𝘊𝘢𝘱𝘪́𝘵𝘶𝘭𝘰 𝟣𝟨。
UN SENTIMIENTO EXTRAÑO.
Eddward estaba más que contento con el giro que había dado su vida en ese mismo momento. Aún abrazado al alfa, le agradeció una vez más antes de separarse y mirar hacia atrás.
ㅡCreo que el semáforo está en verde, los autos no dejan de tocar bocina.
Pero el alfa estaba tan embobado por el abrazo, que sólo se volteó hacia la ventana para insultar al auto que estaba detrás de él. Arrancó la camioneta de nuevo, estacionándose en un lugar algo alejado de los semáforos y, cómo les llamó él; los "inútiles sin tiempo".
ㅡTe dí dos boletos, para que invites a uno de tus amigos ㅡdijo, moviendo la mano, restándole importancia.
Creía que aquellas palabras le brindarían otro cálido abrazo inesperado cómo ese, pero no lo hicieron. Algo se apretó dentro de su pecho, pero decidió mejor no decir nada.
Eddward miraba los boletos contento, sin poder creerlo. Sabía que el alfa no se atrevería a mentirle con eso, pero revisaba los boletos cómo si fueran a desaparecer de sus manos en cualquier momento o cómo si intentara encontrar que eran falsos.
ㅡUn amigo ㅡmurmuró, pensativo.
ㅡHablé con tus hermanos, por cierto ㅡdijo, carraspeando su gargantaㅡ; te dan permiso para viajar conmigo.
ㅡEs la primera vez que voy a estar tan lejos de ellos, ¿seguro que dijeron que sí? ㅡlo miró, guardando los boletos y lo demás en la guantera de nuevo.
ㅡSi, dijeron que no hay problema, mientras... bueno, me apegue a unas cuantas reglas que ellos mismos impusieron.
ㅡ¿Reglas?
El auto se puso en marcha de nuevo.
ㅡSí, algunas. Son bastante tontas, en realidad.
ㅡ¿Ah, sí? ¿Cómo cuáles? ㅡpreguntó, cruzándose de hombros.
"No le estarás encima todo el tiempo".
ㅡPor ejemplo, tengo que estar muy al pendiente de tí ㅡconfesó.
"No estarás contínuamente con él, y menos a solas"
ㅡSi quieres salir a caminar o a cenar, tienes que ir conmigo.
"No le comprarás ningún anillo, ni ropa que lo haga ver mal. Y ni siquiera pienses en hacerlo dudar si quiere algo"
ㅡTengo que comprarte todo lo que quieras, incluída joyería y ropa bonita. Todo lo que quieras, lo tendrás. No hay límites.
"Dormirá en la misma habitación que Rolf, él cuidará mejor de Edd que tú"
ㅡPara que estés más seguro y cómodo, dormiremos en la misma habitación.
ㅡ¿Algo más? ㅡdijo, con el ceño fruncido.
ㅡClaro, aún no te digo la más importante de todas.
ㅡ¿Cuál es?
"Rolf va a escoltarlo a todos lados y será su compañía personal"
ㅡTengo que ser tu compañía personal y tu escolta.
La sonrisita de Kevin le dió mariposas a Eddward. O, bueno, no sabía realmente qué eran, pero se sentían cómo mariposas.
Mariposas aterradas.
ㅡ¡Bienvenido a casa! ㅡsonrió la rubia al escuchar su voz desde la cocina. Al salir, rodó los ojosㅡ. Ah y, hola, Kevin.
ㅡ¿Qué haces aquí?
ㅡHoy no me toca trabajar.
ㅡTengo noticias ㅡdijo Eddward, con una gran sonrisa, impidiendo que Kevin dijera algo másㅡ. ¿Por qué no preparas un poco de café y te lo cuento todo?
ㅡ¡Claro! ¿Me esperas en la biblioteca? ㅡpreguntó en un susurro.
Cuando recibió un asentimiento, la rubia desapareció de nuevo en la cocina. Un suspiro se escapó de los labios del omega y el alfa se aclaró la garganta bruscamente para llamar su atención.
ㅡ¿Qué crees que estás haciendo?
ㅡInvitaré a Nazz ㅡdijo, asintiendoㅡ. No tengo otros amigos. Y mis hermanos están ocupados.
ㅡPensé que invitarías a Nathan ㅡdijo, cruzándose de brazos.
ㅡAy, pero Nathan sí va a ir ㅡle reclamó, cruzándose de brazos igual que élㅡ; no puedes dejar a tu mano derecha aquí.
ㅡEn eso tienes razón ㅡle sonrió ladinamenteㅡ. Si tuvieras la oportunidad, ¿le hubieras invitado a él y no a Nazz?
ㅡNath fue la primera persona que se me pasó por la cabeza ㅡmurmuró, mirando el sueloㅡ. Él me entiende, seríamos buenos amigos si se dá la oportunidad.
ㅡBien ㅡrascó su nariz y luego se arregló el cabello con una sacudidaㅡ. Entonces, ¿quieres invitar a Nazz? Adelante.
ㅡ¿De verdad?
ㅡClaro, ¿por qué no? Sé que han estado los tres bastante juntos últimamente. Además, dijiste que no tenías otros amigos; Nazz y Nathan son buenas personas, después de todo ㅡdijo, encogiéndose de hombros.
ㅡ¿¡De verdad!? ㅡcelebró, lanzándose de nuevo a sus brazosㅡ. ¡Gracias! Prometo mantenerlos a raya con el alcohol y las fiestas...
El abrazo que le provocaba mariposas de nuevo. En realidad, no sabía qué era; el estómago se le cerraba y la respiración se le cortaba por unos segundos. Tal vez se estaba muriendo y no lo sabía. Pero la verdad era que había algo lindo de esa sensación.
Dejó reposar su cabeza en el hombro del omega, y sus manos descansaban a los lados de su cintura.
Decidió pensar en otra cosa rápidamente; Nazz. La omega podía ser buena compañía para su omega. Seguramente era divertida en cuestiones que se parecían a las de Eddward, y tener a alguien de su misma jerarquía también podría ayudarle un poco. Se imaginaba a estos dos hablando hasta altas horas de la noche, y a Nazz haciéndole compañía a su precioso omega mientras él estaba fuera jugando al póquer con Jhonny para que dejara de molestarlo.
Nazz sonaba a buena compañía, si el nombre se escapaba de los labios de Eddward.
Apretó su agarre en la cintura del omega y levantó un poco la cabeza. El sentimiento de su estómago cerrándose ya le parecía algo común. Bufó.
ㅡBueno, ya. Lárgate ㅡle dijo, intentando separarlo de él.
ㅡSólo un poco más ㅡmurmuró.
El alfa no le negó ese "poco más" y el omega siguió pensando en ello. Había algo en las manos del alfa sobre su cintura que lo hacía preguntarse si algo estaba mal. Un temblor suave en la punta de los dedos, y las caricias suaves de sus pulgares.
ㅡGracias ㅡle dijo, una vez más, y se alejó dejando un rápido beso en su mejilla.
El pelirrojo se quedó observando la suave estela de su partida hacia la cocina. Parpadeó un par de veces y subió a su habitación, sintiéndose un poco afiebrado. Se lanzó en su cama boca abajo, con las manos a los lados de su cabeza y sus pies colgando del borde.
ㅡ¡Oh, alfa! ㅡdijo Nathan, sentándose sobre su espaldaㅡ, ¡qué bueno que regresaste!~
ㅡ¿Qué te pasa? ㅡgruñóㅡ, ¿no ves que estoy cansado?
ㅡEstaba jugando, no te esponjes. Déjame ayudarte ㅡllevó sus manos a los hombros del alfa y comenzó a apretarlos suavementeㅡ. ¿Dónde estabas ayer? No volviste en toda la noche.
ㅡEstaba en la casa de Jhonny. Había algunas cosas que necesitaba solucionar ㅡsuspiró, cansadoㅡ. Revisa mi chequera.
El beta se bajó de su espalda y tomó la pequeña tableta que se encontraba en el bolsillo trasero de su pantalón de vestir. Dentro de la chequera había un pedazo de papel. No, un boleto de avión. El alfa tomó asiento en la cama, mirándole.
ㅡ¿Qué es esto, huh?
ㅡEs para viajar. Conmigo ㅡaquella palabra hizo que el beta se voltease hacia élㅡ. Vamos a Osaka.
ㅡ¿N-Nosotros...?
ㅡEddward lo dijo ㅡmusitó, quitándose la corbataㅡ. Qué tú y él eran buenos amigos, y que no quería que te quedaras aquí solo.
ㅡ¿Él dijo eso?
ㅡEstá más contento porque vayas con él, a que yo vaya. Y eso que pensé que me elegiría por sobre todos ㅡrascó su oreja.
ㅡEddward ㅡdijo el peliazul, relamiéndose el nombre entre los labios.
Kevin lo tomó por sorpresa, quitándole la chequera y el boleto; y empujándolo de forma brusca a la cama. Desorientado y algo golpeado, el beta levantó los ojos asustados hacia el alfa. Sabía que había algo malo con él desde que no llegó ayer.
ㅡLos ví, hoy temprano ㅡdijo, apoyándose en sus manos sobre la cama. Los ojos al acecho, cualquier movimiento iba a cobrarle caroㅡ. Nazz, él y tú.
ㅡNo pasó nada esa noche. Sólo... n-nos emborrachamos.
¿Qué era eso? ¿Era mirada oscura y ese tic en su ojo izquierdo? Ahora, más que en otras ocasiones (y las hubo peores), él se sentía atrapado y asustado. Muy asustado. De mala manera.
ㅡLas cámaras del pasillo no mienten. Nazz y tú bajaron en muchas ocasiones a recoger alcohol y comida, pero él jamás sacó un pie de la habitación.
ㅡNo es lo que crees. Estábamos conversando.
ㅡ¿Y qué pasó en esos momentos dónde sólo quedaban tú y él a solas, huh? ¿Me vas a negar que lo hiciste con él?
ㅡ¡No lo hice!
ㅡ¡No me mientas!
ㅡ¡Sólo fue un beso, y ni siquiera fue real! ㅡgritó, enojado, a punto de darle una patada. Sus ojos comenzaban a nublarseㅡ. Él... estaba muy pasado de alcohol y yo me aproveché de eso. Nada más.
ㅡ¿Por qué? ㅡpreguntó, con los dientes apretados.
Si fuera un perro de verdad, Nathan creería que tenía rabia.
ㅡPorque... quería... saber cómo se sentía ㅡcomentó, en voz bajaㅡ. Por qué él es tan especial, por qué a él lo prefieres antes que a mí, por qué le quieres más... por qué él y no yo ㅡtrastabilló con sus propias palabrasㅡ. Por qué lo amas tanto.
ㅡTe equivocas, no lo amo.
ㅡClaro que lo haces.
ㅡ¡Eso no es verdad y lo sabes!
ㅡ¡Eres un mentiroso! ㅡlevantó los pies y los puso sobre sus hombros, empujándolo hasta que cayó sentado en el suelo. Se sentó con los pies apoyados en el suelo y las lágrimas corriendo por sus ojosㅡ. Lo amas... y eres tan jodidamente idiota que no te das cuenta de lo que sientes, ¡aún así teniéndolo de frente! ¿¡cómo es que todos lo notan, menos tú, maldito imbécil!?
El alfa permaneció mirándolo y, después de unos segundos más, se lanzó con cuidado al suelo. La vista fija en una pequeña mancha en el techo.
ㅡ¿Por qué nos hacemos esto? ㅡpreguntó, en un murmullo.
ㅡ¿Por qué no puedes ser más normal? ㅡpreguntó el beta, sentándose sobre él de nuevo, acercándose a su cuello para dejar un par de besos.
ㅡDetente, Nathan.
ㅡ¿Quieres que me detenga? ¿De verdad? ㅡmurmuró, raspando sus labios suavemente con su piel al hablar.
El alfa lo tomó de los hombros y lo alejó: ㅡSí, quiero que te detengas. Ahora mismo.
ㅡIdiota... y dices que no lo amas. Rolf tenía razón, eres una mierda ㅡmurmuró, cerca de su oído, antes de levantarse y salir por la puerta de la habitación.
Se quedó tendido en el suelo. Dormitándose de a ratos y despertándose porque sentía los besos húmedos (por las lágrimas y algo más) de la boca de Nathan en su cuello.
Aquella noche, el omega vino más que contento diciendo que sus dos nuevos mejores amigos, Nazz y Nathan, vendrían al viaje y habían decidido hacer planes con él en cuanto el avión aterrizara. El pelirrojo se quedó toda la velada despierto, escuchándolo atentamente con una pequeña sonrisa.
Cuando ambos se recostaron para dormir, el omega suavemente se deslizó bajo las sábanas y apoyó su cabeza despacio en el pecho del alfa. Kevin, aún despierto, se dió media vuelta y abrazó el abrazo que le daba el pelinegro.
ㅡNo creí que te gustaba abrazar ㅡmurmuró, moviendo su nariz sobre el pecho del alfa. El pelirrojo lo abrazó más a sí mismo.
ㅡNo me gusta si no eres tú ㅡsusurró, acariciando su espaldaㅡ. No se lo digas a nadie.
ㅡNo lo haré ㅡsusurró, después de una risita.
El alfa acercó su nariz al cabello del pelinegro, acariciándose la cara con ellos y oliendo el aroma natural de su cabello. Depositó besos en la coronilla de su cabeza y bajó levemente esos besos hasta su cuello.
Eddward se dejó llevar por las caricias, aferrándose al cuello del alfa y acariciando sus cabellos mientras los besos descendían casa vez más por su pecho. Escuchaba los suspiros del omega suavemente por sobre su cabeza, y el latido de su corazón frenético al apoyar la frente sobre su pecho.
ㅡAlfa ㅡoyó un suspiro, algo parecido a un gemido.
Pero no sonaba cómo él.
Levantó la cabeza con cuidado, solo para encontrarse con el rostro de Nathan. Sabía que era un sueño porque, ¿de qué otra manera podía ver a Nathan siendo pelirrojo? Algo se escapó de su boca entreabierta y sonriente, pero el alfa no lo oyó realmente.
Despertó de un salto al sentir unas manos en su rostro y las apresó cuando estas intentaban huir. Eddward aguantó un grito de sorpresa mientras sus manos se pegaban más profundamente a la cara del alfa.
ㅡL-Lo siento, estabas t-teniendo una pesadilla y q-quería despertarte ㅡhabló en voz baja, en medio de la oscuridadㅡ. Dios, casi... me matas de un infarto.
El alfa soltó poco a poco sus manos.
ㅡTienes suerte de que no haya levantado mi arma ㅡescupió, alejándose un poco de él.
ㅡ¿Quieres... hablar sobre tu pesadilla?
ㅡNo. Duérmete ya, mañana tenemos que armar el equipaje y, por lo que sé, no tienes ropa aquí ㅡdijo, volteándose en la cama.
Cerró los ojos e intentó regular su respiración. Poco tiempo después, las manos del omega se aferraron a su cintura y su cabeza al hueco en su espalda. No dijo nada más que el murmullo deseándole buenas noches y el alfa decidió no moverse ni responder realmente.
Cuando sintió el peso del brazo de Eddward ceder, se tomó de su mano y entrelazó sus dedos con los de él.
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