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絶. 𝐓𝐖𝐎

Esa noche le ofreció un relajante baño de agua caliente en la tina de su hogar del que podía gozar de muchas comodidades por el dinero que poseía.

Su lindo muñequito quiso negarse pues según él eso era consentirlo mucho. No obstante, terminó dándose un relajante y largo baño con mucha espuma mientras el mayor lavaba con cariño su fino cabello lacio, tratándolo como el pequeño príncipe que merecía ser tratado.

Comieron helado, vieron películas, bailaron un rato y terminaron en el cuarto, desnudos, compartiendo una suave y gentil ronda de sexo o, como el Alfa lo llamaba, hacer el amor.

Dejó que su pequeño amor de rubios cabellos durmiera mientras él limpiaba los restos de semen de su abdomen al haberle dado los orgasmos que solo con él conseguía. Arrojó el condón usado en el basurero y vistió con una de sus pijamas su desnudez.

Permitió que se acurrucara contra su pecho mientras que él acariciaba suavemente su espalda, sacándole lindos ronroneos y encantadoras risitas tímidas.

―Mi amor, ya es hora de que regrese ― Murmuró con una sonrisa triste en su rostro. El sol comenzaba a salir, dando la señal de que su hora de turno acababa y debía de volver para alistarse una vez mas para la noche.

El Alfa gruñó, abrazándolo hasta colocarlo sobre su pecho.

El Omega se acurrucó en el pecho del Alfa, acariciándolo con cariño mientras su mejilla estaba pegada al fuerte pecho, escuchando el latir del corazón que estaba un poco rápido. Sonrió sabiendo que era él quien ponía así de emocionado al mayor.

―Desearía que esto fuera para siempre ― Expuso con amargura en su voz.

Kai suspiró suave antes de apoyarse levemente para acariciar los cabellos pelinegros del mayor.

―Sabes que eso no puede pasar, Soobin, lamentablemente no solo pertenezco a tus brazos ― Le recordó.

Las finas manos del rubio acunaron su rostro mostrándole una sonrisa algo triste. Posó sus manos encima de las del otro.

―Sabes que puedes permanecer en mis brazos, puedes ser mío ― Aludió, viendo el labio inferior del menor temblando ligeramente con impotencia.

―Lo siento, Soobin, pero todo yo es un precio a pagar. Tengo un jefe, mi cuerpo es mi trabajo y no puedo tomar a la ligera pertenecerte ― Indicó con tristeza ―Aún hay muchos que están dispuestos a pagar por ese precio, no eres el único que me quiere para él solo ― Añadió, jadeando cuando el otro le tomó del mentón.

―Dame un precio y lo pago ― Exigió, viendo al otro enrojecer suavemente.

Negó quedito.

―Todavía no hay uno, cuando exista te lo haré saber, Alfa ― Susurró sonriendo, acercándose para rozar su nariz de manera íntima con el mayor.

Dejó un piquito en los labios color durazno.

―Cuando lo haya, quiero ser el primero en saberlo, tendrás la paga enseguida ― Susurró, viendo al otro verle con atención.

Devolvió el piquito con ternura.

―Serás el primero, lo prometo ― Cerró su juramento con un beso suave en los labios del Alfa quien le siguió de inmediato, con lentitud y cariño.

La puerta fue abierta, y la voz de alguien sonó fuerte en el lugar, sacándolos de su burbuja de amor.

―¡Soobin!, ¿Por qué demonios no estás volándole los sesos a esos hijos de pu-... ― La voz de aquel hombre pelinegro con gran semejanza al aludido se detuvo al ver la íntima escena de los dos tortolos.

En seguida, Soobin abrazó contra su pecho al rubio, ocultándolo entre su cuello mientras le gruñía amenazador a su maldito hermano quien los miraba con una ceja alzada.

―Fuera de aquí, cabrón, te he dicho que no entres a mi casa sin mi permiso ― Le ordenó con voz pesada y el ceño fruncido, aún mas molesto cuando vio a su hermano mayor apoyarse contra la puerta.

―¿Así que es este el Omega que te ha traído en las nubes todo este tiempo?, ¿Qué tan bueno en la cama debe de ser para que hayas rechazado unir tu vida con tu prometida? ― Indagó con cierta burla en su voz.

El Omega gimoteó asustado en su pecho, Soobin solo pudo apretarlo mas fuerte contra él, tratando de protegerlo de los curiosos y morbosos ojos de su hermano.

Le miró amenazador.

―La hija de Shin no era mi prometida, Ryujin nunca fue algo mío ― Aclaró ―Él es el que será mi Omega, Sanha, así que deja de verlo con tu sucia mirada y sal de mi puta casa ― Exigió, su voz tan grave que casi rozó la de mando.

Rio sin gracia.

―Trabaja de puta, ¿Verdad?, ay, Soobin, tan idiota eres de enamorarte de un sucio Omega como él. Nunca serás el único en su vida, tendrás que compartirlo con cientos mas que abrirán sus piernas a cambio de un par de billetes ― Habló con obviedad.

―Sal de aquí si no quieres terminar con varios agujeros en el pecho ― Su voz susurrada sonando tan amenazadora que a Kai se le erizó la piel.

Él sabía que Soobin era un hombre peligroso pero jamás creyó que con tanto poder.

Bufó.

―Bien, te dejaré follar un rato mas a la putita pero te quiero en una hora en el bajo centro ― Indicó, cerrando la puerta para dejar a la pareja sola.

Suspiró.

―Tranquilo, amor, ya se fue ― Le susurró a Kai quien salió de su escondite con cuidado.

―Así que tu futuro Omega, ¿No? ― Indagó con cierta travesura en su suave voz.

Asintió sin miedo alguno.

―Se que serás mi Omega, Kai, solo tengo que esperarte un poco mas ― Murmuró con voz gentil, acariciando el rostro del que le miraba atento a sus palabras.

―Espero que no te olvides de mi o me cambies por alguien que sea mas bonito o lo haga mejor que yo por que no puedo confirmarte que ese día sea pronto ― Expresó, sus ojitos deslumbrando con miedo y cierta inseguridad.

Los y las trabajadores sexuales abundaban en esa sociedad, habían de todo tipo y para el placer de los compradores. Podía afirmar que había mejores y peores que él y saber que Soobin podía encontrar a alguien mejor le entristeció, su lobito aullando triste.

Le vio luciendo frágil, como si estaba a punto de quebrarse.

―Nunca voy a cambiarte, Honey, mi corazón es tuyo desde la primera vez que te conocí y no me importa si la espera es larga, soy paciente por ti, mi Omega ― Declaró, viendo al otro ruborizarse suavemente.

―Siempre me dices cosas muy lindas, vaya, parece ser que vas a terminar dándome un ataque al corazón ― Balbuceó con una sonrisa tierna en su sonrojado rostro.

Le dio un beso en la mejilla.

―Digo lo mismo cuando te sonrojas de esa manera. No tengo idea de cómo es que sigo respirando ― Comentó, sacándole una risa al rubio.

Oh.

No todo era tan lindo y realmente deseaba no salir de esa suave y hermosa atmósfera que le envolvía cuando estaba con Soobin pero debía de hacerlo.

Después de todo, el tiempo marchaba, se terminaba y nunca se detenía, obligándolo a seguir adelante aún cuando no quería.

Maquilló con delicadeza su rostro, verificando que el collar estuviese seguro para poder salir a la barra dentro de unos minutos. No podía permitir que cualquiera quisiese reclamarlo, jodería su carrera por completo y por ende dejaría de ganar el dinero que necesitaba con tantas ansias como el muerto de hambre que era.

Una presencia se hizo presente, erizándole la piel de la nuca.

―He visto que has comenzado a rechazar clientes por ir con ese pelinegro ― Susurró su jefe entrando al cuartito en el que vivía mientras se arreglaba.

Le volteó a ver.

―Paga bien, mucho mas que todos ellos juntos ― Se excusó, viendo al pelinegro con iluminaciones entrar a su pieza, sentándose en su cama en donde le hacía suyo cuando se le antojaba ―Además me trata bien, no me desgarra ni tampoco me golpea como los demás ― Murmuró con un suave rubor.

Soobin era especial para él, era el único que le hacía sentir maripositas en el estómago cada que lo veía o tenía cerca.

Su jefe le miró con la ceja alzada.

―Debe de importarte una mierda lo que sea que te hagan, tu deber es complacer a los Alfas, pequeño Omega, te tragas el dolor y te dejas joder sumiso. Es tu trabajo, te pagan por hacerlo ― Le recordó lo que siempre le decía.

Se removió incómodo.

―Lo capto, Alfa, se lo que debo de hacer ― Susurró, bajando su cabeza sumiso.

Observó al otro a punto de llorar, solo pudo suspirar cansado.

―Ven aquí, Omega, deja que Alfa te mime ― Pidió con voz más suave, el otro acercándose manso.

Lo sentó en su regazo, acariciando sus muslos con suavidad. Le tomó del mentón, secando las lágrimas que comenzó a derramar uno de sus Omegas más cotizados, probablemente el número uno luego de Choi o tal vez compitiendo con este.

―Sabes que es tu trabajo, amor, debes de seguir las reglas ― Recordó, delineando el labio inferior del menor ―Recuerda que debes de cuidar de tu madre, ella sigue muy enferma y las facturas no se pagan solas. Hazlo por ella ― Animó.

Kai suspiró, limpiando las lágrimas de sus mejillas para que no corriera el suave maquillaje que se había puesto esa noche.

―Y-Yo quiero amarlo libremente, Alfa ― Susurró sin poderlo contener, mordiendo su labio para no sollozar tan fuerte.

Su jefe le miró.

―Quieres pero no puedes, necesitas el dinero, ¿Verdad?, tú necesitas salvar a tu madre. Aunque no te obligo a estar aquí, eres libre de irte cuando quieras ― Le recordó al entristecido Omega que seguía soltando esas aroma a coco y vainilla que se percibía triste.

Inhaló, tratando de calmarse.

―Yo lo sé, Alfa no ha sido un mal jefe, Alfa me paga bien y no es tan rudo conmigo cuando me toma ― Le reconoció, viendo al otro sonreír.

―No soy tan duro con tu culito por que esa rudeza esta especialmente guardada para tu némesis, cachorro ― Recordó divertido.

―Beomgyu no es mi némesis, él simplemente es igual de cotizado ― Mencionó, su voz un poco más suave.

Y era verdad, Beomgyu y él eran buenos amigos, solo que el mayor de ellos era su total opuesto.

Un Omega pelinegro y con una personalidad mas atrevida y algo picante, sin pelos en la lengua para insultarte si alguna vez tratabas pasarte de listo con él. Kai por el otro lado era rubio de nacimiento y con una personalidad mas sumisa y delicada, dispuesto a guardarse sus palabras y callar cuando alguien se sobrepasaba con él.

―No seas tan duro con él. Aunque sea un malcriado, a veces algo gruñón y quiera hacerse el fuerte, a él también le duele ― Aconsejó, el otro mirándole atento con una expresión indescriptible.

Jaló fuerte de su collar, sacándole un alarido de dolor mientras chillaba para que le soltase.

―Solo verifico que esté bien puesto ― Le explicó, soltándolo para que dejara de quejarse ―Ya, te mimé y dejaste de llorar, ahora sal de aquí, hay un tipo de traje que ofreció mucho por ti esta noche ― Comentó.

Kai se sonrojó cuando escucho que había sido alguien de traje. De inmediato pensó en su Soobin y solo pudo sentir a su lobito corretear contento al saber que estaría con el Alfa y no con algún bruto que lo trataba mal.

Se levantó, arreglando su maquillaje con rapidez mientras su jefe se mantenía viendo a la pared, como si pensara en algo, totalmente perdido en su mente.

Cuando iba a salir, la voz de su jefe se escuchó.

―Kai-ah ― Le llamó, haciéndole detener en su lugar para escuchar lo que su mayor le quería decir ―Dile a Beomgyu que quiero verlo en mi oficina ― Ordenó.

El Omega asintió, saliendo de su cuarto para ir por el Omega mayor que era algo así como un pequeño diablito con cara de ángel que a pesar de ser algo menor estaba ahí por que debía cuidar a su pequeño cachorro, convirtiéndolo así en el único Omega con un hijo. Claro, lo tenía bien oculto por que si su jefe se enteraba entonces lo echaría del lugar.

Lo encontró afuera, moviendo sus caderas encima de un Alfa que acariciaba sus muslos con demasiada morbosidad.

―Beomgyu-ah ― Le llamó, haciéndole una seña para que se acercara cuando vio al menor voltear a verle.

Se retiró del regazo de aquel hombre que le dio una nalgada, soltando muchas vulgaridades mientras miraba como Beomgyu cerraba sus ojitos y apretaba sus labios como si estuviese conteniéndose de no mandar a la mierda al imbécil.

Finalmente le vio acercarse a él, no sin antes haberle sacado el dedo medio al Alfa con el que había estado antes, mirando como este le silbaba.

―Menudo imbécil, el tipo ni siquiera me pagó por ponérsela dura ― Refunfuñaba el pequeño pelinegro con el ceño fruncido.

Kai rio.

―¿Y entonces por qué te esfuerzas tanto?, debes guardar tus energías, Beomie, no pierdas tiempo con Alfas como él ― Aconsejó.

Suspiró.

―No puedo, debo de esforzarme, le prometí a mi cachorro un juguete. Los peluches son tan asquerosamente caros y a duras penas tengo para pagar sus pañales ― Murmuró sonando un poco afligido.

―Puedo darte parte de mis propinas esta noche ― Ofertó, viendo al mas pequeño negar.

―No, Ning, tú también tienes tus responsabilidades, no te preocupes por mi, yo me las arreglo ― Restó importancia ―¿Para qué me llamabas? ― Preguntó finalmente.

―Oh, cierto, el jefe quiere verte en su oficina ahora ― Le notificó, escuchando como bufaba audible.

―Ese imbécil de Yeonjun cree que tengo su tiempo ― Siseó, su naricita arrugándose con molestia ―Gracias por avisarme, Ning ― Le agradeció, caminando hacia la oficina de su jefe mientras le maldecía una y otra vez con todo lo que podía soltarse de su boca.

Kai suspiró, saliendo solo para toparse con el hombre de traje.

Lo primero que pensó fue en Soobin, pero al no sentir el aroma a canela del mayor supo que no era él.

Su mirada fue al rostro del hombre, reconociéndolo de inmediato. Exhaló para volver a su trabajo, sabiendo que debía de hacerlo, después de todo, el hermano de Soobin ya había pagado esa noche por él.

―¿Cómo puedo ayudarte, Alfa?.


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