
ᴠɪɪ. 𝗌𝖺𝗄𝗎𝗋𝖺...
SAKURA...
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—¡M-maldita perra!— gritó con agonía la chica de cabellos negros, su voz cargada de furia y humillación.
—Tú dijiste que mi tessen era una mierda. Quería que lo comprobaras— respondí con una sonrisa burlona, disfrutando de mi ventaja.
Noté cómo su mirada buscaba una salida desesperada. De pronto, se fijó en mi amiga de cabello rosado y corrió hacia ella antes de que pudiera detenerla. Agarró a Sakura por el pelo con fuerza, tirando de su melena sin piedad.
—¡Suéltala!— le ordené, mi tono ahora frío y amenazante.
Ella sonrió, pero su expresión reflejaba desesperación. Al no poder conmigo, estaba desquitándose con alguien más. Y eso era algo que no pensaba permitir.
—Si alguna de vosotras se acerca, la mato.— con un movimiento rápido, sacó un kunai de su porta kunais y lo sostuvo cerca del cuello de Sakura.
Mi equipo y yo nos detuvimos, conscientes de que cualquier error podría costarle la vida a nuestra compañera. Aunque Sakura sea un poco gritona, sigue siendo mi amiga. Si esa desgraciada le hace un solo rasguño, juro que la degollaré con mi tessen.
—Si se te ocurre lastimarla, te perseguiré hasta el fin de tus días. Te haré vivir un infierno...
Mis palabras no parecieron afectarla. Solo miró a Sakura con una sonrisa cruel, disfrutando de su miedo.
—Mira por dónde, tienes un pelo más bonito que el mío. Para ser ninja, te preocupas demasiado por cosas tan superficiales— rió con burla. Luego gritó:— ¡Zaku! Acaba con ese tal Sasuke frente a esta coqueta.
"¡Mierda! Si no hacemos algo, el equipo 7 saldrá herido", pensé, mis ojos reflejando un destello de determinación.
Con rapidez, ella agarró un kunai que tenía a mano.
—¡Ni lo intentes! No vas a poder conmigo con ese cuchillito.— se burló nuestra enemiga.
Pero Sakura no respondió. En lugar de eso, me miró con una sonrisa desafiante. Oh no...
Antes de que pudiéramos detenerla, se cortó el cabello en un solo movimiento, dejando que los mechones cayeran al suelo como hojas desprendidas de un árbol.
—S-Sakura...— murmuró Aya, sorprendida.
Sakura aprovechó la confusión para zafarse de las manos de nuestra enemiga y comenzó a ejecutar sellos, concentrando chakra para un jutsu.
Yo sonreí, llena de orgullo. Mi amiga no iba a rendirse, y nosotras tampoco. Era hora de luchar.
—Yo me encargaré de esta mierda con patas. Quedaos atrás, chicas.— dije con un tono severo y decidido.
La que había perdido su mano me fulminó con la mirada, su rostro encendido por la furia y el orgullo herido. Era evidente que le cabreaba haber dejado escapar a su presa y que ahora tuviera que enfrentarse a mí.
Esto no sería fácil, pero no pensaba retroceder.
Sin perder tiempo, formé sellos y ejecuté un Jutsu. Dos cadenas de chakra emergieron a mi alrededor y se aferraron a mis Tessen, permitiéndome manejarlos a distancia sin preocuparme de que se me escaparan. Sentí su peso en las cadenas como si fueran extensiones de mis brazos, lo que me dio una extraña confianza.
Ella no se movió, expectante. Si quería que yo empezara, le daría lo que pedía.
Con las cadenas, comencé a girar los abanicos en el aire, impulsándolos con fuerza. Cada vuelta aumentaba la potencia, el viento vibraba a su alrededor como un rugido creciente. Cuando juzgué que la velocidad era suficiente, lancé los Tessen en su dirección con un golpe violento.
La primera arma impactó de lleno en su hombro, arrancándole un grito desgarrador que resonó en el bosque. Solo pudo esquivar la segunda, aunque la furia en su rostro apenas ocultaba el dolor.
—Te lo mereces por meterte con mis amigos.— solté con frialdad, recogiendo los abanicos con un tirón de las cadenas. Sonreí de lado, desafiante.— ¿No te vas a defender? Mucha palabrería para tan poco.
Sujeté los Tessen entrelazándolos en mis brazos y me coloqué en posición de combate, preparada para cualquier contraataque. Pero no llegó.
—¡Espera!— gritó la chica, la voz temblando.— S-soy Ino... la del examen por escrito...
Me detuve en seco. Ino. La recordé: la rubia con coleta que siempre discutía con Sakura.
—¿Quién me garantiza que no estás mintiendo?— repliqué, sin bajar la guardia.
—¡Nosotros! ¡Ahora ayúdala y después ayúdanos a nosotros!— respondió Shikamaru desde una distancia segura, sin apartar la vista del enemigo.
Miré a Ino de reojo. Se apretaba el hombro con su única mano, los dientes apretados en una mueca de dolor.
—Ay... maldita sea... cómo duele...— murmuró con una sonrisa forzada, a pesar de su estado lamentable.
—Ah, lo siento...— me rasqué la mejilla con incomodidad mientras guardaba uno de mis abanicos.
—T-tranquila... no me dolerá por mucho tiempo...— bromeó con amargura, intentando ignorar el enorme corte y el brazo mutilado.— A-ahora centrémonos en esos idiotas.
Antes de poder reaccionar, la voz de Sakura nos paralizó.
—¡Sasuke! ¡Has despertado!
Nos giramos al unísono. Ahí estaba él, pero no como lo recordábamos. El cuerpo del Uchiha estaba marcado por extrañas líneas negras que se extendían como llamas vivas. Su mirada era fría, insensible.
—Sakura... ¿Quién te ha hecho eso?— su voz sonó grave, como si viniera de otra persona.
—Sasuke...
No hubo más advertencias. Con una velocidad monstruosa, Sasuke se lanzó sobre el enemigo que había herido a Sakura y, en un instante, le rompió los brazos. Su sonrisa era demoníaca, una mezcla de ira y diversión macabra que nos dejó helados. Aquél no era el Sasuke que conocían.
—¡Detente!—gritó Sakura, abrazando por detrás al chico que le gustaba. Su voz resonó con tal fuerza que Sasuke, en su frenesí, se detuvo automáticamente. Sólo ella podía calmarlo.— Por favor, Sasuke... basta...— susurró con un tono suplicante.
Como si sus palabras tuvieran un poder mágico, el chico se tranquilizó. Las marcas malditas que surcaban su cuerpo comenzaron a desvanecerse, dejando al descubierto las heridas de su intensa batalla. La tensión se disipó lentamente cuando el equipo de la Aldea del Sonido decidió retirarse, llevándose consigo su aire amenazante. Antes de desaparecer entre las sombras del bosque, dejaron caer el pergamino que, casualmente, les faltaba. Era como si el destino quisiera equilibrar la balanza.
—¿Q-qué me ha pasado...?— murmuró Sasuke, visiblemente agotado, mientras intentaba asimilar lo ocurrido.
—Te volviste como una bestia salvaje... casi parecías rabioso.— respondí, tratando de aligerar el ambiente con una sonrisa nerviosa. No funcionó del todo, pero al menos la atmósfera ya no era tan opresiva.
De pronto, Naruto se incorporó de golpe, alarmado.
—¡Escondeos! ¡Todos al suelo!— gritó con desesperación. Yo negué con la cabeza, y él me miró confuso.— ¡¿Qué?!
Sin previo aviso, corrió hacia Sakura y se arrodilló frente a ella, observándola con asombro.
—Sakura... tu cabello...
—Oh, esto...— respondió ella, tocándose el ahora corto mechón que rozaba sus mejillas.— Es solo un cambio de look. Me gustaba largo, pero resulta incómodo para caminar por el bosque.
Después de la despedida, cada equipo tomó caminos separados. Acordamos no enfrentarnos si nos cruzábamos de nuevo. Con los dos pergaminos en mano, mi grupo y el de Naruto nos dirigimos a la torre; por caminos separados; listos para completar la segunda fase del examen.
Afortunadamente, llegamos a salvo. Nadie ni nada se interpuso en nuestro camino, por lo que no enfrentamos problemas adicionales. Una vez en el edificio, tras la explicación de una de las maestras de Konoha al abrir los rollos, nos reunimos con nuestros respectivos senseis frente al Hokage.
"Solo nueve equipos de los veintiséis que comenzaron han pasado… incluyendo el grupo de la chica a la que le corté la mano. Vaya situación." Suspiré con cierto remordimiento, aunque traté de concentrarme en el presente.
Desde la distancia, nuestra maestra Kiyomi nos observaba con una sonrisa orgullosa. Con un gesto disimulado, levantó el pulgar, transmitiendo su alegría y reconocimiento por nuestro esfuerzo. Mi equipo y yo intercambiamos miradas y asentimos con satisfacción, sintiéndonos orgullosas de nuestro desempeño.
—¡El Hokage os explicará en qué consiste la tercera prueba del examen!— anunció la encargada del segundo examen, atrayendo nuestra atención.
El Hokage dio un paso adelante y comenzó a hablar, explicando el propósito real de estos exámenes. Su explicación nos tomó por sorpresa, dejando perplejos a la mayoría.
—Ahora procederemos con la preselección para la tercera prueba.— intervino un shinobi de aspecto cansado, cambiando el tono de la reunión.
—¿Qué? ¿Por qué no pueden pasar todos los que superamos la segunda prueba?— interrumpió Aya, indignada. Su pregunta tenía sentido, aunque la respuesta no tardó en llegar.
—El número de participantes es demasiado alto. Necesitamos reducirlo antes de la etapa final. Aquellos que no se encuentren en buena forma o deseen retirarse, pueden hacerlo ahora— respondió el shinobi con seriedad.
—Yo… me retiro.— dijo alguien con gafas, casi sin que su voz destacara. No le presté mucha atención; para mí, era irrelevante.
Después de esa escena y otra más de Sasuke y su curiosa marca, empezó el primer combate.
Tenía ganas de saber con quién me tocaría luchar.
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