cuatro
El Alfa cargó a su Beta para sacarlo de la tina y del baño. No dejaron de besarse en ningún momento, Yoongi lo dejó en la superficie mullida de la cama mientras Jimin se aferraba a la idea de no soltarlo nunca. Pero más que ser un acto apresurado, en realidad ninguno tenía prisa. Nunca la tenían a la hora de amarse. Se tocaban con todo el afecto que se tenía el uno por el otro. Jimin solo podía decir su nombre en quejidos de placer mientras sus piernas eran acariciadas por el Alfa, aunque él no se quedaba atrás. El Beta jadeaba en su boca, siendo esto el fuego que encendía por completo el deseo de Yoongi. Finalmente se fundieron en un beso apasionado y hambriento, las manos del Beta recorrieron los brazos de Yoongi, subiendo hasta llegar a su nuca donde lo tomó para profundizar el beso.
El Alfa gruñó en su boca, y abandonó sus labios, encaminándose de nuevo a su mandíbula, mordiendo y lamiendo aquellas áreas sensibles. Comenzó a mover las caderas, creando una fricción placentera y Jimin echó la cabeza hacia atrás para darle más acceso a su cuello. Escuchó un ligero ronroneo venir de la garganta de Yoongi y eso le provocó una sonrisa que desapareció cuando una mano del Alfa se presionó en su zona íntima, tomándolo y apretándolo. Gimoteó, disfrutando de ser tocado por su esposo y abrió más las piernas para que sus dedos mágicos entraran despacio en su interior.
—Oh —Jimin entrecerró sus ojos, cegado por la candente estimulación—. Y-Yoongi...
Yoongi admiró el rostro de su Beta. Una leve capa de sudor bañaba la frente de Jimin, sus labios abiertos dejaban escapar suaves gemidos, una bendición para sus oídos, tenía el cabello plateado revuelto y la respiración agitada. Era una vista agradable que, gracias a la luna, tenía la dicha de ser expectante. Sacó sus dedos, pero antes de escuchar las quejas de Jimin, se adueñó de sus labios al tiempo que se alineaba en su entrada. El Beta volvió a gimotear, estaba sintiéndose necesitado de más contacto.
La estrecha cavidad de Jimin lo envolvía de una manera tan caliente que perdió el control. Rasguños en su espalda, un par de buenos muslos enredados en su cadera, mordidas en su hombro, gemidos en su oído; eran demasiados incentivos los que su pareja debajo de su cuerpo le brindaba a la hora del sexo. El Alfa gruñó aumentando la velocidad de sus estocadas y se deleitó con los bellos sonidos agudos que el Beta liberaba sin cuidado.
Sus respiraciones se mezclaron. Las penetraciones que propinaba Yoongi eran tan fuertes que el sonido de sus pieles chocar con brutalidad enviaba constantes ecos en la habitación. Era excitante para los dos. Jimin jadeaba fascinado mientras Yoongi ingresaba una y otra vez, todo sin olvidarse de que era algo que ambos debían disfrutar. El Alfa siempre hallaba el punto débil en su cuerpo, besaba su cuello, dejaba incesantes mordidas en él y le susurraba al oído lo bonito que era.
Se besaron con necesidad, Yoongi ayudó a Jimin con su libido y este se apretó a él como agradecimiento.
Un familiar cosquilleo se asomó en el vientre del Beta, lloriqueó pidiendo más, y por supuesto, Yoongi no dudó en entregárselo porque su tarea principal era complacer a Jimin en lo que quisiera. El Alfa mordió el labio inferior de su Beta y continuó moviéndose ferozmente dentro de él, sintiéndose también en el borde del placer. Los dos estaban cegados por sus instintos. Eran rudos y apasionados, a los dos les gustaba que su coito fuera así.
Las paredes internas de Jimin se ciñeron muy bien entorno al falo grueso de Yoongi que en el momento menos esperado liberó su esencia dentro del Beta.
—Maldita sea... —siseó Yoongi—. Oh, Jiminie...
Jimin perdió el aliento y alcanzó su punto un poco después que su Alfa. La mano de Yoongi se llenó de su líquido viscoso pero a ninguno pareció importarle porque estaban tratando de recuperar la calma.
Juntaron sus frentes sudadas y compartieron el mismo aire, sus pechos subiendo y bajando de manera frenética. Los latidos de sus corazones estaban acelerados y era imposible que dejaran de mirarse fijamente.
Al estar tranquilos y complacidos en ese sentido, Jimin se debatió en si decir o no lo que quería expresar. Pero el Alfa fue rápido en adivinarlo y le indicó que lo hiciera, que él lo escucharía. Y Jimin sabía que eso era cierto, Yoongi podía ser de pocas palabras, pero nunca eran en vano sus conversaciones. Así que en medio de las sábanas, Jimin recostado en la cama y Yoongi a su lado apoyando todo su peso en su codo, el Beta empezó a contarle sobre sus últimos pensamientos. Le explicó su inseguridad y las razones, le habló del miedo que tenía de estancarse en un mismo lugar para siempre y olvidarse de lo que era esencial en su vida: su familia.
"He sentido lo mismo." El Alfa decía en su mente mientras peinaba su cabello desordenado. "Pasamos tiempos difíciles que posiblemente tardarán en olvidarse. Habrán más recaídas y momentos en los que la culpa nos invadirá. Siento que lo ideal es que siempre digamos lo que sentimos."
—Debemos reorganizar nuestros planes futuros.
—No perder la comunicación —manifestó Yoongi en voz baja—. Cuando te sientas mal, dímelo. Trataré de animarte lo más que pueda.
—Tus maneras de animarme son interesantes —sonrió Jimin, entre irónico y divertido. Pero volvió a ponerse serio, buscó la mano libre de Yoongi y la acunó con las suyas—. Alfa.
"¿Sí, Beta?"
—Yo te amo.
—También te amo —Yoongi se acercó para besar sus labios."Resolveremos los obstáculos juntos. Hay que hacerlo por nosotros y nuestros pequeños."
—Aceptar lo que pasó, dejar de culparnos, ¿verdad?
"No pensar en el «que hubiera pasado si…» Nada de eso."
—Por supuesto —concordó Jimin—. No pensar en el «hubiera» —repitió las palabras de su Alfa. Era lo que más le afectaba. «Si hubiera hecho esto...» Aquello no existía, debía reconocer la realidad y aceptar la pérdida. La aceptación del conflicto era importante.
"Debes saber que... Hablé con un representante del consejo hoy en la mañana y alguien más sustituirá mi lugar en las reuniones. Dejaré de realizar viajes de dos días cada semana y a partir de ahora estaré más tiempo en casa."
—Sé que es una tortura para ti cargar con el cuidado de los bebés sin ayuda —señaló el Alfa, pensativo."Perdóname por ser un egoísta, Beta. No volverá a pasar."
—No eres ningún egoísta, amor. —Yoongi suspiró fascinado, adoraba escuchar la voz dulce de Jimin decirle así. —Ellos te extrañaron, eso es verdad, pero te aman. Siempre te reconocen porque tú los amas igual.
—Ustedes son mi razón de vida.
El Alfa volvió a besarle. Era tan delicado al tocarlo antes y después de hacer el amor, Yoongi nunca dejaba de tratarlo con afecto.
—Aprovechando que hoy andas más hablador que de costumbre —farfulló Jimin una vez que se separaron—, ¿te gustaría decirme cuándo dejarás de tocar mi cicatriz?
—¿Te incomoda que lo haga?
—No... Bueno, sí. No lo sé en realidad —admitió el Beta—. Siento que un día encontrarás un par de piernas más bonitas y dejarás las mías en el abandono.
Fue imposible que lo hiciera, pero Yoongi empezó a reírse.
—¿Qué...?
—Es ridículo, ¿cierto? —murmuró el Beta, sintiéndose avergonzado. Jamás había sido alguien celoso, los lobos no solían serlo. Fue un pensamiento fugaz que terminó diciendo en voz alta—. Olvida lo que dije, hay que dormir —Jimin se dio la vuelta, dándole la espalda a su Alfa, y presionó los ojos. Tenía que decir alguna estupidez para arruinar el momento romántico que se tenía con su pareja, solo eso le faltaba, añadirle su toque de Beta torpe a la conversación para volver la situación absurda y parecía que ya lo había cumplido en menos de lo esperado.
Detrás de él, Yoongi deslizó su brazo por su cintura y enterró su cara en su cuello. Suspiró fuerte en ese lugar oculto, provocando que Jimin se estremeciera, y entonces empezó a transmitirle un largo mensaje a través de su mente.
"Hace diez años me enamoré de un pequeño Alfa con mejillas de cereza. Era un lobo adorable que usaba flores en su cabello y hablaba con las hadas del bosque. Tres años después ese Alfa se volvió mi Beta." Agarró la mano de Jimin para alzarla a vista de ambos y ahí se veía una bonita sortija ubicada en el dedo anular. El Beta puso atención a las palabras que se escuchaban en su cabeza, no existía nada más gratificante que oír a su reservado Alfa recitar su historia de amor para consolarlo. "Siete años más tarde formamos una manada a la cual juramos proteger. Ese valiente Beta luchó una vez para proteger a nuestros pequeños, él era capaz de morir por ellos, y una marca de guerra quedó grabada en su piel desde entonces. Marca que representaba su fuerza y valor, que solo significaba el profundo amor que le tenía a su propia sangre. Ahora él está a mi lado siendo la mejor criatura que pudo entrar a mi vida."
—Eres perfecto para mí en todo el sentido de la palabra, no dudes de tu belleza y demás cualidades que van más allá de lo físico. Esa cicatriz refleja tu coraje, merece ser adorada porque es el resultado de un sacrificio que estuviste dispuesto a tomar para salvar a los tuyos. Sabes lo bueno que eres, Jimin. Tu seguridad es lo que amo de ti. Te admiro demasiado. Encuéntrate y me encontrarás.
En el rostro del Beta se dibujó una diminuta sonrisa que la luz de la luna roja en el cielo pudo apreciar. Nunca podría agradecerle a su deidad el que hubiese puesto en su camino a tan extraordinario Alfa, del mismo modo que el Alfa estaba dichoso de tener a un excepcional Beta. Ambos tenían la certeza de que sus almas tenían la determinación de apoyarse y aliviarse en los peores momentos, de tan sencillos conflictos hasta lo más grandes problemas. Aceptar como pareja que lo estaban haciendo bien y que individualmente lo harían mejor. Todo por el bienestar de la manada.
-Niny♡
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