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Capitulo 11

La escena me conmueve. No sé qué decir y tampoco quiero intervenir apareciendo de la nada. Corro hacia mi casa, busco un suéter y me coloco el bolso de la universidad. Vuelvo de nuevo y al parecer todos están dentro de la casa. Toco la puerta dos veces seguidas y ella cuando me ve sonríe. Creo que soy su salvación o algo parecido. Me alegra poder animarla un poco.

— ¡Qué sorpresa! —Me dice abrazándome y siento su calor

—Pasa.

Las dos figuras que según sus verdaderos padres están sentados en el mueble, no tienen expresión y al parecer están demasiados conmovidos por mi llegada. No he hecho nada que yo sepa y temo muchas cosas. Me siento a su lado y ella no para de temblar.

—Buenas —digo como todo un caballero, estoy también nervioso y lo admito estoy nervioso y no sé qué carajos decir.

Amara me toma mi mano y la aprieta, está a punto de decirles algo y supongo que quiere que no me mueva de donde estoy, debo decir que me siento incomodo. Más bien extraño. Su madre es idéntica a ella, la misma expresión de seriedad. ¿Y la rubia del hospital quien es entonces? Ando mas confundido todavía, quiero formular la pregunta, pero mi boca se enreda y no me sale nada. Su padre no se parece a ella en nada y admito que el tipo da demasiado miedo, todo musculoso, no creo que me pegue porque no he hecho nada.

Ella sigue estando nerviosa ante aquella situación, la mujer y la chica de la vez pasada se sientan a mi lado mirando de mala forma a los padres reales de Amara.

—Alex, lamento haberte mentido todo este tiempo —empieza a hablar dirigiéndose hacia mí—. Lamento no haberte comentado nada sobre mi vida —las lágrimas le salen solas y me abraza con ternura—, lamento muchísimo haberte mentido. No era mi intención hacerte daño.

—Dime porque lo hiciste —eso es lo único que sale de mi boca. Sé que cometió errores, pero quiero saber la historia completa. La quiero saber y no me cansaré hasta que la consiga.

Traga saliva. Sus padres se van a afuera porque ella se los pide, primero quiere aclarar las cosas conmigo y luego me va a decir otras cosas frente a ellos. No sé qué decir, ni que hacer, no sé cómo voy a reaccionar. Me imagino lo peor, no sé cómo habrá sido su pasado, debió ser tormentoso para ella y temo que siga con la vida de antes. Lo que no entiendo es porque se fue a vivir con otra familia, entiendo que la chica es su hermana porque lo deja muy claro, pero lo demás es demasiado confuso para mí.

Amara no creo que sea algo malo en esta vida, es una chica muy dulce y merece lo mejor de lo mejor. No tanta miseria ni tanto drama. Sigue callada y no me dice nada, está jugando con sus dedos. Emite sonidos extraños, como arrepintiéndose de lo que va a decirme. No la dejaré de amar, ella es el amor de mi vida y la seguiré amando así tenga antecedentes criminales. Me vale verga quien sea.

Seguimos en un eterno silencio y yo me quedo viéndola de perfil. No está llorando, puede que esté pensando en que decirme, ordenando su mente.

—Chiquilla, necesito que me digas —le digo en susurro y tomo su mano para besarla—. Confío en ti y no dejaré de amarte.

Ella asiente y me mira de frente. Llegó la hora, la hora en saber quién es, qué hace, que no hace y sobre su vida privada.

—Me fui de mi casa porque no soportaba vivir en los suburbios. Cambié de identidad al momento de cruzar de país, me hice pasar por una huérfana y empecé a trabajar como narcotraficante. Al principio estaba contenta porque ganaba mucho dinero, me compré un apartamento, un carro y seguí haciendo un trabajo. Me drogaba, tenia sexo para tener más dinero y me empecé a involucrar con gente extraña. Mientras más sexo tenia me sentía mejor conmigo misma, puros criminales y gente fea a mí alrededor. Decidí dejar todo a un lado, pero no podía. Por más que intentaba tener compasión conmigo misma, era peor. Abusaron de mi muchas veces seguidas, aborte muchas veces sin estar consciente y termine siendo sumisa de muchos chicos mala conducta. Ellos me pegaban, me maltrataban y me hacían suya siempre. Me deje llevar por todo y nunca aprendí a tener personalidad. Vivía siempre triste y con la cabeza gacha. Había decidido estudiar en una universidad, para no saturarme de tantas cosas, fue entonces cuando abusaban más de mí ya que era la idea principal. Me sentía una mierda cada puto día de mi vida, lloraba y actuaba como si nada. Nunca fui consciente del amor verdadero, mentí a todo el mundo diciendo que mis padres me habían abandonado, cuando fue todo lo contrario, ellos me querían buscar y yo me ocultaba siempre. Te mentí, y eras el único que me podía ayudar pero no podía permitirlo. Mi vida la hice así por el simple capricho de sentirme importante, de querer estar con la gente que me protegía, cuando era todo lo contrario —hizo una pausa y me abrazó de nuevo. Sentí sus lágrimas en mi camisa y no me importó—. Mentí a mis padres, mentí a todo el mundo y ahora soy un desastre. No tenía donde vivir y ellas me ofrecieron ayuda, había tenido días terribles, hasta que apareciste y me guiaste a un camino sin oscuridad. Ahora sé que puedo estar en paz.

La última frase me deja atónito. Me sigue abrazando y siento su calor contra el mío. No sé pero tengo demasiado calor. Me acaricio el cabello y nos quedamos así por un buen rato. Luego sus padres aparecen de nuevo. Conociéndolos mejor, son grandes personas, con buen futuro y buena energía.

La vida de Amara, está llena de misterios. La amo tanto que me importa una mierda si esta jodida para la mierda. Mi amo no quiere decirme y solo sonríe, como si yo supiese. En fin, Vero o como sus padres la llaman, Vanessa, la mujer de mi vida, de mis sueños, se va para siempre. Eso me entristece demasiado, sé que es precipitado todo, pero no puedo decirle que no. Ella debe hacer su vida lejos de los problemas. Confió en ella como mis ojos y la comprendo perfectamente.

He llorado por una semana entera, admito que me entristece que parta, que se vaya de mi vida y me duele demasiado. Menos mal que estamos en verano y no tengo clases, así que puedo llorar en mi habitación, sentado en mi balcón y contemplar el mundo derrumbarse ante mis ojos. Las flechas siguen llegando para ayudar a otros, y no deseo hacerlo. Mi cuerpo está sin vida, mi alma está sin vida, mi corazón está sin vida. Siento que no estoy vivo, no siento las palpitaciones, no siento que mis venas corren, y aunque sé que todo es verdad, no lo admito.

Tanto tiempo que me costó convencerla, tanto tiempo que la quise conmigo y ahora que estamos felices, se va para su país natal. No me dijo ese país, tampoco se lo voy a preguntar. Si me lo dice, juro por mi madre que la voy a buscar así camine por meses.

Mi madre hace estofado y en serio no tengo ánimos para comer. Ella trata de animarme y por más que intenta, no me dejo ceder tan fácil. Mis lágrimas siguen cayendo como lluvia a cantaros. Aprieto mis labios y me desahogo con el mundo.

No quiero ni ver cuando se vaya, solo deseo verla por última vez y ya. En serio me enfurece todo el asunto, no es su culpa, es bueno que haga su vida, pero es injusto como es el maldito destino conmigo.

Mi vida tiene que ser feliz, mi destino debe ser feliz. No una cagada. No merezco sufrir, ya he pasado demasiado y cuando la felicidad está conmigo, no la sé apreciar. Mi vida es un drama, y admito que es mi culpa. Dejé a ese niño atrás hace mucho tiempo y me convertí en un adulto de mierda. Alguien que con el ceño fruncido ha vivido desgracias, tras desgracias.

—Alexis —mi señor aparece y el mundo se congela—, la tristeza forma parte de nuestras vidas, comprendo que tu molestia se deba a tu misión. Siempre usando términos inadecuados, nunca lees entre líneas.

—No juegues conmigo. Ella se va y a la mierda todo —digo sin arrepentimientos de la grosería que menciono.

—Usas los términos inadecuados. Nunca prestas atención. El mundo tiene preparado para ti, lo mejor y te dejas invadir por la tristeza sin ver el lado positivo.

Se va. Todo vuelve a la normalidad. Salgo de mi habitación a caminar, pensar, con las manos en los bolsillos me dejo invadir por la realidad misma. Todos aprovechan el sol, la aventura y yo ando decaído porque el amor de mi vida se va para siempre. Ella me escribe y me dice que esta cerca. Verla me deprime y no puedo decirle que no. Quiero abrazarla, hacerla mía aunque sea por última vez. Quiero que sea mía aunque se vaya. Tiene la sonrisa que adoro y me abraza como si fuera su persona favorita. Odio cuando lo hace.

Nos sentamos en el parque y ella sostiene mi mano como si fuera algo valioso. Siempre hace que me sienta mejor conmigo mismo.

—Chiquilla —de mis labios sale el apodo hacia su persona. Ella sonríe y empieza a reírse—. Te amo, chiquilla.

Ella se congela ante mis palabras, me besa con pasión y el mundo de mierda, se convierte en algo mágico. Solo los dos sabemos el sentimiento, para mí no existe más nadie que ella.

Mi mundo es ella, mi vida es ella y no quiero que sus besos se acaben, no quiero dejarla ir. Seguimos en nuestro mundo de maldad, como le llamamos y siento que cada vez estoy más enamorado de ella. La amo demasiado. No puedo vivir sin ella. Me va a hacer difícil dejarla que se vaya. La amo con locura, ella es un poema para revivir mi corazón oscuro. Ella es la solución de mis miedos. Con ella el mundo se detiene, solo existe ella y sus labios.

Al final ella es mía y punto. De nadie más y aunque se vuelva a enamorar ella siempre será mía y sus labios son míos, su vida es mía y todo lo de ella es mío.

Luego de hacerle el amor. Dios, siento que ha sido el mejor de mis putos días. Me siento renovado, feliz y siento tantas emociones juntas. Amo a Amara. Para mí siempre será la chica rebelde y problemática.

—Chiquilla, no te dejaré irte tan fácil.

—Lo sé. ¿Quieres que caminemos juntos hacia una carretera sin fin? ¿Quieres acompañarme y vivir conmigo?

Su propuesta es indecente. Si me niego, la perderé para siempre. No quiero perderla más nunca en la vida. Ella me pertenece. 

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