
ɪɪ. 𝗐𝗁𝗈 𝖺𝗋𝖾 𝗒𝗈𝗎?
¿QUIÉN ERES TÚ?
▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬
No había podido dormir en toda la noche por la emoción. Seguramente tendría una ojeras enormes. El hecho de que estuviera en un pueblo nuevo y encima con la luz del sol resplandeciendo me fascinaba. Una sonrisa impaciente se asomaba por mi rostro. En eso sonó el despertador que me prestó Aya el día de ayer. Las 10:00 de la mañana.
Con rapidez me levanté de la cama y corrí a abrir las persianas. Fallo mío. Al no estar acostumbrada a la luz del día no sabía lo que me esperaba, así que obviamente me cegó los ojos. En mi Aldea solo tenemos luz de las farolas que alumbran las calles oscuras, no me imaginaba que fuera tan resplandeciente.
—¡Ahh! Maldita sea, mis ojos...— llevé mis manos a mis llorosos ojos y los froté para intentar calmarme.
Ya más tranquila, fui abriéndolos poco a poco, para que se adaptaran enseguida.
—Si que esta potente la luz aquí.— el sonido de la puerta abriéndose se escuchó.
—¡Nadeshiko!— una sonriente Aya entrò por ella.— La luz, es fantástica.
—¡¿Si, verdad?!— grité feliz.— ¡Podría quedarme a vivir aquí sin problemas! Aunque me quedaría ciega...
—Lo que no entiendo es que como eres tan morena cuando has pasado toda tu vida en la oscuridad sin salir. Yo por otro lado soy blanca nuclear...— refunfuñó la pelirosa palo.
—Yo tampoco lo sè. Pero dejemos eso de lado, vistámonos y salgamos a explorar este lugar.— sugerí con alegría.
Después de ya estar listas salimos sin esperar a Rina, pues la rubia ya le había dicho a mi amiga que se iría a pasear ella sola. Dijo que se notaba bastante cabreada al pronunciar mi nombre. Un poco amargada la niña.
Tuve una sensación de alegría al poder al fin ver la luz solar sin que se me cerraran los ojos por reflejo.
—¡Esto es fantástico!— saltaba de felicidad. Me encantaba la luz. No se comparaba a nada a mí Aldea del País de la Noche Eterna.— ¿Qué te parece si vamos a comer algo por ahí? Seguramente habrá Ramens más variados.
Ella asintió sin decir nada. Así que caminamos por las calles hasta poder encontrar algún puesto que nos interesase. Todos tenían buena pinta pero nada me llamaba la atención.
Cuando estuvimos a punto de girar unos de los callejones de la Aldea presenciamos el como un niño chocaba con un chico bastante mayor que él y este lo agarraba de la camisa. Me enfurecí al instante.
—¡Oye! ¡Deja a ese niño tranquilo!— a paso rápido me interpuse entre ellos. ¿Quién se creía para amenazar a un pobre niño inocente?
—No te interpongas, niñata.— dijo el maquillado.
—Niñata tus bolas. Este niño solo se ha chocado contigo accidentalmente. Tampoco hay que ponerse así.—
—¡Serás...!— iba a decir algo más, pero un par de piedras lo detuvo.
Maldita sea, casi me rozaba la mejilla. Todavía más enfadada me giré y clavé mi mirada en el árbol de al lado. Encima de una rama se encontraba un chico de pelo negro y semblante serio.
—¡Casi me matas, idiota!— que frustración.
—Agradece que te haya salvado, chica extraña.— exclamó zarandeando una de las pierdas. Un tic se instaló en mi ceja.— Estás lejos de tu ciudad, pero aún más del nivel que te corresponde.— le habló está vez al otro.
—Pero vaya pintas de chulo tiene éste...— suspiré, era mejor no tratar con gente así. Después de analizar el cómo lo miraban la chica de igual cabello que Aya y la rubia me quedé pensando, ¿Qué tiene este de guapo? Tiene cara de culo, como si estuviera apunto de clavarte un kunai en el pecho, y para colmo peinado de pato.
—Vaya, otro chiquitajo dándome la lata.— el mayor se rascó la mano por el leve dolor.
—¿¡Como que otro "chiquitajo"?!— con más enfado que antes, arrugué mi frente y puse los ojos en blanco.
Pasó prácticamente de mi preciosa cara.
—Piérdete.— aplastó la piedra y la tirò. Parecían estar en una batalla campal.
Mientras ellos peleaban, yo miré a mis espaldas al chico rubio que hablaba con el niño; anteriormente; en peligro. Me sonaba de algo y no sè de qué. Mis ojos se clavaron en sus mejillas con tres marcas en cada una, parecía un gato. Pero eso no era lo peor, al concentrar mejor mi mente, vi que en estos momentos su chacra se mezclaba con otra totalmente diferente, intuyo que su chakra normal es el azul, pero el otro era bastante potente, de un color naranja rojizo. Sacudí mi cabeza al oír una nueva voz que también provenía del árbol, después de eso ya no podía ver el segundo chacra del rubio.
Volví a mi posición normal y nuevamente miré hacia arriba, mi boca casi cae al suelo por la sorpresa de verlo colgado de una rama, boca abajo. Era pelirrojo, ojos azules y como si tuviera anillos negros en los ojos parecidos a los de un Tanuki. Que mono. Arriba de donde se supone que tendría que tener su ceja izquierda había un tatuaje con el kanji "amor". ¿Supongo que está muy; demasiado; enamorado? ¿Por qué razón tendría un chico de; supongo; 12 años un tatuaje tan significante?
—Eres la vergüenza de nuestra villa.— habló con voz rasposa de brazos cruzados.
—Vaya, justo en tu ego.— reí mientras miraba al de capucha. El pelirrojo clavó su mirada en mí y yo me callé al instante.— Vale, perdón.
—Ah, h-hola, Gaara...— pronunció con nerviosismo, volvió a ignorarme como antes. Así que se llama así. Le pega bastante con el tatuaje.
—¿Has olvidado el motivo por el que hemos venido aquí?— su tono de voz era serio. Y no mostraba ninguna emoción en su perfecta ca- digo simple rostro.
—Y-ya se, pero ellos se metieron con nosotros.— respondió temblando.
¡Y una mierda! ¿Qué nos metimos con él? Vaya mentira más grande. Se va a enterar este de lo que vale un peine.
—¡Pero qué dices, idiota!— me acerqué a él con la intención de propinarle un buen puñetazo, pero la de cabello rosa largo me detuvo.
—¡Eres igual que Naruto!— me gritó, me imagino que ese tal Naruto es el rubio.
—Callaos. U os arrepentiréis.
—¡Uy! ¡Me dirá este niñato lo que tengo que hacer!— de reojo vi como Aya negaba con la cabeza. Bufé enfadada.
—Si, he estado realmente fuera de lugar. Lo siento Gaara.— vaya cambio dió este tío de repente.
—Siento los problemas que haya causado.— se dirigió el pelirrojo hacia nosotros.
De un momento a otro todo su cuerpo se convirtió en arena y apareció en el suelo a mi lado. Me sobresalté por la sorpresa.
—¡Joder! ¡Niño, no me asustes así hombre!— lo regañé. Tenía cierta aura intimidante, pero para que mentir, era una monada.
—Vámonos, no hemos venido aquí para perder el tiempo.— habló a su equipo, mientras me miraba con seriedad. Tragué saliva y me sonrojé. Lo siento, los hombres guapos me pueden.
—¡Oye!— el grito de la chica que me sujetaba segundos antes sonó.
Los tres se detuvieron enseguida.
—Por la cinta que lleváis en la cabeza sé que sois de la villa oculta de la arena. Se que son aliados pero ningún ninja puede entrar a otra aldea sin permiso. ¡Así que darnos una buena explicación! ¡Tú incluida, chica rara!
—¡¿Chica rara?! ¡Me cago en...!— pero antes de que algo hiriente saliera de mi bocota, mi mejor amiga me detuvo.
—¡Nadeshiko! Basta...— se acercó a nosotros e hizo una reverencia ante la chica.— Siento mucho el comportamiento de mi compañera. Y respondiendo a tu pregunta, nosotras venimos de la aldea oculta de la Luna. Realizaremos los exámenes para ser Chūnin.
Ellas entablaron una conversación breve mientras que yo miraba hacia atrás y querer encontrarme de nuevo con la mirada de aquél chico mapache. Pero en vez de eso, me encontré con que el maquillado observaba fijamente a mi amiga. Embobado. Me quedé con la boca abierta por la impresión, será cerdo.
Empecé a gruñir, parecía un perro protegiendo a su dueña. Pero desgraciadamente, él al estar tan idiotizado por la belleza de Aya ni se dió cuenta. El único que lo hizo fue el mapache. Quién me miró y yo paré de hacer la tonta, mirándolo de la misma manera. Ninguno apartaba la mirada del otro.
—Sin más dilación, me temo que nos despediremos ya Sakura. Ha sido un placer entablar contigo una agradable conversación.
—Digo lo mismo, Aya. Te veré otro día.— no parecía ser la misma de antes.
—Venga Nadeshiko, hay que irse, probablemente Kiyomi nos estará buscando como loca.— me agarró de la muñeca y me tiró con ella. Caminando por donde veníamos y dejando al grupo solo.
Justo al pasar por al lado del equipo de la arena, mi mirada volvió a coincidir con la del pelirrojo de baja estatura. Sin notar; está vez yo; que mi amiga y el grandote hacían lo mismo. Segundos después desaparecieron de nuestra vista.
—Mmh, eso ha sido bastante raro.— dije en voz alta.
—¿Raro? ¡Que te pelees con cualquiera no es raro para nadie!— pegó un grito en mi oído.
—No es eso, Aya.— tan serio era mi semblante que se detuvo enseguida.— Había algo raro con ese chico, Naruto. Y no solo por el diferente chacra.
—¿Mmh? ¿El qué?.
—Me resultaba familiar, sus ojos, pelo, pero sobre todo sus marcas en las mejillas. Es como si lo conociese de antes. ¿Me entiendes?
—Bueno, igual...— iba a seguir hablando pero la voz enfadada de nuestra maestra la interrumpió.
—¡Vosotras dos! Se supone que tú eres la sensata del grupo, Aya. No deberías de seguir las tonterías de Nadeshiko.— se cruzó de brazos.
—Oh no, Kiyomi. Habíamos salido a pasear un rato, para observar la aldea.— nos defendió la peli rosada, sacudiendo sus manos en son de paz.
—Ahh, si tú lo dices te creeré. Y tú.— el tono de voz con la que me dirigió la palabra me heló.— Ni se te ocurra hacer una de las tuyas, no estamos en casa por lo que estás avisada.
—Si, si. Lo que tú digas...— refunfuñé.
—Bien, entonces vayamos a entrenar para los exámenes. Solo tenemos una semana por lo que ejercitemos arduamente. Rina ya está esperando en el área de entrenamiento.
La maestra comenzó a caminar hacia otra dirección con nosotras detrás.
Mi amiga y ella hablaban sobre a saber qué, mientras que yo por otra parte seguía pensando en aquél rubio, incluyendo al pelirrojo de ojos azules.
Tenía que descubrir lo antes posible quién era ese niño de ojos azules.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro