❄ 1 - Astrum
CAPÍTULO 1 | ASTRUM
«Hwayoung»
El sonido del agua en una fuente cercana de bambú resonó al caer el tubo de madera por ser llenado con el líquido cristalino que se vertía continuamente; un eco repetitivo que daba siempre una sensación de paz, hacía presencia desde el patio adyacente a nosotros y se mostraba una vista esplendorosa de la pulcritud con que era cuidado y adornado el espacio. El jardín siempre era el orgullo de una casa noble.
Dejé la taza de porcelana fina con té verde humeante en su interior, sobre la mesa. Miré de reojo a mi madre, quien se encontraba a mi izquierda, sonriente conversando con la señora Jeon, una dama respetada de alto estrato que hablaba maravillas de su familia y sobretodo de su hijo. A mi derecha mi progenitor asentía con seriedad a lo que fuera que el líder del clan Jeon le estuviera hablando; temas políticos y demás que no me interesaban en esos momentos.
Suspiré silenciosa, mi pecho se oprimía con nerviosismo al punto en que mis manos temblaban sobre mi regazo, mis dedos alrededor de la falda del Hanbok la dejaron arrugada. No era fácil asimilar lo que ocurriría en pocos minutos.
Unos pasos fuertes, pesados y pausados resonaron en el piso de madera, llamando la atención de todos, dirigieron sus ojos hacia la figura en el marco de la puerta, excepto yo, que continué con la mirada baja y mi espada un poco encorvada, lo que hizo que mi madre presionara su mano contra mi columna para corregir mi posición.
Saludamos al unísono haciendo una reverencia desde nuestros lugares, la figura varonil se acercó y terminó por sentarse justo al frente mío. Desde mi ángulo de visión podía observar su ropa elegante: un atuendo militar azul oscuro con un abrigo delgado de piel negro, a la izquierda, justo en donde estaba su corazón, había una insignia metálica con forma de estrella, en esta se podía leer con claridad su nombre.
Capitán Jeon Jungkook.
—Estamos reunidos hoy para formalizar una alianza —La voz del líder de los Jeon resonó con autoridad —. Nosotros somos un clan conocido por la fuerza militar y estrategia, perteneciendo así a una de las familias protectoras del reino de Astrum.
Me tensé ante la gran importancia de los Jeon, nosotros sólo éramos unos nobles comunes, sin tanta relevancia y aún no lograba comprender del todo cómo fue que resultó este arreglo, la unión que estaría a punto de ser declarada. Por lo visto mi padre logró amistad con el líder de ese clan, pero todavía me sentía mareada de sólo recordar que apenas desperté, lo primero que escuché era que me iba a comprometer hoy mismo.
—Mi hijo, Jeon Jungkook —Al escuchar su nombre, decidí levantar la mirada con lentitud, pasando por su uniforme y por su placa de capitán, subiendo hasta llegar a su rostro, el cual me robó el aliento por varios segundos —, y la joven Cheong Hwayoung contraerán matrimonio el día de mañana.
La voz del hombre quedó apagada, lejana, mientras todos mis sentidos aturdidos se centraron en una sola cosa: el hombre frente a mí. De rasgos suaves pero masculinos, labios delgados, rosados y suaves que deseé tocar, y sus ojos grandes, sorpresivamente de distinto color; uno azul profundo y el otro ambarino con ligeros detalles amarillos, como un felino. Tenía un tatuaje con tres pequeños rombos azules, adornados con piedras de zafiro con esa forma, pegadas a la piel de su mejilla izquierda. ¿Era ese hombre real?, ¿o era yo imaginándolo?
Choqué con su mirada y supe que estuvo todo el tiempo observándome, la pesadez de sus ojos estudiándome se sentía incluso antes de yo levantar la cabeza. Una profunda oscuridad se fundía con sus orbes bicolores, una frialdad que llegó a ponerme la piel de gallina; me sentí pequeña, indefensa, como un pequeño conejo frente las fauces de un lobo hambriento y rabioso.
—Debido a la gran ayuda que nos dieron cuando más la necesitamos, sus conocimientos de la medicina son admirables y como agradecimiento queremos unificar nuestros lazos y ser una sola familia —Terminó de hablar el señor Jeon y mi padre asintió de acuerdo.
—Hwayoung será una buena esposa, estoy seguro que nuestra alianza contribuirá a un legado digno, próspero y el clan Jeon se fortalecerá —Mi padre declaró sonriente, madre me miró de reojo, yo sólo me limité a hacer una reverencia ante las palabras de los mayores, como muestra de que aceptaba la unión. De todas formas quisiera o no, era un hecho.
—Me alegra entonces darles la bienvenida a nuestra familia —La señora Jeon sonrió gentil —, ahora somos uno y daremos la vida por ustedes así como darán la suya por el bienestar del clan.
La reunión finalizó de esa forma, y aunque todos parecían sentirse cómodos, era obvio que el más molesto de la unión era Jungkook, quien sólo bufó y se levantó, sin embargo su madre disimuladamente lo tomó del brazo para detenerlo.
—Es hora de que los prometidos tengan tiempo a solas y se conozcan —Sonrió mirándonos a ambos —. Señora Cheong, sígame, le mostraré el resto de la casa — Así como ella se llevó a mi madre, el señor Jeon lo hizo con mi padre para hablar en privado de sus asuntos, quedando sola con el lobo que no dejaba de mirarme mal.
—Trátala bien, sé que estás molesto, sin embargo fue una orden de tu padre, no te desquites con ella, ¿bueno? —La madre de Jungkook le murmuró algo al oído y se retiró. El pelinegro puso los ojos en blanco y asintió un par de veces mientras refunfuñaba entre dientes.
Me levanté, arreglando la falda de mi hanbok, quitando las arrugas y alcé la vista, encontrándome con la espalda ancha del varón que posaba sus ojos en el jardín en un intento de ignorarme. En parte comprendía que los matrimonios forzados eran desagradables, quise tener la oportunidad de enamorarme y elegir a mi pareja, pero siempre supe que tal cosa no era posible.
Me posé a su lado y decidí presentarme —. Soy Cheong Hwayoung, mi señor, es un honor conocerlo —Hice una reverencia, procurando no perder mis modales, la elegancia y confianza. Ciertamente era un hombre intimidante al primer encuentro, estaba segura que se debía a ser capitán de uno de los escuadrones del reino, el cual era un puesto codiciado y muy importante, además que no cualquiera lograba aquella posición; sólo los más fuertes y "elegidos" por los dioses tenían tal privilegio. Bueno, eso decían.
—¿No se siente frustrada? —Preguntó de forma repentina, con su voz ronca y tosca. Me miró con sus orbes gélidos, cruzándose de brazos provocando que sus músculos se tensaran y se viera aún más grande de lo que ya era.
—No... —Ladeé la cabeza y medité un momento —. Es mi deber como hija de los Cheong, no tengo ningún problema con esta unión, mi señor —Admitía que en la mañana sí me sentí frustrada, asustada, sin embargo me sentí aliviada de no tener que casarme con un hombre mayor y desagradable, esperaba que éste joven a pesar de su cara de ángel, no llegara a ser cruel.
—Casarse con un desconocido, un hombre que no la amará, ¿no siente tristeza? —Frunció el ceño. Sonreí un poco, intentando no perder la compostura, comenzaba a irritarme que no habíamos siquiera formalizado legalmente la unión y ya estaba deseando deshacerse de mí.
—Creo que aún es muy temprano para decir si me amará o no, estoy tranquila con respecto a esta decisión —Lo escuché bufar y negar con la cabeza, como si escuchara una locura de mi boca. ¿Acaso el hijo de los Jeon era un capitán mujeriego y por eso no quería comprometerse?
—Por supuesto, debe estar feliz de poder pertenecer al clan Jeon sin tener sangre de noble —Quedé helada ante sus palabras, mis ojos se abrieron con sorpresa y el calor del enfado me recorrió las venas. ¿Cómo se atrevía? —. Lo que tengo que hacer por mi padre —Musitó rabioso, negando con la cabeza, pasó por mi lado y se retiró de la sala dejándome sola y sin habla, apenas procesando lo que había dicho sin discreción alguna.
Si bien era cierto que yo no era una Cheong de sangre, y que no sabía cómo es que él conocía ese detalle de mi vida, a pesar de eso siempre fui amada por mi familia; padres excelentes, hermanos respetuosos, una vida cómoda y que la única condición puesta por ellos era ser feliz, las palabras del capitán Jeon me lastimaron. Mi intención nunca fue deshonrar a mi familia, estaba agradecida con lo que tenía, mi interés tampoco era subir de clase social.
Mi único deseo era ayudar a las personas, continuar curando las heridas de los niños de la aldea, dándoles refugio. Suspiré, ahora sí frustrada, ese hombre lograba sacarme de mis casillas como nadie lo hacía, y sólo cruzamos unas pocas palabras. Aun así me tomé aquello como un reto, no iba a permitir que me insultara de tal forma e iba a ser una esposa tan buena que tendría que arrepentirse y admitir lo cretino que había sido.
Esa noche nos quedamos a dormir en la casa de los Jeon, el siguiente día sería la ceremonia privada, no habría invitados de otros clanes lo cual se me hizo curioso, sólo participarían los padres de Jungkook y unas cuantas personas del clan junto a mis hermanos, algo muy en familia.
Caminé por el corredor directo a tomar un baño, cuando pasé una de las habitaciones escuché una voz masculina que reconocí segundos después, me mordí el labio y decidí quedarme un momento, la curiosidad me ganaba.
—¿Tan grave están las cosas? —La voz del señor Jeon sonó baja y preocupada, hubo unos segundos de silencio donde sólo una respiración cansada, como un suspiro hastiado, se hizo presente.
—Sí, padre, los Kang están aliados con la tribu mongola de los Kithan —Dijo Jungkook, ganándose un jadeo de su padre quien estuvo callado bastante tiempo.
—Tenemos que decirle esto al rey —Respondió el señor Jeon —, suficiente tensión tenemos con el imperio de Aurum como para que los mongoles vuelvan a atacarnos.
—Padre... respecto a lo del compromiso... —La voz de Jungkook se tornó dubitativa —, no creo que se pueda hacer mañana. Además sabes que no estoy de acuerdo.
—Jungkook, ya hemos hablado de esto, necesitas formar una familia. Un capitán está en peligro todo el tiempo, tienes que asegurar el linaje de los Jeon, y sobretodo nuestro poder —Escuché un bufido y mordisqueé mis uñas, escuchando con más atención.
—Padre, han habido ataques continuos a las aldeas, no tengo tiempo para jugar a los novios con esa mujer —Rugió irritado.
—Mañana se hará la ceremonia, no saldrás a combatir, no llegarás a la boda cubierto de sangre y suciedad del campo de batalla. Es una orden que te doy como tu padre. Fin del asunto, ve a descansar.
Los pasos acercándose a la puerta me alertaron por lo que silenciosamente me escabullí por los corredores hasta llegar al baño, donde una bañera con agua humeante me esperaba. Exhalé agotada, quitándome por completo la ropa y hundiéndome en el líquido perfumado y cálido.
Mañana me casaría, parecía un sueño, uno agridulce.
...
A la media noche, en las calles polvorosas resonaban los pasos marchantes de los escuadrones dirigirse al campo de batalla para proteger la ciudadela, los ataques por los rebeldes habían aumentado desde el último mes. La semana anterior en la noche entraron a una de las aldeas campesinas y se llevaron a mujeres jóvenes y hombres, seguramente para esclavitud.
Jeon suspiró, el vaho salió de su boca por la baja temperatura a finales de verano, a su lado un joven de cabello rubio platinado casi blanco se posó, mirando hacia el cielo despejado, poblado de estrellas brillantes.
—El otoño va a llegar, ¿eh? —Su voz suave hizo asentir al pelinegro —. ¿Cómo estuvo lo de hoy?
—Ya la conocí —Se encogió de hombros —. Es extraña.
—¿A qué te refieres?
—Parece imperturbable a pesar de que le mostré cuánto me desagrada —Chasqueó la lengua —, y no le molesta el compromiso —El jovencito a su lado soltó una risa melodiosa, negando con la cabeza. Dio unas cuantas palmaditas amistosas en la espalda del capitán como consuelo.
—Vamos, no debe ser tan malo. Es hora de que te des una oportunidad —Sonrió un poco ganándose un gruñido del mayor —. No hay afán, sólo acéptala, puede serte de gran ayuda —Suspiró algo triste de ver a su amigo de esa forma, sufriendo en silencio —. No es necesario que la trates como esposa, sólo déjala ser, y así tus padres estarán felices.
Los caballos llegaron para ambos capitanes, Jeon se subió al suyo y su amigo al otro, emprendiendo camino a la lejanía donde era visible una enorme señal de humo y fuego, había un incendio provocado por los rebeldes en dirección a los arrozales.
—Jimin... —La voz áspera del varón demostraba la preocupación —. Ve tú a los almacenes, yo iré a los arrozales. Si nos quemaron la comida estaremos en graves problemas.
El menor asintió, partiendo con su escuadrón a toda prisa mientras Jeon guio al suyo hacia los campos resecos por la sequía que atravesaba el reino en esos momentos, estaban en un estado de vulnerabilidad que el príncipe heredero parecía inconsciente y con el rey enfermo, Astrum estaba en manos de los demás capitanes, quienes al ser nobles parecían no ver el problema que pasaban los plebeyos, los campesinos que morían de hambre y sed, mujeres y niños que eran raptados para la esclavitud.
—¡Jeon! —Una voz resonó desde atrás, el joven giró y vio cómo un pequeño escuadrón se unía al suyo, era el capitán del quinto escuadrón, perteneciente al clan de los Jung. Su nombre era Beomhwa.
—Capitán Jung —Jungkook detuvo su caballo —. ¿Qué haces aquí?
—No podía permitir que sólo Jimin y tú estuvieran aquí —Exhaló mirando los alrededores —. Un informante me dijo que hay una horda de mongoles cerca, cruzando los campos.
—Nos están atacando cada noche, quieren agotarnos —Beomhwa asintió y continuaron cabalgando.
—Pero no sólo eso, según me dijo mi subordinado, no eran simples arqueros a caballo, tenían un uniforme diferente. Sea lo que sea, algo extraño están tramando.
Llegaron por fin a los arrozales, los cuales estaban ya resecos y sin vida, lo poco que se logró cosechar estaba en los almacenes y no alcanzaría para más de tres meses. A lo lejos, una patrulla de arqueros a caballo mongoles parecían vigilar el camino, Jungkook y su compañero dejaron los caballos más atrás y se acercaron a pie, cuidando de no ser vistos.
—Mira eso —Beomhwa avisó con voz baja y alarmada —, ¿cuáles son esos guerreros? —Jungkook frunció el ceño y reconoció las armaduras oscuras en cuero y la túnica amarilla con un símbolo bordado en rojo algo borroso por la distancia, así como las hombreras tejidas y los yelmos adornados con unas tiras de pelo de Yak tinturadas de escarlata.
—Se llaman Mangudai. ¿Por qué los mongoles mandarían su caballería de élite a este lugar? —Jeon no comprendía qué podían estar planeando esos hombres, al ver su estandarte reconoció que eran justamente de la tribu Kithan, con la que los rebeldes se habían aliado.
—Sea lo que sea que planeen, no vienen a terminar de dañar los arrozales infértiles, están yendo al norte, donde están los Kang.
—¡Mi señor! ¡Capitán! —Un hombre los sobresaltó, un mensajero a caballo llegó pálido y agitado, llamando la atención de Jungkook, quien frunciendo el ceño preguntó qué sucedía —. Capitán... los mongoles... —Jadeó sin aire —, los mongoles quemaron toda la comida.
—¿Qué? —El pelinegro palideció.
—¡¿Cómo pudo pasar eso?! —Beomhwa alzó la voz, haciendo encoger de miedo al mensajero.
—T-toda la guardia que había en los graneros... fue asesinada con flechas mongolas, fue un ataque sorpresa, mi señor. En estos momentos se está librando una batalla contra arqueros a caballo y una horda de guerreros de los Lee y Kang.
—Era una emboscada. Ve a avisar a los demás capitanes y que envíen refuerzos. Jungkook debemos ayudar a Jimin —El pelinegro asintió y corrió a su caballo, seguido del capitán Jung.
Cabalgaron a toda prisa hasta llegar a los molinos que servían como almacén, los cuales estaban ardiendo en llamas, los cuerpos de las tropas del escuadrón de Jimin y algunos del enemigo se encontraban tirados en el campo, cubiertos de sangre, cortaduras y flechas, así como los cadáveres de caballos caídos, los cuales tenían cortadas en la garganta.
—Por los dioses —Musitó Beomhwa aterrado.
En segundos, una cantidad considerable de enemigos los rodeó, los escuadrones de Astrum unidos eran menos de veinte hombres. Jungkook sacó su espada al igual que los demás hombres, y tras un grito de los enemigos, una ola se lanzó hacia ellos, deseosos de matar.
Jungkook sabía que llegaría a casa cubierto de la sangre de sus enemigos una vez más.
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