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Kai caminó por el pasillo con rapidez, su cuerpo esquivando a la gente de su alrededor casi por completo, sin ganas de tener aromas ajenos pegados a su ropa. Suspiro más tranquilo cuando llegó al jardín delantero del colegio, donde siempre se reunía con sus amigos en las mesas exteriores. Caminó lentamente hasta ellos y se sentó en la banca con pereza y rápidamente obtuvo la atención de sus amigos.
―¡NingNing! ― Exclamó su rubio amigo, Taehyun, un Beta de bonitos labios con el que compartía clases ―¿Ya te sientes mejor, mh? ― Preguntó suavemente y el rubio asintió.
―Si Taehyun, solo era un dolor de estómago ― Respondió, restándole importancia.
―¿Qué le pasó a Kai? ― Preguntó Yeonjun, un Alfa de un grado menor con el que se llevaba muy bien, mientras miraba con preocupación al Omega rubio.
―Oh nada importante Yeonjun, solo tenía dolor de estómago pero ya estoy bien ― Aseguró sonriendo un poco para tranquilizar al Alfa.
Yeonjun asintió antes de pasar su brazo sobre los hombros del Omega para acercarlo en un abrazo, Kai rápidamente sintió la nariz del Alfa olfatear su cabello en un gesto protector que buscaba comprobar su bienestar, Kai lo hubiese apartado si no fuera por que Yeonjun solía usar supresores para esconder su olor y así no dejarlo apestando a Alfa cuando lo abrazaba de manera imprevista.
―Ya, ya, no abuses ― Se quejó el Omega mientras se removía entre los brazos del Alfa, él no era fan del contacto físico.
―¡Ay Kai!, tu eres como un gatito arisco, no me deja darle amor ― Yeonjun respondió con exagerada indignación mientras cubría su rostro dramáticamente.
―Vuelve a llamarme gatito y cortaré tu nudo ― Amenazó seriamente y riendo internamente al ver como el Alfa lloriqueaba mientras cubría su entrepierna.
Tan infantil.
―Por cierto Tae, hoy no me iré con contigo en el bus ― Anunció Kai, su mirada clavada en Taehyun, quién fruncio el ceño ante lo dicho.
―¿Qué?, ¿Estas seguro? ― Preguntó algo preocupado pues Taehyun solía llevar al Omega hasta su casa por precaución.
―Si, iré al centro comercial con alguien más ― Aclaró sin mirar a los ojos al Beta, Taehyun alzó su ceja con curiosidad.
―¿Saldras con un Alfa? ― Yeonjun cuestionó con algo de incredulidad pues conocía a su amigo y Huening Kai jamás salía con Alfas, con trabajo y le dejaba a él acercarse.
El rubio encogió uno de sus hombros y negó, levantó la mirada algo avergonzado y sonrió levemente dejando al descubierto sus adorables encías.
―Saldré con Soobin, el Omega que me defendió de Taeyeon ― Murmuro simplemente y Taehyun no pudo ignorar el leve rubor que cubría las mejillas del Omega.
El Beta lo miró intrigado, sumamente curioso ante la reacción de Kai al contar aquello. Es decir, el Omega estaba actuando tímido y sonriente ante el solo pensamiento de salir con otro Omega que conocía de apenas dos días.
Taehyun sonrió de medio lado al llegar a su propia conclusión y asintió más tranquilo.
―Esta bien NingNing, solo tengan cuidado, ¿Ok? ― Pidió suavemente y Kai asintió enérgicamente.
―Ese tal Soobin debe ser muy interesante, ¿No, Kai? ― Yeonjun dijo con una mirada pícara en su rostro, siendo más obvio de lo que Taehyun hubiese sido.
El Beta pateó la pierna del pelirosa por debajo de la mesa sacándole un quejido exagerado y Kai se ruborizó al instante e infló las mejillas para disimular su nerviosismo.
Al parecer su entusiasmo por Soobin era tan obvio que hasta el despistado de Yeonjun lo había notado.
No es como que se esforzara por disimularlo tampoco.
―Si, Soobin-ah es muy interesante ― Por fin respondió encogiéndose de hombros.
Tan interesante que le robaba los suspiros, pero eso no era algo de la incumbencia de sus amigos.
El pelinegro sonrió con entusiasmo cuando miró a Kai acercarse, sus manos jugueteando entre ellas por el claro nerviosismo que le embargaba y para cuando ambos estuvieron frente a frente sintió como su estómago cosquilleaba ligeramente.
Oh, con que así se sentían las dichosas mariposas en el estómago.
―Hola Kai, ¿Cómo estuvieron sus clases hoy? ― Saludó intentando entablar rápidamente una conversación.
―Aburridas como siempre ― Se lamentó el rubio con un pequeño mohín en los labios ―El profesor de Metodología siempre me hace querer dormir ― Añadió mientras rascaba su nuca.
―Uh, me pasa con la profesora de Literatura, su voz es tan lenta que me he dormido al menos tres veces a media clase ― Rió avergonzado logrando sacar una pequeña carcajada de la boca del menor.
Soobin observó al pálido maravillado, los ojitos del rubio se arrugaban al estirar sus labios en una sonrisa, sus mejillas se abultaban mientras se pintaban de rosado y sus carcajadas eran casi inaudibles pero adorables ya que parecía reírse con el cuerpo entero.
Soobin se sentía abrumado ante tanta lindura y apenas habían cruzado palabras.
―Bueno, empecemos con esta porquería para ir por ese helado ― Murmuro Kai al terminar de reír.
El pálido tomó las escobas que tenía a un lado y le hizo una seña con la cabeza para que él tomara los trapeadores y la cubeta. Rápidamente se internaron en uno de los salones y comenzaron con su tarea de limpiar y acomodar.
El proceso fue rápido, los minutos parecían pasar volando y se sentían cómodos alrededor del otro. En un punto, Soobin colocó algo de música para rellenar el silencio que no sabían cómo evitar y ambos se unieron nuevamente en un desafinado canto que les sacó varias risas cómplices.
Al cabo de una hora y media habían terminado de limpiar todos los salones y sonrieron felices al ver que por fin podrían irse de allí. Se encargaron de volver a guardar los utensilios de limpieza en el cuarto del conserje y caminaron hacia la salida de inmediato.
―Oh, debemos darnos prisa si no queremos que la lluvia nos gane ― Soobin dijo mientras apuntaba al nublado cielo que amenazaba con llover en cualquier momento.
―Me gusta mojarme bajo la lluvia ― Murmuro Kai sonriendo tímidamente ante la mirada del pelinegro ―Lo sé, suena súper cliché pero realmente me gusta la sensación ― Rió suavemente y Soobin mordió su labio inferior mientras le miraba con enormes ojos brillantes.
Se sentía tan… ¿Encantado?.
No sabía cómo describir aquel sentimiento que le embargaba cada que veía a Kai sonreír de esa manera tan linda, hacia su corazón latir de forma rápida y, oh, las jodidas mariposas parecían convertirse en manadas de elefantes cada que provocaba las risas del menor.
Era indescriptible, un sentimiento tan ajeno a él, no sabía que era ni cómo reaccionar ante él pero era maravilloso.
Soobin estaba dispuesto a descubrir de qué se trataba solo si era provocado por Huening Kai.
―Andando Kai, te llevaré a la mejor heladería de Daegu ― Aseguró el pelinegro antes de tomar la muñeca del menor para empezar a correr por la vereda.
Kai se quejó un poquito, no muy entusiasmado de correr pues solía fatigarse muy rápido pero fue inevitable no relajarse cuando escuchó la traviesa risa de Soobin inundar el momento. La risa del pelinegro era contagiosa y ruidosa, le parecía que todo el mundo podría escucharle reír por lo fuertes que eran pero encontró algo adorable en ello.
Después de dos cuadras reanudaron con la caminata pues ambos Omegas terminaron cansados por la veloz carrera, sus pasos eran lentos y perezosos y sus respiraciones algo aceleradas.
―Fue mala idea lo de correr ― Jadeo Soobin mientras posaba su mano en su pecho en un intento por recobrar el aliento.
―Oh dios, siento que hice el suficiente ejercicio para todo un año ― Se quejó el rubio mientras paseaba su mano por su frente en un intento por limpiar el sudor que se había aglomerado en su nívea piel.
―¿No sueles hacer ejercicio, Kai? ― Preguntó curioso mientras miraba las mejillas ruborizadas del menor gracias al esfuerzo.
―No, soy muy malo para los deportes y tengo muy mala resistencia ― Dijo encogiéndose de hombros ―Además a papá no le gusta que tenga músculos, dice que me veo raro ― Susurro, su ceño frunciendose ligeramente ante la mención de aquel hombre.
―A mis padres tampoco les gusta que ejercite ― Contó el más alto con una mueca de tristeza en sus facciones ―Pero lo hago a escondidas de todas formas, no puedo descuidar mi condición.
―¿No?, ¿Por qué? ― Preguntó curioso, su mirada interesada clavada en el dulce rostro del mayor.
―Me gusta bailar y podría decirse que soy bailarín, necesito estar en forma para ello ― Confesó, sus mejillas redondas cubriéndose de un suave color rojizo ante la atenta y maravillada mirada de Kai.
―¡Bailas!, ¡Eso es increíble! ― Exclamó incrédulo mientras sus encías se mostraban gracias a la enorme sonrisa que portaba su rostro.
―Bueno, no soy profesional pero hago el intento ― Murmuro tímidamente, su mano derecha cubriendo una de sus sonrosadas mejillas en un intento por disimular su nerviosismo.
―Deberías enseñarme como bailas algún día ― Sugirió Kai, su tono no muy seguro pero su mirada ilusionada demostrando lo mucho que deseaba verle bailar.
―Si, un día de estos te mostraré.
Y en ese momento se dieron cuenta de que ya habían llegado al centro comercial, ingresaron inmediatamente y deambularon por las tiendas por un par de minutos, tonteando y conversando trivialidades antes de dirigirse a su verdadero destino.
Fue entonces que cayeron en cuenta de que Soobin nunca había soltado la muñeca del menor y para ese momento sus manos se encontraban entrelazadas por acto reflejo. Se miraron avergonzados y Soobin hizo amago de apartar su mano rápidamente pero Kai no se lo permitió, en cambio, apretó el agarre y le sonrió tímidamente incitándole a no soltarlo.
―Esta bien, no me molesta sostenerte ― Susurró Kai, su mirada viajando hacia abajo para mirar como su mano casi cubría la del menor por su tamaño más grande.
Soobin sintió su ritmo cardiaco desbocarse dentro de su pecho ante aquellas palabras, su corazón golpeando rápidamente su caja torácica de una forma que incluso temía que Kai pudiera escuchar el alocado sonido de su corazón.
Reanudaron la caminata de esa manera, sus manos entrelazadas sin motivo aparente, sonrisas tímidas perfilando sus dulce belfos, sonrojos abarcando todo sus rostros y sus corazones latiendo contentos y casi al unísono.
―¡Ta-da! ― Exclamó Soobin emocionado mientras señalaba su heladería favorita en cuanto llegaron.
Frente a ellos estaba un pequeño local, quizás ante la vista de otros no lucia especial pero en cuanto posabas los ojos sobre el letrero de la puerta encontrabas la diferencia que tenía esa heladería del resto.
Era una zona libre de Alfas.
Kai alzó las cejas sorprendido, confundido de nunca haber escuchado de ese lugar, mientras sentía un montón de emociones embargarle al pensar que Soobin le había llevado allí. El significado de su acto sintiéndose como una agradable calidez en el pecho y pronto sintió hasta ganas de llorar.
Soobin era un Omega así cómo él, conocía lo que él podría sentir o padecer por el simple hecho de pertenecer a su misma jerarquía y eso solo podía hacerlo más especial.
Soobin le entendía y quería hacerle sentir seguro.
―Mamá solía traerme aquí cuando recién presenté como Omega, quería que confiara en ella así que pensó que este lugar sería perfecto para eso ― Relató el pelinegro empezando a caminar para entrar al local ―Claro, eso fue antes de que le entrara la idea de que necesito un Alfa antes de entrar a la Universidad ― Agregó rodando los ojos con algo de disgusto.
Kai sonrió con algo de tristeza, su padre lo que menos quería era que se emparejara y tuviera cachorros.
Decía que aquello era antinatural.
Ambos entraron al lugar y al instante Kai sintió sus hombros relajarse, los aromas dulzones pero agradables bailaban en el aire de manera armoniosa y relajante. Las paredes estaban pintadas de un suave color durazno y había estantes repletos de figuritas de porcelana en forma de gatitos y libros de todo tipo. Alrededor también habían mesas redondas donde varios clientes, omegas obviamente, charlaban con tranquilidad y armonía.
No fue sorpresa para Kai descubrir que habían varios clientes que portaban una marca de dientes cicatrizadas, obviando el hecho de que eran Omegas con lazos rotos.
―¡Soobinnie!, que lindo verte por aquí después de tanto ― Una mujer de largos cabellos azabaches atados en una coleta alta saludó con entusiasmo.
―Hola Chae noona ― Respondió el pelinegro mientras se apoyaba contra el mostrador para mirar los sabores que se mostraban a través de la vitrina ―Me da un helado de menta y otro de... ¿De que sabor quieres Kai? ― Preguntó, girandose levemente para observar al menor.
Kai lo pensó durante unos segundos pero solo bastó que inhalara un poco para decidir el sabor que quería probar.
―Chocolate ― Respondió rápidamente.
Esperaron unos cuantos minutos a que sus pedidos estuviesen listos y cuando se los entregaron Soobin sacó de su mochila su cartera para poder pagar. Una vez pagado ambos salieron de nuevo de aquella heladería pues Kai no podía llegar más tarde de lo usual, prometiendo ir en otra ocasión para poder disfrutar de su helado dentro de aquel lugar tan agradable.
―¿Te gusta el helado de chocolate?, ¡Es demasiado dulce! ― Exclamó Soobin arrugando la nariz ante la vista de la bola de nieve que Kai degustaba.
―Suelo preferir el de vainilla ― Confesó el menor antes de morder su labio ―Pero hoy lo elegí por que me gusta tu olor y tú hueles a chocolate ― Murmuro avergonzado logrando que el pelinegro se ruborizara hasta la raíz del pelo.
―Es curioso, ¿Sabes? ― Murmuro Soobin sin levantar la mirada del suelo ―El helado de menta es mi favorito y tú hueles a menta.
Kai abrió la boca dispuesto a contestar aquello con cualquier cursilería que se le viniera a la mente, más sin embargo, no logró decir nada pues alguien terminó chocando contra Soobin haciendo que éste tirara su helado al suelo.
―¡Fijate, anormal! ― Bramó alguien frente a todo el rostro de Soobin.
Ambos miraron con enormes ojos sorprendidos al enorme Alfa que se encontraba frente a ellos, el aroma amargo que desprendía el hombre delatando la molestia que sentía y Kai sintió sus piernas temblar al ver las enormes manos del mastodonte siendo empuñadas.
―No me grites, idiota ― Reclamó Soobin, su ceño algo fruncido en un intento por querer verse firme, pero sus hombros estaban encogidos delatando lo asustado que estaba.
―¿Idiota?, Omega insolente, ¿Dónde está tu Alfa?, para exigirle que te enseñe a comportarte ― Gruño con enojo sacándole un escalofrío al pelinegro.
Soobin apretó la mandíbula en un intento por reprimir las ganas de agachar la cabeza ante la presencia de alguien de mayor poder, su lobo gimoteando ante la presencia de un Alfa que apestaba a dominancia pero negándose a ceder con facilidad.
Era un Omega fuerte, no podía doblegarse tan fácil, no podía...
El Alfa gruño más potente al no obtener respuesta y Soobin tembló entero, sus piernas pareciendo gelatina ante el temblor que poseían, cerró los ojos resignándose a la idea de volver a humillarse y colapsar frente a un Alfa, pero antes de que pudiese ladear el cuello en señal de sumisión una mano se apretó en su cintura manteniéndolo en pie.
―Él no tiene Alfa y tampoco te debe respeto a ti, imbécil ― Siseo Kai mientras enseñaba los dientes amenazante y soltaba su helado dejándolo caer al suelo.
El rubio estaba dispuesto a clavar sus finos colmillos en la yugular del tipo si se atrevía a someter a Soobin.
El hombre les miró asqueado, sus ojos negros escaneándolos por completo y su rostro arrugándose en disgusto cuando vió como el pelinegro frotaba su nariz en el hombro de Kai en busca de librarse del exuberante olor del Alfa.
―Par de anormales ― Se quejó el hombre antes de pasar de largo no sin antes chocar su hombro contra el del rubio casi haciéndole caer.
Kai respiró pesadamente en cuanto el desconocido se alejó, su corazón latiendo desbocado en su pecho y su lobo gimiendo aterrado dentro de él, pero aún cuando quería ocultarse y llorar prefirió mantenerse firme y observar como Soobin parecía querer encogerse sobre si mismo para poder ocultarse en el pecho del menor.
―Tranquilo Soobin-ah, ya se fue ― Aseguró acariciando la espalda del mayor para tranquilizarlo.
El pelinegro suspiro enderezándose para poder mirar a Kai pues había tenido que encorvar un poco su cuerpo para poder estar a la altura del pecho del más bajo.
―Gracias por defenderme, Kai ― Susurró con las mejillas ruborizadas en vergüenza.
―No tienes nada que agradecer, entre Omegas nos protegemos, ¿Recuerdas? ― Murmuro sonriendo suavemente mientras acariciaba con una mano la mejilla del más alto ―Fue lindo venir hoy contigo pero debo ir a casa o mis padres me mataran ― Un puchero se delineó en los labios de Soobin ante sus palabras.
―¿Puedo acompañarle hasta su casa?, No quiero que te vayas solo ― Susurró mientras encogía uno de sus hombros tímidamente.
―Con que me acompañes a la parada del bus es más que suficiente ― Aseguró el rubio antes de tomar la mano de Soobin para caminar fuera del centro comercial.
Ambos salieron del lugar dándose cuenta de que pequeñas gotas de agua caían del cielo en una suave llovizna que amenazaba con empeorar en unos minutos. Rápidamente se refugiaron bajo el pequeño techo de la parada de autobuses y esperaron en silencio por la llegada del vehículo, sus manos entrelazadas y sus aromas mezclándose sin darse cuenta.
―Nos vemos mañana, Kai ― Dijo Soobin al ver como el bus se acercaba hacia donde estaban.
―Nos vemos mañanas Soobinnie ― Dijo, tomando por sorpresa al pelinegro por el apodo pero éste no tuvo tiempo de decir algo cuando Kai se elevó sobre las puntas de sus pies para poder besar su mejilla.
Soobin se quedó paralizado mirando como Kai prácticamente huía dentro del bus, su lobo removiéndose dentro de su pecho y su pulso cardiaco acelerándose peligrosamente.
Huening Kai le había besado la mejilla. A él. A Choi Soobin. Un Omega.
―Me gusta, Kai me gusta.
Y no se privó de soltar una risa extasiada al pensar en aquello.
Huening Kai le gustaba y no le importaba una mierda que fuese un Omega como él.
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