20.
CICLO DE CALOR.
La cosa estaba así: unos locos japoneses (porque, para robarle a un asesino a sangre fría, debes estar loco) creyeron que sería muy divertido saquear cosas preciadas de la familia Natsukawa. Cosas que han estado cuidándose de generación en generación, y que ahora Daiko tenía que cuidar.
Que hayan querido robarse las joyas no es historia nueva... lo que sí es nuevo, es que les saliera bien. Cuando le robaron al tatara abuelo de Daiko, los encontraron en el acto; cuando quisieron hacer lo mismo con su bis abuelo, él mismo los llenó de balas en la puerta del estudio; con su abuelo directo no se atrevieron a nada.
Con el padre de Daiko también fue diferente, pues sí que habían logrado llevarse todo; pero dejaron huellas al entrar y al salir. El rastro de monedas de oro y algunas pisadas en el barro habían hecho el trabajo de éste hombre demasiado fácil.
Aún así... al parecer alguien ha aprendido de todos éstos errores generacionales, y los ha implementado todos para lograr lo que Rolf había llamado "un robo y escape perfecto".
ㅡ¿Por qué no vender las joyas y ya? ㅡpreguntó Nathan.
ㅡPorque no es así de fácil ㅡDaiko, con su voz gruesa, tomó una copa de vino blanco y bebió un largo sorbo de ellaㅡ. Pero haremos lo siguiente: hablé con mi padre, antes de que cayera en cama y enfermara para posteriormente morir; él siempre quiso que las joyas desaparecieran.
ㅡ¿No pertenecen a tu familia? ㅡpreguntó, ahora, Jhonny.
ㅡSí, son parte importante de ésta familia ㅡel japonés levantó los ojos a élㅡ. Pero, al igual que tú, yo también tengo algo por lo cuál pueden felicitarme. Mi esposa, a la que desposé hace dos años, está embarazada. Mi padre no quería que yo me convirtiera en él en ése aspecto: alguien que abandonaba el tiempo de cálidad con su familia por cuidar de unas joyas brillantes.
ㅡFelicidades, Natsukawa. Ésta sí que no la esperábamos ㅡfelicitó Kevin, mientras los demás aplaudían un pocoㅡ. Entonces, ¿qué harás con las joyas?
ㅡHablé con un monje en las afueras del Castillo de Osaka. Es un lugar turístico muy lindo, y mucha gente asiste todos los días. Necesitan un par de renovaciones y una gran campana para llamar a la buena suerte para los turistas ㅡse acomodó en su asientoㅡ. Una vez que las joyas estén en mi poder de nuevo, las fundiré todas y cada una de ellas, y las enviaré al Castillo para que las usen cómo les plazca.
ㅡ¿Hay alguna novedad del caso? ㅡpreguntó Rolfㅡ. Tenemos guías y mapas representados por todo Osaka, pero no sabemos por dónde comenzar.
ㅡPor lo que sabemos, las joyas se repartieron entre pocas personas y, al parecer, en cuatro lugares diferentes. Encontraron un rastro de joyas en un parque en reconstrucción por el distrito de Nara; el único hombre que pudo habernos dicho qué ocurrió, se apuntó con su pistola cuando llegué.
ㅡDemonios ㅡmasculló Kevin.
No le gustaba cuando la gente hacía éso. A veces le hacían el trabajo más fácil, a veces lo empeoraban de sobremanera.
ㅡPor suerte, los miembros de seguridad que había enviado revisaron todo lo posible y encontraron unos planos medio quemados. Los lugares en los que se encuentran las demás joyas están muy cerca de varios puntos turísticos.
ㅡÉso es un problema ㅡdijo Plank, cruzándose de brazos.
ㅡY uno grande, si es que las joyas no están todas en un mismo lugar ㅡasintió Rolf.
El delta levantó un rollo de papel y lo extendió por encima de la mesa, las dos puntas inferiores tocaban las manos de Kevin y Jhonny en los diferentes puntos de la mesa; mientras que las puntas superiores tocaban a penas los dedos de Daiko.
Un mapa enorme, de todo Osaka, se extendió sobre el caoba de la mesa de reuniones de la familia Natsukawa.
ㅡ¿Tienen paraderos? ㅡpreguntó Kevin, reclinándose hacia adelante.
ㅡEl Observatorio Umeda Sky Building ㅡseñaló Daiko con la cabeza, y uno de los deltas puso un pequeño círculo rojo el dicho lugarㅡ. Más allá del Monte Rokko, en Kobe; aunque no sabemos específicamente dónde ㅡel otro delta marcó el lugar con un círculo más grandeㅡ. Y el último lugar ㅡtomó una larga bocanada de aire y la expulsó con cansancio y enojoㅡ... está en Kobe.
Todos se quedaron en silencio.
Kobe era un partido grande, con muchas casas y muchos subsuelos. Era imposible encontrar algo sin perderte primero; e incluso si lo hacías, tampoco encontrarías lo que buscas. A Daiko no le agradaba para nada Kobe, porque allí fue dónde asesinaron a sus abuelos una noche de invierno.
Por otro lado, los demás alfas se miraron entre sí. Nathan miró el círculo que se iba haciendo alrededor de Kobe y tragó con dificultad un trago de vino blanco.
A ninguno les estaba gustado éste plan.
ㅡBien, caballeros ㅡJhonny se puso de pieㅡ. Quisiera que me den la parte más fácil, sin tener que darles un balazo por ella. Cómo bien saben, estoy aquí con mi esposa, y al igual que Daiko, no quiero desperdiciar tiempo de cálidad con mi nueva familia.
ㅡEntendido ㅡdijo Kevinㅡ. Para mi no hay problema. No lo soporto cuando se pone melancólico sobre que no tiene a Elín a su lado, y tampoco soporto cuando se pone meloso extrañándola ㅡel pelirrojo hizo una mueca.
ㅡHaz visto y oído cosas que no deberías, ¿cierto? ㅡbromeó Daikoㅡ. Alguien debería meterte un balazo a tí en el trasero.
ㅡCuida tus palabras ㅡseñaló, mirándoleㅡ; o vendré cuando tu hijo tenga larga consciencia y le contaré lo idiota que eres.
Los alfas rieron, a lo que los deltas sonrieron y el único beta en la mesa rodó los ojos. Al final, y tal cómo el dios griego Zeús repartió la tierra entre sus otros dos hermanos; Daiko separó los lugares entre sus otros amigos.
A Jhonny le tocó el Observatorio, ya que no era demasiado problema. Kevin tomó el Monte. Daiko, entonces, decidió que incluso su propia gente y el pelirrojo irían a Kobe.
Cuando la reunión terminó y todos se abrieron paso a la salida, en lo único que podía pensar Kevin era en tener al omega entre sus brazos de nuevo. Suspiró quitándose la corbata, que le molestaba para respirar, y la escondió en algún bolsillo de su saco. A medio camino del pasillo que daba a las puertas de las habitaciones, Nathan detuvo su paso.
ㅡ¿Por qué vas tan apurado? ㅡrióㅡ. El aire está fresco afuera, ¿no quieres ir a caminar un poco?
Aire. Claro, éso necesitaba. Le echó una última mirada a las puertas de las habitaciones; puertas corredizas de una madera no tan resistente, que dejaban ver que había luces dentro de dichas habitaciones, pero desde dónde estaba no podía ver si en su habitación había luz. Suspiró y aceptó la oferta del beta.
ㅡMe vendría bien algo de aire, sí ㅡmiró a todos lados y pasó una mano por su rostroㅡ. Justamente quería hablar contigo, me haces un favor enorme.
ㅡUh... bueno, ya no sé si quiero salir contigo ㅡdijo, frunciendo el señoㅡ. Creo que ahora depende de qué tan importante sea lo que quieres hablar conmigo, para que te acomoañe.
ㅡQuiero hablar de nosotros.
La sonrisa de Nathan se estaba yendo poco a poco. Kevin se hizo a un lado y comenzó a caminar hacia otro pasillo lleno de habitaciones, que desenbocaba en un pequeño parque.
Cuando llegaron, el beta encendió un cigarrillo y tomó asiento en uno de los baquillos de madera del lugar. Kevin se quedó de pie, a su lado, observando el gran árbol que se cernía sobre ellos en el centro del parque.
ㅡ¿Está bien si hablamos de nosotros? ㅡpreguntó, al fin.
ㅡNo.
ㅡ¿Por qué no? ㅡel pelirrojo frunció el seño al verle.
ㅡYa no hay nada que podamos hablar.
ㅡNo quiero que todo ésto empeore, así que cállate y escúchame... ¿por favor?
Nathan sintió una pequeña corriente eléctrica en su espalda que le puso los pelos de punta. "Por favor", una petición que siempre él hacía y siempre obtenía un no cómo respuesta. ¿Debería hacerle lo mismo? ¿Decirle que no y pedirle que mejor se fuera?
ㅡNo, tú vas a escúcharme a mí ㅡarrojó el cigarrillo al suelo y se puso de pieㅡ. Si vas a usar la excusa de "vengo a hablar de nosotros", para sólo pedirme que ya no moleste a Eddward, mejor ahórratelo. Lo que yo siento por él es un crush, y éso es todo. Somos simplemente amigos ahora. No me molestes con ésa mierda ahora que todo está bien.
ㅡYa no me importa qué tipo de relación tengas con él.
ㅡNi siquiera me estás escuchando ㅡrodó los ojosㅡ. Estoy cien por ciento seguro que quieres partirme la nariz ahora mismo por tan sólo mencionarlo, se te ve en toda la puta cara.
El pelirrojo hizo una pequeña mueca molesta, y Nathan sonrió a la respuesta indirecta a sus preguntas.
ㅡ¿Por qué todo tiene que ser así ahora? ㅡpreguntó, sintiendo demasiado calor derepente.
ㅡPorque éso es lo que sucede cuando te das cuenta que eres un maldito infelíz. Ésto es lo que sucede cuando quieres arreglar las cosas, pero te das cuenta que no podrás arreglarlo ㅡse acercó un poco másㅡ. Hay un futón vacío en éste hotel, que está esperando a ser usado por tí; y justo a su lado hay un omega que, seguramente, te está esperando. Sé que Nazz te ha dicho cosas, y seguro gracias a ella tuvimos varias conversaciones pesadas ㅡlo señaló acusatoriamenteㅡ. Si hubiera sido por tí, hubiéramos muerto sin hablar jamás de éste tema.
ㅡYo... lo lamento ㅡmurmuró, tomando asiento en el banquillo de madera dónde estaba Nathan antesㅡ. De verdad, aunque te impresione. Lo lamento.
ㅡ¿Qué cosa lamentas? ㅡsus ojos chocaron con los de Kevinㅡ. ¿Qué yo ya no te necesite ni te ame, y que lo mismo ocurra con Nazz?, ¿qué hay alguien esperándote, y no soy yo?, ¿qué hayas sido lo suficientemente "bueno" para mantener a alguien vivo con un contrato, abduciendo y casi secuestrando a un omega tan dulce y sentimental cómo Eddward? ㅡfrunció el señoㅡ. ¿O lamentas tener que tener ésta conversación conmigo ahora?
ㅡLamento todo ㅡbajó su cabeza al sueloㅡ. Lamento haberte lastimado, y a Nazz igual. Lamento haberte alejado, porque eres mi mano derecha y no quiero perderte después de tantos años. A veces lamento haber firmado ésa estúpido contrato, a veces pienso que fue una mala idea; y lamento no haberte oído cuando me lo dijiste ㅡsuspiró, volviendo a pasarse las manos por la caraㅡ. Lamento haberte herido más veces de las que puedo contar, porque sé que no será suficiente incluso si pido perdón de rodillas por ello.
ㅡSupongo que, entonces, yo lamento haber sido una basura ㅡlevantó los hombros, golpeándole suavemente uno de sus pies con la punta de su zapatillaㅡ. Lamento haberte amado tan fuerte, que ahora me cuesta dejarte.
ㅡEncontrarás a alguien mejor ㅡlevantó una mano y la hizo bailar en el aire, una forma de decirle que le reste importancia al problemaㅡ. Alguien que de verdad te quiera y no te arrastre a sus problemas. Alguien que esté ahí para tí y se quede contigo, en lugar de escaparse luego de acostarse contigo.
ㅡ¿Quieres que encuentre al hombre indicado? Éso es nuevo ㅡrió bajito. Se puso de cucliyas en el suelo y su expresión cambió rotúndamente cuando vió al alfaㅡ. ¿Estás bien?
ㅡSí, sólo... ㅡsuspiróㅡ. Quiero que encuentres a la persona indicada... éso... sí.
ㅡAlgo está mal contigo.
A los murmullos les siguió la entrada de Nazz en el lugar, sus ojos maquillados de rosado y sus labios rojos llamaron la atención de Nathan. Le preguntó en voz baja qué estaba haciendo ahí, y Nazz miró a Kevin con los ojos bien abiertos.
ㅡSantas putas, ¿estás en celo? ㅡpreguntó, acercándose.
Los betas no podían sentir realmente el celo de alguien más, por eso Nathan no lo había notado antes.
El alfa levantó la vista, y Nathan entonces lo supo. Se hizo a un lado y lo hizo ponerse de pie, le limpió el rostro con un pañuelo que tenía en su pantalón y le dió indicaciones sobre cómo llegar a su habitación.
ㅡY cálladito, ¿me oyes? Porque las paredes son frágiles.
El alfa, embobado y cansado, continuó su camino hacia el pasillo de las habitaciones. Nazz salió se su escondite improvisado y se abrazó a Nathan.
ㅡPuta madre, casi me le lanzo encima.
ㅡNo sabías que era él ㅡaseguró, suspirando.
ㅡ¿Estás bien con ésto? ㅡdijo, levantando la vista al betaㅡ. ¿Muy, muy seguro?
ㅡYa qué. No importa ㅡse encogió de hombrosㅡ. No creo que haya escuchado nada de lo que dijo, pero yo sí lo recuerdo. Puedo usar todas esas cosas en su contra ㅡle sonrió a la rubia, pero luego recordó algo que le borró la sonrisaㅡ. Ugh, mi habitación está a un lado de la de Kevin...
La rubia estalló a carcajadas entonces.
Cuando Kevin llegó a la habitación, se quedó apoyado en la puerta hasta que se volteó y vió al omega en la ventana.
ㅡ¿Qué... qué haces ahí? Son las tres de la mañana...
ㅡEstaba leyendo ㅡmurmuró.
ㅡ¿Hace... cuánto?
ㅡDesde que te fuiste ㅡcerró el libro y la ventanaㅡ. La reunión tardó mucho, ¿no estás cansado? ㅡpreguntó, caminando hacia el futónㅡ. Déjame preparar ésto para tí.
ㅡNo quiero que lo hagas ㅡsuspiró, cansado.
No iba a dejarse vencer por nada. Así que caminó hacia su maleta y rebuscó entre su ropa, aunque no pudo encontrar lo que buscaba. El omega se acercó a él para ayudarle a quitarse su saco, pero el alfa le golpeó la mano cuando lo intentó y lo miró con el rostro fruncido.
Al estar tan cerca fue cuando Eddward pudo notar el aroma de las feromonas del alfa. Un fuerte olor a pino y madera quemada inundó sus fosas nasales, al mismo tiempo que hacía sus ojos arder. El alfa se quedó mirándolo por un momento, sin poder moverse.
Edd, aunque realmente parecía no querer que tener que estar a solas con el alfa en ése estado, tampoco quería dejarlo solo. Sabía lo que era intentar pasar un celo de esa forma, y también sabía que lo que buscaba eran pastillas para ayudarle a sobrepasar el celo. Inhibidores, así los llamaba Ed.
Se enganchó de sus hombros con cuidado y se puso enfrente de él, pegando su pecho con el suyo. Los pocos centímetros que los separaban en altura se notaban más ahora. El alfa miraba dentro de sus ojos cómo si intentara meterse dentro de su alma.
Eddward llegó a sus labios con cuidado y besó sus labios con suavidad. El alfa correspondió quedándose quieto y cerrando sus ojos. Sus manos soltaron su ropa dentro de su maleta y se aferraron a la cintura del omega.
Atrayéndolo aún más a su cuerpo, cómo si fuera a fusionarse con él de tan sólo hacerlo. Los besos de Eddward bajaron al cuello del alfa, y por primera vez pudo dejar unos pequeños mordiscos en los hombros y cuello del alfa.
ㅡNo... hagas... éso ㅡmurmuró, sintiendo las manos del omega bajar por su espalda.
El omega quitó poco a poco los botones de la camisa del alfa, y repartió besos por su pecho. En su camino descendente, quitó el cinturón de sus pantalones con algo de dificultad, y los bajó hasta sus rodillas. Tomó el miembro del alfa bajo sus manos y sintió cómo las rodillas del pelirrojo temblaban un poco con sus caricias.
ㅡSostente del aparador ㅡmurmuró el omega, aferrándose a los muslos del alfa.
Kevin estaba a punto de decir algo, pero sus palabras fueron acalladas por un gemido. Soltó un par temblorosos mientras el omega se hacía cargo de la zona de ahí abajo.
Eddward no sabía realmente lo que hacía, y tampoco sabía cómo diablos complacer a éste alfa. Mientras intentaba ver qué hacer con un alfa en celo, pensaba en que ojalá le hubiese preguntado a Nazz o a Nathan sobre qué le gustaba hacer a Kevin. O, incluso y mucho mejor, ir a dormir con ellos a otra habitación.
Pero las feromonas del alfa no lo dejaron escapar, y mientras más fuerte se hacían, más ganas tenía de estar junto a él. Sus pensamientos sobre Ed en celo volvían a su cabeza, e incluso unas noches pendientes de que Eddy no quisiera comérselo vivo. Pero, aún así, rebuscando entre sus memorias y recuerdos; no podía encontrar nada para ayudar al alfa.
Sintió sus cabellos estirarse hacia atrás por la mano del pelirrojo, que lo había agarrado un tanto demasiado fuerte para su gusto. Quitó el miembro de su boca y levantó la vista hacia Kevin. Él le observaba desde arriba, completamente enrojecido y con los ojos entrecerrados. Se relamió los labios antes de suspirar.
Entonces, y cómo Edd temía, supo lo que Kevin necesitaba.
A él. Posiblemente servido en una bandeja de plata. O, tal vez, de oro para hecerlo sentir mejor. O, de vidrio, para verlo por todos los puntos de vista posibles.
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