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07

—M-majestad...—tratando de mantener su voz firme, JiSung saludó al rubio con una reverencia, era la segunda vez que estaba en un lugar a solas con él y de cierta forma era más intimidante que antes.

—No seas tan formal, después de todo, los Han siempre han sido cercanos a nosotros, tu madre también fue buena amiga de la antigua emperatriz —el enigma habló desinteresado en ese tema, miró al ojiverde sin quitar su sonrisa ladina y le hizo una seña hacia la mesa—. Te dije que te vinieras a sentar aquí en el comedor conmigo ¿No, que esperas?

JiSung sintió como su estómago se revolvía, ya había comido su desayuno y fue una buena porción, pues debía de mantener sus pechos lleno de buena leche nutritiva para la joven princesa. Sin embargo, no podía negarse a la petición de su emperador y menos si éste le ordenaba las cosas directamente.

—Sí majestad. —con las piernas temblando, el omega caminó al comedor para tomar asiento en el lugar en donde había otro plato vacío, el único aparte del rubio y era justo a su lado.

—Come lo que quieras, tendremos una buena charla y podrás contarme los pequeños avances que ha tenido MinJi desde que llegaste, no pude hacerlo la última vez que nos vimos —MinHo se sirvió, daba miedo mirar los filosos colmillos del enigma morder carne cocida tan temprano en la mañana.

Por su parte, el castaño tomó una rodaja de pan, huevo y dos tiras de tocino. El ambiente pesado, lleno con ese aroma dominante y espeso del mayor que le hacía sentirse mareado, apenas podía pasar pequeños bocados de comida sintiendo un nudo en la garganta.

Aún tenía un ligero temblor en las manos y se veía reflejado en la manera de cómo tomaba los palillos, MinHo parecía comer tranquilo de la vida mientras que al omega le daba un ataque de nervios internos. ¿Para qué exactamente había sido llamado a comer con él? ¿Realmente era solo "hablar"?

—¿Ya te has adaptado al palacio? —el rubio preguntó de repente.— ¿No extrañas a tu madre, amigos... algún prometido?

—Estoy bien majestad, —JiSung respondió algo confundido por la pregunta.— mi madre siempre me envía cartas y no puedo evitar extrañarla, igual que a mi hogar, pero estar en el palacio también es maravilloso, así que no puedo quejarme.

MinHo tarareó suavemente al oír su respuesta, soltó los palillos que usaba y llenó su taza con más café hasta el borde. Esa bebida debía ser una exportación directa desde América, ni siquiera quería imaginar cuánto costaba un sorbo, era un gusto que ni JiSung podría darse fácilmente.

-Ya veo, —murmuró el enigma y su aroma de repente se hizo de alguna forma más denso.—¿Tus padres no te han comprometido todavía, o es que no has aceptado ninguna propuesta? Por lo que he escuchado de ti, muchos alfas estarían peleándose entre sí por tu mano.

Un sonrojo cubrió las mejillas del ojiverde, no sabia si era por el mismo aroma de MinHo que lo puso así o por su especie de halago. No era malo ser reconocido de esa forma, pues le daba honor a su familia, sin embargo; se sentía como una especie de comida exótica subastada al mejor postor. JiSung se quería casar, sí, pero con alguien que él mismo quisiese.

—No he decidido majestad, —JiSung también dejó sus palillos sobre su plato, se sentía demasiado lleno como para comer más—, aún no encuentro a esa persona especial, yo quisiera tener un matrimonio como el de mis padres, repleto de amor.

El rubio se rió por lo bajo ante su declaración, JiSung se mordió la lengua al saber que fue un gesto de burla y solo lo miró darle más sorbos a su bebida oscura. No pasó mucho antes de que el alfa dejase la taza sobre la mesa para mirarlo de nuevo a él directamente, sus ojos brillaban llenos de diversión.

—Es irónico, hasta donde sé, ellos fueron comprometidos desde cachorros. —el enigma informó levantándose de su puesto, pero JiSung no se movió del suyo—. Tal vez se enamoraron porque no les quedaba de otra, ¿Pensaste en eso?

El ceño de JiSung se frunció ligeramente, se quería levantar, pero sus piernas no le respondían y el aroma de MinHo le aligeraba la cabeza, era como beber alcohol. No se le permitía beber casi nada de Soju, tampoco era como si le gustase tanto, pero el vino y la sidra de manzana que exportaban desde otros continentes eran muy apreciados por el ojiverde.

Le encantaba el dulce sabor de esas bebidas, pero tomarlas tanto en algunas ocasiones le hacían tener la cabeza ligera, como en ese momento, su mente se llenaba de una neblina que no le dejaba razonar con claridad y le hacía tener descoordinación de su cuerpo.

Por eso el ojiverde no se podia levantar de su lugar, el aroma de MinHo era dulce, bastante extraño para su casta más considerando que a veces era tan dominador que ni siquiera dejaba respirar. Pero, era un enigma y por algo era tan temido. El olor era como el caramelo mezclado con sidra de manzana, tenía un ligero picor que le daba cosquillas en la nariz, le hacía querer cerrar los ojos e inhalar profundamente.

—Ellos se vieron obligados a quererse, después de todo, se iban a casar y formar una familia quisieran o no. —MinHo apareció de repente a su espalda, hablando tan suavemente que apenas pudo entenderlo—. SunMi a tu edad ya estaba embarazada, y tú a pesar de tener de donde escoger, sigues sin marcar, ¿No sabes lo peligroso que es eso?

—¿P-peligroso majestad? —JiSung apenas pudo responder. —yo solo quiero casarme por amor, y mis padres fueron comprometidos, pero ellos se aman.

—Como dije, fue porque no tenían elección. —fe alguna manera, el aliento cálido de MinHo pegó en uno de los oídos de JiSung—. Si tienes tantas opciones puedes que al final te arrepientas de la que escojas pensando en que otra hubiera sido mejor, si tienes solo una, entonces sólo puedes hacer dos cosas, odiar o amar opción.

—¿Cuál es el punto de ésta conversación, majestad? —el omega simplemente se quería ir, huir de ese lugar tan sofocante y mortal.

A pesar de que lo único que podía hacer era apretar fuertemente su Kimono con las manos en su regazo, no dejaba que la neblina cubriera por completo sus pensamientos. No puede explicar cómo fue que sintió la sonrisa del enigma a pesar de que no lo veía, pero lo hizo.

—De hecho, es algo bastante sencillo. —una mano grande del rubio sujetó con gentileza el cuello de JiSung, frotando suavemente el pulgar por su nuez de Adán—. Solo estoy pensando en mi siguiente pieza de ajedrez, me hace falta una importante, pero primero la tengo que adiestrar.

No había nada de sentido en esa frase, ¿Qué tenía que ver el ajedrez con sus relaciones románticas y el casamiento? Aún teniendo la mente adormilada, JiSung no dejaba de estar confundido con toda la situación, lo peor de todo era no poder hacer nada mientras MinHo le agarraba del cuello como si tuviera todo el derecho del mundo de poderlo hacer, bueno, sí.

¡Pero eso no se hacíal

JiSung tenía miedo y ya no trataba de ocultarlo, su omega interno estaba inquieto, parecía que él podía sentir algo que al castaño se le escapaba. ¿Acaso MinHo estaba molesto por algo malo que hizo? ¿Por qué hablaba de cosas que no tenían coherencia, trataba de sacarle alguna información?

—Trataré de no andar con rodeos, no puedo quitarte tanto el tiempo, después de todo MinJi te necesita. —el omega se tensó al sentir cómo, las manos de MinHo ahora iban a su escote, abriéndolo ágilmente y revelando sus hinchados pechos—. Tu aroma me encanta, ahora más con ese adicional de leche fresca. Por eso te diré algo muy simple.

El castaño miró con horror como el rubio jugó con ellos, apretando suavemente su piel y llevando con cuidado los dedos a sus botones rosados e hinchados, estaban así a causa del maltrato que la joven princesa los sometió desde la noche. JiSung no pudo moverse ni evitar el tacto, era el emperador quién lo hacía y lo último que quería era hacerlo enojar, su cabeza rodaría por las escaleras del palacio junto a la de toda su familia.

—M-majestad, ¿P-por qué hace ésto...? —de verdad no sabía si era un juego de él o solo un fetiche raro por su aroma a lactancia, podía oír a su omega interno chillar y arañar su mente tratando de advertir las cosas que estaban pasando, pero no podía oírlo.

—No te acerques a ningún alfa del palacio, no quiero que sus aromas se mezclen de ninguna forma con el tuyo, aparte de que lo arruinan a MinJi no podría gustarle, —el aliento de MinHo dejó de pegarle en el oído y pasó a su cuello, hubo un roce de su nariz, que mezclado a la sensación de sus pechos siendo estrujados, le sacó un jadeo al omega—, los únicos aromad que MinJi puede olfatear es el de su madre y padre, ¿Entiendes, Hannie?

El omega asintió como pudo, aún si no lograba entender todo lo que MinHo le quería decir. Era peligroso, ese aroma lo mantenía bajo control y la estimulación hacía que su cuerpo respondiera, más cuando JiSung cuidaba desde hace semanas a la hija de ese hombre, tuvo que apretar como pudo las piernas y los labios, era una prueba, tenía que serlo.

—Por eso, si llego a saber o ver qué interactúas con alguien más que no son tu padre o hermano habrá consecuencias. —dicho eso, MinHo apretó con algo de fuerza un pecho del omega junto a su pezón, sacando un pequeño quejido de JiSung—. ¿Has vuelto a entender, no?

Tuvo que asentir de nuevo, JiSung sacudió la cabeza de arriba hacia abajo repetidamente tratando de apaciguar al enigma. Le dolió que su sensible pezón fuera atacado de esa forma, podía ver como más manos del rubio se llenaban de la tibia leche que salía de sus pechos, pero le pareció importar muy poco con tal de "castigario" por algo que aún no lograba entender del todo.

—Usa las palabras, ¿También tengo que enseñarte a cómo responderle a tus superiores? —MinHo amenazó apretando con saña, ésta vez, el otro pecho, oh, le dolería un infierno cuando MinJi decidiera comer.

—S-sí majestad, haré lo que ordene. —el omega jadeó, el sudor estaba comenzando a filtrarse por su cuello y deslizándose hacia el pequeño valle que formaban sus senos abultados.

El rubio pareció bastante satisfecho con su respuesta, pero no lo dejó de tocar, incluso llegó a meter más la cabeza en el cuello del ojiverde, olfateando esa parte de forma descarada, pero también sacó la lengua para pasarla sobre la glándula aromática de JiSung, eso le envió al nombrado un sin fin de escalofrios por la espalda, ninguno fue agradable en su parecer.

Fue entonces cuando el aroma de MinHo se desvaneció por completo, el aire quedó tan limpio como si estuviera en un gran desierto estando rodeado nada más que por arena. JiSung casi deja caer la cabeza sobre su plato en la mesa, al fin pudo tomar grandes bocanadas tratando de llenar sus pulmones con nuevo aliento sin presiones.

Todo el cuerpo le temblaba como la vez aquella en que cayó por accidente en el lago que se congelaba durante el invierno en su hogar. El frío se le caló en los huesos haciéndolo tiritar de dolor, no sabía cómo era que sentía en ese momento lo mismo que sintió aquella tarde, pero era terrorífico. No notó cuando el rubio se apartó de él, sonriendo, lamiendo los dedos de una de sus manos y tomando de la mesa una manzana, todo el desayuno se había enfriado.

—Bien, eso era todo lo que queria hablar contigo, Hannie. —MinHo dijo tranquilo dándole un mordisco a la manzana roja y mirándolo con los ojos oscurecidos—. Arregla tu ropa y ve a atender a MinJi, puedo oirla.

JiSung no sabe cómo fue que arregló su escote tan rápido con las manos temblorosas, se levantó de su puesto en un parpadeo y le hizo leves reverencias al emperador antes de darse la vuelta para irse lo más rápido posible del comedor. Salió cerrando la puerta tras de él tratando de no estrellarla y casi se cae de rodillas en el pasillo.

—¡Mi lady! ¡¿Se encuentra bien?! —Nancy corrió hacia él ayudándolo a estar de pie como un soporte, JiSung se apoyó un poco en ella y en la pared más cercana mientras se recuperaba.

—Mi lady, la princesa MinJi no deja de llorar. —la beta de antes se acercó con la pequeña rubia que se movía entre sus brazos completamente disgustada.

JiSung la tomó con suavidad sin decir una palabra y se fue por el mismo camino en el que habían llegado. Nancy no preguntó nada, pero por su aroma pudo saber perfectamente que estaba preocupado, al llegar a su habitación, el omega dejó a la rubia en el pequeño nido que estaba en el suelo y se quitó parte de su ropa, la que más tenía aroma del enigma.

—Cuídala un momento, Nancy. —pidió el ojiverde mientras le ponía a la cachorra molesta la tela de su padre sobre ella para calmarla, cosa que funcionó.

Después el omega se fue al baño, cerró la puerta y se tambaleó hacia el pequeño estanque de piedra que tenía como tina. Se terminó de sacar toda la ropa, dejando que la tema de su Kimono cayera al suelo, se adentró en el estanque dejando que su espalda se apoyase con la orilla. Al fin el temblor de sus piernas ya no era un peligro.

Ni la espesa mancha transparente que se desbordó incluso de su ropa interior a sus muslos internos.

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PO-TEN-TEEEEE.

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