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ɪɴɴᴏᴄᴇɴᴛ ʟᴏᴠᴇ

Jeon Jungkook tenía ocho años cuando conoció a la hermana mayor de su mejor amigo por accidente. Se trataba de una niña dos años mayor que él. Poseía una cabellera larga y lacia de color azabache, la cual contrastaba con el tono pálido de su piel; además, tenía una mirada fría que calzaba perfectamente con su rostro inexpresivo. Estaba en constante silencio, sin tener ningún amigo a su alrededor, pero siempre llevando consigo hojas blancas que se ponía a leer en cualquier lugar.

La manera en cómo se conocieron ambos menores fue un tanto peculiar, pero divertida para Jungkook. De hecho, siempre que contaba cómo conoció a la mayor, decía la palabra descubrir en lugar de conocer, porque Kook creía haberla descubierto como si de un tesoro se tratase.

Su primer encuentro fue una tarde de otoño. Jungkook había ido a jugar a la casa de Kim Yugyeom, su nuevo compañero de aventuras, tras salir de la escuela; y, mientras jugaban a las escondidas, se ocultó en una de las habitaciones del segundo piso. Cerró la puerta con mucho cuidado para no hacer ruido, ya que no quería ser descubierto por su amigo. Giró en sus talones y se quedó estático al ver a una niña desconocida viéndolo con curiosidad desde una de las esquinas del cuarto.

La infante se desconcertó ante la presencia del nuevo amigo de su hermano menor en su habitación. Estaba al tanto de las visitas en casa, sobre todo porque Yugyeom y el niño eran los causantes del alboroto que se escuchaba en la planta baja de su hogar; sin embargo, decidió no bajar a saludar y permanecer encerrada en su habitación para concentrarse y memorizar el texto de las hojas que tenía en la mano.

Era la primera vez que la niña conocía a uno de los compañeros de escuela de Yugyeom, ya que, por lo general, se encontraba fuera de casa por sus diferentes actividades extraescolares.

El menor, por curiosidad, decidió acercarse a la desconocida. Se mostraba desconfiado y tímido ante la penetrante mirada que le daba la azabache, pero no detuvo sus pasos; sino, hasta que llegó a estar frente a ella.

Jungkook tenía que levantar un poco el rostro para poder observar a la niña, mientras que la azabache debía agacharse para poder visualizarlo, justo como hacía con Yugyeom. El pelinegro hizo un puchero al notar la diferencia de estatura entre ellos y, al querer verse más alto que la niña, se puso de puntillas sin conseguir hacer una gran diferencia. La mayor no pudo evitar sonreír suavemente por la adorable escena. Ese niño era igual de tierno que su pequeño Yugy.

―Mi nombre es Jungkook. ¿Cómo te llamas? ―cuestionó el pequeño de hebras negras con mucho interés, dejando de lado su timidez.

―Bomi.

―¿Qué haces aquí, Bomi? ―sus ojos proyectaban curiosidad, haciendo que brillaran con intensidad.

―Está es mi habitación ―lo miró con duda.

Jungkook formó una pequeña "o" con sus labios ante el descubrimiento.

―¿Vives aquí?

Bomi asintió despacio sin despegar los ojos del niño. Era realmente una cosita tierna y apachurrable. Demasiado lindo que le daban ganas de abrazarlo como a un peluche, sin embargo, se abstuvo de hacerlo para no asustarlo y porque no quería verse como una maleducada con el niño.

―¿Yugyeom lo sabe?

La niña no pudo evitar soltar un ruido de burla por la cuestión del menor. En verdad era adorable. ¿Acaso su hermano no les decía a sus amigos que tenía una hermana?

―Por supuesto. Soy su hermana mayor ―confesó finalmente ―. Mucho gusto, pequeño Jungkook ―estiró su brazo derecho, mostrando su palma abierta.

Jungkook, sin saber qué significaba aquella acción, entrelazo su mano con la de Bomi, y luego le sonrió de forma sincera. Bomi le devolvió el gesto de forma amable mientras lo veía enternecida.

Sin saberlo, aquella sonrisa amable en el rostro de Kim Bomi se quedaría grabada para siempre en la mente de Jeon Jungkook.

Desde ese momento, Jungkook supo de la existencia de Kim Bomi. Y, desde entonces, siempre le prestó atención cada vez que iba a casa de su amigo. Había ocasiones donde se ponía a buscarla para poder verla, incluso si sólo era para saludarla; aunque eran muy raras las veces en que lo hacía, ya que Bomi se la pasaba la mayoría del tiempo encerrada en su habitación o fuera de casa. Sin embargo, las pocas ocasiones que lograba verla de forma ocasional lo hacían muy feliz, y eso se debía a que ella le sonreía con dulzura, justo como esa primera vez que la vio.

Con el tiempo, Jungkook lo único que deseaba era pasar más tiempo con Bomi. Quería jugar con ella y volverse su amigo, pero entendió que eso no pasaría debido al poco tiempo que estaba en casa. Llegó un punto en el que se acostumbró a verla de vez en cuando, siempre leyendo las mismas hojas blancas mientras caminaba detrás de su madre para marcharse a quien sabe dónde.

No comprendía porque su amigo podía divertirse y jugar con él, pero su hermana no. Siempre obtenía la misma respuesta de Yugyeom cuando preguntaba aquello:

―Mami dice que mi hermana está ocupada haciendo otras cosas, así que no puede jugar con nosotros ―informó sin dejar de construir una torre con los bloques de construcción.

Jungkook no tuvo otra opción más que rendirse y seguir jugando con su amigo con desanimó. Desde su sitio podía ver a Bomi, quien estaba sentada en una silla mirando las hojas blancas mientras su mamá cepillaba su cabello. La mayor tenía la sensación de ser observada por alguien, y estaba segura de que se trataba nuevamente del pequeño de ojos grandes. Apartó su atención del libreto que estaba memorizando y recorrió la sala de su hogar hasta dar con el pequeño Kook, quien expandió sus ojos con sorpresa mientras su rostro se coloreaba de rojo al ser descubierto. Bomi ensanchó una sonrisa divertida y lo saludo con un meneo de mano, Jungkook le devolvió el saludo bastante contento y se puso a jugar con más ánimo.

Los días pasaron, ambos infantes no volvieron a interactuar desde aquel saludo, pues las vacaciones de verano llegaron. Bomi estaba demasiada ocupada con sus clases de canto, piano, baile y actuación. Jungkook, por su parte, fue llevado por sus padres a Busan para pasar el verano con sus abuelos. Durante ese tiempo sin verse, el pequeño Kook le hizo muchos dibujos a la hermana mayor de su amigo, también le guardo algunos dulces que sus abuelos le regalaban; todo con la ilusión de que Bomi le sonriera dulcemente.

Cuando estuvo de vuelta en Seúl, lo primero que le pidió a su madre fue que lo llevará a ver a Yugyeom. La mujer, primeramente, llamó a la madre del niño para asegurarse de que estuvieran en casa y preguntar si no había problema con que Kook fuera a visitarlos. La madre del castaño aceptó gustosa, diciendo que Yugyeom no paraba de preguntar cuándo volvería a ver a su amigo. Ambas mujeres acordaron una hora para verse y permitir que sus dos pequeños pudieran convivir de nueva cuenta.

―Iremos a casa de los Kim a las seis, así que tienes tiempo para darte un baño, Kook ―mencionó la mujer con una sonrisa en el rostro mientras acomodaba el teléfono.

El nombrado asintió de forma eufórica y salió corriendo rumbo al baño para ducharse. Salió del baño enredado en su toalla de Iron Man, se puso la ropa que su mami había dejado sobre el colchón de su cama y, posteriormente, comenzó a guardar todo lo que había traído para Bomi y Yugyeom en su pequeña mochila de superhéroes. Cada tanto le preguntaba a su madre que hora era, pues estaba ansioso por ir a casa de su amigo para jugar con él y volver a ver a su hermana. Se preguntaba si la azabache lo había extrañado tanto como él a ella.

Cuando llegó la hora de irse se emocionó de más. Su madre tuvo que salir prácticamente corriendo detrás de él para evitar que fuera a pasarle algo al irse solo. Durante el trayecto a la casa de los Kim, Jungkook se la paso contándole a su madre lo feliz que estaba porque pronto volvería a ver a la hermana mayor de Yugyeom, cosa que le causó gracia y curiosidad a la adulta.

―¿Creí que querías ver a Yugyeom?

―Sí ―movió la cabeza hacia la izquierda de forma adorable ―, pero también quiero ver a su hermana. La extrañe mucho ―admitió inocentemente mientras una sonrisa se formaba en sus belfos.

―No sabía que eras su amigo, pero me alegra que lo seas. Bomi parece ser alguien que no le gusta estar rodeada de gente ―puso un gesto pensativo ―. O tal vez le cuesta hacer amigos debido a su escaso tiempo.

―¿Qué es escaso tiempo? ¿Por qué Bomi no puede hacer amigos? ―el pequeño preguntó con curiosidad sin comprender.

Su madre le sonrió con comprensión e intentó explicarle porque, quizá, la niña no podía hacer amigos y, así mismo, lo dijo el significado de lo que era tener escaso tiempo; pero Jungkook no logro comprender del todo lo que su progenitora le había dicho, así que le restó importancia.

Una vez estuvieron frente a la puerta del hogar de los Kim, la madre de Kook tocó el timbre, siendo atendidos casi de inmediato. Los dos niños no dudaron en ponerse a jugar sin demora, mientras que ambas mujeres se dispusieron a disfrutar de un buen café con galletas y hablaron de cómo les había ido durante las vacaciones.

Luego de un rato, Jungkook noto que Bomi no aparecía por ningún lado, por lo que, se dirigió hasta donde estaban ambas adultas y se acercó a preguntar por ella a la madre de su amigo.

―Está en clases de baile. Su padre pasará por ella y se quedará a dormir con él y sus hermanos ―le sonrió con gentileza al pequeño Kook.

―Oh ―agachó la cabeza con decepción.

Sus ojitos se llenaron de lágrimas y se sintió muy triste al saber que no podría ver ni entregarle los regalos que había hecho y guardado con tanto cariño a Bomi.

―¿Quieres que le diga algo, Kook? ―preguntó la adulta con curiosidad en un intento por evitar que el menor se pusiera triste.

―Que la extrañe y que quería verla ―puchereó.

La señora Jeon lo atrapó entre sus brazos para tranquilizarlo. Estaba sorprendida de que su pequeño estuviera al borde de las lágrimas sólo por no poder ver a Bomi, no sé imaginaba que Kook le tuviera tanto afecto a la niña.

El sonido de la puerta abriéndose atrajo la atención de todos en aquella dirección. Bomi entró a su hogar sin percatarse de los cuatro pares de ojos que la veían con diferentes emociones, cerró la puerta y cuando se giró hacia la sala se sorprendió al darse cuenta de que todos la veían con mucha atención.

―Buenas tardes ―fue lo primero que se le vino a la cabeza, manteniéndose quieta en su sitio.

―¡Bomi! ―Jungkook gritó emocionado mientras corría en su dirección.

―¡Kook, no, espera! ―pidió su madre con nervios, yendo detrás de él.

Sin embargo, la mujer de cabellos cortos no logró atraparlo, y Jungkook consiguió aferrar sus brazos de forma repentina alrededor de Bomi. El pequeño Kook se sentía muy feliz de poder verla luego de muchos días. Bomi no supo cómo reaccionar ante la inesperada muestra de afecto, así que se mantuvo estática y un gesto de confusión se formó en su rostro.

―Te extrañe mucho ―Kook comenzó a decirle en susurros, como si fuera un secreto que sólo ella podía saber ―. Quería verte ―levantó la cara para poder mirarla ―. A ti y tu sonrisa, por eso te traje regalos ―ensanchó una sonrisa preciosa que conmovió no sólo a las adultas, sino, también a la azabache.

Bomi logró relajarse y le sonrió con cariño al pequeño niño de hebras negras. Dejo una suave caricia en sus cabellos para, posteriormente, abrazarlo de igual forma.

―¡Hey! ¿Por qué no trajiste regalos para mí? ―se quejó Yugyeom mientras se cruzaba de brazos.

―También traje para ti ―confesó divertido sin soltar a la niña ―. Pero los dulces más ricos los guarde para ti, Bomi ―susurró nuevamente, sacándole otra sonrisa a la nombrada.

―Muchas gracias, pequeño Jungkook.

Se sentía feliz y emocionado. Dejó de abrazarla y entrelazo su pequeña mano con la de Bomi para, seguidamente, arrastrarla con él hasta el patio trasero del hogar, pues ahí había dejado su mochila. Yugyeom corrió detrás de ellos mientras se quejaba porque lo dejaban atrás.

Las dos mujeres admiraban con ternura la interacción de los tres pequeños. La madre de los Kim se sentía feliz de que su hija hubiese hecho un amigo y que sonriera como pocas veces lo hacía. Mientras que la madre de Jungkook sentía curiosidad por lo alegre y cómodo que se veía su pequeño al estar cerca de Bomi, pues su hijo siempre huía de otras niñas sin razón.

―¿Te gustan? ―Kook la miró expectante con sus grandes ojos negros.

Bomi miraba con terneza los dibujos que Kook le entregó. Le parecía demasiado adorable, tanto como su hermano. Volteó a verlo con un gesto apacible, dejó una suave caricia en su cabello y se agachó para dejarle un pequeño beso sobre su mejilla. Aquel acto sorpresivo trajo como consecuencia que Jungkook se sonrojara y avergonzará, por lo que, cubrió su rostro.

―Me encantan. Muchas gracias por pensar en mí ―Bomi expresó con genuina felicidad.

El pequeño asintió sin descubrirse la cara. Hizo una rendija con sus dedos para poder ver a la contraria y sólo pudo sonreír contento al ver la sonrisa que tenía Bomi plasmada en el rostro mientras disfrutaba de uno de los caramelos que le regalo.

Como tan sólo tenía ochos añitos, no podía comprender el motivo por el cual se sentía tan feliz al mirar sonreír a la hermana mayor de su mejor amigo.

Los meses transcurrieron. La amistad de Yugyeom y Jungkook se volvió sólida de tal forma que comenzaron a llamarse mejores amigos. El inocente cariño que Jungkook tenía por Bomi se volvía cada vez más intenso e inexplicable con sus interacciones. Le agradaba las muestras de afecto y atención que Bomi tenía con él, pues la azabache lo procuraba tanto como a Yugyeom, ya que lo veía como a un segundo hermano menor; sin embargo, la ingenuidad del pequeño Jungkook le hizo creer que dicho trato se debía a que Bomi y él eran novios.

Pero, ¿Por qué un niño de sólo nueve años tendría tal pensamiento?

Todo se debía a un malentendido causado por sus padres, a quienes les preguntó sin malicia, luego de escuchar como su madre le decía "Te quiero" y dejaba un besito en la mejilla de su padre, que si Bomi y él también eran esposos, concepto que el pequeño Jungkook no lograba comprender aún. Sus padres negaron con una sonrisa y le explicaron que eso sólo sucedería cuando fueran mucho más grandes, que, por el momento, eran amigos y, quizá, más adelante podrían volverse novios si Bomi llegaba a aceptar sus sentimientos.

―Pero no pienses mucho en ello, Kook, aún era muy pequeño ―concluyó su madre con gentileza y dejó un beso en su mejilla.

En la mente de Jungkook, ser novios significaba un nivel más alto de amistad, similar a los mejores amigos. Por lo tanto, pensó que sería buena idea pedirle a Bomi que fueran novios para volverse mucho más cercanos. Con esa idea en su cabeza, una semana después de la confusa explicación de sus progenitores, en una de las visitas a casa de la familia Kim, Jungkook fue directamente a la habitación de la hermana de Yugyeom para conseguir su objetivo.

―Bomi ―se acercó corriendo hasta la mesa de estudios de la azabache.

La nombrada apartó su atención de los apuntes que leía con la intención de memorizarlos para su examen de mañana, y volteó a ver al pequeño de ojos grandes que irradiaba felicidad.

―Quiero que seamos novios ―habló emocionado, acompañado de suaves aplausos.

―¿Qué? ―su rostro fue invadido por la confusión.

Bomi, a sus cortos once años, no había llegado a tener novio pero si sabía lo que significaba. Pese a ser una niña, debido al entorno por el cual se desenvolvía, tuvo que madurar con rapidez. Tenía conocimiento de cosas que un infante debería ignorar en esa etapa, incluso, ya había dado su primer beso durante un rodaje para un drama. Pero estaba segura de que Kook no sabía el sentido de aquella palabra, por lo que se sorprendió de que le pidiera eso.

―Deseo que seamos tan cercanos, justo como lo soy con Yugyeom, así que si nos volvemos novios nos volveremos más unidos y estaremos siempre juntos ―explicó Jungkook con inocencia y ternura, moviendo sus manos.

―¿Quién te dijo eso?

―Mis papis ―aseguró con firmeza ―. Me tratas como se tratan los esposos, pero como aún somos niños y tenemos que esperar a ser más grandes, entonces no podemos ser esposos. Pero ellos dijeron que podíamos ser novios. Así que debemos volvernos novios para estar siempre juntos ¿Está bien, Bomi? ―le sonrió de forma angelical.

La azabache logró entender que Jungkook malinterpreto lo que sea que sus padres le hayan dicho, algo que le pareció gracioso; no obstante, no tenía el corazón para romper la ilusión que mostraban los ojos del pequeño pelinegro, así que pensó que seguirle la corriente no le haría mal a nadie, al final de cuentas, sólo eran niños y, cuando crecieran ambos se reirían de este acontecimiento en sus vidas.

―Sí, pequeño Kook, a partir de hoy somos novios ―dejó una suave caricia en las hebras del niño, quien sonrió más que contento porque se había vuelto más cercano a su querida Bomi.

Aquella tarde Jungkook se la paso a lado de Bomi mientras que Yugyeom se quejaba de que su hermana le quitaba la atención de su amigo y de que su amigo le quitaba la atención de su hermana.

Jungkook tan sólo tenía nueve años cuando, inocentemente, le pidió a Bomi que fueran novios creyendo que se trataba de un nivel de amistad más alto, sin saber que en el futuro buscaría la forma de conseguir que la azabache aceptará sus sentimientos.  

La versión 2024 viene con correcciones y mejoras, pero con la misma esencia. Espero que les guste. 

Estoy muy feliz de volver a publicar esta historia  

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