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οκτώ | 𝘍𝘭𝘰𝘳𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘈𝘭𝘨𝘰𝘥𝘰́𝘯。

TOBE

        Seguía buscando con la vista. Aceleraba el paso y me detenía cuando notaba a Abyo detrás de mí. Quería llegar dónde sea que Pucca se encontrase, tomarla entre mis brazos y decirle que quería ir a casa. Me sentía cómo un niño pequeño, que llora porque extraña a su mamá.

        Según Abyo, mi rostro lleva una gran sonrisa boba ahora mismo. Y estoy más que seguro que eso ha sido porque ya la encontré. Pucca está a las afueras de una tienda de cosméticos, riéndose de las cosas que Ching debe estar diciendo sobre algunos correctores o algunas sombras. La embarazada se ve muy consternada por los precios del maqiillaje.

        ㅡBuenos días, señoritas ㅡles dice Abyo, mientras yo me mantengo un poco detrás de élㅡ. Mi amigo y yo queríamos saber si dos bellas damas cómo ustedes están disponibles.

        ㅡNo, no lo estamos ㅡcomentó Ching, tomando el brazo de Pucca entre sus manosㅡ. Disculpennos, caballeros; ¡pero estamos casadas!

        ㅡ¡Casadas, dices! ㅡmi abogado empezó a reír, y los demás también lo hicimos.

        Seguimos nuestra caminata, hasta que nos chocamos con una gran juguetería. Nos adentramos todos en ella, mirando todas las cosas a nuestro alrededor. Tomé una pequeña canasta de color azul, y le dije a Pucca que compraría algunos juguetes.

        ㅡ¿Qué vas a comprar? ㅡme preguntó, siguiéndome los pasos.

        ㅡQuería comprar unas muñecas para las gemelas de Ching ㅡcomenté, deteniendo mi paso para que ella pudiese alcanzarmeㅡ. Peluches, o juegos interactivos para bebés.

        Ella se me quedó viendo, reprimiendo una sonrisa. Cuando estaba a punto de decirle qué estaba pasando, ella se volteó y le pidió ayuda a una de las empleadas de la tienda.

        Nos señaló el final del pasillo, a la izquierda. Pucca le agradeció y vino a mi lado, indicándome los pasos. Cambié la canasta de lugar y dejé que se abrazara a mi brazo derecho.

        ㅡ¿Qué hay allá? ㅡle pregunté.

        ㅡLos juguetes de bebé que quieres ㅡrespondió, contentaㅡ. Vamos, ¡yo también los quiero ver!

        Revisamos todos los espacios posibles, hablamos de todos los jueguetes que vimos y nos llevamos bastantes de ellos en la canasta azul. Cuando estábamos a punto de ir a una de las cajas, Abyo llamó a mi celular para decirme que él y Ching estaban comprando dulces.

        Llegamos a la línea de cajas, mientras Pucca seguía acariciando los peluches y mirándolos con la sonrisa más hermosa que he visto en toda mi vida.

        Ya me lo he repetido, pero supongo que tengo que hacerlo otra vez. ¿Cuántas veces más tendré que hacerlo? No lo sé, no estoy seguro. Pero, tendré que seguir haciéndolo.

        Lo he anotado, me lo he puesto de recordatorio en el celular, me lo he dicho en el espejo, lo he pensado y repensado (una y otra, y otra, y otra vez) a propósito.

        Vivimos en el mismo apartamento. A veces, dormimos en la misma cama, bajo las mismas sábanas. Estamos juntos en el auto; cuando la llevo al trabajo o cuando la voy a buscar, cuando vamos de compras o sólo a pasear.

        A veces me pierdo... en sus ojos, en su forma de hablar, en su forma de ser, en las caricias que me da, en los apodos bonitos con los que me llama, en la suave melodía de sus risitas cuando está muy contenta. Perdido en un laberinto emocional del que no puedo salir sin su ayuda.

        ¿Acaso... me estoy enamorando? Sí, lo estoy haciendo.

        Me estoy enamorando de Pucca y, al parecer, soy el último en enterarse de ello.

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