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つ。

Tamborileó sus dedos contra la madera de la mesa, fijando su mirada en la figura frente a él jugueteando entre bromas y toqueteos con el japonés de la banda. Era curioso para él cómo de la noche a la mañana sus ojos lo buscaban entre la gente que lo rodease; de pronto siendo tan capaz de reconocer su peculiar y escandalosa risa por sobre las voces de la sala.

Se sentía confundido, no sabía qué sucedía exactamente con él, pero en el fondo... le gustaba. Y maldición, las alertas en su cabeza se oía con fuerza, tratando de poder advertirle que efectivamente no lo estaba, que no podía sentirse así por su compañero de banda, por su compañero de cuarto ni mucho menos... por un hombre.

Cerró sus ojos frustrado, bajando la taza de café hacia la mesa sin ser capaz de beber un poco más de la bebida.

Masajeó sus sienes tratando de buscar explicaciones sabiendo que no las encontraría, suspirando con fastidio sin darse cuenta el cómo había llamado la atención a su alrededor. Y, sin embargo, no alzó la mirada hacia la persona que lo llamó confundido y quizá, ciertamente preocupado.

Una mano se posó en su espalda, dándole apoyo y él lo sabía. Sabía que era Jaehyun consolándolo porque, sí. Él no había sido quien descubrió el cómo se sentía hacia su compañero de cuarto sino, su mejor amigo, el que parecía conocerlo a la perfección para su mala suerte.

— ¿Johnny hyung? — Oyó la suave voz de Taeyong, frustrándose un poco más al notar como su cuerpo cosquilleaba en respuesta a todo lo que fuese él.

No respondió, no alzó la mirada ni volteó a ver a sus compañeros cuando dejó la mesa dirigiéndose a su habitación, esperando con anhelo que el rubio no cruzase la puerta en busca de explicaciones a causa de su actitud y sabiendo que, quedándose en el cuarto no lograría huir como esperaba, tomó rápidamente su móvil con sus audífonos y algo de efectivo para poder salir del apartamento.

— ¡Hyung! — Lo llamó preocupado el causante de sus frustraciones, de sus dudas, de lo terriblemente confundido que se encontraba.

La mano del nombrado aun descansando sobre el pomo de la puerta, esperaba que el menor continuase con lo que sea que esperase decir, sin embargo, este no habló.

— ¿Qué quieres, Taeyong? — Su voz se oyó neutra, sin emoción alguna.

— Me preocupas... — Respondió notablemente preocupado. — Por favor, ¿qué sucede?

Cubrió su rostro con ambas manos, fastidiándose cada vez más ante la actitud adversa y justo tras de él, a sus espaldas, un temeroso rubio lo observaba queriendo alguna explicación, deseando nuevamente su atención en él.

¿Desde cuándo Johnny dejó de prestarle atención? ¿Por qué lo evitaba?

— ¿Por qué me hablas? — Los ojos del menor se abrieron sorprendidos, no esperando aquellas palabras y titubeando nervioso, fue interrumpido. — Nunca me hablas realmente, siempre debo ser yo quien saque palabras de ti. Sólo me buscas cuando te apetece, pero ahora que no tengo mis ojos sobre ti, me buscas. ¿Qué quieres de mí, Lee Taeyong?

Las manos del rubio temblaron, sintiéndose tan aturdido por cómo su hyung lo estaba tratando. ¿Él había hecho algo mal? Y, a pesar de sus incógnitas, sus labios temblaban y no podía articular una sola palabra.

Johnny suspiro pesadamente al saber que del joven coreano no habría alguna respuesta y sin esperar algo más de él, tomó el pomo abriendo la puerta, saliendo del apartamento que la banda compartía dejando a su líder de pie, ahí, observando tristemente la puerta por donde él había salido.

— Pe-pero... ¿qué hice? — Quiso averiguar inútilmente entre susurros, sintiendo como un dolor se instalaba en su pecho y sin saber que era oído por terceros, unos brazos lo envolvieron atrayéndolo al cuerpo de Yuta.

Taeyong no abrió los ojos al sentirse envuelto en un cálido gesto, dejándose hacer por el menor, por aquél de quien ya conocía su perfume. Y sólo pudo acurrucarse contra ese pecho, buscando con todas sus fuerzas respuestas ante la actitud de Johnny.

( . . . )

Los días continuaron tensos, no sintiéndose valiente de compartir el cuarto con Johnny huyendo hacia la habitación de Jaehyun con quien cambió de habitación por un tiempo. Sintiéndose un poco más aliviado con las boberías de Haechan cada día.

Pero no, no era igual. No tenía la mirada alegre y atenta de Johnny sobre él, preguntándole a cada segundo cómo se sentía, cómo habían estado los ensayos y lo grandiosamente bien que se oía su voz cuando cantaba.

¡Cantas realmente bien! Quien lo diría cuando tienes una voz tan fuerte con el rap, eh.

Cerró sus ojos nostálgicos ante el recuerdo, apenas asimilando que sus pensamientos diariamente se basaban en él. En el alto americano que solo sabía hacer reír al grupo con sus bromas y actitud tan peculiar, Taeyong sintiéndose siempre fascinado en silencio por la habilidad que este tenía por ser tan explosivo, por ser capaz de dar increíbles vibras entre los chicos. ¿Sería por su crianza tan conservadora que su personalidad le encantaba? Él no lo sabía exactamente, no sabía el por qué, seguramente, sus ojos brillaban cuando lo veían a él.

Los días siguieron su curso, Johnny haciendo como si nada hubiese pasado, como si Taeyong nunca hubiese dejado el cuarto que compartían y sí, él notó el cambio.

El cambio de Seo; de que, ahora, sus ojos no estuvieran sobre él. Que ahora, sus sonrisas no fuesen dirigidas a su persona, que sus "¿Cómo ha estado tu día?" no fueran para él, sino para el mayor de la banda.

Notó las miradas cómplices entre Johnny y TaeIl en las comidas que compartían como banda, en los ensayos e incluso, en las grabaciones detrás de cámara. Aun sin creerse que tendrían un momento juntos en el rodaje de Touch.

Quería devuelta lo que, por derecho, era suyo. ¡Y no, no estaba celoso!... pero él no hizo nada por cambiarlo, sólo dejó los días correr.

— Johnny tiene un crush con TaeIl — Bromeó con su boba risa Mark en la transmisión de V Live sobre el lanzamiento de Touch.

Inmediatamente la mirada de Taeyong buscó a Johnny en la otra esquina del largo sofá junto al mayor, rodeándolo por los hombros y seguidamente, posando su mano sobre la rodilla del otro.

Empuñó sus manos apretando sus labios, luchando consigo mismo de no dejar ir palabras venenosas en medio de una transmisión, mordiéndose la lengua cada vez que, insistentemente su mirada paraba sobre la pareja.

No podía evitarlo. No podía, porque esos brazos debían envolverlo a él, las palabras dulces de Johnny debían ser para él y, Dios, cómo dolía.

( . . . )

Había vuelto a su cuarto, ahora hallándose acostado en su cama jugando con su iPhone. No obstante, su concentración duró apenas unos minutos cuando notó como Johnny entró buscando entre sus muebles y pertenencias quién sabe qué insistentemente.

Y lo intentó. Realmente intentó no mantener su mirada en la alta figura que parecía estar frustrada, pero fracasó cuando recorrió al amplía espalda, sus anchos hombros y sus largas piernas.

— Taeyong — Llamó Johnny, no obteniendo respuesta. — ¡Taeyong!

Rápidamente la castaña mirada del rubio revoloteó por la habitación encontrándose con la del mayor observándolo con una ceja alzada.

— ¿Sí? — Inmediatamente volvió su atención a su móvil, esperando y deseando más que nada en el mundo, no haber sido descubierto.

— ¿Has visto mi móvil? —

Chasqueó su lengua en una burlona risa, no creyéndose que ahora, después de semanas, él le dirigiese la palabra como si nada hubiese sucedido.

— No lo sé, pregúntale a TaeIl. —

Su voz se oyó molesta, venenosamente celosa. Sacándole una sorprendida mirada al mayor en la habitación por el hecho de que no utilizase honoríficos cuando ¡Wow! Era Taeyong, el chico correcto y con perfecta educación coreana.

— No estoy para bromas... —

— Yo tampoco. —

Fastidiado e irritado, Johnny acortó la distancia con el rubio sobre la cama, arrebatándole el teléfono celular de las manos, ganándose una furiosa mirada del dueño del aparato.

— ¡Devuélvemelo! — Exigió.

— No.

— ¡Ahhhg, me estresas! — Exclamó sintiéndose en su límite de tolerancia.

Levantándose de la cama rápidamente, fue hacia el mayor tratando de arrebatarle el aparato, pero Johnny alzaba el móvil por sobre su cabeza, evitando que Taeyong llegase a él por mucho que saltase.

Sin embargo, lentamente las insistencias de Taeyong se detuvieron y su rosto cayó. Miraba hacia el suelo, fijándose en sus pies descalzos dejándose hacer por la tristeza y los celos que ahora llenaban su pecho. Y sin ser lo suficientemente valiente para alzar su rostro, se mantuvo así, causando una preocupante mirada en el americano.

— Te odio, Johnny... —

Lo odiaba, sí. Por apartarlo, por no sonreírle cada mañana con un buenos días, por no abrazarlo impulsivamente sin que él lo pidiese, por no ofrecerse a cocinar cuando él era el único en notarlo cansado. Lo odiaba, porque sin que él se diese cuenta antes, debió perderlo y verlo ir hacia otra persona para saber que lo amaba. Y dolía en su pecho, dolía cada noche cuando se envolvía en sus mantas derramando silenciosas lágrimas.

En la misma habitación, la mano que sostenía el aparato perdió la fuerza, descendiendo lentamente. Sus ojos tristes sobre el rubio que no lo miraba, que desde aquel intercambio de palabras lo buscaban con desesperación y, sin embargo, él, pasaba de su persona.

No sabía que querer darle un poco de su propia medicina dolería tanto al final del día. No se imaginó que aquellas palabras saldrían de él y de pronto, su respiración se hubo acelerado, queriendo explicaciones.

— No es cierto... tu no me odias... —

La cristalizada mirada de Taeyong se alzó, sus labios temblando conteniendo un patético llanto frente a él y de pronto, Johnny se arrepintió. Dejó caer todas esas absurdas barreras, extendiendo cuidadosamente sus manos hacia él, queriendo envolverlo en sus brazos y sabiendo que él no huiría, lo abrazó fuerte contra su pecho.

Los minutos transcurriendo sobre ellos, ninguno siendo capaz de desprender tan esperado gesto. Taeyong buscando necesitadamente su calidez, su perfume y el cómo se sentía completo con tan fuertes brazos sosteniéndolo después de largos días distanciados.

Johnny deslizó sus manos hacia el rostro del menor, acunándolo desde su mandíbula pudiendo alzar nuevamente la mirada del coreano.

— Perdóname... yo no quería hacerte daño, nunca he querido causarte nada malo... yo solo — Mordió su labio inferior, inseguro. — Taeyong, yo... te quiero, nunca querría hacerte llorar, hacerte sentir triste ¡Ni siquiera sabía en qué pensaba cuando me comporté así!

— Oh... — Susurró bajito, llamando la atención del americano. — Es una pena, ¿sabes? — Sus palabras temblaron. — Porque yo no te quiero, Johnny... — El nombrado apretó sus labios, sintiendo como el dolor en su pecho se hacia mayor, no sintiéndose del todo capaz de retener sus lágrimas por tan dolorosa confesión.

— Lo sé... — Tembló. — Tú me odias

— Te amo — Hablaron los dos a la par.

Rápidamente la mirada del más alto buscó la contraria, sus manos moviéndose entorno a su rostro, verificando que sus palabras fuesen reales y él no estuviese soñando. En tanto, Taeyong se sentía un idiota por haberse confesado de aquella forma, estaba claro que él no le correspondería, pero ¿no había sido valiente al hacerlo? Se sentía bien consigo mismo después de todo.

— ¡¿Qué?! — Gritó fuera de sí.

Asustado y sorprendido Taeyong lo observó, no pudiendo comprender la actitud errática de su mayor, el que caminaba de lado a lado en la habitación tomando sus cabellos y desordenándolos.

— ¡No puede ser posible! — Continúo

— Claro que sí... — Y como si Johnny recordase que no estaba solo en el cuarto, velozmente la mirada de él cayó sobre el menor, observándolo incrédulo.

— ¡No, no puede! — La distancia entre ambos nuevamente fue nula, las amplias manos del hiperventilado chico tomándolo por los hombros.

— ¡¿Por qué no?! — Gritó irritado.

Un sollozo estrangulado provino del mayor, dejando que su frente cayese sobre el hombro del más bajo, envolviéndolo fuertemente entorno a sus brazos, reduciendo la distancia tanto como se le permitía.

— Porque te he amado desde hace mucho tiempo... — Susurró. — Porque estaba dolido. Porque me lastimaba verte con otros recibiendo tu cariño cuando yo añoraba una respuesta y no la tenía. ¿Qué hacían ellos por ti para tener todos esos lujos? ¿Por qué nunca lo tuve? — Divagó.

El dolor era palpable en aquellas palabras y Taeyong se sintió fatal. Avergonzado por haber sentido celos, por haberse sentido tan dolido cuando Johnny hizo todas aquellas dulces acciones por él tan solo por tener una respuesta cariñosa que él nunca le dio. Creyendo ciegamente que no era necesario en tanto ambos charlasen por las noches y rieran a la par en su habitación.

— Johnny, Johnny — Lo llamó, siendo él ahora quien acunaba su rostro con dulzura, quitando todo rastro de la solitaria lágrima con su pulgar. — Estoy aquí — Una dulce sonrisa se deslizó en los labios del menor, queriendo transmitirle todo el amor que sentía por él y teniendo allí, la mirada ilusionada y cautivante que él adoraba de Seo, continuó—: Ya me tienes.

No se necesitaron palabras, no cuando Johnny acortó la distancia besando los labios de Taeyong y este, tímidamente respondiendo. Ambos suspiraron en medio del beso, abrazándose con anhelo y cariño por, finalmente, tenerse. Porque los malos entendidos ya no existían entre ambos y de aquel modo, con sus labios conociéndose por primera vez, siendo capaces de transmitirse tanto amor como el que sentían ambos, se sonrieron al separarse.

Te amo.

Te amo.

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