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Capítulo 3

El mundo está lleno de falsedades y mentiras. ¿Ser feliz? ¿Para qué? Mi madre está enferma, mi cumpleaños es una desgracia y las cosas están peor de lo que pensé. La chica de mis sueños está en el hospital quien sabe por qué. No puedo salir de mi casa y mi familia empieza a llegar. Nunca nos visitan y ahora si les dan importancia a todo. Malditos todos.

Mi padre y yo estamos sentados en el mueble sin hacerles caso a esos inútiles. Él me está comentando sobre la chica de mis sueños, dice que tuvo un "accidente" con su novio. No me extraña que tenga novio y que se deje manipular por él. Debo decir que me cae muy mal y es el típico chico que hace todo para complacer a las mujeres y son mujeriegos por naturaleza.

La voz de mi padre se congela y mi señor hace acto de presencia. Esta vez más sonriente que nunca y tiene puesto un traje marrón. Se sienta al lado mío y sigo sin hacerle caso. Todo parece estar más tranquilo cuando se congelan las cosas.

Las expresiones de mis familiares son pura hipocresía. El mundo está lleno de hipócritas.

—La chica está bien. Fue un accidente —comenta mi señor cruzando las piernas—. Sigo insistiendo que siempre usas palabras inadecuadas. Estás preocupado por ella y no haces nada para detenerla. Debes detenerla en todo, sal con ella.

—Su novio se va a enterar —insisto sin parpadear.

—Bueno, créeme que no todo es color de rosa. Veras, Fash debes ser un poco más abierto. Abre tu mente, tu espíritu, tu valentía y serás recompensado. Los golpes no te hace débil, te hacen más fuerte. Detenla en todo, Fash. Detenla y tiene que ser antes del 25 de Abril. ¿De acuerdo?

Asiento con la cabeza y se esfuma como siempre. Mi padre sigue hablando conmigo sobre cualquier tema, me distrae con sus chistes malos y esperamos a que el doctor termine de examinar a mi madre. Olvido por dos segundos la encomienda de mi señor, se que debo actuar rápido pero me es difícil hablarle, sin embargo cuando mi madre "se recupere" puede que le diga algo para no ser descortés. Aunque prefiero ahogarme en un océano y así no sufrir tanto.

Mi madre sigue enferma por el resto de la semana, voy a clases y la rutina sigue estando intacta, salgo que tengo que cuidarla de todo, porque papá debe trabajar. Cocino, friego los platos, lavo la ropa y estudio. La estancia con los "demás" interrumpen mis momentos privados, pues se queda la hermana de mi madre y su hija insoportable. Debo soportarlos a ambos sin caer en discusiones ridículas. No puedo hablar con aquella risueña y desgastada chica, ni siquiera visitarla al hospital. Nada puedo hacer por ella, mientras mamá siga estando en cama.

Mi señor aparece a finales de marzo, buenas y malas noticias. La chica sigue hospitalizada y supuestamente aborto a un niño de su vientre. Sigue insistiendo que debo acercarme hacia ella y detenerla. Le pregunto cómo demonios la voy a detener si no se lo que debo hacer. Mi misión en la tierra es llevar a las personas al Cielo, no detenerlas porque si. Recalca que no importa cómo se puede definir la palabra, sino hacerla sentir.

¿Qué significa eso? Le pregunto a mi padre, como uno puede detener a una persona, explica qué puede significar muchas cosas. Si una persona roba se debe detener de su acto criminal, si también sufre, hacerla sentir mejor. Aun sin entender, me explica 3 veces más, como la tercera es la vencida, creo saber lo que tengo que hacer.

Me visto rápidamente y aprovecho que es domingo para asistir al hospital. El acceso es rápido y entro buscando la habitación de la chica, me pierdo entre los pasillos y no veo ningún doctor ni enfermeras. Tras correr y circular por casi todo el lugar, una persona de mediana estatura me dice que en el piso 2 está la chica.

¿Cómo sabe ella lo que estoy buscando? En fin, tomó el ascensor del pasillo izquierdo donde están los recién nacidos y marcó el número 2. Veo mi reloj y casi son las 10 de la mañana y a las 10:30 se terminan las visitas. Odio los ascensores, si son rápidos dan miedo y sin son lentos los maldices porque no te queda de otra. La voz femenina del ascensor indica el piso 2.

¿Aja y más o menos en qué habitación está? Tampoco sé su nombre.

Una nota en la pared al frente de una recepción dice: «Vencerás si no sabes a donde ir. Busca a tu corazón y hallarás la respuesta »

Una persona alta, joven y corpulenta sin rostro señala el pasillo derecho. Se esfuma como hace mi señor y seguramente son ángeles que me guían. Continúo caminando por ese pasillo, pero no veo habitaciones por ninguna parte, todo es pared y mármol. Al final me siento en las escaleras pensando a donde tengo que ir. Aparece de nuevo la persona sin rostro y niega la cabeza cuando me ve bajando por las escaleras. Cuando retornó el camino, había doce habitaciones iguales con números diferentes incrustados de diamantes finos. Señala la puerta amarilla que dice habitación 5. Asiente y se retira. Toco la puerta y una señora rubia me abre. Es idéntica a su hija, los mismos ojos, mismas expresiones y esa voz tan dulce y gentil. Indica que me siente en la silla al lado de la cama y eso hago sin hablar.

Estoy en una especie de paraíso o que se yo. Parece un sueño o quizás una ilusión de mi mente. Sin dejar de detallar en donde estoy, me ofrece una taza de café con leche. La acepto sin mirarla y voy tomando de a sorbos pequeños. La chica de mis sueños está durmiendo profundamente, se le oye los respiros y la agitación de su corazón.

Media hora sin hablar, sin saber que voy a hacer, solo di un primer paso y me siento extraña. Su madre sale de la habitación sin decirme nada. A los dos segundos después, la chica se despierta y me observa con una sonrisa. Mis manos actúan con nerviosismo y casi la taza se me cae al suelo.

Suelta una carcajada mostrando sus perfectos dientes. Tiene una especie de gorro tejido en su cabeza y unas fuertes cicatrices en todo su brazo. Está vestida con bata blanca y su piel está más pálida. Es demasiado hermosa. Es como la flor cuando nace, al principio no sabes lo que vas a encontrarte y cuando se abre es una majestuosidad.

—Gracias por venir —me agradece y se recuesta acostando hacia el lado en donde estoy. Sus ojos verdes claros penetran en mi alma llenando de regocijo mi espíritu.

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