoㅡ. ¿Qué la trae por aquí?
ㅡVine a buscar un ramo de rosas rosas para pedirle a mi novio que me acompañe a la boda de mi prima ㅡexplicóㅡ. Y no pude evitar ver su foto en el cuadro de empleado del mes en el fondo... ¿puedo sentarme?
ㅡClaro ㅡdije, haciéndome a un ladoㅡ... iré a prepararte ése ramo.
ㅡNo, espere ㅡdetuvo mis movimientos tomándome del brazo derecho, le miré a los ojosㅡ. El señor Ssoso me comentó lo que usted está haciendo por Pucca ㅡtemblé al oír su nombre, y me sonrojé un poco, jamás he sido bueno escondiendo mis emocionesㅡ. Es muy generoso y bueno de su parte, creo que ella va a dejarse ayudar por usted.
ㅡSsoso también lo cree ㅡdije, antes de que ella pudiera decirlo.
ㅡConfiamos en usted... si necesita mi ayuda, con gusto puedo dársela ㅡle sonrió, levantándose del sueloㅡ. Fue un placer hablar con usted, señor.
Me sonrió saludándome y se fue por aquella puerta azul nuevamente. Suspiré y miré al suelo, pateando unas piedritas hasta sacarlas del concreto.
Sigo sin poder hacerme la idea de dejarla sola.
Han pasado dos días desde la última vez que hablé, cuando le pregunté de los ruidos, ¿qué otra excusa podría tener?
No podía olvidar sus bellos ojos, que me pedían ayuda a gritos, pero a los que no podía ayudar sin herir a alguien primero... y ése alguien sería su estúpido esposo.
Volví a casa temprano hoy y, cuando estacionaba el auto, pude ver las sombras en el departamento sobre el mío, de cómo ella estaba en el suelo cubriéndose.
Y él sobre ella, con sus manos echas puños.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro