δώδεκα | 𝘝𝘪𝘦𝘫𝘰 𝘩𝘰𝘨𝘢𝘳, 𝘱𝘢𝘳𝘵𝘦 𝟣。
TOBE
ㅡBuenos días ㅡAbyo y yo dijimos, al mismo tiempo, a Clara y su abogado.
ㅡBuenos días ㅡrespondieron ellos.
Este día puede considerarse uno de los peores que tengo que pasar aquí. Hoy, el abogado de Clara, nos dió un comunicado oficial del juez de turno; en el que me daba el permiso de ir a buscar mis pertenencias a la casa que compartía con Clara.
No creo poder tomar mucho... pero tengo que hacerlo. Abyo dijo que sería bueno para ver en qué condiciones se encuentra la casa, y ver cuántas cosas puedo "reclamar" legalmente.
ㅡBien, Tobe... es la primera vez, después de casi diez años, en los que vienes a la casa, ¿cierto? ㅡpreguntó Minho.
ㅡSí, éso es correcto ㅡdije, sin pensarlo mucho.
Él siguió leyendo el papel oficial: ㅡLas cosas no han cambiado desde entonces, todo está cómo estaba cuando te fuiste. Nada se cambió de lugar, las habitaciones están iguales, no se hizo ninguna remodelación ni se llevó a cabo la construcción de una nueva habitación.
ㅡ¿Entraremos... todos?
ㅡ¿Quién, sino? ㅡpreguntó Clara, después de una risa irónicaㅡ. Yo tengo las llaves. Te recuerdo que es mí casa.
Y con ésa sonrisa arrogante, se volteó sobre sus tacones, y caminó los dos pequeños escalones hasta llegar al pórtico. Era pequeño, o bueno, lo suficientemente grande para tener una mesa y dos sillas de descanso. La puerta era azul, cómo las tejas del techo de la casa y alguna que otra ventana. El resto de la casa era blanca, como las cortinas que podían verse en el living.
Al entrar, me invadió un olor a limón agrio, ocultando detrás de él un dulce aroma a jazmines que siempre he hecho tener a la casa. Dentro de ésta, la primera cosa que podías ver, era la escalera amarronada que llevaba a las habitaciones.
ㅡIré a la cocina primero ㅡdije, señalando mi lado derecho con uno de mis dedosㅡ. ¿Abyo, me acompañas?
ㅡCon gusto, señor ㅡsonrió a mi cara de póquer.
Si bien somos amigos, él tiene que respetar su trabajo. Pero, el hecho de que me llame señor me hace sentir viejo, ¡y aún no lo soy!
La cocina sigue pintada de blanco, o al menos la recuerdo de ese color, aunque parece un color gastada y las manchas de humedad en una de las esquinas de la habitación, cada vez se hace más y más grande.
ㅡPensé que limpiarías éso ㅡdije, en un murmullo.
ㅡ¿Quieres que suba ahí, me caiga y muera? ㅡrió, de forma superior.
Tendría que haberlo dicho... tendría que haber dicho: "pudiste haber llamado a alguien más", pero no. No quería empezar una pelea que no podría detener.
De las cosas de la cocina, lo que era mío, ya fue llevado a Seúl. Personalmente me encargué de mis tazas y platos que mi madre había dejado en mi legado. Por suerte, pude salvarlos de Clara.
Volví al pasillo que daba a las escaleras, pero seguí derecho hasta cruzar la otra puerta. Ahí me encontré con el living.
El living era lo suficientemente grande para un sofá de tres asientos y dos sofás pequeños a los lados. El televisor estaba ahí, aunque por alguna razón lo veo muchísimo más grande que antes; las plantas que alguna vez estuvieron colgadas en todos lados fueron reemplazadas por... absolutamente nada.
Ya no había jazmines, sino jarrones vacíos. Ya no había fotos mías y de Clara, sólo había fotos de ella o clavos vacíos. Las cortinas ya no eran de color manteca, ahora eran blancas. El candelabro que colgaba del techo no tiene todas sus luces, de ocho luces, sólo tiene tres y la mala iluminación me hace doler la cabeza.
Del living pudimos pasar al comedor. La única cosa que ha cambiado, es la mesa de roble con las sillas del mismo estilo, aunque ahora son de un amarronado normal, y no tenían ningún brillo; igual que la mayoría de cosas en la casa.
Aunque no quiera hacerlo, tengo que ir arriba. Tengo que subir esas escaleras de una vez, y pasearme por la habitación en la que alguna vez dormí. No quiero hacerlo, pero los golpecitos insistentes de Abyo me están volviendo loco.
Así que, conteniendo la respiración y agarrándome fuerte de los lados de la escalera, empiezo a subir.
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