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δύο | 𝘝𝘰𝘭𝘷𝘦𝘳。

TOBE

        Tobe, casi treinta y seis años. Bienvenidos de nuevo.

        Ahora soy el dueño de la florería para la que solía trabajar; armo preciosos ramilletes para las muñecas de las jóvenes damas de los "bailes escolares", y otros ramos grandes para las personas que quieren confesarse a su verdadero amor.

        En un pueblito alejado de la gran ciudad de Seúl, llamado Sooga, algo alejado de las calles principales; se encuentra un complejo de apartamentos. Yo vivo ahí.

        Vivo acompañado; de mis recuerdos, de mi nueva compañera y una gatita muy traviesa, de mis vecinos y con gente que realmente me aprecia.

        Pero, ahora... después de casi cinco años (o seis, creo suponer), mi ex esposa me envió una carta. Quiere el divorcio. El divorcio definitivo, quedarse con la mitad de mis cosas.

        Aquel día, Pucca llamó con un grito.

        ㅡ¡Te llegó una carta!

        ㅡ¿A mí? ㅡle respondí, desde la habitaciónㅡ. ¿Puedes dejarla en mi escritorio?

        ㅡPor supuesto ㅡla oí decir, un poco mas cerca del lugar dónde yo me encontrabaㅡ. Viene de Japón, si quieres saber.

        Me quedé quieto, escuchando una de mis canciones favoritas en la radio de la cocina, que cada vez se oía más lejos. Fruncí el seño y salí de la habitación, encontrándome con Pucca revisando el resto de las cartas que habían llegado.

        ㅡ¿Dónde está? ㅡpregunté, bajito, cómo si fuese un secreto.

        ㅡAquí. Estaba revisando si había más ㅡdijo, tendiéndome la carta con media sonrosa.

        Tomé la carta y me metí en la oficina, cerrando la puerta tras de mí. La muchacha de cabellos negros que tanto me adora, había quedado detrás de la puerta. Leí y releí las palabras en la carta.

        Cuando la abrí, me encontré con la hoja que pedía mi presencia en una corte de Tokio, en Japón, para que firmara los papeles del divorcio que mi ex esposa estuvo tramitando a escondidas.

        Debo ir a Tokio, quedarme ahí, ir al juzgado, dar mis testimonios, firmar la declaración y recibir el divorcio definitivo. Por eso, en primer lugar, Clara y yo no quisimos separarnos oficialmente (con papeles, quiero decir); porque es demasiado enredoso y ninguno de los dos quiere estar metido en eso.

        Pero, al parecer, ella ha tenido tiempo libre. Mucho tiempo libre.

        La familia que tenía está en Yokio, una familia que no me quiere en absoluto. El trabajo que solía amar está en Tokio, un trabajo del que ya no soy parte. La casa en la que viví mucho tiempo está en Tokio, una casa que ya no quiero volver a pisar.

        No recuerdo cuánto tiempo ha pasado desde que obtuve la carta y la respondí, supongo que han pasado dos semanas... pero, sigo sin estar seguro.

        Los días pasaron sin que yo me diera cuenta de ellos.

        Ahora, estoy leyendo la carta de nuevo, pues no tuve el valor de lanzarla a la basura. Además, necesito releerlo bien, para darme cuenta que es la realidad que me toca vivir ahora mismo... ese papel está ahí, parece tener vida, y me acecha cada que puede.

        El golpeteo en la puerta me hizo levantar la cabeza.

        ㅡ¿Puedo pasar? ㅡla dulce voz de Pucca llama desde el otro lado.

        ㅡPor supuesto ㅡdigo, al mismo tiempo que dejo la carta en el cajón.

        Ella entra con un vaso con agua. Me sonríe y se acerca a la silla en la que estoy, palmea mi hombro con suavidad y siento que podría ponerme a llorar en cualquier momento.

         ¿Por qué estas cosas tienen que pasarme a mí? ¿Por qué ahora?

        ㅡ¿Te encuentras bien?

        ㅡClaro, estoy contigo, ¿no? Todo es bueno cuando estoy contigo.

        ㅡPero, te ves muy decaído.

        ㅡLo sé ㅡsuspiré, intentando sonreírㅡ. Es sólo que... sucedió algo en Tokio, y tengo que ir a ocuparme de eso.

        ㅡSabes que voy a apoyarte en lo que necesites. Incluso... bueno, mejor diré, iré a Japón contigo ㅡdijo, con una sonrisa.

        ㅡ¿Y tu trabajo? ¿Y todo lo demás?

        ㅡPodemos dejar a Yani con Ssoso, mis tíos pueden ocuparse de la casa, y seguro que tienes algún "As" bajo la manga que pueda ayudarte con la florería. Serán un par de días, ¿no? O lo que tengamos que tardar ㅡme sonrió, entrelazabdo sus dedos con los míosㅡ. A los dos nos haría bien dejar Seúl por un rato.

        ㅡSí... supongo...

        ㅡTobe ㅡmurmuró, acercándose un poco más a míㅡ, ¿puedes decirme qué sucede con esa carta? Desde que llegó, has estado muy distraído, muy... triste.

        Es suficiente. Es hora de decirle la verdad. Es hora de que me conozca... es hora de que yo sea el que llore sobre su hombro.

        ㅡAl igual que tú, cariño, yo también estuve casado. Me separé de mi ex esposa cuando me dí cuenta que ella era demasiado abusiva conmigo ㅡle expliqué, en breves palabrasㅡ. Intenté dar lo mejor de mí, pero ella quería un poco más. No la culpo... hay cosas que yo también quería, y me enojaba con ella cuando no las obtenía ㅡlevanté la vista hacia Pucca, seguía mirándome, concentrada en mis palabrasㅡ. Cuando te conocí, aquella tarde en el súper, hacía casi dos meses que había escapado de Tokio y mi pasado. Quería empezar de nuevo, quería amar otra vez... pero...

        ㅡNo te culpes; ella no ha sido la que ha tenido que rehacer su vida en otro lugar, dejando atrás todo lo que conoce ㅡmurmuró, cómo si me contase un secretoㅡ. ¿Por qué sigue enviándote cartas?

        ㅡNo me malinterpretes, ni lo hagas con la situación ㅡnegué rápidamenteㅡ. Ella y yo no somos nada, no tenemos nada. No quisimos firmar unos papeles de divorcio, porque era demasiado tiempo con los papeles y yo quería salir de esa casa lo antes posible. Le dejé todas mis cosas, mi dinero, casi hasta mi vida. Ella no me quiere de vuelta, seguro sólo quiere dinero. Dinero que podría obtener fácil con el divorcio oficial.

        ㅡTe entendí, tontito ㅡrió bajitoㅡ. Es sólo... me molesta un poco.

        Me reí a sus celos, ella me golpeó un poco el hombro.

        ㅡ¿Sabes...?

        ㅡ¿Mh?

        Tomé sus dos manos, dejando un beso en ellas.

        ㅡTe necesito junto a mí, ahora más que antes ㅡme detuve unos segundosㅡ. ¿Vendrías a Tokio conmigo?

        Se quedó en silencio por un rato. Luego, una enorme sonrisa apareció en su rostro, sus ojos brillaban tan hermosamente... quisiera verlos así por toda mi vida.

        Empezó a saltar, contenta: ㅡPor supuesto, ¡serán cómo nuestras primeras vacaciones juntos!

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