—No puedo creer que dijeras eso, ni siquiera que lo pensaras. Hubiera esperado eso de cualquiera, hasta de Taemi, pero no de ti.

Sus palabras le dolieron a Taehyung, Y Hoseok lo sabía. Era su intención que le dolieran tanto como a él le dolió.

—No, Hoseok. Tú no entiendes. Yo... Yo me muero por hacerte el amor —exclamó en un susurro, tomando el rostro del aludido entre sus grandes manos, también buscando su mirada, inclinando la cabeza.

Hoseok se negaba a la idea de mirarlo a los ojos, pero algo en los ojos del menor lo llamaban a gritos, quizás las pestañas, quizás la sinceridad y ternura que sentía en su voz. Intento poner resistencia y alejarse del toque en sus mejillas.

No pudo evitarlo. Sus ojos se encontraron y solo pudo leer tristeza, culpabilidad y hasta lo frágil que se sentía Taehyung ante él. Le estaba pidiendo perdón con la mirada.

—¿¡Qué no entiendo!? —exclamó frustrado—. ¿¡Qué tú crees que tengo sexo con cualquiera!? Que soy una puta ¿Que me acuesto con quién se me atraviese? ¿¡Eso!? ¿Eso es lo que no entiendo? —terminó alterado y con voz rota.

Las lágrimas se desbordaban de sus ojos, mojando sus mejillas y parte de las manos que las sujetaban. Taehyung atajaba la mayoría, tratando de secarlas, pero era inútil, estas eran reemplazadas por más y más.

Hoseok se sentía mal, horrible, débil, su orgullo estaba herido, por no decir roto. Él jamás lloraba. Pero ya era la segunda vez que lloraba por el mismo chico, y la primera frente a él. ¿Por qué le afectaba tanto lo que Taehyung tuviera para decir de él? ¿Por qué le afectaba lo que pensaba de él? Hasta ese día no sabía lo que era llorar sin restricción. Siempre creyó que ninguna persona la había afectado tanto como para llorar frente a alguien, frecuentemente es él quien deja llorando a la gente.

Su orgullo Jung estaba herido. Estaba llorando por Kim Taehyung, por segunda vez y solo por su opinión sobre él. Debería vengarse, hechizarlo, odiarlo, cualquier cosa menos llorar. ¿Qué le pasaba? Él no era así de débil, nunca se deja derrotar. Se sentía destrozado.

—No, Hoseok. Sé que no eres una puta, ni que te acuestas con todos. No creo eso de ti. Sé que eres mucho más cariñoso de lo que muestras, solo que —soltó el rostro de Hoseok para luego alejarse dos pasos hacia atrás para ahora pasar sus manos por su cabello desesperado por el llanto del mayor, nunca se imaginó en esa situación—. ¡Arg! Solo lo dije para que te enojaras y no siguieras insistiendo porque si no-

—¡¿No era más fácil decirme que no, que no querías y ya?! ¿¡Qué no me deseas!?

—¡Es que no puedo decirte que no! —exclamó de igual manera sorprendiendo al mayor—. No puedo decirte que no —dijo en un tono de voz más bajo—, porque te quiero y... también te deseo. ¡Mierda, Hoseok! —volvió a acunar la cara de aludido, viendo los ojos brillantes del mayor—. Te quiero más que a mi vida, ¿cuándo lo vas a entender?

—¿Entonces? —murmuró calmado. Le era casi imposible no ceder ante Taehyung, pero no le molestaba, al menos no tanto. Le encantaba la cercanía del menor, el choque del aliento mentolado sobre sus labios, sus ojos brillantes, sus besos, sus caricias, incluso su cuerpo caliente, quemando al del mayor al contacto. Si sentían lo mismo, entonces: ¿Por qué se detuvo?

—El problema no es que no quiero, es que no puedo —respiró hondo—, soy virgen y me daba vergüenza decirlo.

A Hoseok se le ablandó el corazón.

—Ay, Tae... Yo también lo soy —admitió en un susurro tímido.

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