Abrí mis ojos de manera lenta, me dolía la cabeza y sentía muchas náuseas.

Poco a poco mi vista se fue aclarando, encontrándome en un lugar que no conocía.

Sabía que estaba en una cama pero no era la mía, la habitación era oscura y la única luz que entraba era la que se escabullía por debajo de la puerta.

Intenté levantarme de esta pero no pude, toqué mis tobillos y sentí una cuerda que estaba amarrada a ellos, intenté acercarme más a ellos pero de igual manera no pude hacerlo, ya que había otra cuerda rodeando mi cintura, atándome a la cabecera.

—¿Hola?.—hablé lo más alto que pude, intentando obtener aunque sea una vaga respuesta.—¿Podría alguien venir?, tengo hambre.

Sea quién sea que me tuviera aquí, sabía que no podía ponerme a gritar o hacer algún escándalo. No sabia que tipo de persona era y no sabía que tan rápido podría molestarse si lo hacía.

Esperé minutos que parecieron horas, no me gustaba estar en un cuarto solo y a oscuras.

La puerta se abrió de repente, haciendo que mi vista fuera nula por unos minutos ya que la repentina luz me encandiló.

Divise una silueta, era un hombre. No podía decir su estatura o alguno de sus rasgos ya que a esta distancia y con mi mala vista, no podía definir nada más.

Cerró la puerta detrás suyo volviendo a dejar el cuarto tan oscuro como al principio.

Escuché como se acercaba a mi con pasos tranquilos, la suela de su zapato resonaba contra el suelo, el cual parecía ser de azulejo.

Sentí la cama hundirse, indicándome que el hombre se había subido a ella.

El repentino toque de su mano en mi mejilla me hizo respingar, alejandome de él, haciendo que me golpease contra la cabecera de la cama. Solté un pequeño quejido y escuché una ligera risa, al parecer le había causado gracia el que me golpeara.

—Hola, s-soy Yoongi.—me odiaba por haber tartamudeado, él no contestó.—¿Por qué me has traído aquí?.—nada, no me respondía y no creía que lo fuera a hacer pero debía seguir intentando.—¿Quieres dinero? Lo siento, mi familia no tiene mucho pero si tú aceptas podemos llegar a un acuerdo de una cantidad mínima...o algo intermedio.—no iba a llegar a nada, me quedaba más que claro de repente la imagen de mi amigo cayendo al suelo cruzó por mi mente.—¿Tú sabes algo de mi amigo? El chico que venía conmigo ¿tú lo tienes?.—nada, me comenzaba a desesperar y temía que mi fingida tranquilidad se esfumara.—Dime dónde está, por favor, te lo suplico, dime dónde lo tienes.

Su palma tomó mi rostro, estrellándome contra la cama. Solté un quejido agudo, al mismo tiempo que sentía como los amarres en mi cuerpo se apretaban aún más.

Un chorro de agua cayó sobre mi cara, suponía que la había traído para mí pero ahora ya no tenía nada para beber.

Solo escuché aquellas pisadas nuevamente mientras la puerta se abría y él desaparecía dejándome solo de nuevo.

Supongo que había logrado lo que no quería desde un principio, lo había cabreado.

Escuché un par de quejidos y lloriqueos provenientes del que suponía era el cuarto de al lado, aquélla voz pedía al hombre parar.

Mi corazón se detuvo y comencé a respirar con dificultad. Era Namjoon.

—¿¡Namjoon!?.—grité.—¿¡Namjoonie eres tú!? ¡Soy yo, Yoongi!.—las lágrimas comenzaban a caer por mis ojos, mi llanto era desesperado.—¡Déjalo! ¡Quién quiera que seas, déjalo en paz! ¡Por favor! ¡Te lo suplico!.

Mi voz poco a poco se iba apagando gracias a mis lloriqueos que no me permitían hablar de manera correcta.

Los golpes parecían interminables, pero de repente todo se detuvo. Todo era silencio.

[ΩΩΩ]

Una vara de metal se encontraba en sus manos, jugaba con ella y una sonrisa se dibujaba en su rostro cuando miraba el cuerpo del chico tensarse con el más ligero sonido.

Namjoon estaba amordazado y atado a una incómoda silla de madera, en su piel ya podían mirarse algunas llagas y rastros de sangre seca mezclada con sangre nueva y fresca que recurría por los nuevos cortes en su piel morena.

Aquellos gritos de Yoongi solo lo hacían cabrear más y más, ¿por qué se preocupaba tanto por este idiota?.

Un nuevo golpe impactó el cuerpo Namjoon, justo en la boca del estómago, haciéndole perder el aliento.

Y así fue otro, y otro y otros más, eran tantos que ya había perdido la cuenta.

Cada golpe iba cargado de ira, y aunque no lo quisiera admitir, él sabía que los celos también formaban parte de su molestia hacia el pobre chico.

Namjoon ya no podía gritar, ni siquiera quejidos podía formar con su tenue voz que poco a poco se fue apagando.

Fue incapaz de detener el sonido de molestia que salió de sus labios, arrojó la vara y acercó al chico que yacía desmayado.

Se puso de cuclillas y lo miró con una sonrisa socarrona la cual pronto se convirtió en una completa mueca de molestia.

Tiró de los cabellos que se encontraban empapados de sudor y una que otra mancha de sangre, haciendo que el chico cayera con todo y silla, quedando tirado en el sucio piso de la habitación.

Se puso de pie y colocó un tazón con agua y otro con lo que parecían ser sobras de alguna clase de comida.

—Buenas noches Namjoonie.

Dijo con un toque de cinismo en su voz.

Salió de la habitación dejándolo solo, mañana volvería para ver como estaba.

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Mañana tengo una entrevista de trabajo, deseenme suerte