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είκοσι | "¡𝘚𝘰𝘳𝘱𝘳𝘦𝘴𝘢!"。

TOBE

        ㅡ¡Buen día, querida vecina! ㅡle dije a RingRing, cuando estaba por entrar en su departamento y yo salía del míoㅡ. ¿Cómo estás?

        ㅡ¡Buen día, señor Tobe! ㅡme respondió con una sonrisaㅡ. Estoy muy bien, gracias por preocuparse. ¿Cómo está usted? ¿Está teniendo un buen día?

        ㅡEstoy bien, gracias. Y, también, estoy teniendo el día más perfecto del mundo ㅡle sonreí ampliamenteㅡ; bueno, tengo que irme. ¡Ten un buen día!

        ㅡ¡Gracias! ¡espero que su día siga siendo perfecto! ㅡme saludó, con muchos ánimos.

        En lugar de tomar el asensor, decidí bajar por las escaleras al ritmo de la canción más pegajosa que escuché en toda mi vida. Gracias, Meghan Trainor, eres fantástica.

        Llego en bicicleta al trabajo. Todos me esperan con los brazos abiertos, y me lanzo sin pensarlo a todos esos abrazos. Agrandamos la tienda con el trabajo del último mes y algo de dinero de mi divorcio, además ¡venden café en la nueva tienda de enfrente!

        Oh, mi sueño de alma vieja y amante de los libros cliché ha sido cumplido.

        Estoy listo.

        Le pido a uno de mis empleados que vaya a comprar dos cafés fríos con chocolate (y, también, le dí dinero para que les compre lo que quieran a los demás), a otro que se quedara en el frente, y los últimos dos (los más nuevos) me acompañaron a la parte de atrás.

        Estábamos acomodando las pequeñas mesas y las sillas desplegables. Linguini, Ho y Dumpling llegan diez minutos después de colocar las mesas y nos ayudan con el resto. Ching trae las velas para el pastel, Abyo trae parte de la comida y Ssoso el resto.

        Así es, si no se lo han visto venir, ¡hoy es el cumpleaños de Pucca!

        En menos de media hora, todo está completamente acomodado y listo. La tienda suele cerrar a esta hora, así que aquellos treinta minutos se los he dado libres a mis empleados; para que puedan cambiar sus ropas y venir a la fiesta.

        Pucca los adora. Siempre que puede, viene conmigo para hablarles y acompañarles.

        Admiro cómo quedó todo el lugar, y se me escapa un suspiro contento. Hablando con Ho, recibo un mensaje de Pucca, que dice que vaya a buscarla a la escuela porque su turno ha terminado.

        La fiesta no era muy grande, decorativa o con un gran gasto de dinero; pero todas las personas que la amaban y apreciaban estaban aquí... así que eso la hacía aún más especial que cualquier otra fiesta.

        El mes pasado llegaron unos pinos medianos, que crecerían un poco más para Diciembre. Le dije a Pucca que quería llevar uno a casa, así que después de que se cambiara sus ropas de escuela, fuimos a la tienda.

        ㅡ¡¡Sorpresa!! ㅡgritaron todos cuando la vieron entrar.

        Pucca se aferró a mí en cuanto dí mi confesión, lloró de felicidad mientras me decía que me odiaba (lo cuál sé perfectamente que era una vil mentira) y me daba suaves golpecitos en las manos.

        Horas más tarde, me levanté de mi asiento, llamé la atención de todos y esperé a que me prestasen la suficiente atención.

        ㅡCómo todos saben... ㅡempecé diciendo, un poco aterrado y nerviosoㅡ... el Go Rong está cerrado por renovaciones, por lo que esta es la única fiesta que hemos podido ofrecerte ㅡmiré a Pucca en mi última frase, con una sonrisaㅡ. ¿Podrías... ponerte de pie? Necesito darte tu regalo, pero también necesito espacio.

        Reí nervioso y ella rió a mi nerviosismo. Nos acercamos a un lugar poco alejado de las sillas y mesas. Ching estaba en la esquina, y empezó a grabar el momento más embarazoso de mi vida.

        ㅡ¿Me regalarás un pony? ㅡdijo, contenta y todos rieron.

        ㅡEse puede ser un buen regalo para cuando cumplas cuarenta años ㅡdije, asintiendoㅡ. En realidad... creo que tengo algo mejor. Bueno, yo lo considero mejor que un pony.

        ㅡOh, ¿de verdad? ㅡsus ojitos brillaron contentosㅡ. Cualquier regalo, mientras venga de tí, será mejor que cualquier otro.

        Todos esperaban expectantes a mi regalo.

        Después de un par de chistes, metí la mano en mi bolsillo trasero. Me arrodillé sobre una de mis rodillas y levanté la pequeña cajilla de color rosado, abriéndola frente a ella.

        Me temblaban las manos, pero su rostro de felicidad me hizo tranquilizar un poco.

       ㅡPucca... ¿puedo casarme contigo?

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