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PRIMERA PRUEBA

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Con el paso de una semana las tres nos volvimos más fuertes y resistentes de lo que ya éramos. Así pasó el tiempo volando hasta llegar el día de los aclamados exámenes. Y cómo no, íbamos tarde, por mi culpa, otra vez. Me había pasado la noche en vela pensando en aquellos ojos azules de los dos chicos misteriosos. Y me había dormido sobre las tres de la mañana.

—¡Vamos a llegar tarde por tu culpa!— me gritó mi mejor amiga con enfado mientras corríamos. Yo iba la primera, detrás de mí la pelirosa y Rina siguiéndonos. Como no encontramos a la maestra Kiyomi desde que la vimos por última vez ayer no la esperamos.

Cada vez veíamos más cerca el recinto donde haríamos los exámenes. Y con rapidez, entramos a la clase donde se hallaban el resto de contrincantes.

—¡Ya hemos llegado!— grité con todas las fuerzas que me quedaban. Todos se nos quedaron mirando como si fuéramos un trío de locas, o bueno, a mí.— Uy...

—Aya, tenéis suerte de que el examinador no haya llegado todavía.— nos habló la chica de ayer, Sakura creo que era su nombre. Si que se habían hecho amigas en tan poco tiempo.

—Menos mal. Ésta de aquí.— me señaló.— Se quedó muy tarde despierta y la hemos tenido que despertar a la fuerza.

Yo solo pude reír nerviosa, por la atenta mirada de la clase y por las palabras de mi amiga. Pero razón no le faltaba. La siguiente vez procuraré no desvelarme tanto y dormir a la hora correspondiente.

Ellas siguieron hablando, mientras que Rina esperaba en silencio a su lado. Por otro lado, observé con atención a las personas de las otras aldeas con detalle, para ver si tenían algún rasgo destacable. Sin embargo, mi mirada se estancó en el trío donde estaba el pelirrojo de aquél día.

—¡Andá! ¡Pero mira quién está aquí! Son el mapache y su grupito.— con rapidez me acerqué a ellos y abracé al de capucha del hombro. Ignorando sus gruñidos.

—¡¿Qué crees que haces?!— me empezó a reprender. Por supuesto que yo también pasaba de él. Me concentré en los preciosos ojos color azul manantial del contrario.

—Me gustan tus ojos, son bonitos. Pero el contorno de alrededor te los hace resaltar, pareces un mapache.— lo halagué. Él, en cambio, solo arrugó su entrecejo y me miró con odio.— No creas que con esa mirada de fiera me vas a asustar. Es más, te hace ver más mono de lo que eres.

Después de ese comentario sonreí de oreja a oreja. Al abrir mis ojos recién cerrados por la mueca observé expectante las expresiones de sus caras. La rubia y el maquillado estaban con la boca abierta, al parecer sorprendidos. Y Gaara también, pero tenía un brillo en los ojos que no había notado hasta ahora, no los tenía el día en que nos conocimos. Supongo que era algo bueno.

—Encantada de conoceros a... Todos.— miré al castaño con rabia.— Por cierto, soy Nadeshiko...

Aya me interrumpió.

—Nadeshiko, ven a conocer al resto.— me incitó con alegría. Entonces desgraciadamente tendría que dejar al grupo de la Arena solos.

—Me iré yendo. Espero que aprobéis.— le guiñé el ojos al pelirrojo y me fui por donde vine.

En ese momento conocí a Naruto; más a fondo; y al pelo de pato. También una chica rubia que al parecer tenía cierta rivalidad con Sakura, a un chico rellenito pero bastante mono y a otro con cara de cansancio. A primera vista parecían buenas personas.

Pero no se podía confiar en las apariencias. Eso es lo que me dijo la Getsukage cuando cumplí los 8 años de edad.

En eso, un humo de tonalidades grises hizo aparición en la sala.

—Muy bien, degenerados con cara de niño, cerrad el pico y escuchad.— la voz de un hombre retumbó.

Al final aparecieron un grupo de shinobis y un adulto con cicatrices liderando.

—Es hora de empezar, soy Ibiki Morino, vuestro instructor. Y desde este momento, vuestro peor enemigo.

Ay no...

—Os diré esto solo una vez, así que prestad atención. No habrá combates entre candidatos, no os podréis pelear sin el permiso de vuestro celador. Y aunque os lo de, queda estrictamente prohibido usar la fuerza mortal. Quién infrinja está norma quedará descalificado inmediatamente. ¿Lo entendéis?

Lo que nos espera, por suerte menos mal que pensé dos veces y no asentí ni respondí, porque nadie lo hizo.

—Ahora procederemos con la primera fase del examen de ascenso a grado medio. Entregad vuestros papeles y recibiréis un número a cambio. Es el lugar donde os sentareis.— enseñó los papelitos.— Empezaremos la prueba por escrito cuando os hayáis sentado todos.

...

Un momento, acaso ha dicho...

—¡¿Prueba por escrito?!— gritamos Naruto y yo a la vez. Provocando que las miradas de todos recaigan en nosotros dos.

Después de pasar esa vergüenza bochornosa, cogimos los papeles y nos sentamos en nuestros respectivos sitios. En silencio.

Desgraciadamente mis compañeras se sentaron bastante lejos de mí. Aya delante y Rina detrás. Yo en medio.

Por suerte; por lo menos; a mí lado había alguien que conocía. El chico de la arena. Su nombre era Gaara. Me avía su nombre de memoria. Que era bastante raro, el nombre de Aya me costó aprenderlo por un mes. Y eso que es bien fácil.

Tengo mala memoria.

—Anda, si nos hemos sentado juntos.— reí achinando los ojos como un zorro.— Te deseo suerte en el examen. Pero no tanta eh, que si no me sobrepasas.

El pelirrojo no me respondió, solo giró la cabeza y cerró los ojos para seguidamente curarse de brazos.

—Me lo tomaré como un gracias.— le sonreí.

Es callado y reservado, me gusta.

Iba a seguir hablando con mi subconsciente, pero la voz del instructor me interrumpió.

—Todos con la mirada al frente.— pegó la tiza en la pizarra y comenzó a explicar las normas.

Todo iba bien, el único problema era que... Si uno suspendía, el resto del equipo también. Y que no se podía copiar. Eso también era esencial.

—N-no puede ser.— murmuré boquiabierta sujetando mi cabellera con ambas manos.

En ese momento no lo noté, pero al parecer mi compañero de al lado me observaba de reojo.

—Me las voy a llevar a todas conmigo...— sonreí temblorosa, no porque estase feliz, si no todo lo opuesto.

Respiré hondo por tres veces y me puse manos a la obra. Poco a poco fui leyendo las preguntas, que cada vez que bajaba la hoja resultaban ser más difíciles. Pero no debía rendirme, si hago algo mal lo pagaran mis compañeras. Y eso no lo iba a permitir.

Ya habían pasado más de media hora y todavía no había respondido a ninguna de las preguntas. ¿Por que lo se? Porque me he pasado todo este rato contando los segundos que quedaban para que terminara este sufrimiento. En vez de poner mi cerebro en modo trabajo.

Recargu mi cabeza en mi palma izquierda observando a cada uno de las personas. Suspire y comencé a morder el lápiz por la impotencia. Aya y Rina me van a matar al salir de esta maldita prueba. Mi mirada recayó en la espalda del pobre Naruto, de reojo notaba que se encontraba igual que yo. Al parecer tenemos bastantes cosas en común. Por lo que dijo Sakura, por el grito de antes y ahora por el examen.

Tuve que haber rezado a Dios antes de hacer este puñetero examen.

Giré mi vista y me centré en el pelirrojo. Fue sorprendente haberlo pillado copiando con lo que parece ser un ojo. Tiene agallas el niño.

En ese momento se me iluminó el cerebro. ¡Es verdad! Podría utilizar el nuevo Ninjutsu que me enseñó la vieja Hoshizuki hace meses. Mierda ¿Por que no se me había ocurrido antes?

Ahora sí que podía sonreír con suficiencia de verdad.

Pobre del que se ha sentado a mi lado.

Cerré los ojos y concentré una mínima cantidad de chakra en mis dedos para así poder hacer el ninjutsu. Kagefude no Jutsu. Imité los sellos debajo de la mesa para que no lo notaran y en eso una réplica de mi lápiz se posó firme en el examen. Para que no notaran nada raro, lo "agarré" con suavidad. Este rápidamente comenzó a escribir lo que hacía Gaara. Si, él había sido la víctima.

Descripción

Este jutsu permite al usuario crear una réplica invisible de su lápiz o bolígrafo que copia automáticamente los movimientos de escritura de otra persona en el área. El usuario elige el objetivo desde el cual quiere copiar, y el jutsu sincroniza los movimientos de ambos utensilios de forma sutil. Al ser un jutsu de sombra, la réplica es prácticamente indetectable para los demás, ya que no emite chakra perceptible ni sonidos.

El usuario debe mantener una concentración mínima y no mover el lápiz principal demasiado, lo que permite que parezca que está escribiendo sin esfuerzo. La distancia máxima para sincronizar es de unos 10 metros.

Esto sería pan comido con mi nueva técnica de la sombra del lápiz.

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