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⊹ ָ࣪ capítulo cuatro.

Soobin salio muy temprano de trabajar, mas de lo que alguna vez pudo. Y tal vez fue por el simple hecho de haber recibido un mensaje de Kai. Uno claro en donde le decía que había cocinado estofado de carne para el por si se animaba a venir y poder almorzar juntos.

No podía creerlo.

¡El Omega preparo su plato favorito!.

Nadie podía describir la estúpida sonrisa que se dibujo en el Alfa luego de ver su celular. Incluso algunos de sus compañeros pensaban que se trataba de su posible pareja, más luego cuando recordaron lo activo que era sin estar atado a alguna relación, desecharon la idea rápidamente.

―¡Nos vemos mañana!.

Fue el último grito que dio ese día, yendo rumbo al departamento en donde lo esperaba la deliciosa comida que solo Hueningkai y sus delicadas manos podían hacer.

La sonrisa en el pelinegro no desapareció por nada del mundo, incluso compró una botella de vino tinto para la ocasión, que por cierto también era la favorita de Kai.

Sin embargo, cuando dio un paso adelante, no espero ser recibido por un notorio aroma amargo, producto de las feromonas que recalcaron tristeza. La preocupación llegó a el como la velocidad de la luz, temiendo que alguien haya podido lastimar a Hueningkai para que el ambiente oliera así.

Dios, si era el tal Oh jirafa vieja Hoseok, el pelinegro no dudaría en darle una buena golpiza.

Se saco los zapatos, colgó el saco en el perchero y se encaminó hasta la segunda recamara. El silencio era lo único que residía, por lo que pensando un poco, terminó por dar unos cuantos toques a la puerta.

―¿Kai, puedo pasar?.

El aludido maldijo por lo bajo, no quería verse vulnerable otra vez. Por lo que rápidamente intento limpiar las lágrimas que recorrían sus mejillas, sobandose los ojos mientras esperaba que Soobin no notará su deplorable estado.

―Claro, solo gira la perilla por que no le puse seguro ― Habló suave, su voz algo ronca y seca por el llanto silencioso. Se acomodó en posición fatal, abrazando una de sus almohadas para darse apoyo.

Las feromonas adentro eran aún más fuertes, lo que preocupó al tigre en demasia. La medida se había rebasado. Hueningkai se sintió tonto por pensar que podía pasar desapercibido.

Con algo de incertidumbre, fue acercándose hasta quedar al lado del Omega, poniéndose de cuclillas para ver la opaca mirada en aquellos ojitos que tanto amaba admirar.

―Hey, NingNing. Sabes que puedes decirme cualquier cosa que te pase. ¿Fue Hoseok?, ¿Vino aquí y te lastimo?.

El castaño simplemente negó con pereza, no queriendo observar fijamente a Soobin por que estaba seguro que volvería a llorar.

―Entonces es otro tema ― Murmuró con pesadez, no sabia como manejar la situación. Nunca lo había visto de esa forma, tan frágil. Por lo que si al menos no era conocedor de lo que le pasaba a Hueningkai, se dejo llevar por lo que sus sentimientos dictaban.

Tiro del primer botón de su camisa para luego doblar las mangas, subiéndose a la cama para acomodarse detrás del esbelto cuerpo que ahora parecía querer escogerse aún más. Su instinto le decía que debía protegerlo, demostrarle lo mucho que lo quiere. Lo mal que también le ponía verlo de esa manera.

Con cuidado, rodeó la cintura del Omega con ambos brazos, posando su mano en una de las adversas para enlazarse a los dedos más largos, siendo recibido por la calidez del contactó.

―No me iré de aquí hasta que te sientas un poquito mejor. Si de eso se trata esperarte hasta que puedas desahogarte y decirme lo que ocurre, te esperare.

Hueningkai apretó el agarre en la mano del Alfa. Sintiendose mejor con el apoyo incondicional que solo Soobin podía darle. Quizás las lágrimas ya no se acumulaban, pero las punzadas en el pecho seguian apretando su desilusionado corazón.

Sin embargo, también era consciente que la calma después de su tormenta fue gracias a que el Alfa estaba ahi para el. Dándole mimos, no haciéndole sentir solo en una lucha constante que significaba ansiar algo y no poder tenerlo.

Mordió levemente su labio inferior para que este dejara de tiritar, diciéndo que al menos podía decirle a su mejor amigo lo que nunca antes le había dicho a alguien más.

―Anda, Ning ― Le dio un beso en la cabeza intentando reconfortarlo ―Dilo, por favor, estoy muy preocupado y si no me lo dices no podré ayudarte.

―Es que n-nadie puede hacerlo.

Bisbiseó, dandose valor para no morir por la pana que se acumulaba en su sistema.

―Quizás te parezca estúpido.

―Oh, no. Por supuesto que no, todo lo que tenga que ver contigo no puede ser una estupidez. Me importas en todo el sentido de la palabra así que te escuchare y respetaré.

―Soobinnie...

El mencionado le acarició la tersa pie del rostro con su nariz, empezando a perderse en las sensaciones tan magníficas de tener a Hueningkai tan cerca suyo. Daría todo por que sus mañanas y noches fueran así.

―Yo quiero t-tener un... bebé ― Confesó con voz suave, casi temerosa y lenta. Dando a conocer su secreto, intentando creer que nada podía salir mal.

No obstante, la frase que salio de los finos labios terminó por obligar a Soobin a denter todas sus acciones. Quedandose perplejo, como si un balde de agua traída del polo norte cayera sobre el.

El silencio impactó palpablemente en la recámara.

―¿Lo ves? De seguro sientes que es ridículo ― Fue lo que dijo un avergonzado y triste Kai, sorbiendo y cerrando sus ojos para controlarse.

―No, no es eso ― Respondió rápido y alarmado ―Es solo que fue una verdadera sorpresa.

Bueno, si que lo era. De todas las cosas habidas y por haber. Jamás, pero jamás la idea de aquello cruzo por la mente de Soobin. ¿Enserió el Omega estaba así por un bebé?.

En este punto de su vida estaba creyendo que no conocía para nada al que se supo es y será su mejor amigo para siempre, como fielmente le recordaba Hueningkai.

―¿Soobin?.

―¿Uh?.

―No me escuchaste. ¿Cierto?.

El tigre suspiro profundamente, no sabiendo como abarcar el tema.

―Y-Yo, es que bueno...

―¿Sabes que? Olvida lo que dije, soy un  tonto por decir esas cosas. No le tomes importancia.

―No, Kai.

―Si, si lo es. Dije algo que para todos es algo ridículo y de seguro ahora mismo estás pensando que soy un idiota ― Replicó esta vez algo reacio a seguir demostrando su sensibilidad con aquel tema, con los labios en forma de puchero e intentando removerse para que los del Alfa lo soltarán.

Choi resoplo, intentando mantener la paciencia que no cabía en el Omega. Negándose al rechazo y forzando el abrazo que tenía a la delgada cintura.

―¿Podrías calmarte al menos un poco?.

―Estoy muy calmando ― Afirmó, deteniendo sus movimientos para intentar cruzarse de brazos cuando quedó justo enfrente del pelinegro, ambos aún acostados.

―¿Entonces por que tienes el ceño fruncido? ― Inquirió algo divertido por la carita enfurruñada, arqueando una de sus cejas subiendo que había ganado.

―Agh, te detesto ― Volvió a moverse, retirando las manos que Soobin tenía en su cintura.

―Hey, tranquilo, todo está bien ― Insistió con cuidado, acunando lasz mejillas algo rellenitas del castaño ―Estoy aquí para ti, solo fue que me agarro de sorpresa, Kai. Antes nunca me habías dado alguna opinión sobre tener una familia.

―Ese es el problema. Quiero conformar  una, pero... ¿Como hacerlo siquiera cuando no he en encontrado a alguien correcto para ml?.

Soobin paso saliva con algo de dificultad, intentando controlar su parte animal ante la mera idea de ver al Omega con alguien más. ¿Cuanto más debía soportar el?.

―He pasado de decepción tras decepción. Aveces pienso que es imposible que una persona pueda encajar conmigo.

―Quizás es cuestión de esperar un poco más. Nadie sabe, puede que exista alguien muy cerca queriendo tener una oportunidad de ser tu Alfa.

Hablo tratando de ser cuidadoso y no arruinarla, rascando la punta de su nariz con el dedo pulgar en muestra de estar nervioso. ¿Y si había sido muy notorio.

Hueningkai resoplo, en ningún momento lo observo, más solo tendió a lanzarse al cuerpo de su mejor amigo, ambos cayendo nuevamente a la cama mientras recostaba su cabeza en el pecho adverso. Inhalando el denso aroma a café. Le encantaba que Soobin oliera así por que su bebida favorita en el mundo era curiosamente el café en toda versión habida y por haber.

―¿Esperar? Soobin, voy a cumplir 29 años y mi vida amorosa sigue siendo una mierda. Moriré sumido en mi soledad ― Se quejo algo apenado al decir su edad, trazando dibujos indescifrables en el abdomen ajeno.

―¿Y donde quedo yo?.

El Omega soltó una breve risita nasal ―Oh, vamos Soobinnie. Eres mejor que yo, algún día dejaras tus malas costumbres y harás tu vida con quien quieras ― Suspiro aceptando la realidad ―No estaremos juntos para siempre y lo más probable es que formes tu propia familia antes que yo.

―No exageres, son apenas dos años de diferencia.

―Pero tienes todo para ganar. No eres tu quien espera a alguien. Es como en las fiestas que íbamos, si veías a alguien que te gustaba, ibas de arranque. A mi me costaba hasta corresponder el saludo de un Alfa.

Soobin sonrió ligero, recordando la época en donde eran universitarios y se divertían algunos fines de semana juntos. En cierta parte puede que Hueningkai tenga razón, pero... ¿Por qué se le hacia complicado decirle al Omega con respecto a sus sentimientos más profundos que su amistad?.

Quizás al miedo, la inseguridad o ambos. Hueningkai parecía no mostrar el mínimo interés en su persona y ni cuando le contaba sobre sus ligues parecía estar celoso.

―Bien, entonces seré soltero por siempre para hacerte compañía.

Hueningkai lo tomo como una broma, una muy pésima, pero de igual forma sonrió. Dándole un golpe mientras negaba con la cabeza.

―Gracias por tu compasión, pero seré muy feliz si logro verte enamorado, Soobin-ah.

Ambos sonrieron y por un momento el Omega logró disipar nuevamente la tristeza.

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