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❄ 8 - Decision

CAPÍTULO 08 | DECISIÓN

Areum alzó su mano temblorosa sobre la madera oscura de la puerta, tocando un par de veces con suavidad. Temiendo encontrar un desastre dentro y a Jungkook enfurecido, respiró hondo preparándose, sin embargo la voz calmada del varón le concedió permiso de entrar y así lo hizo. Nada de mesas rotas, libros despedazados, papeles desperdigados o paredes reventadas; sólo su hijo sentado en su silla de cuero negro, con sus manos entrelazadas y el mentón sobre estas, pensativo.

La mujer exhaló con alivió y tras cerrar la puerta se acercó, sentándose al frente. Los párpados del pelinegro estaba ligeramente enrojecidos y Areum supo que ver a Hwayoung con el tatuaje de su antigua tribu lo había afectado más de lo que ella esperó, aun así comprendió el dolor de su hijo y tomó entre sus manos las de él, llamando su atención.

—Sé que no es la manera, pero tenía que hacerlo —Los ojos bicolor de su hijo, con un vacío tan profundo como un abismo, le estremecieron el alma, pero continuó —. Jungkook, no permitiré que algo tan triste suceda de nuevo. Te prometo que esta vez la protegeré...

—Por eso tú misma le hiciste el tatuaje, ¿no? —Interrumpió el capitán, Areum asintió con lentitud —. Haz lo que desees madre —Soltó un largo y agotado suspiro, cerrando los ojos, recargándose contra el espaldar de su silla —. Ya no me importa nada, estoy cansado... —Los ojos de su madre se humedecieron al escuchar su tono de voz tan apagado, sus palabras le dolieron como un cuchillo en el corazón.

—Jungkook, no digas eso —Lo miró asustada. Nunca había escuchado hablar así a su hijo, tan afligido que su tristeza era casi palpable, atormentado, retenido por unas cadenas invisibles que le impedían continuar con su vida —. No te rindas ahora, mira todo lo que hemos logrado, todo lo que gracias a ti tenemos —Jungkook abrió sus ojos ahora dorados y Areum no pudo contener las lágrimas.

—Lo sé, madre... —Una exhalación temblorosa escapó de los rosados labios del muchacho —. Pero esta carga es demasiado pesada —Sus ojos estaban oscurecidos, sin brillo ni vida a pesar de su extravagante color; poco a poco sin nadie darse cuenta, el alma del joven capitán se había estado marchitando —. De alguna manera todo lo bueno que llega a mi vida siempre termina acabándose, sobre mis hombros llevo incontables muertes y a su vez debo proteger incontables vidas, no puedo ser egoísta y pensar en mí o todo se derrumbará —Se tomó unos segundos para continuar bajo la atenta mirada de Areum —. Madre, ya comprendí, no importa lo que yo sienta, lo he decidido: si así nadie más sale lastimado, si así todos pueden vivir en paz, úsame... seré tu herramienta, así como la de todos. Seré sólo esa bestia que vive para el bien de los demás.

—¡No! —Areum se levantó de la silla con brusquedad, negando con la cabeza —. Jungkook, hijo, mírame —Lo tomó de sus mejillas —. No eres una bestia, todo eso quedó en el pasado, por favor —Sollozó. Jungkook se levantó y caminó hacia su madre, abrazándola y ella se hundió entre los fuertes brazos de su niño, como lo llamaba siempre —. Eres la persona más humana que he conocido, más humana que cualquiera de los que te han tratado como un animal.

El corazón del muchacho sufrió un doloroso pinchazo, pero en medio de esa soledad y dolor que lo asolaba, una ligera calidez lo tranquilizó al escuchar las palabras de Areum. Jungkook se sorprendió al sentir su figura, ¿siempre había sido tan delgada?, ¿tan pequeña? Recordaba de niño siempre verla como una mujer fuerte, grande y poderosa; ahora sólo sentía a una madre que apenas se sostenía, delgada y pequeña, también atormentada y agotada pero que a pesar de eso, su amor por su hijo y esposo la obligaba a mostrarse firme, así ellos no desfallecían.

—Lo siento —Jungkook murmuró contra el oído de la mujer, abrazándola más fuerte, sosteniendo con su mano la cabeza de ella y acariciando su cabello —, lo siento mucho, mamá —Ella sólo sollozó, descargando todo lo que había guardado por años sin importarle si los sirvientes o alguien más escuchaba su llanto —. Perdóname, siempre soy un desconsiderado —Jungkook hundió su rostro en el cuello de su madre, aspirando su fragancia, esa que nunca cambiaba y le recordaba buenos momentos, y que ella siempre había estado para él —. Olvida todo, por favor. Lo siento.

Areum negó, limpiándose las lágrimas, respirando en un intento de calmarse y miró a su hijo —. Yo también debo disculparme. Tu padre y yo te hemos llevado al límite, aunque sea por tu bien, hemos forzado las cosas. Pero no podíamos hacer nada más —Ella caminó hacia el sofá y se sentó, Jungkook la sostuvo de la mano y se posó a su lado, mirándola ya más calmado, con sus ojos bicolores de nuevo, serenos —. Todos tenemos ataduras de nuestro pasado, tu padre lo oculta pero tampoco logra dormir, las pesadillas nos atormentan, el dolor de lo que dejamos atrás, las personas que perdimos, el hogar que se nos fue arrebatado. Pero tenemos que avanzar.

Areum recostó su cabeza en el hombro de Jungkook y entrelazó su mano con la de él. Se quedaron en silencio durante un rato, el muchacho se perdió en recuerdos, en su mayoría amargos. Le dio la razón a su madre, tenían que avanzar y aunque era difícil, y su corazón aún no estaba preparado para amar a nadie más, haría el esfuerzo por el bienestar de sus padres, de las personas que lo querían y sobre todo del clan que dependía de él. Y aunque sabía que no amaría a Hwayoung como todos deseaban, haría el esfuerzo por aceptarla como esposa, aunque no la tocara y sólo pretendiera ante los demás. Su prioridad era un asunto más grave que un matrimonio indeseado.

Después de la charla con su madre, la cual no fue precisamente de lo que Jungkook quería hablar, Areum se fue a su habitación a descansar y meditar sobre la situación, necesitaba estar sola. Jungkook igual se tomó un buen rato en su despacho, en total silencio sin ser interrumpido y serenándose, ordenando sus pensamientos pues su mente era un total caos, una maraña de problemas personales y laborales que si no los organizaba, la preocupación lo carcomería.

...

Justo antes del anochecer el señor Jeon llegó a la residencia, había tenido un día largo en su trabajo pero como recompensa había recibido un excelente pago, por eso estaba bastante animado.

Aunque los Jeon eran nobles, desde un oscuro suceso entre Jungkook y el príncipe heredero, Kim Namjoon, éste les había quitado por completo la ayuda que todos los demás clanes nobles y familias de los capitanes recibían por derecho a su labor; por ello los Jeon tenían que trabajar y aprender a negociar, incluso a escondidas para tener tanto su sustento como el de las más de treinta familias que dependían de ellos.

El líder del clan estaba en su oficina dejando sus cosas de trabajo ordenadas, cuando la figura de su hijo apareció en el marco de la puerta abierta, el hombre lo hizo entrar mientras tenía en su rostro una sonrisa calmada.

—Bienvenido, padre —Saludó Jungkook, acercándose. Su progenitor lo recibió con un abrazo, como siempre hacían y lo saludó de vuelta.

—Estoy en casa, hijo. ¿Cómo están tus heridas? Areum me comentó preocupada lo que pasó la noche de la boda —El joven sólo suspiró, pasando una mano por su nuca mientras se sentó. Sus heridas no eran tan graves, ya estaban sanando y la hemorragia de la más grande había desaparecido con la ayuda de su madre, por lo que sólo quedaba el ligero ardor de las muchas cortadas que tenía.

Tebengri era un guerrero formidable, pero más que eso era salvaje. En medio del combate Jungkook no sintió en absoluto las estocadas rápidas como relámpagos que el mongol le había propinado, no hasta que se había despertado en la tumba en el bosque justo antes de llegar a la boda. Estaba en un charco de su propia sangre y al quitarse el abrigo vio infinidad de cortadas abiertas, las cuales comenzaron a sangrar horas después de su enfrentamiento. Y aunque su cuerpo era mucho más fuerte y resistente que el de un hombre normal, había intentado regenerarse durante esas horas, pero Jungkook no prestó atención a sus heridas y como resultado perdió mucha sangre.

—Estoy bien, no hay nada de qué preocuparse. Sabes que no soy precisamente normal, mis heridas sanan bastante rápido —Miró con curiosidad la cantidad de libros nuevos que había apilados y amarrados sobre el escritorio —. ¿Mucho trabajo?

—Un poco. Los eruditos de la academia me dieron varios libros en distintos idiomas que no conocen y esperan que los traduzca por completo. Me aseguraron una buena paga —Jungkook sonrió sincero, se alegraba mucho porque el talento y trabajo de su padre fueran recompensados y valorados de forma apropiada. Y sobre todo se alegraba de que por lo menos el odio hacia él de parte del príncipe idiota, no afectara a sus padres.

—Qué bueno. Padre, tengo que hablar contigo de un asunto con respecto a los Cheong, es más una petición mía —Su padre frunció el ceño, lo miró cauteloso, pensando que de nuevo era otra queja sobre Hwayoung o su matrimonio en general.

—Hijo, ya hablamos sobre tu compromiso con ellos, ya no hay marcha atrás, ya somos familia y...

—Lo sé, lo sé —Interrumpió, calmando las suposiciones de su padre —. No te preocupes, ya me hice a la idea, no escucharás quejas de mi parte siempre y cuando no me obligues a darte nietos...

Todavía —Completó el señor Jeon, cruzándose de brazos —. Jungkook, aún no te pediré nietos, pero los espero como sueña todo padre cuando su hijo se ha casado —El pelinegro soltó un suspiro, agotado por lo cabeza dura que era su padre; él también lo era así que, de tal palo tal astilla.

—En fin, lo que te quiero pedir es que me ayudes. Tú tienes mejor relación con el líder de los Cheong, ellos son un clan que se especializa en medicina, muy efectiva según lo que tú me has comentado, por eso necesito una gran cantidad de parte de ellos, y también asistentes para los hombres de mi escuadrón —Su padre alzó las cejas, sorprendido por la petición de su hijo. No pudo evitar sonreír más tranquilo al ver que Jungkook era un hombre maduro y responsable ante todo. Se sintió orgulloso y reafirmó para sí mismo que su hijo era un excelente capitán.

—Lo haré, mañana a primera hora tendrás la medicina y el personal necesario. Tú por ahora concéntrate en recuperarte —Su padre le dio un par de palmaditas en el hombro —. Por cierto, recuerda dormir en la habitación que se te dio junto a tu esposa —Le advirtió, a lo que el joven puso los ojos en blanco, ganándose una risa de su padre.

Esa noche, todos cenaron juntos excepto Jungkook, quien se mantuvo en su despacho hasta muy tarde. Hwayoung durante la comida estuvo algo tensa, sobre todo insegura de cómo sería su relación con Jungkook, parecía que se ganaba cada vez más el odio del capitán sin ella siquiera proponérselo.

Cuando Jungkook la vio cubriéndose el tatuaje, sintió miedo de haber hecho algo malo, mientras Areum discutía con su hijo en su oficina, Hwayoung se vistió a la velocidad de un rayo y muy nerviosa corrió a su habitación. No quería causar problemas entre los Jeon y sólo recordar la mirada furiosa del muchacho le provocó escalofríos.

Por suerte, en la cena Areum le dijo que todo estaba bien, no tenía que preocuparse por nada y que Jungkook no estaba molesto; según ella, tenía muchas preocupaciones como capitán y eso lo tenía estresado. Aunque Hwayoung sabía que el hombre sí se molestó al verle el tatuaje. En parte lo comprendía, después de todo, ambos se casaron por conveniencia y él fue el más forzado a hacerlo.

Esa noche, Jungkook de nuevo no durmió en la habitación.

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