⊹ ָ࣪ capítulo veintitrés.
En todo el trayecto a casa, Kai se mantuvo tranquilo y callado. Lo cual hacía que una parte de Soobin se sintiera extraña, intentaba recordar si es que había hecho algo mal.
Ese silencio no era nada normal, el peliazul recordaba muy bien que cuando ambos iban a algún lugar, incluso en los viajes de visita a sus familias durante vacaciones, siempre se mantenían hablando por largas horas hasta de la más mínima y detallada cosa. No importaba si era un tema controversial o aburrido para otros, ellos encajaban bien. La química que fueron forjando a través de sus años de amistad se encargó de perfeccionar ciertos detalles y mejorar otros aspectos.
Lástima era que Soobin haya perdido el único objetivo de esa relación amical.
El ambiente era acogedor y cálido dentro del taxi que tomaron, las compras yacían en la maletera mientras la cabeza del Omega reposaba en la ventana, con la mirada algo perdida. Sus sigilosos sollozos acabaron hace ya más de media hora, actualmente se encontraba en un estado un tanto apacible. Cosa que igual inquietaba al Alfa.
―Hey, Ning ― Tomó una de las estilizadas manos, ganándose la mirada atenta del castaño ―¿Cómo sigues? No me respondiste allá, y por más que no quiera presionarte... Estoy preocupado.
Cesó sus sinceras palabras, dejando que Kai correspondiera el tacto cariñoso en ambas manos. Aquello hizo que su tigre dejara de dar vueltas.
―Tranquilo, supongo que fue uno de esos tontos arrebatos emocionales ― Mintió a través de una pequeña sonrisa, dejando que la rara tensión se dispersara ―Ya me siento mejor.
Soobin le sonrió más amplio ante la respuesta, viéndose sumamente tierno con aquel eyesmile. Rodeó los hombros del más bajito (solo por algunos sentimetros) y lo apegó a él, soltando suavemente más feromonas para tenerlo en su zona de protección.
―Me alegra saberlo ― Le susurró a Kai, besándole la sien para recostar su cabeza con la adversa y posar su mano vacía en el vientre ya algo abultado.
Ambos sabían que no todo estaba bien muy en el fondo. Sin embargo, en ese preciso instante no se sentía con el derecho de interrumpir el cálido ambiente. No lo hacían a pesar de que el omega empezara a tener una gran maraña de pensamientos y, el Alfa siguiera reteniendo cada día más aquello que su corazón guardaba desde tantos años.
Kai soltó un gran suspiro de cansancio cuando al fin pudo ingresar al apartamento, a pesar de solo llevar una bolsa con cajas de cereal y el juego de llaves. Se sentía exhausto por tal consumo de energías que los cachorros le hacían adentro.
Y aunque le insistió a Soobin el cargar más cosas para ayudarlo, el Alfa fue mucho más obstinado que él y terminó ganándole la pacífica riña. Llevando todo lo pesado como pudo hasta la pequeña cocina.
Kai se desparramó en el sillón más cómodo, quitándose las zapatillas con los propios pies a la vez que tiraba su cabeza para atrás, contemplando el blanco techo.
―Pediré la cena por delivery ― Dijo el pelinegro, acercándose ―¿Se te antoja comer algo en especial? ― Cuestionó con voz dócil, por que aparte de querer consentirlos, tenía una noticia importante sobre su empleo. Una que seguramente haría sentir a Kai muy orgulloso de él.
Y es lo que quería muy en el fondo, deseaba que Kai viera el Alfa capacitado que era en el ámbito laboral, social, personal y... Romántico, si es que el Omega le diera tan solo una oportunidad cuando el día de su confesión se llevara acabo.
Mientras tanto el castaño, aún pensativo, arrugó su naricita para al fin decidirse.
―Bibimbap pero sin pasta de soja, por favor. Y ah, también Bulgogi. ¡Pero sin pimienta negra! De tan solo pensar en eso me dan ganas de... ― Tapó su boca de inmediato con la mano derecha, respirando hondamente.
Soobin le sobó la pancita con suavidad, asintiendo mientras trataba de memorizar lo pedido.
―Ya lo tengo en cuenta, NingNing. Ahora ve y descansa un poco a la habitación, acomodaré la alacena y te levantaré cuando la mesa esté lista.
«Ese es nuestro Alfa. ¿Cuánto más debe pasar?»
No obstante, Kai frunció el ceño. Manteniendo una postura más recta mientras intentaba pararse.
―Estoy encinta, no enfermo. Y antes de que repliques, sí; estoy muy agradecido por lo dulce que eres, Soobinnie. Pero todavía puedo hacer varias cosas aquí, no tengo discapacidades.
―Hemos caminado mucho en el supermercado ― Contestó con cuidado de encender el mal humor del Omega ―Pensé que querías descansar, tus pies ya están en el tiempo de hincharse con más frecuencia a partir de esta etapa.
Kai bufó, cruzándose de brazos.
―¿Qué quieres decir con eso?.
―Es por los bebés, Ning. Llevas tres y eso no debe ser nada fácil.
―¡Por supuesto que no lo es! ― Dijo indignado ―Pero aún así intento hacer lo mejor que puedo, no quiero ser una carga para ti...
Entonces la voz encolerizada del castaño pasó a una más temblorosa, esos ojitos empezaron a cristalizarse. Dándole una gran señal al Alfa sobre que debía de reaccionar y calmarlo.
―No llores, bonito ― Lo abrazó por detrás, rodeándolo por la cintura y acomodando su cabeza en el hombro de Kai ―No quise decir algo con mala intención... Lo que sucede es que, con cada día que pasa, debemos proteger a los cachorros y a ti... ― Aclaró, acariciando con la palma de su mano izquierda la adorable curvatura sobresaliente ―Por ahora eres su único hogar y mi deber es que estés en las mejores condiciones posibles, hago esto porque los quiero mucho. ¿Sabes?.
―Lo sé.
El Omega sorbió por su nariz de botón, asintiendo perezosamente. Escondió sus propias manos en las holgadas mangas de su remera y se dejó guiar por Soobin hasta la recámara. Gustoso con los melosos besos en sus mejillas y cuello, donde se ubicaba su especial glándula de aroma.
Diez minutos después, ambos cayeron profundamente dormidos en la cama. Con las fragancias naturales mezclándose y haciendo del lugar una verdadera etiqueta que transmitía la llegada de la futura manada Choi-Huening.
― Oye, perdón por lo de ayer ― Dijo Kai algo apenado, dándole un pequeño sorbo al tibio té de limón.
Era un frío domingo por la tarde, lo que significaba descanso y convivencia amplia luego de que cada uno realizó la mayor parte de sus actividades.
Soobin dejó una bandeja con las galletas de chocolate y coco, actualmente las favoritas del castaño, en la pequeña mesita del centro y se sentó cómodamente sobre la gruesa alfombra. Abrió sus piernas para dejarle espacio suficiente al Omega y que éste recostara la espalda en su firme pecho.
La posición era íntima, pero Kai no pareció pensarlo tanto por el mismo hecho de que ellos solían hacerlo un sinfín de veces cuando aún vivía ahí. Era una costumbre que no cambiaron a través del tiempo, desde que se volvieron mejores amigos y rentaron el mismo piso.
―No te preocupes, NingNing. Recuerdo lo que Namjoon nos dijo y también estuve averiguando, es completamente normal ― Respondió fluidamente, acariciando las manos del Omega.
El castaño suspiró hondo, alzando el rostro para chocar peligrosamente con la cercanía del Alfa.
―¿En serio no soy un estorbo? ― Bisbiseó, sus ojitos brillando por el cúmulo repentino de aflicción.
Soobin sonrió enamorado, posando su mano en la mejilla rellenita de Kai.
―No eres nada de eso, amor ― Acortó un poco más la distancia ―Estoy muy feliz cuidando de ti y de nuestros bebés.
El Omega de Kai hizo acto de presencia ante la dulce voz, ronroneando totalmente sosegado ante las caricias en su rostro.
Soobin no lo pensó mucho tampoco, por lo que tirando delicadamente de la nuca de Kai, juntó sus belfos con los más finos. Sellando y grabando nuevamente la textura de esos encantadores labios contra los suyos.
El castaño simplemente se deshizo en el deleitable movimiento, subiendo sus manos al cuello del Alfa para apegarlo más. Rozando con sus dedos el sedoso cabello y la piel descubierta de la nuca, acomodándose mejor hasta quedar a horjacadas en el regazo adverso.
―Kai... ― Susurró tembloroso y nervioso ―Cielo, tengo que de-
―Shh, no digas nada ahora ― Murmuró sobre su boca, dándole besos cortos, efímeros pero constantes. Haciendo que Soobin perdiera el hilo del tema principal en esa conversación, quedando anonadado.
Dejando atrás otra oportunidad, pero ganando más paso hacia el camino a los verdaderos sentimientos que podrían surgir en el Omega.
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