ㅡ¿Dónde deberíamos buscar primero? ㅡme preguntó, una vez dentro del elevador.

    ㅡRing me pasó las direcciones por las cuales el tipo fue con los perros, luego el lugar dónde lo encontraron ebrio, ahí es dónde termina el recorrido. Deberíamos revisar el lugar dónde los perdió primero, ¿no crees? ㅡle pasé mi celular, para que pudiera ver las direcciones.

    ㅡ¿Qué son éstas de aquí abajo? ㅡle escuché preguntar, mientras bajábamos del elevador y yo revisaba cuáles eran las llaves de la entrada y las de mi camioneta.

    ㅡLos azules son lugares dónde los otros dueños hallaron a sus perros, y los rojos dónde la policía encontró perros; dos de ellos resultaron ser de dos chicos que habían contratado al ebrio para pasear a sus perros ㅡabrí la puerta principal, ella me pasó el celular con una mueca.

    ㅡ¿Acaso "el ebrio" no tiene nombre? ㅡpreguntó, con una ceja alzada.

    ㅡSi lo tiene, no lo sé. Ring simplemente lo llamó bastardo un par de veces... y, bueno, otros tantos.

    ㅡ¿Sólo un par?

    ㅡDijo más insultos ㅡabrí las puertas de mi camioneta, ambos entramos a la vezㅡ. Pero no quiero repetir ninguno, me he negado a hacerlo hace dos años. No vaya a ser que deje de lado mi récord, ¿no?

    ㅡSupongo que dejar monedas en una lata cada vez que dijeras una grosería sí funcionó ㅡrió leve, pasándose el cinturón de seguridad por el pecho.

    ㅡBueno, gracias a éso conseguí el increíble apartamento que tengo hoy ㅡdije, mientras reía, entonces ella empezó su monólogo de por qué su apartamento era más increíble que el mío.

    Pucca y yo llevamos una relación de amistad muy parecida a la que tengo con Ssoso, sólo que con ella es un poco diferente, ya saben, por su esposo abusivo.

    Hace seis meses empezamos a hablar con más normalidad, y más tranquilidad, sin el miedo de que alguien fuera a descubrir nuestros planes, ya que teníamos formas increíblemente increíbles de enviarnos mensajes.

    A veces, cuando estaba fuera o trabajando, me tomaba un tiempo y la llamaba desde un teléfono público, así mi número no quedaría registrado en el teléfono de su apartamento. Cuando estábamos en nuestros asignados departamentos, y más ahora que ha empezado el frío, ambos nos enviamos pequeñas cartas que luego ella suele devolverme o quemarlas si su esposo está cerca.

    En una pequeña canasta de paja que ella baja con una soga desde su balcón al mío; nos envíamos algunos mensajes. Tal vez una taza de té, una reseña a alguna comida, libro o película, alguna recomendación sobre la cena o qué libro leer, preguntas frecuentes y distintos tipos de cosas más que solemos hacer sin que nadie lo sepa...

    He intentado que Ssoso y Pucca arreglen las cosas, pero he visto un poco más en ambos que un simple desacuerdo; cada cosa pequeña que hizo a Pucca feliz alguna vez, su esposo logró destruírla. Me inquietaba la idea de cuántas relaciones más había cortado y alejado sólo porque a su esposo no le convenía que aquella persona supiera de todos sus secretos.

    Recuerdo el primer día que llegó a casa empapada en llanto, se aferraba a sus propios brazos cómo una niña pequeña perdida a su juguete favorito, y no me dejó rodearla con mis brazos para brindarle cálidez y apoyo... simplemente se recostó en la cama de la habitación de huéspedes y durmió casi dos horas. Era increíblemente horrible cómo él se deshacía de todo lo que ella amaba, hasta el punto de quebrarla de ésta forma...

    Pero es una lástima que ése abusivo no pueda deshacerse de mí.