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❄ 6 - Concerns

CAPÍTULO 06 | PREOCUPACIONES

«Hwayoung»

Mis párpados se abrieron por la luz solar que llegaba de las ventanas, con la vista borrosa me estiré y rodé perezosa por la cama, sintiendo el lado opuesto frío. Solté un suspiro y me senté, haciendo a un lado mi cabello y mirando mis alrededores. Se sentía extraño despertar en una alcoba diferente a la que siempre había sido mía.

Me restregué los ojos y me levanté, tras darme un baño fresco y vestirme de forma apropiada, sin necesidad de una criada, salí de la habitación directamente a buscar a mi suegra para saber cómo estaba Jungkook.

La encontré en la cocina, charlando animada con las siervas y, para mi sorpresa, ayudando a hacer el desayuno, picando las diferentes frutas. Era inusual que una noble se involucrara en dichas tareas, ni siquiera mi familia permitía que yo ayudara en labores domésticas; sólo estudiar medicina, leer mucho, aprender a bordar y cosas que una dama debía saber, según mi madre.

—¡Querida, buenos días! —Con voz cantarina me saludó apenas me vio ingresar, seguida de los saludos de las criadas. Se limpió las manos con agua y las secó con un paño, acercándose a mí y dándome un abrazo.

—Buenos días, señora Jeon —Con timidez acepté el abrazo y sonreí hacia ella. Antes tenía miedo de que mi suegra fuera una mujer dura y egocéntrica, pero sin duda ella no lo era, me sentía tan cómoda como si estuviera con mi propia madre.

—Ay bella, ya es hora de que dejemos los formalismos, por lo menos conmigo. Puedes llamarme por mi nombre, dime Areum —Me tomó de la mano y tras decirles a las mujeres que llevaran el desayuno, mi suegra y yo caminamos al comedor.

—Está bien, Areum —Miré curiosa que al caminar nos saludaban las siervas de manera alegre, nos miraban a los ojos y sonreían sin problema. Un comportamiento así en otras casas sin duda era inaceptable, pero la mansión Jeon tenía un aire sereno y cómodo, tal vez no sería tan malo vivir aquí.

—Sé que ya lo has notado, pero te lo confirmaré —Comentó mientras nos sentamos en los cómodos puestos —. Los Jeon somos un clan que se sale de lo común hablando culturalmente. Aunque hacemos parte de Astrum, estamos en contra de muchas actitudes y una de esas es tratar a nuestros sirvientes como seres inferiores cuando en realidad son quienes trabajan de forma ardua para nosotros y nuestro bienestar. Ayudar de vez en cuando no cae mal.

—Siendo sincera, me sorprende —Confesé, mirándola con cierta admiración. Mi suegra era una mujer elegante y con gran importancia, pero así mismo era humilde y alegre, sin complicaciones y con una visión de la vida muy particular —. Una vez visitamos con mi madre a una mujer que vive en lo alto de la ciudadela, hace parte del clan Kim, y todo era opuesto a esta casa. Trata muy mal a las siervas, se nota que las personas viven con miedo allí.

—Lo sé, los Kim son bastante... agrios, después de todo son la familia del rey e incluso los de la tercera rama se creen el centro del mundo —Aseguró bajito como si me contara un secreto.

—Me alegra que usted sea mi suegra —Sonreí sincera —, ahora comprendo por qué se lleva tan bien con mi madre.

—Tal vez más adelante llegues a comprender el por qué somos tan diferentes —Sonrió gentil —. Sólo te pido mucha paciencia, sobretodo con mi hijo; él es un buen muchacho pero... —Se quedó un momento en silencio —, la vida a veces es tan dura que cambia a las personas, y Jungkook cambió a un hombre duro, estricto y frívolo.

Areum tenía una expresión de nostalgia y dolor en sus ojos, me sorprendía que una noble conservara un sufrimiento tan palpable, y sin necesidad de saber al pie de la letra su pasado, entendí que los Jeon debieron pasar momentos tan duros que no lograba imaginarlos.

Con delicadeza posé mi mano sobre la suya como muestra de apoyo, ella sonrió y soltó un largo suspiro como si deseara borrar de su mente tormentosos recuerdos.

—Areum, ¿cómo sigue el capitán...? mi esposo —Me corregí enseguida, ganando su atención.

—Él ya está bien, estoy segura porque se fue antes de que saliera el sol, sin avisar. Significa que se siente bien y tan lleno de energía para sacar de quicio a su padre una vez más —Bromeó, robándome una sonrisa.

—Ya veo —Sólo deseaba que él estuviera bien. Puede que en realidad no nos conociéramos lo suficiente o no tuviéramos sentimientos de aprecio mutuos, pero entre los dos había un vínculo inquebrantable ante los dioses, nuestro matrimonio. Sólo debía ser paciente y dejarle en claro que no quería ser molestia alguna, necesitaba hablar con él cuando volviera.

...

Un par de toques en la gran puerta de una de las mansiones de la ciudadela resonó con fuerza, una de las criadas corrió a abrirla y al momento de hacerlo, sus ojos se abrieron con sorpresa, dejando salir un ligero jadeo y su cuerpo quedando frío, tenso en su lugar.

Un par de ojos bicolor abrumadores la observaban sin expresión alguna, su impresionante y fuerte figura era mucho más grande que la pequeña criada que lo miraba aturdida, el capitán vestido con un limpio traje militar y sin aparentar en absoluto que estuvo herido, ladeó la cabeza con lentitud haciendo reaccionar a la sierva.

—¡M-mi señor, es un honor tenerlo aquí! —Abochornada por su comportamiento abrió por completo la puerta —. La señora Park está en la sala, pase por favor.

Jungkook ingresó, no era la primera vez que visitaba la mansión Park pero siempre que alguna criada abría la puerta tenía la misma reacción, la gente le temía desde que se había vuelto capitán.

Caminó por el pasillo y llegó a la sala donde vio a una mujer de vestido blanco tradicional y un recogido elegante, haciendo un bordado, pasando hilos rojizos sobre una tela tensada, creando un adorno de hojas y frutos coloridos; recordó enseguida que el festival otoñal sería en una semana.

—Tía —La llamó, refiriéndose a ella de esa forma pues Jimin era como un hermano para él, y la familia Park era la más cercana con la Jeon, considerándose casi de sangre.

La mujer levantó la cabeza con sorpresa, soltando las agujas y la tela. Había escuchado que unos días antes Jungkook había regresado de su viaje militar, sin embargo no se habían podido reunir por sus labores y preparativos para la festividad de otoño, ella llevaba prácticamente un año sin verlo. Se levantó con rapidez y corrió a abrazar al joven Jeon.

—¡Querido, me alegra tanto que estés bien! —Musitó con alivio la señora Park, sacándole una pequeña sonrisa al muchacho —. No te imaginas cuán preocupada estaba, cuando recibimos a Jimin tan herido casi muero de la angustia —Lo miró con sus ojos grandes y brillosos, acariciando la mejilla del pelinegro —. Me hace muy feliz que estés bien.

—Gracias, tía. Lamento lo de Jimin —Dio pequeños toquecitos con su palma sobre la espalda de la mujer para calmarla —. ¿Cómo está él?

—Está fuera de peligro, el doctor le indicó reposo durante varias semanas —Aseguró más serena —. Ve, está en su habitación, se alegrará de verte —Jungkook obedeció y se dirigió hacia la alcoba del hijo de los Park.

Unos pesados pasos resonaron hasta detenerse en la puerta de la habitación, la cual se encontraba abierta. El chico de cabellos rubios platinados descansaba en la amplia cama, su cuerpo estaba lleno de vendajes y sobre sus ojos un paño mojado los ocultaba, la piel de su rostro tenía moretones y pequeñas raspaduras.

—También me alegro de verte, Jungkook —Dijo el chico, sonriendo luego de quitarse el paño, revelando sus párpados rojizos, rostro afiebrado y majestuosos ojos de un azul blanquecino, brillante y pupilas grandes —. Odio enfermarme, no puedo controlar que cambien mis ojos —Lloriqueó, sacándole una inesperada carcajada a Jungkook.

—Eso es justo lo que le dije a mi madre anoche, me pasó algo similar a ti —Sonrió divertido y se acercó a su amigo, sentándose a un lado en la cama y dándole un cuidadoso abrazo —. Me alegra tanto que estés bien, Jimin.

—Gracias a ti y a Beomhwa no fui comida para los mongoles —Se sentó con cuidado, recostándose sobre las almohadas —. Hubiera deseado ser más de ayuda.

—No, Jimin, lo fuiste. De no ser por ti no hubiéramos perseguido a los mongoles y encontrado a uno de los comandantes Kithan —Suspiró, pasándose una mano por su cabeza —. Creí que no lograríamos rescatarte.

—¿Sabes? —Llamó la atención de su amigo, mirándolo con sus brillantes y salvajes ojos, adornando su rostro aniñado de una forma escalofriante para muchos, pero común entre las personas más cercanas —, muchas veces pensé que el poder con el que nací era algo raro, molesto y que no lo deseaba —Jungkook miró atento a Jimin, observando con serenidad los orbes sobrenaturales de éste —. Pero sé que justamente ese poder fue el que me salvó; si hubiera sido un hombre normal, estaría muerto.

Jeon asintió, comprendiendo. Él mismo había sido testigo de aquél sentimiento, de haber sobrevivido infinidad de veces gracias a lo que era, lo que los dioses le dieron al nacer. Soltó un suspiro y se recostó al lado de Jimin, el rubio apoyó su cabeza contra el hombro del mayor y se quedaron en silencio un buen rato.

—Lo decidí —Aseguró el chico de repente, llamando la atención de Jungkook.

—¿Qué cosa?

—Me cortaré el cabello —Afirmó con facilidad, sin embargo Jungkook abrió los ojos con sorpresa, quedando sin palabras.

En Astrum y los reinos vecinos en general era común que los hombres procedentes de nobleza portaran sus cabellos largos, era tradición y muestra de honor, según ellos. Tanto Jimin, como Beomhwa y todos los hombres del reino que poseían sangre azul, tenían sus cabelleras largas durante el descanso y recogidas cuando iban al campo de batalla. Un varón que tuviera el cabello corto era considerado un plebeyo, bárbaro o esclavo. Un aristócrata que tuviera cabello corto era símbolo de rebeldía.

Todos pensaban así, excepto Jungkook. Él siempre conservó su cabello corto y fue una de las razones que más escandalizó a la corte y los nobles, sin embargo él demostró que tener o no el cabello largo no influía en absoluto su fuerza como guerrero, y tras discutir durante días en el pasado, fue aceptado a regañadientes.

En Astrum la gente era muy supersticiosa y al principio fue tratado con rechazo, sin embargo con su trabajo duro se ganó el cariño de los campesinos a los que protegía, sus hombres del escuadrón que dirigía y por supuesto su clan.

—Jimin, ¿por qué cortarías tu cabello? —Preguntó Jeon —, eres la cabeza del clan Park, sabes bien cómo fui tratado yo, considerando que nunca he dejado crecer mi cabello, ahora tú que eres tan importante y de los capitanes más queridos... ¡No me mires así! —Gruñó, girando su cabeza a otro lado pues Jimin lo miraba con ojos de cordero mientras juntaba sus manos en una súplica.

—Eso no importa, sabes que nunca le he prestado atención a los berrinches de los nobles o demás capitanes —Infló sus mejillas y se cruzó de brazos —. El cabello me molesta. Jungkook, sabes que yo aunque soy noble no tengo real importancia, sólo soy un peón más del príncipe el cual no mueve un dedo por nosotros. Además quiero probar qué tal se siente... —Musitó con algo de vergüenza, sus mejillas se tiñeron de rojo.

—Eres un mocoso —Dijo algo molesto Jungkook, haciendo que el rubio soltara una carcajada —. Debes decirle a tu madre, no quiero que le de infarto cuando te vea sin tus preciados cabellos.

—Ella aceptará, ya verás —Soltó unas risitas maliciosas.

—Veo que se divierten —Una voz diferente hizo a ambos muchachos mirar hacia la puerta.

—¡Bienvenido, Beomhwa! —Sonrió Jimin ampliamente.

—¿Cómo te sientes? —Preguntó el capitán —, aunque veo que tus ojos te delatan —Sonrió, acariciando la cabeza de Jimin. El rubio era el menor de todos los capitanes con tan solo dieciocho años, pero era tan fiero como su padre, el antiguo capitán de su escuadrón.

—Tengo fiebre desde hace dos días, pero ya estoy mejor, hoy recuperé el conocimiento —Se encogió de hombros —. Aunque mis ojos no quieren cambiar, necesito más descanso.

—Bueno, siempre y cuando nadie más te vea así, todo irá bien —Aseguró Beomhwa —. Traje una medicina que te hará recuperar el doble de rápido, las siervas te la darán —El rubio agradeció el detalle y Jung miró al joven de ojos bicolores —. Jeon, debo hablar contigo.

Tras despedirse de Jimin, ambos capitanes salieron para conversar. Caminaron hacia el jardín y al llegar, una sierva, encantada les dio un té fresco.

—¿Y bien? Por tu cara sé que es urgente —Dijo Jungkook tras dar un sorbo a su té, recostándose sobre el espaldar de la silla del exterior. El mayor asintió y miró sus alrededores con cautela, acercándose para hablar con discreción.

—Se trata sobre algo que descubrí esta mañana —Comenzó —. ¿Recuerdas el mensajero de mi escuadrón que enviamos por refuerzos la noche del ataque? —Jungkook asintió, atento —. Hoy hablé con el príncipe, le dije que los refuerzos nunca llegaron y pudimos haber muerto, sin embargo como siempre le quitó importancia al asunto.

—No me extraña —Confirmó Jeon, tomando otro sorbo de su bebida. No era un secreto que el príncipe heredero, ante la mayoría de personas aristócratas, guerreros y los plebeyos, se veía sólo como una figura autoritaria, más no el hombre que gobernaría Astrum en pocos años.

—Hablé con su hombre de confianza, el sub-capitán del primer escuadrón, Choi Byungho —Jungkook alzó una ceja, intrigado ante la mención de ese hombre —, me dijo que nunca llegó un mensajero pidiendo refuerzos. Y mi hermano lo confirmó, no se enteraron de la situación tan horrible en la que estábamos atrapados esa noche.

—¿Qué? —Jeon lo miró sorprendido —. No es posible, el mensajero era un hombre de confianza... a menos que fuera atacado por el camino —Beomhwa asintió un par de veces.

—Pero ese no es el problema. Hoy hice una reunión con mi escuadrón, los hombres que quedaron en el cuartel ese día dijeron que en la madrugada estuvieron pendientes y el mensajero sí entro a la ciudadela y por supuesto a los cuarteles.

—¿Estás diciendo que... —Jungkook se quedó en silencio y su compañero soltó un suspiro, con el ceño fruncido mientras sostenía con fuerza la taza de té en sus manos.

—El mensajero desapareció esa misma madrugada, ni siquiera durmió en su habitación y el último lugar donde lo vieron fue en la sala de armas. Tenemos que investigar esto, Jeon... porque si es lo que estoy pensando, ese tipo, Byungho, sí recibió el mensaje y no envió los refuerzos. Ése bastardo nos detesta.

—Me detesta a mí —Gruñó Jungkook —, es el perro faldero del príncipe, por supuesto su odio hacia mí los afecta a ustedes, tú y Jimin son las personas más cercanas a mí.

—Independientemente de que lo haga por razones personales, o tal vez órdenes del mismísimo príncipe, esto no se quedará así. Lo más seguro es que mi soldado esté muerto y no me haré el ciego.

—Si eso es así, al estúpido príncipe no le importó poner en riesgo tres de sus capitanes una misma noche. Si el rey no se recupera, no sé qué será de Astrum —Suspiró Jungkook, cerrando sus ojos con preocupación.

Ahora no era un buen momento para afrontar una traición del propio reino. No cuando Tebengri le aseguró a Jungkook que los mongoles atacarían en invierno, y la Triple Alianza de traidores los estarían debilitando día tras día para facilitarle el trabajo a los Kithanos. 

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