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Nuevamente, era la misma hora de la mañana en la habitación del que sería ahora un castaño oscuro, al menos era temporalmente.

En ese lugar se encontraba un Kai durmiendo de manera incómoda. Se removía múltiples veces en la ancha cama, estaba apretando fuertemente sus ojos cerrados, y más el hecho de que estaba frunciendo sus cejas, no ayudaba en nada.

Murmuraba tantas cosas sin sentido alguno, así hasta que el despertador le hizo brincar del susto cuando sonó su fuerte sonido.

―¡Mamá! ― Gritó, sin recibir la respuesta de nadie.

En un santiamén logró caer en cuenta de que aquel lugar en donde estaba no era su habitación. Otra cosa que le hizo tener más miedo.

―¿D-Donde estoy? ― Tartamudeo, tocando sus mojadas mejillas.

«Jodida mierda»

Pensó Kai cuando tocó aquel área, nuevamente se había despertado llorando, y no recordaba que había sucedido.

Pero no tomó importancia al asunto, debía descifrar que hacía allí. Tenía miedo, y la habitación totalmente oscura no ayudaba para nada.

―Oh, vamos, quizás es otra pesadilla ― Trató de autoconvencerse de que era así.

Pero cuando pellizcó su brazo, sintió el dolor, y no logró ver su habitación frente a él. Entonces.. ¿No era un sueño?.

Comenzando a transpirar, pellizcó su brazo tantas veces fuera necesario. Sí o sí, tenía que ser una simple pesadilla, un mal juego de su mente.

―¿Qué? ― Sé sintió palidecer cuando enfrente de él encontró fotos de un joven que él conocía.

Era Choi Soobin. Él chico al que había encarado un día antes en la preparatoria. Pero, ¿Qué hacían esas fotos allí?.

Sé levantó de la cama, observando todo el lugar. Paredes gris oscuro, cortinas del mismo color pero más claro con una color vino en medio. No había ni un toque de colores vivos allí.

Habían repisas de color negro. Encima de ellas habían cosas como, una taza de color vino (que contenía un café ya agrio), un muñeco de acción, algunas cadenas, pulseras y anillos regados por allí.

También habían recortes de instrumentos y grupos musicales pegados por las paredes de la habitación.

En medio de su inspección, Kai encontró una puerta en el pequeño callejón que había en la habitación.

Su curiosidad aumento un poco más debido a que quería saber que se hallaba detrás de esa puerta. Se había idealizado una idea, pero aún así quería saber.

Tomó el pomo de la puerta, y entre cerrando un poco los ojos, la abrió de golpe, corriendo lejos de ella al pensar que algo saldría de allí para llevarle a quien sabe donde.

Huening, al ver que nada malo sucedió, se acercó nuevamente, aún con temo.

―Oh ― Exclamó mientras su boca formaba una “O” por la sorpresa.

Era un baño del mismo color que la habitación.

Pero admitía que la decoración del lugar era linda, la funda que resguardaba la tapa y la caja del retrete era de color roja. El lavamanos estaba un poco lejos de su persona, así que se acercó algo más para poder divisar que había allí.

Bien, eran productos para el cuidado de la higiene personal.

Pero no estaba notado el espejo que había arriba del lavamanos. Mucho menos había mirado su reflejo, ni había visto en que cuerpo se encontraba.

Pero cuando Kai lo hizo, gritó de manera aguda. Siendo hasta casi posible que rompiera el vidrio por tremendo grito.

―¿¡Qué demonios!? ― Gritó nuevamente, histérico al ver el reflejo de alguien más allí. Ese chico que se reflejaba en el espejo no era él, ¡Era Choi Soobin!.

No entendía que pasaba, pero deseaba que fuese una broma.

―Debo estar alucinando. Sí, eso ― Murmuró para si mismo. Había cerrado los ojos debido a que cayó de trasero contra el suelo ante la sorpresa.

Decidido a que aquello era cierto, se levantó del suelo, y con los ojos cerrados aún, se paró en frente del espejo. Y deseando millones de veces en su mente de que haya sido una mala jugada de su consciencia, los abrió.

Mala idea.

―¡No, no, no! ― Gritó mientras negaba repetidas veces con la cabeza ―¡Ese no soy yo, no lo soy! ― Sollozó una vez que se tiró al suelo hecho bolita, ¿Qué estaba pasando?, decía en su mente.

Primero estaba en su casa, con su linda madre dándole las buenas noches, y ahora...

Ahora estaba en el cuerpo de otra persona a la que simplemente detestaba, llorando como un niño desamparado al notar que ese no era su hogar, ni su cuerpo.

Y que no había nadie diciéndole que todo estaría bien, que los malos sueños solo son eso, malos sueños.

No tenía a su madre allí.

―¿Ahora qué haré? ― Murmuró, aún estaba hecho bolita en una esquina del baño con los ojitos llorosos ―No entiendo nada, simplemente no lo hago ― Dijo a la nada.

Entonces el sonido de un teléfono indicando un nuevo mensaje lo alarmó.

«¿Es el teléfono de Soobin?»

Se levantó, y corriendo con algo de ilusión hasta el aparato, lo tomó.

+82 592****** › Tenemos que hablar.

Era un número desconocido no tan desconocido para Huening.

Entonces pensó las cosas bien. Si él estaba en el cuerpo de Soobin, ¿Entonces él otro chico estaba en el suyo?.

Picó el mensaje dispuesto a responder, sabía que era Soobin, pues ese número era el suyo, se lo sabía de memoria.

‹ Claro que debemos hablar, Soobin.

La respuesta fue casi instantánea.

› Entonces muevete y ven a la preparatoria. No pienso seguir esperando afuera.

Rodó los ojos. Había olvidado lo molesto que era aquel chico.

‹Ok.

Respondió a secas el mensaje antes de mirar el closet del lugar.

Tendría que salir a fuerzas.

Secando sus antiguas lágrimas con parte de la camiseta negra que llevaba, se dispuso a observar e inspeccionar la ropa ahora.

―Ropa oscura por doquier ― Buscaba algo más llamativo allí, y cuendo creyó que lo había logrado, lo tomó.

Era un pantalón azúl claro y una camiseta blanca.

―Algo es algo ― Exclamó bufando.

Era extraño todo aquello, pero aún así se arriesgaría a tratar de entender que sucedía.

Así que tomando las prendas, fue a cambiarse.


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