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έντεκα | "𝘛𝘶́ 𝘦𝘳𝘦𝘴 𝘮𝘪 𝘤𝘢𝘯𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘧𝘢𝘷𝘰𝘳𝘪𝘵𝘢"。

PUCCA

       Tobe estuvo inquieto toda la noche.

       Se movió de un lado para el otro, se sentaba y se recostaba, intentaba dormirse y volvía a despertarse al poco tiempo para volver a cumplir con el ciclo. No quiso incomodarme, y las veces que desperté a ver qué ocurría, se disculpaba de inmediato cómo si hubiera hecho algo realmente malo.

       ㅡSon las seis de la mañana, ¿qué estás haciendo? ㅡmurmuré, frotando mis ojos..

       ㅡLo siento, ¿te desperté, otra vez?

       ㅡNo, no he dormido en toda la noche.

       ㅡPerdóname, es mi culpa.

       ㅡNo me pidas perdón, está bien ㅡacaricié su brazo.

       Él estaba sentado en la cama. Con las manos sobre sus muslos, y su espalda algo encorvada.

       ㅡAún estoy con el tema de los papeles del divorcio en la cabeza. No me dejan en paz. Aparecen en mis sueños y los convierten en pesadillas.

       Le sonreí: ㅡLo sé, y no te culpo. Pasé por lo mismo cuando tuve que hacer mis papeles de divorcio.

       Dejó salir un suspiro, me levanté y me senté en la cama. Rebusqué mi celular debajo de las almohadas y luego lo dejé en la mesa de luz. Volteé a ver a Tobe una vez más, él seguía con la cabeza gacha.

       ㅡ¿Quieres que haga algo por tí? ㅡpregunté.

       ㅡNo, gracias. Deberías dormir un poco.

       ㅡNo dormiré hasta que estés bien. Tú también debes dormir.

       ㅡLo lamento, de verdad...

       ㅡDeja de disculparte, por favor. Estamos juntos en esto, ¿sí? ㅡpedí, tomando su rostro entre mis manos. Cuando me miró, le regalé una pequeña sonrisaㅡ. Todo está bien. Sé que no te gustó volver, sé que no te gusta estar aquí, y sé que no te gustará estar frente a un juez en un par de días. Te conozco, cielo... pero, debes ser fuerte. Por mí y por nuestra pequeña bebé, Yani.

       Éso último que dije le hizo sonreír, y a mi también. Bajé mis manos a sus manos y las apreté un poco. Él volvió a perder su sonrisa, y eso me alarmó por un segundo.

       ㅡIntenta preocuparte menos por ello, ¿qué otra cosa podría salir mal?; te quedarás con la mitad de las cosas de la casa porque están casados, y si no quieres nada; puedes venderlo todo.

       ㅡ¿Y qué haremos con el dinero?

       ㅡEl dinero es tuyo, Tobe. Tú haces lo que quieras con él.

       ㅡEs nuestro ㅡvolteó a mirarme y apretó mis manosㅡ. Tú vives conmigo, yo vivo contigo. El dinero será nuestro, no sólo mío.

       ㅡEstá bien ㅡme reí a sus énfasis, y eso lo hizo sonreírㅡ... nuestro dinero.

       Llevé mis manos a las esquinas de la cama, suavemente arreglando los lados y frotando los pies de Tobe en el proceso, algo que le hizo cosquillas y pude oír su suave risa.

       Sus brazos, sus manos; un pequeño masaje en los hombros, hasta que tomó mis manos y las llevó a su pecho. Sus latidos eran suaves pero, aún así, parecía nervioso.

       ㅡDéjame encargarme de ésto, cariño ㅡmurmuré, atando sus cabellos en una coleta más alta.

       ㅡGracias.

       ㅡNo hay de qué ㅡbesé su frente, robándole otras risitas suavesㅡ. Intenta dormir, cantaré tu canción favorita.

       ㅡTú voz es mi canción favorita ㅡmurmuró, entre dientes, escondiendo la cabeza en mi cuello.

       No emití ninguna palabra, sólo un suave tarareo.

       Mientras intentaba concentrarme en la melodía de la canción, Tobe se movió un poco y volvió a mirarme, entre toda aquella oscuridad, directamente a los ojos. Besó mis labios, acariciando mis manos y brazos, llevando sus manos a mi cintura.

       Aquella madrugada no pude evitar entregarme a él. Entregarle mi cuerpo y alma. Mi corazón ya era suyo, por supuesto... y, mientras pasaban las horas en el pequeño reloj que se encontraba en la mesa de al lado, susurré repetidas veces que lo amaba.

       No había nada más cierto que sus lágrimas cuando lo dije. No había nada más cierto que su amor por mí. No había nada más cierto que todo lo que sentía por él.

       Lo amo. Mucho. Y tal vez demasiado, también. Y pienso salvarlo del hoyo negro en el que se está hundiendo lentamente... aunque sea eso lo último que haga.

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