
004
ᴍᴇ ꜱᴏʀᴘʀᴇɴᴅᴇ ǫᴜᴇ ʟᴀꜱ ᴘᴇʀꜱᴏɴᴀꜱ ǫᴜᴇ utilizan el transporte público después de una semana de carrera no se caigan redondas y se mueran por una sobrecarga de gérmenes. En los últimos veinte minutos me han tosido y estornudado encima, y si la mujer que tengo delante vuelve a sacudirse la caspa apuntando hacia mí, tal vez la bañe con los restos del café tibio que ya no puedo tomarme porque está lleno de trozos de su cuero cabelludo.
Estoy tan cansada de haber tenido que coger un metro, para que este sea el segundo y poder llegar a casa de mis padres, que podría quedarme dormida aquí mismo, en el suelo de este metro bamboleante y lleno hasta los topes.
En líneas generales, mis planes son hibernar hasta la semana que viene en cuanto llegue a casa de mis padres. Casi salir de Ruan para disfrutar de un interludio de vida sosegada casi a las afueras de esa misma ciudad en la que dormiré en mi habitación de la infancia tiene algo de relajante distorsión espacio-temporal, aunque no todos los recuerdos de mi infancia sean felices. Incluso en las familias más unidas hay tragedias, y la verdad es que la mía llegó demasiado pronto, para mi gusto.
—¡Estoy en casa!— Exclamo cerrando la puerta de la entrada.
No escucho nada, ni un solo sonido, hasta que de repente escucho pasos corriendo por las escaleras y en segundos visualizo a dos mellizos rubios corriendo.
—¡Scarlett!— Exclaman los dos lanzándose a mis brazos. Rápidamente dejo mis cosas en el suelo y abrazo a mis hermanos menores con fuerza.
—¡Por fin vuelves, te habíamos echado mucho de menos!— Dice Berta con emoción.
—¡Tiene razón, estos últimos días solo hemos querido que volvieras!— Apoya Blake a su hermana.
—Yo también os he echado de menos— Les respondo volviéndolos a abrazar.
—Vamos, me tenéis que contar todo lo que ha pasado estas semanas—
Mis hermanos y yo nos sentamos en el sofá y segundos antes de que me empiezen a explicar algo, los interrumpo.
—¿Y mamá y papá?— Pregunto al ver que no hay nadie más en casa.
—En México, tenían unas reuniones estas semanas— Responde Berta sin ilusión alguna.
Nada nuevo en la familia Lambent, desde que tengo uso de razón, mis padres han ido de país en país cada dos semanas. Así que digamos que no he tenido unos padres presentes.
—Iremos al grano— Dice Blake alejando su espalda del respaldo del sofá. —¿Nos llevas a una carrera de Fórmula 1?—
—¿Qué?— Digo confundida al ver como ha soltado esa bomba de golpe. —No puedo hacer eso sin más— Me niego rápidamente, hasta que esos cuatro ojos de cachorros abandonados aparecen en sus rostros, haciendo que me muera de pena. —No me hagáis esto...—
Aparto la mirada y rezo para que algo interrumpa este momento. Al parecer Dios me ha escuchado, ya que, escucho como suena el timbre.
—¡Nos van a matar!— Exclaman los mellizos escondiéndose detrás de mí, nada más me he levantado.
—Tenéis 16, nadie os va a matar— Digo y empiezo a caminar hasta la puerta de entrada.
No, a la que tenían que matar era a mí...
—Pierre...— Digo al ver al Francés delante de mi puerta. —¿Qué haces aquí?—
—Nos has respondido a mis mensajes ni llamadas— Dice cruzándose de brazos.
—Lo siento... Mi teléfono ha dejado de funcionar después de la fiesta— Miento pasando la tela de mi sudadera por mi bolsillo trasero del pantalón para ocultar mi móvil.
Antes de que el Francés vuelva a hablar, mi tono de llamada empieza a sonar delatando mi mentira. Giro mi cabeza para mirar hacia el comedor y rápidamente visualizo a mis hermanos con el teléfono de uno de ellos en las manos y el sonido de llamada de fondo.
—¿Con qué ha dejado de funcionar,
eh?— Dice Pierre aguantándose la sonrisa burlona.
Lo miro con los mismos ojos que me ponen mos mellizos cuando quieren algo y una pequeña sonrisa inocente.
Noto como Pierre se aguanta las ganas de decir algo y sinceramente me está matando la intriga, pero por una vez por todas el Francés vuelve a hablar.
—Me acompañarías a dar un paseo por
aquí...?— Pregunta rascándose la nuca, señal de que se ha puesto nervioso.
—¡Sí!— Exclaman mis dos hermanos por mí al ver que no respondía.
—Ella estaría encantada— Dice Berta abrazándome por los hombros.
—Siéntate donde quieras mientras ella se va a cambiar— Añade Blake imitando la misma acción que su hermana.
Berta tira de mí para que me aparte de la puerta y Pierre pueda entrar a casa. Mi hermana me lleva hasta mi habitación a empujones.
—Estáis muertos— Le digo una vez la menor ha cerrado la puerta.
—Nos lo agradecerás— Dice sonriendo con señales de victoria.
—¡Tiene novia, idiota!— Exclamo cuando Berta abre mi maleta.
La rubia se levanta del suelo y se muerde el labio inferior nerviosa al ver lo que acaban de hacer su hermano y ella.
—Me las pagaréis cuando vuelva— Digo sacando un vestido negro. —Vete abajo,
enseguida estoy ahí—
Mi hermana sale de mi habitación algo apenada y yo rápidamente me empiezo a poner la ropa que acabo de sacar de mi maleta.
Me hago una coleta alta una vez ya me he cambiado de ropa y finalmente vuelvo a bajar abajo.
Nada más pisar el salón veo como mis dos hermanos hablan animadamente con Pierre, como si lo conociesen de toda la vida.
Cada vez que doy un paso para acercarme mi corazón late más fuerte. Pierre al verme se levanta de un salto y se queda de pie delante del sofá.
—¿Lista...?— Me pregunta sonriendo de lado mientras se acerca a mí.
Normalmente diría "siempre estoy lista" pero esta vez se me hace imposible que las palabras salgan por mi boca, así que solamente asiento lentamente.
—¿Puedo confiar en que estaréis
bien?— Les pregunto a los dos mellizos antes de cerrar la puerta.
—¡Qué sí! Camina— Blake me empuja fuera de casa y una vez cierra la puerta escucho como echa la llave.
Miro a Pierre de reojo mientras me froto las manos y los dos empezamos a caminar hasta su coche. Nada más subirnos al vehículo, en la radio empieza a sonar Galway girl de Ed Sheeran y rápidamente empiezo a tararear la canción.
Noto como el Francés me mira de reojo con una pequeña sonrisa y vuelve a mirar al frente mientras yo sigo cantando.
—¿A dónde vamos?— Le pregunto una vez toda la canción ha finalizado.
—Ya lo verás...— Murmura Pierre sin despegar la mirada de la carretera.
Suspiro y cierro los ojos apoyando la cabeza en la ventana, pero el silencio incómodo no para de molestarme, así que decido romperlo de una vez por todas.
—¿Qué tal con Sienna?— Le pregunto jugando con uno de los anillos que llevo puestos.
—Bien... Supongo— Dice haciendo que gire mi cabeza para mirarlo. —Dios, es tan... Complicado para los dos. Ninguno de los dos somos la persona correcta para el otro, en este caso... Max lo es para Sienna, pero creo que ella no se da cuenta de como él la mira cada vez que la tiene cerca— Escucho como ríe irónicamente. —Sienna no sabe captar indirectas—
Río ante la confesión de su actual pareja, pero rápidamente mi sonrisa se borra al saber que Sienna tal vez no esté de acuerdo con todo esto.
—¿Has probado a hablar con ella?— Le pregunto suspirando.
—No... Creo que esta relación también beneficia a su equipo y a su padre— Se sincera el Francés apoyando su cabeza en el Headrest
—¿Horner? ¿Qué tiene ver el jefe de equipo de Red Bull en todo esto?— Pregunto sin entender a lo que se refiere.
—Acosó a una mujer de su equipo y... Le envío unos mensajes y unas fotografías, muy inmaduras por su parte. Esa mujer fue despedida hace varias semanas— Explica él suspirando. —La relación entre Sienna y yo está, "limpiando" la polémica que está causando todo esto—
Me quedo en silencio al replantearme como se han debido de sentir las pilotos de Red Bull o como se ha tenido que sentir esa propia mujer al ver que nadie la ha llegado creer y ha perdido su trabajo por culpa del mismísimo Christian Horner.
—¿Qué pasará ahora?— Pregunto al darme cuenta de que las dos británicas siguen en el equipo.
—No lo sé... Pero Sienna ha confirmado que se niega a seguir en el equipo y Allegra... Estoy seguro de que también cambiará de scuderia— Dice finalmente aparcando el coche en un pequeño bosque.
Frunzo el ceño al ver hasta donde hemos llegado, rápidamente bajo del vehículo y en segundos noto el olor de pineno e isopreno, haciendo que cierre los ojos al sentir toda la tranquilidad que hay.
Empiezo a caminar rodeando los árboles mientras escucho a los pájaros trinar y volar.
—Ven, sígueme— La mano de Pierre se aferra a mi muñeca y me conduce hasta otro lugar.
Pierre va junto a mí sin decir ni una palabra, hasta que por fin veo un elemento en forma de galería exterior, dándome a saber que me ha traído a un mirador.
Miro al piloto con una sonrisa emocionada y en seguida me acerco a la valla que me separa a mí del acantilado. Apoyo mis brazos en ese mismo metal y observo las vistas que hay desde aquí arriba.
Desde el mirador se ve un impresionante y maravilloso paisaje. A los pies de la montaña hay una llanura cubierta de hierba verde, como una alfombra que la recubre. En el centro, hay un camino que se aleja en perspectiva. A ambos lados del sendero, unas hileras de árboles rojizos que se van haciendo más pequeños cuando están a más distancia.
Sinceramente el lugar produce sensación de calma, tranquilidad. También de soledad, pues no hay ni una sola persona en todo el sendero.
—¿Te gusta?— Pregunta Pierre situándose a mi lado e imitando mi acción de poner los brazos sobre el muro.
—Pierre, esto es... Es precioso— Digo de una manera demasiado sincera.
—Me alegro de escucharte decir eso, hacía años que no volvía por aquí...— Responde con un tono de tranquilidad en su voz.
Noto una mirada en mi perfil y rápidamente desvío la mirada hasta el Francés, para encontrarme con su mirada clavada en mí.
En ningún momento ninguno de los dos aparta la mirada del otro y cada vez nuestras caras se van acercando más, pero como siempre, todo momento especial tiene que ser interrumpido.
Cierro los ojos con fuerza al escuchar mi teléfono sonar y en un ágil movimiento lo saco de mi bolso y miro a ver quien me llama.
Te odio, Mathias.
—¿Me das unos segundos...?— Le pregunto al piloto y este asiente. Me aparto unos metros de él y cojo la llamada.
—¡Adivina que me acaba de
pasar!— Exclama mi mejor amigo desde la otra línea. Su grito hace que tenga que apartarme el teléfono de la oreja.
—Como no me lo digas tú, lo tengo un poco complicado— Digo pasándome la mano por la cara.
—¡Tengo una cita!— Vuelve a gritar haciendo que vuelva a apartar el móvil de la oreja. —He conocido a una chica en una de mis clases y hemos empezado a quedar y finalmente he conseguido una cita—
Mientras sigue hablando yo miro a Pierre quien sigue cada uno de mis movimientos con la mirada.
—Math, estoy ocupada. Luego te llamo, lo prometo— Sin que le dé tiempo a despedirse cuelgo la llamada y vuelvo a guardar mi teléfono.
Miro a Pierre durante unos segundos y dejo el bolso encima del banco que tenemos al lado. El Francés se sienta en el asiento y se me vuelve a quedar mirando.
—¿Puedo hacerte algunas fotos?— Me pregunta sujetándo su teléfono.
—Claro, me encantaría— Sonrío como respuesta y en seguida el piloto me va diciendo como me puedo poner.
Tal vez la galería de Pierre haya acabado llena de fotos mías, pero estoy segura que en cuanto me las envíe, las eliminará.
La tarde se me pasa volando que ni siquiera me he dado cuenta en que momento he llegado a casa. Tras despedirme de Pierre y entrar a casa escucho gritos provenientes de la cocina. Dejo el bolso en el sofá y corro hasta allí para encontrarme a mis hermanos intentando cocinar algo, pero los gritos eran gracias a que la sarten estaba con algunas llamas de fuego.
—¡Ni dos horas os puedo dejar solos!— Les grito cojiendo un trapo y mojandolo de agua. Echo el trapo sobre la sartén y esta poco a poco va eliminando el fuego.
Mis hermanos y yo suspiramos aliviados y yo me giro para mirarlos.
—¿Qué. Parte. De. No. Hagáis. El. Idiota. No. Entendisteis?— Por cada punto era una pausa con un tono más elevado cada uno.
—El no— Responde Blake sinceramente.
Su hermana suelta una pequeña risa nasal y justamente cuando la he mirado ha intentando mantenerse sería.
—Iros a la cama, hablaremos mañana— Les ordeno señalando las escaleras. Los mellizos se despiden de mí y se van a sus habitaciones.
Yo también me dirijo a mi habitación y me doy una ducha rápida. Me pongo el pijama y me tumbo en la cama, donde en segundos caigo en un profundo sueño.
Sin duda, ha sido la mejor tarde de toda mi vida.
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