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Kim Taehyung se inclinó ante su majestad, accediendo a sus órdenes, por lo que al salir de allí con el papiro en mano, se dirigió al calabozo donde estaban los tres criminales que serían enjuiciados.

─Llevenlo a las afueras del palacio, allí se les leerá su sentencia─ordenó como líder, para luego dirigirse a otros soldados─. Estructuren la ahorca, y mantengan un grupo de soldados alerta ante cualquier amenaza.

Los soldados inclinaron sus cabezas en señal de aprobación y siguieron las órdenes tal y como su líder lo había dicho.

─¡Kim Taehyung!─gritó detrás de él, Min Soo-ah quién se acercaba alegremente corriendo.

El joven volteó a verla apenas la escuchó, y le devolvió la sonrisa mientras observaba el séquito de sirvientas tras ella.

─Princesa Min Soo-ah─hizo una leve reverencia ante su presencia─. ¿Necesita algo?

Ella negó.

─Solo quería saber si estabas ocupado, estoy aburrida y ya hice todos mis deberes─comentó inflando sus mejillas─. ¿Quieres dar un paseo conmigo?

─Princesa, encantado aceptaría su propuesta, pero me temo que debo encargarme de un asunto importante.

─¿La sentencia de la concubina y el eunuco?─preguntó soltando un suspiro al mismo tiempo.

Taehyung asintió en silencio.

─Mi padre aún tiene enemigos en el palacio despúes de todo─agregó Min Soo-ah sin expresión en su rostro, solo observando un punto fijo en el suelo─. Supongo que no es sorpresivo despúes de todo lo que ha hecho...

Kim Taehyung recordó por un breve segundo a Shireen. Aún, cuando ha pasado un año de aquella tragedia, la herida de su recuerdo aún seguía abierta y su amor por ella también seguía igual de latente como el primer día.

Sonrió levemente y suspiró.

─Debe estar tranquila Princesa. Cualquier traidor que quisiera hacer algo contra la familia real, morirá antes de intentarlo.

Aquello no la tranquilizó en absoluto. Es más, parecía haberla asustado un poco, y hasta decepcionado.

─Mira cuanto haz cambiado desde que Shireen se fue de nuestro lado. Suenas igual que el Rey y tu Padre─musitó mirándolo fijamente con una sonrisa amarga.

Sus palabras atravesaron su corazón cual daga.

─Princesa Min, no...

─No te preocupes, lo entiendo─interrumpió con fiereza─. Dale mis saludos a tu padre cuando regrese de la guerra. Hasta luego oficial Kim

Taehyung, solo se quedó en silencio e hizo una reverencia y luego la observó irse.

Se quedó un par de segundos reflexionando sobre su pasado desde que Shireen murió y entonces se sintió peor.

Suspiró y volteó dirigiendo su mirada hacia el estanque de agua donde habían quedado verse aquella noche. Sin embargo cruzó miradas con el Príncipe heredero Min Yoongi, quién había estado observándolo a cierta distancia.

Inclinó su cabeza en señal de respeto y decidió seguir su camino a las afueras del palacio.

Las grandes puertas se abrieron, dejándolo ver entre los demás soldados. La multitud de personas que estaban allí para ver la ejecusión mientras farfullaban una y otra cosa entre ellos, lo ponía ciertamente ansioso.

Las sentencias y torturas para los acusados, eran generalmente expuestos para todo el pueblo. La finalidad de esto, es que los súbditos pudieran reflexionar sobre las consecuencias de romper la ley y/o desafiar al rey.

No importaba la edad.

El género.

Ni tampoco la escala social.

Si alguien le da problemas al rey y a su política, entonces debe ser castigado, o peor.

Asesinado.

Observó a los acusados sin horrorizarse en absoluto.

En sus rostros lamentables podía notarse el sufrimiento que sentían. Llevaban las manos atadas, ropas rasgadas, cubiertos de sangre y moretones, sudor y lágrimas por el escarmiento entregado en el calabozo antes de ser exibidos públicamente.

Luego de la tortura sufrida por semanas por haber ayudado a Shireen a escapar aquel día, debió probar su fidelidad al Rey, por lo que obligado por su padre y con la constante amenaza del soberano sobre él, aceptó acabar con la vida de los pocos sobrevivientes de la redada de Min Do-Hyun, donde muchos de ellos, conocía, e incluso, eran amigos.

Con eso, logró el perdón y también la confianza del actual Rey, por lo que pronto comenzó a subir de rango hasta convertirse en Oficial Jefe del departamento de inspección.

Despúes de todo, había visto y matado a tantos como ellos en el último tiempo, que ya se había acostumbrado al hedor de la sangre putrefacta, el sudor, las súplicas y llanto de sus víctimas.

Ya no sentía empatía ni algo parecido, por más que intentaba compadecerlos, no lo lograba. Él solo obedecía las órdenes del Rey al pie de la letra.

Se había convertido en poco tiempo en lo que la princesa Min Soo-ah había dado a entender: En un hombre sin escrúpulos, ni miedo, ni sentimientos.

Tenía razón.

Era un hombre como su padre.

Un hombre como el Rey.

Un ser insensible.

Un monstruo.

Kim Taehyung suspiró profundo y finalmente extendió el papiro con la sentencia sellada por el Rey, para luego comenzar a leer en voz alta.

─Su majestad el Rey, sentencia a Hwang hyung-suk, eunuco del palacio por traición, al intentar asesinar a su majestad, a través del envenamiento en reiteradas ocasiones. Por lo señalado anteriormente, será condenado a morir en la ahorca.

Su mirada volvió a la multitud que enloqueció sorprendida, murmurando una y otra vez entre sí.

Luego, volvió a leer.

─Su majestad el Rey, ha sentenciado a Cha soo-min, concubina del Rey por traición, al ser cómplice de intento de asesinato a su majestad, a través del envenamiento en reiteradas ocasiones. Por lo señalado anteriormente, será condenada a morir en la ahorca.

Nuevamente las personas presentes en el lugar se vieron sorprendidas ante tal hecho.

─Y por último, su majestad el Rey, sentencia a Lee min-gyu, delincuente juvenil y alborotador, al entrar al palacio sin autorización, ni invitación, con la intención de robar la despensa de su majestad el Rey. Por lo señalado anteriormente, se les cortaran las manos.

El silencio reinó el lugar por unos segundos, y dos de las tres víctimas fueron llevadas arriba de una tarima donde dos sogas colgaban de un gran soporte, listas para decorar sus cuellos y dejarlos sin vida cuando Kim Taehyung lo ordenase.

El menor de los sentenciados, fue llevado a una gran mesa, donde le extendieron los brazos a la fuerza, listo también para cortarles sus extremidades.

La comunidad comenzó a manifestarse en contra de la sentencia que el Rey había tomado para el niño, mientras que otros, parecían aprobarlas, por lo que el joven soldado sintió la presión de las súplicas de quienes lo defendían y no lo hacían.

No tenía intención de volver todo aquello un caos, pero nadie cooperaba en absoluto.

Un grupo de soldados se dispersó alrededor de las personas, a la primera señal de Taehyung y entonces recién, la manifestación declinó.

Ese no era el poder del respeto, si no del miedo.

Kim Taehyung observó a su alrededor nuevamente, un tanto agobiado por tal tarea.

De pronto, detuvo su mirada sobre los grandes ojos marrones de un chico entre la multitud, quién miraba fijamante la escena con cierto miedo y pesar en su mirar.

Llevaba ropa común, un sombrero de paja y el rostro cubierto de un arapo viejo color marrón que dejaba a la vista sus grandes y llamativos ojos.

Frunció el ceño puesto que aquella mirada le parecía indiscutiblemente familiar. Tanto, que comenzó a acercarse a paso lento hacia el individuo, distrayendose completamente de su deber principal. Sintiendo a su vez, una pequeña chispa encenderse en su corazón como anunciandole que algo grande e increíble estaba a punto de suceder. Sin embargo se vió obligado a detenerse al escuchar al eunuco hablar.

─Los fantasmas volverán a la vida, sangre por sangre los pecados serán pagados, la serpiente finalmente comerá de su propia cola... Y al amanecer, veremos un Joseon renacido...─habló el eunuco alzando la mirada al cielo mientras cerraba sus ojos y un par de lágrimas recorrían sus mejillas.

─¡Blasfemia! ¡Como osas maldecir a nuestro reino!─gritó un soldado a su lado.

Y la multitud se les unió.

Estos mismos soldados enfurecidos, sin recibir la orden de Taehyung aún, alzaron los cuerpos apretándolos con la soga en sus cuellos, mientras estos se remecían bruscamente por la falta de aire.

Kim Taehyung observó atónito la imágen frente a sus ojos.

─¡Que hacen! ¡No he dado la orden! ─exclamó furioso, acercándose a ellos a paso firme.

De pronto, el niño gritó entre el llanto y en un movimiento rápido y hábil, le quitó la espada a uno de los soldados que estaba a su lado distraído.

Taehyung se detuvo de golpe, mientras lo observaba, por lo que otro grupo de soldados rápidamente rodearon al niño apuntandoles con sus espadas.

─Niño... Detente─Taehyung se dirigió hacia a él a paso lento en su intento por hacerlo razonar─. No hagas nada de lo que te puedas arrepentir. Atacar a un soldado del Rey, es considerado traición y podrías acabar como ellos.

Los cuerpos seguían remeciendose en el aire, aunque con menos fuerza.

─¿¡Que caso tiene vivir!? Prefiero morir, que vivir de las sobras de un Rey sanguinario y ruin como él... El Rey nos ha quitado todo y yo... ─la sonrisa amarga del pequeño de no más de diez años, asustó a todos, en especial a Taehyung─. Yo solo quería algo de comer...

─No lo hagas... ¡No...!

En un abrir y cerrar de ojos, el niño acercó la espada a su cuello que anteriormente apuntaba a Taehyung, y armadose de valor, giró la espada alrededor de su cuello cortándose la garganta.

Al segundo, su pequeño y delgado cuerpo, cayó inerte manchando el suelo de rojo carmesí.

Los gritos asustados de la multitud no se hicieron esperar, y aturdieron un poco a Taehyung quién sorprendido por tal acto, se quedó observando fijamente el cuerpo sin vida de aquel niño.

Así mismo, dieron su último suspiro el eunuco y la concubina, que ahora sus cuerpos colgaban cuál trofeo de guerra de aquellas cuerdas.

Aún tratando de procesar lo ocurrido, volvió la mirada entre las personas que comenzaban a dispersarse asustadas ante tal horrorosa escena.

Inesperadamente buscó al desconocido de rostro cubierto y ojos grandes como si de alguna forma aquello lo consolara. Sin embargo, al no divisarlo a plena vista, decidió ir con sus soldados a quienes reprendería por no esperar la orden de ejecusión.

─Levanten los cuerpos y limpien todo─ordenó molesto el oficial jefe del departamento de inspección, Kim Taehyung─. ¡Ahora!

El érudito y su aprendiz se adentraron al restaurante de comida, donde esperaban descansar y comer antes de volver a buscar al muchacho escurridizo que llevaban buscando hace un año desde que escapó de la aldea.

Seokjin verdaderamente se había convertido en un manojo de nervios y ansiedad por no poder encontrar siquiera una pista de su paradero, mientras que Jungkook comenzaba a perder la esperanzas.

Ambos se acomodaron en una de las mesas vacías, e hicieron su pedido. Luego esperaron en completo silencio por varios minutos, hasta que sus platos se sirvieron sobre la mesa.

─Señor Park...─arrastró las palabras el más jóven mientras recibía su plato de fideos favoritos─. Ya ha pasado mucho ¿no?

─¿Ha pasado mucho de que?─Park alzó la mirada para observar a su alrededor.

─Ya sabe... ─el aprendiz hizo un puchero con su boca, en un gesto bastante infantil para su edad.

─Ve al grano Jungkook ¿Que intentas decirme?─respondió el erudito finalmente enredando los fideos en sus palillos.

Jungkook se mordió el labio y suspiró enseguida.

─¿No cree... en la posibilidad, de que Lim Hyun-Soo... ya no exista?

El palillo envuelto en fideos se detuvo a mitad de camino. La tan sola suposición lo ponía aterradoramente ansioso. Ni siquiera podía pensar en que Lim Hyun-soo, o más bien, la princesa Shireen, podría tal vez no estar viva como esperaba.

─¿De que estás hablando, niño? Si eso hubiera pasado, ya lo hubieramos sabido ¿no te parece?─volvió a llevarse otro palillo con fideos a la boca en su intento por ignorar la posibilidad.

─Llevamos meses y meses buscandolo...─refutó Jungkook bajando la mirada sin aún tocar su plato de comida─. Quizás no esté muerto, pero... ¿Y si tal vez no quiere que lo encuentren?¿Y si recuperó su memoria? ¿Y si logró volver con su familia?

El mayor dejó sus palillos tan fuerte sobre la mesa, que el sonido sobreexaltó a Jungkook.

Ambos se miraron fijamente por unos segundos en completo silencio, hasta que el erudito habló nuevamente.

─Lo buscaremos. Seguiremos buscandolo incluso si pasan años, incluso si nos lleva al fin del mundo. Incluso, si tengo que morir en el intento. Incluso si él no quiere que lo encuentre─respiró profundamente y volvió a tomar sus palillos─. Le hice una promesa al señor Ahn, y creeme, no tengo intenciones de romperla.

Seokjin sabía muy bien el tranfondo de aquella promesa y de sus propias palabras. Sabía que de no cumplir con lo prometido, no solo heriría su propio orgullo como erúdito, si no probablemente, el orgullo de toda una nación que era ignorante a todo lo que su propia princesa y legítima hereda del trono, había pasado.

Comenzó a comer con serenidad mientras Jungkook lo observaba con admiración y bastante conmocionado ante tales palabras. No había dudas que quería llegar a ser como él algún día.

Tomó sus palillos y comenzó a comer con tantas ansias, que pareciera que solo faltaban las palabras mágicas de su erúdito para sentirse energico y querer seguir con la búsqueda.

Seokjin lo observó unos segundos y sonrió de lado.

─Eso es muchacho, alimentate bien─comentó con una sonrisa ladina─. Nos quedaremos a dormir aquí y tomaremos un descanso de la búsqueda por hoy. Mañana volveremos a lo nuestro.

Jungkook asintió sonriendo mientras se engullía los fideos a la boca.

─¡Volvió a atacar! ¡volvió a atacar!─gritó un hombre entrando por el lugar mientras se quitaba el sombrero de paja para acercarse a la dueña del local, que al parecer era su esposa.

El erúdito alzó la mirada y con su ceño fruncido observó hacia aquel hombre y su esposa.

─¿De que hablan? ¿Quién volvió a atacar?─preguntó Jungkook al aire con la boca llena, volteando a ver a los demás igual de confundido que su erúdito.

─El fantasma de Joseon─contestó otro hombre en la mesa de al lado, quién bebía vino de arroz junto a otros hombres que lo acompañaban en la misma mesa.

Jungkook palideció al escuchar aquello y se atoró con los fideos, los cuales de alguna manera, le salieron por la nariz.

─¿El fantasma de... Joseon?─Seokjin arqueó una ceja y le ofreció agua a Jungkook al notar lo que le había sucedido.

Reprimió una risotada y observó al hombre nuevamente.

─¿Ustedes no son de por aquí, no?─preguntó uno de los hombres.

Ambos negaron con la cabeza, puesto que habían estado los últimos meses viajando de aquí para allá buscando a la princesa. Sin embargo, ahora habían vuelto al mismo sitio del que habían empezado.

Hyanyang.

Jungkook tomó agua y apenas se sintió más calmado, pidió disculpas un tanto avergonzado.

─Las malas lenguas hablan de un hombre al que le dicen el fantasma de Joseon─contestó el mismo hombre con una sonrisa ladina en el rostro.

─Ataca solo por las noches─habla otro hombre.

─Algunos dicen que es un demonio de nueve colas que busca venganza─agrega otro.

Tanto el erúdito como su aprendiz parecían completamente sorprendidos. Jamás habían escuchado algo así.

─No, no, no. Yo escuche que es un ser del cielo que viene a ayudarnos─comenta con esperanza destellante en su mirada, lo que conlleva las miradas discrepantes de sus compañeros de mesa.

─En fin, al final todos coinciden en lo mismo

─¿En qué?─preguntan al unísono Jungkook y su erúdito.

─En que es un héroe.

Ambos nuevamente quedan asombrados ante tal confesión.

─¿Que es específicamente lo que hace para ser considerado un héroe?─pregunta el erúdito con los ojos entrecerrados no muy convencido de las historias que parecen sacadas de un libro infantil.

─Le roba a los más ricos del pueblo por las noches, y se los da a los más desafortunados. Los defiende de la tiranía de los más poderosos─contesta uno de los hombres─. Despúes del asenso del Rey Min, la pobreza a aumentado... Y también las muertes. Un poco de la ayuda del "El fantasma de Joseon", es básicamente un milagro.

Mientras conversaban con el grupo de hombres en el restaurante, escucharon diferentes versiones de los hechos que rodeaban a este misterioso benefactor de los desfavorecidos. Algunos lo veían como un héroe que luchaba contra la injusticia social, mientras que otros lo consideraban una amenaza para la estabilidad del reino y de la clase baja en especial.

─¿Alguien sabe quién es?─habló nuevamente Seokjin.

Todos negaron.

─Nadie sabe quién es, pero quienes lo han visto, dicen que siempre va de negro, con un sombrero de paja y una capucha que le cubre la mitad del rostro─contestó el más jóven de los hombres─. Ah, y una espada.

─¿Saben lo que yo creo?─rompe el silencio el hombre que inició la conversación, luego suelta un suspiro y bebe un poco de vino de arroz─, que sea quién sea, o sea lo que sea, solo nos causara problemas. Al final de cuentas, cuando esto llegue a oídos del Rey seremos nosotros, nuestra clase, la que pagará por culpa de él, y créanme, no falta mucho para eso.

Otro silencio incomodó a todos.

Seokjin y su aprendiz estaban tan intrigados por las historias que escuchaban, que decidieron investigar más sobre este enigmático personaje. Sabían que su accionar prontamente llegaría a oídos del Rey generando preocupación en él y en sus subditos, ya que sus acciones desafiaban el orden establecido y la autoridad real.

─¿Jungkook?─susurró Seokjin volviendo la mirada a su aprendiz para llamar su atención.

─¿Está pensando lo mismo que yo señor Park?─preguntó Jungkook del mismo modo, espectante a la mera posibilidad.

El erúdito asintió.

─Hay que encontrar al "fantasma de Joseon"

Sentenció el mayor.

Decididos a descubrir la verdad detrás de estas historias, tanto Seokjin como Jungkook se comprometieron a seguir las pistas y averiguar la identidad y los motivos de ese misterioso héroe que mantenía en vilo a todo el pueblo en el últmo tiempo.

De alguna manera, algo en el fondo del noble y cálido corazón del erúdito, le decía que aquel "Fantasma de Joseon" estaba directamente relacionado con la princesa que hasta ese momento, aún no lograban encontrar.

Una chispa encendió su corazón y sus ojos brillaron cuando vió pasar rápidamente a alguien aterradoramente familiar por afuera del local de comida.

Se tambaleó en el asiento ante la remota posibilidad y se levantó rápidamente dejando dinero sobre la mesa. Se dirigió sin vacilar a la entrada mirando en aquella dirección donde pudo reconocerla fácilmente cuando volteó para mirar hacia atrás.

Sus ojos.

Podía reconocer esos ojos en cualquier lado.

Una sonrisa se dibujó en su rostro y su corazón dió un vuelco de alivio al tener la certeza que era ella.

Era Lim Hyun-Soo.

Era la Princesa.

Era Shireen.

Llevaba ropa diferente a la de la última vez, y su rostro era cubierto por una tela marrón que combinaban perfectamente con el color de sus ojos.

Iba corriendo tan apresuradamente que dejaba un caos en el camino, al tropesar y chocar con cosas y personas a su alrededor.

─¡Lo siento!─un joven, de cabello largo y de trenzas finas chocó contra él cuando iba corriendo, pero rápidamente se incorporó y huyó en la misma dirección que ella.

Frunció el ceño.

─¿Que sucede señor?─Jungkook apareció a su lado enseguida, espectante a su siguiente movimiento.

Seokjin escuchó a su izquierda fuertes pisadas de caballos, y fue entonces que los vió.

Eran jinetes del ejército del Rey tras ellos.

Las personas que deambulaban en la calle, abrieron paso a los jinetes en un abrir y cerrar de ojos, entre gritos de miedo y rostros confundidos.

La mente del erúdito dió vueltas en miles de posibilidades y preguntas, pero una sola, se quedaba peligrosamente latente en ella.

Si habían descubierto la identidad de la princesa, no había manera que saliera viva de eso y tampoco podría ayudarla sin salir ileso.

─¡Distraelos!─ordenó para luego salir corriendo de allí, en la misma dirección donde anteriormente había corrido la Princesa.

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