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𝘊𝘢𝘱𝘪́𝘵𝘶𝘭𝘰 𝟣𝟧。

LA PREGUNTA Y LA RESPUESTA
((parte dos))

ㅡ¿¡Cómo que todavía no!? ㅡestalló Ed, alejando los vasos de vidrio de él, sentía que iba a tirarlos en cualquier momentoㅡ. ¿Cuándo piensas decírselo?

ㅡCuando ustedes dijeran que sí, supongo ㅡse cruzó de brazos a las risitas irónicas de Eddyㅡ. ¿O qué? ¿Pensaban que iba a decírle a él primero? Obviamente me diría que sí.

ㅡ¿Cómo estás tan seguro? ㅡpreguntó Eddy, mirándolo de forma superior.

Para Eddy las cosas no eran un chiste, no si se trataban de sus hermanos. Pero, creía saber que Eddward no le diría que sí tan fácilmente a un idiota cómo Kevin.

Pero se equivocaba. Siempre estaba equivocado, aunque no quisiera verlo.

ㅡTiene razón ㅡcomentó Ed, relajando sus hombros, aunque aún estaba tenso.

Para Ed, las cosas tampoco eran una broma, y se trataban con muchísima más seriedad si se trataba de Eddward. Y sabía que su hermano no desecharía una oportunidad tan milagrosa cómo la que le ofrecía el pelirrojo.

Ed siempre eataba en lo correcto, aunque Eddy siempre dijera lo contrario.

ㅡEddward siempre deseó haberse ido de Peach Creek, aunque fuesen sólo un par de semanas y a otro pueblo ㅡEd rascó su nariz y miró al pelirrojo despuésㅡ. Estarás en desacuerdo por mucho tiempo, Eddy, pero creo que deberíamos dejar ir a Edd con él.

ㅡ¿¡Qué!? ¿¡lo dejarás ir así nada más!? ㅡpreguntó, claramente exasperado.

ㅡBueno ㅡdijo Ed y una sonrisita cruzó sus labios en cuanto se volteó al mafioso de nuevoㅡ, está claro que... si quieres que nosotros le digamos cosas buenas a Edd para que vaya contigo ㅡhizo un pequeño sonidito pensativo, en realidad, para intentar no reírseㅡ; tienes que tomar alguna de nuestras reglas.

ㅡSí ㅡdijo Eddy, relajándose un pocoㅡ. ¡Reglas, sí!

ㅡVeré qué tan estúpidas son antes de negárselas ㅡdijo, haciendo un ademán con la mano para que siguieran hablando.

La primera regla había sido que no tenga a Eddward "de una correa", dando a entender que querían que tuviera la libertad eterna mientras estuvieran en aquellos lugares.

La segunda regla había sido darle lo que quisiera cuando lo quisiera. Ellos dos sabían (y le explicaron a Kevin) que Edd era una de esas personas que tomaba mucho tiempo pensando si quería algo o no, porque sentía que no lo merecía.

Las otras reglas eran básicas, cómo las Kevin ya se veía venir: dormir en habitaciones separadas; no le compraría un anillo o cualquier cosa que insinuara un matrimonio cercano sin consultarlo con ellos dos primero; y no comprarle ropa que lo haga ver mal.

ㅡLa más especial, y la que tienes que cumplir a rajatabla ㅡle dijo Ed, apuntándolo con la punta de la botella de cerveza que estaba tomandoㅡ; no vas a dormir con él.

ㅡCreí que eso había quedado claro con la regla de las habitaciones separadas ㅡdijo Kevin, con media sonrisa.

ㅡOh, tú entiendes de qué estoy hablando ㅡle sonrió el otro alfa.

Ed y Kevin mantuvieron la mirada del otro por largo tiempo. El delta estaba atento a pesar de estar viendo otras cosas, mientras que Eddy estaba intentando seguir el próximo movimiento de su hermano.

La barbilla de Ed se levantó un poco y Kevin volvió a apoyarse sobre sus antebrazos en la mesa.

ㅡNo vas a dormir con él.

ㅡ¿Por qué no?

ㅡÉl sólo duerme conmigo en los viajes ㅡle dijo Ed, en un intento de sacar algo que le permitiera negarle el viaje a su hermano.

ㅡBueno, entre tú y yo no hay tanta diferencia. Los aromas, tal vez ㅡse reclinó en su silla, mirándolo de pies a cabeza con el rostro pensativoㅡ. Y tal vez... el tamaño ㅡse encogió de hombrosㅡ. Quiero decir, tú me llevas una cabeza. Eres mas alto.

Ed rió, bebiendo un largo sorbo de cerveza.

ㅡNo puedo hacer nada más.

Rolf, quién había estado muy calladito desde que llegó, aclaró su garganta para llamar la atención de los alfas a su alrededor.

ㅡCaballeros... mi jefe aquí presente va a reunirse con unos amigos muy... especiales, en Osaka; su hermano quedará bajo mi personal vigilancia en todo momento. Claro, si no tienen problema en que él duerma en la misma habitación que yo, podemos arreglar ese detalle.

Los dos alfas se miraron y alzaron sus cejas al mismo tiempo.

Los dos concordaron, para la mala suerte de Kevin, en que Eddward debería (no, estaba obligado) a dormir en la misma habitación que el delta. Y, además de la gran vigilancia personal, Rolf sería quién lo escoltara a todos lados.

Ed volvió al trabajo y Eddy fue a su casa. Rolf y Kevin, ya subidos a la camioneta, se paseaban por las calles antes de ir a la mansión. El delta no quiso preguntar (ni tenía ganas de atraverse) el porqué el aroma del pelirrojo se había amargado tanto de un momento a otro.

El olor era insoportable. Y eso que no olía bien.

¿Por qué no contestas mis llamadas?
Hace más de una hora que las hago.

Lo siento, alfa. Estaba fuera.

¿Fuera? ¿Fuera dónde?

En el patio trasero, con Nazzie y Nath.
Los tres creemos que hacen falta un par
de flores en este lugar... es un patio
realmente precioso, pero carece de color.

¿Quieres plantar unas flores?
Dime cuáles, las conseguiré.

No hay que apresurarnos, puedo traer
algunas flores de mi casa; sé transplantarlas.

Conseguiré todo lo que necesites, entonces.
No temas en pedirme lo que quieras, firmamos
un contrato en el que tienes libertad de pedir lo
que se te antoje. Ahora, quisiera saber dónde estás.

En la mansión. ¿Necesita algo de mí?

Prepárate, iré a buscarte en media hora.
Tenemos que hacer un viaje, sólo tú y yo;
sólo un paseo, nada extraño.

Estaré listo para entonces.

El omega suspiró, mirando a sus amigos desde la puerta corrediza de la cocina. Nazz estaba sobre un gran unicornio inflable sobre el agua de la piscina, mientras que Nathan le gritaba cosas desde la sombra de un árbol cercano. No entendía mucho de la conversación que tenían.

Había dejado el teléfono a propósito en la cocina, porque no entendía los mensajes que le enviaba Eddy y los de Ed eran demasiado elaborados. Había tenido una "noche loca" y no estaba listo para leer cordialidades, aunque lo haría pronto.

Eddward se acercó a sus amigos y les agradeció pasar la mañana con ellos, pero que ahora tenía que irse a cambiar las ropas, antes de que el alfa llegara. Los dos se quejaron un poco, pero aceptaron la salida repentina del tercer miembro de su recientemente creado clan malvado.

La muchacha sobre el unicornio lo acompañó hasta su habitación y se rió de su nerviosismo creciente. Le comentó que Kevin había dicho que quería verlo y salir a pasear a solas con él, lo que significó una gran aventura para la rubia.

ㅡNazz ㅡle llamó, acariciándole la muñeca antes de tomarlaㅡ, ¿no... tendrás algo de ropa para mí? Tenemos casi el mismo tipo de cuerpo.

ㅡMmh, no lo sé ㅡpensó, y rápidamente le tomó las dos manos con fuerzaㅡ. Tú tómate un baño relajante, iré a buscar qué me encuentro por ahí. Normalmente me quedo con la ropa que a los hombres de esta casa ya no les van, porque es más cómoda para dormir, así que debo tener algo por mi armario.

ㅡMuchas gracias ㅡdijo, abrazándose repentinamente a ellaㅡ. De verdad, te lo agradezco muchísimo.

El omega entró y salió del baño al poco tiempo. Cuando se encontraba secándose el cabello, Nathan y Nazz entraron en su habitación con cuidado. La rubia le tendió un par de ropas de vestir casuales, y Nathan le dió un par de ropa interior y medias. También, el beta le tendió un perfume de envase azul oscuro, y la omega le dijo que el olor era riquísimo.

ㅡA Nazz le encanta ese perfume ㅡel beta se encogió de hombrosㅡ. Y dice que quedará bien con tu aroma. No puedo sentirlo realmente, así que no lo sé, pero supongo que ella tiene razón.

ㅡClaro que la tengo, ¡yo también soy omega! Sé qué es lo mejor para él ㅡdijo, sonriéndose.

El omega les agradeció y, cómo había hecho antes con Nazz, le dió un fuerte abrazo a Nathan. Sus dos amigos se excusaron con que estarían esperándolo abajo, mientras el omega entraba en el baño nuevamente.

ㅡBuena esa ㅡdijo la rubia, tomando la mano de Nathan y entrelazando sus manosㅡ, la de usarme para darle el perfume.

ㅡNo me queda más por hacer ㅡse encogió de hombros, pasando un brazo por sobre los hombros de la rubiaㅡ, ¿quieres ir de compras hoy?

ㅡMe encantaría.

Se puso un par de pantalones color manteca, y una camisa blanca con botones del mismo color. Sus zapatillas negras quedaron bien con el conjunto, y se cepilló un poco el cabello. En los bolsillos llevaba su cartera con algo de dinero, su celular, las llaves de su casa (nunca andaba sin ellas) y una liga por si su cabello se ponía loco.

Un poco de perfume por aquí, una vuelta frente al espejo por allá; y finalmente salió de la habitación. Nathan y Nazz lo elogiaron con piropos demasiado divertidos y tontos cómo para ser verdad. Rolf también lo elogió, saludándolo con un apretón en su hombro izquierdo.

ㅡYa estoy listo, podemos irnos ㅡle dijo, mirándolo.

ㅡOh, no, yo no iré. El señor Dorm lo llevará.

ㅡ¿Cómo dices? ㅡel nerviosismo volvía a crecer de alguna formaㅡ. B-Bueno, te ves... algo cansado. Está bien, supongo.

ㅡNo me malinterpretes, me encantaría acompañarlos. Pero, ya sabes, Kevin quiere que sea... especial y algo personal ㅡse excusó, palmeándole la espaldaㅡ. Si te sientes incómodo, no dudes en llamarme... Kev lo entenderá.

ㅡEstá bien ㅡse despidió besándole dulcemente la mejilla.

Una vez subido a la camioneta, en el asiento a un lado del conductor, los recuerdos de su madre volvían a aparecer en su cabeza repentinamente.

Una vez, cuando él tenía diez años, encontró un vestido de su madre; uno color azul con detalles blancos. Se lo probó porque le parecía bello, pero su madre lo encontró danzando frente al espejo y, lo único que hizo, fue mirarlo superiormente. Nunca volvió a probarse un vestido.

Estaba esperando que ella le dijera algo feo o despectivo, pero no lo hizo. Esperaba que lo acusara de gay, porque había leído sobre gays en revistas y en la televisión, pero tampoco lo hizo. Sólo fue... esa mirada. Cómo si él fuera un plebeyo en un cuento de hadas, que se probaba un vestido de la princesa y alguien (cómo la reina o alguien de un puesto mayor) le mirara despectivamente.

El rostro de su madre era serio. Inexpresivo en su totalidad, carente de emoción alguna cómo enojo o tristeza, o incluso felicidad. Un rostro que esperaba no volver a ver nunca más en toda su vida, una mirada que esperaba no volver a encontrarse.

Respiraba suavemente para calmar el temblor de sus manos y, de reojo, pudo ver al alfa mirándole de pies a cabeza. No sólo llevaba ropas que podrían haber pertenecido a otro alfa (porque no sabía de dónde venían las prendas), sino que también llevaba el perfume de Nathan.

Le hacía sentir, de una forma u otra, algo mal.

Se asustó un poco cuando el motor arrancó y dió un suave respingo en su asiento antes de ponerse el cinturón de seguridad.

ㅡOmega.

ㅡ¿Sí, alfa? ㅡestaba acostumbrado a oír a Kevin no llamarle por su nombre, pero esta vez... le sonó extraño. Más suave.

ㅡ¿Alguna vez... habías pensado en escapar de Peach Creek?

ㅡEscapar... ㅡpensó, y luego una sonrisita salió de sus labiosㅡ. Bueno... sí. Me encantaría ㅡvolteó el rostro a Kevin, quién lo miraba desde hacía rato, y volvió a sonreírle sin pensarloㅡ. Me encantaría viajar por el mundo; conocer otros idiomas, otras culturas, otra gente.

ㅡ¿Ah, sí? ㅡpreguntó, sintiendo una sensación extraña en la boca de su estómago al ver la sonrisa y los ojos brillosos de Edd. Se volteó de nuevo a la calle, arrancando la camionetaㅡ. ¿Qué más? Cuéntame... por favor.

Por favor. Él no pedía eso, lo demandaba.

Eddward sonrió, dejándose llevar.

ㅡ¡Y con qué gusto! ㅡrió contento, acomodándose en su lugar. Subió una de sus piernas al asiento, y se posicionó de ladoㅡ. ¿Cómo podría guardar fotografías de recuerdos, si yo nunca he estado ahí? ¿Cómo saber si el lugar es tan hermoso cómo lo muestran en las películas? ㅡacomodó sus cabellos, atándose la mitad en una coletaㅡ. Paseos, recuerdos, fotografías, regalos, ¡la comida y los espacios! Dios... nunca me gustó realmente que "el hombre" dañara el medioambiente; pero, ¿los ancestros de esas personas? ¡Crearon cosas maravillosas! Deben de ser admiradas.

ㅡAdmiradas... entiendo ㅡasintió. Se detuvo en el priner semáforo y tomó, de la guantera, una pequeña carpeta. La abrió y le tendió dos papeles del tamaño de su manoㅡ. ¿Te gustaría viajar fuera de Peach Creek conmigo? ¿Conocer otros lugares, otros idiomas, otra cultura?

Todo lo que había dicho. Aunque lo hubiese dicho hacía sólo unos segundos atrás; Kevin lo había recordado.

Miró los boletos con cuidado, viendo el destino y el día. Viaje de ida, pero aún sin retorno. Tal vez podían quedarse semanas, o meses, ¡o quién sabe!

ㅡJapón siempre fue uno de los lugares que quise visitar ㅡdijo, en voz baja.

El alfa se inclinó un poco hacia él, para escuchar los murmullos que decía. Eddward levantó la vista hacia él y se abrazó a su cuello con suavidad. Estaba más que encantado con esa sorpresa.

ㅡ¡Si, quiero! ¡Quiero viajar contigo, quiero acompañarte! ㅡfestejó, riéndose.

Kevin sonrió de lado, cerrando los ojos y dejándose llevar por el abrazo y las palabras felices del omega. Una de sus manos, difícilmente pero de forma exitosa, se cruzó por sobre la palanca de cambios y se posó en la cintura de Eddward.

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