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03

Con un mes de estancia en el palacio imperial JiSung comprendió muchas cosas. La primera fue que sí él no hubiera llegado a tiempo posiblemente MinJi hubiese muerto, lo decía en serio, los primeros días la bebé no tuvo más que fuerzas para comer y dormir, cada vez que le dio el biberón lleno, la pequeña princesa se encargaba de comerlo todo en cuestión de segundos.

Después de eso MinJi eructaba y dormía, hasta despertar para hacer lo mismo de nuevo. Esa rutina duró una semana entera, cuando al fin se recuperó, la pequeña rubia comenzó a pasar más tiempo despierta, comía y se le quedaba mirando un rato, estirando sus pequeñas manitas tratando de alcanzar su rostro y sonriendo levemente.

Como era de esperarse, los ojos de la princesa eran azules, su cabello no era tan revuelto como el de su padre, pero era del mismo color. JiSung sabía que sería igual de apuesta que el emperador una vez creciera, solo esperaba que no fuera a tener toda su personalidad y fuese más amigable.

Otra cosa que notó y le gustó fue la atención que recibía por parte de los demás, los sirvientes siempre eran respetuosos con ella y lo mejor que le pasó fue encontrarse por casualidad con Seo ChangBin en el jardín principal del palacio, el alfa de cabellos de color negro con expresión cansada estaba en un banco bajo la sombra de un cerezo.

La familia Seo era una de las cinco sekke, y el joven heredero de los Seo le saludó, no fue una charla larga ya que ambos tenían cosas por hacer, pero ese par de palabras intercambiadas ya era algo. ChangBin era alguien tranquilo, por su expresión y ligeras ojeras bajo los ojos podía decir que trabajaba mucho o quizás no dormía bien.

Bueno, JiSung podría serle de utilidad algún día y "quitarle" el estrés. Pero eso tendría que ser en un tiempo, por el momento ya lo había marcado como una buena opción. El alfa tenía buen aroma, un porte elegante y sereno, era guapo no lo negaría, aunque le faltaba cierta chispa de gusto en él se podría decir que si le funcionaría a futuro.

El ojiverde sonrió tranquilo mientras le acariciaba la espalda a la pequeña rubia que balbuceaba sobre uno de sus hombros, acababa de comer y necesitaba sacarle los gases. Después de un momento el suave sonido de un eructo salió de la cachorra quien se rió torpemente por sus propias acciones.

—La princesa parece animada hoy, ¿Verdad Sunggie? —Dijo Nancy apareciendo con una bandeja que tenía una tetera y tazas para el té, se agachó a su lado y la dejó sobre la pequeña mesa en el suelo, —usted es increíble con ella, he escuchado de los otros sirvientes que ahora está mucho más gordita que antes.

Nancy murmuró suavemente mientras tomaba la tetera y llenaba la taza decorada hasta arriba con el té caliente, ya una vez llena se la ofreció a JiSung quién estaba sentado de piernas cruzadas sobre un cojín, colocó a la bebé en uno al frente suyo para recibir la bebida. Era peligroso tomar algo a esa temperatura con la princesa en brazos, no se arriesgaría a que le cayera un poco encima.

— Sí, lo está, ¿No lo habías visto antes? —el ojiverde preguntó soplando un poco su té antes de darle un sorbo, la rubia menor le miraba desde su lugar acostada y se agarraba los pies jugando con ellos

La omega tenía razón, porque cuando llegó MinJi era más delgada y pálida. Pero ahora incluso sus mejillas se habían puesto más gorditas y rosadas, subió unos kilos, lo puede jurar ya que sus brazos se cansan más rápidos si lo mantiene quieto en uno de ellos.

—No, nunca antes había visto a la joven princesa, pero si escuchaba lo que decían quienes le servían. Ninguno pudo calmarla una noche entera antes. —la pelirroja sonrió, se acercó a la bebé con un pequeño cascabel en una mano y lo agitó rápidamente al frente de su pequeño rostro, tuvo la atención de ella de inmediato, la pequeña rubia agitó sus manos en el aire y frunció el ceño.

JiSung se rió por lo bajo al saber que su molestia se debía a no poder atrapar el cascabel por su cuenta, su carita era ceñuda, el omega pudo ver la expresión del emperador en ella. Con la boca apretada y las pequeñas manos queriendo quitarle el juguete a Nancy, la omega solo se reía mientras que el cachorro balbuceaba.

Cuando acabó su té, JiSung dejó la taza sobre la bandeja de nuevo, agarró en sus brazos a MinJi, quien le hacía pucheros y miraba feo al cascabel como si quisiera acusarlo de su ruido, pero todo eso quedó en el olvido una vez le dejó un pequeño beso en una mejilla. El ceño fruncido de la cachorra cambió rápidamente a una suave risilla.

—Sunggie, la está consintiendo demasiado, creo que sí pasa un día sin un beso suyo hará un berrinche enorme. —Nancy se rió, tenía razón, pero JiSung no podía evitarlo, se había encariñado bastante con ella, y su omega interno ya se había acoplado.

Incluso su aroma dejó de oler a café para volverse a una dulzona leche junto con la miel. Básicamente, el aroma de JiSung era ahora el de un omega criado, pero bueno, ese fue el plan desde un inicio y ayudaba a mantener feliz a la princesa, había tranquilidad y paz en el palacio gracias a eso.

—De todos modos es una miembro de la realeza ¿No? —el ojiverde miró a Nancy con una suave sonrisa, si quiere besos tiene que decirlo una vez solamente, además hay que concentirlo antes de que tenga que hacer sus deberes.

El omega mayor se levantó con la pequeña cosita en brazos, su kimono simple pero sedoso caía como una cascada hasta rozar el suelo. Era de un color claro, una combinación de azules y amarillo, era más ligero que los kimonos ceremoniales y sobre todo mucho más cómodo.

—Daremos un paseo, lleva la bandeja a la cocina y después me alcanzas, iré a pasar la tarde en el jardín principal. —JiSung informó, recibiendo un asentimiento por parte de la menor.

Salió a los pasillos con MinJi sobre uno de sus hombros, la menor solo balbuceaba y babeaba en el paño que ya había puesto allí anticipando algo como eso. En su camino solo se encontró con algunos sirvientes o guardias que pasaban, JiSung tarareaba suavemente llegando a las puertas que daban al inmenso jardín.

Tomó un par de sandalias para bajar el escalón que daba al camino de piedras y después simplemente salió. Anduvo un momento antes de llegar a su sitio favorito, era un rincón con altos árboles de pino y rosales de todos los colores, iban desde las intensas rosas rojas hasta las pálidas amarillas.

—Este es el jardín más hermoso, ¿Verdad que sí MinJi? —JiSung caminó hacia una silla colgante que estaba suspendida en una fuerte rama de un cerezo en medio de todo.

Fue su plan original, pero la figura que salió de la nada interrumpió su paso, con el mismo cabello revuelto de la última vez que lo miró hace un mes. Allí con su presencia llena de poder estaba el mismísimo MinHo, vestía un yukata habitual, mínimo unas tres capas de tela oscura que era mayormente rojo.

Aparentemente no sólo era el lugar favorito de JiSung, quién se quedó de piedra ante el rubio mayor. No lo había visto desde que llegó al palacio, después de todo cada uno se iba por su lado haciendo sus cosas, el pecoso no era alguien importante como para estar en las reuniones del consejo en donde estaban sus padres y hermano.

—M-majestad, que sorpresa. —JiSung casi se atragantó con su saliva, hizo una reverencia sosteniendo bien al bebé en su hombro y miró a su emperador con timidez, controló lo mejor que pudo su aroma para que no fuera a tener un indicio de miedo o algo que no le gustase a la pequeña rubia.

—Ah, Hannie —dijo él y el ojiverde frunció el ceño ante el apodo—, veo que MinJi ahora está mejor.

JiSung acomodó a la pequeña en sus brazos haciendo que quedase mirando al frente para que su padre pudiera verla mejor. Fue un reconocimiento por instinto, los ojos azules y brillantes se clavaron en los de su progenitor, MinJi balbuceó alegre y estiró sus manos hacia el enigma.

Solo entonces el omega pudo ver como el ceño de MinHo se extinguía por completo, miró hasta con cariño a su cachorra y le acercó una mano dejando que la bebé la tomara. La rubia menor agarró un dedo de su padre para olerlo un momento antes de llevárselo a la boca, parecía que lo quería morder solo con sus encias.

—Sí, de verdad ya está mejor. —MinHo murmuró para más para sí mismo, complacido al aparecer.— Bien, continúa así con tu trabajo, tendrás una buena recompensa una vez cumpla un año, más si ya sabe caminar o decir algo.

—Su majestad, no hago esto solo por una recompensa —el omega dijo, dio gracias a que su voz no tembló, pero casi lo hizo cuando los ojos rubí del enigma pasaron de la bebé a él. —es decir, mi prioridad es que su primogénito esté sano y pueda crecer tanto como usted algún día, para mí no es tan importante recibir algo a cambio.

"Con tal que pueda casarme con alguien como ChangBin, cuidar de MinJi no es nada".

Fue un pensamiento fugaz que cruzó por la mente de JiSung, pero si MinHo quería darle una recompensa después de que su tiempo con MinJi acabase, pues, no estaba tan mal. Aunque ese no fue su plan en un inicio, y sus dudas parecían haber sido vistas por el enigma porque le miró con una ceja alzada.

—De todas formas ya estaba planeado eso, —él dijo quitándole su mano con cuidado a la cachorra—, cuídala bien y cualquier cosa que le ocurra debes de informarme.

—Sí majestad, usted estará al tanto de todo. —nuevamente JiSung hizo una reverencia cuando el emperador se fue por un camino del basto jardín.

Una vez su presencia estuvo fuera el omega sintió sus piernas temblar, caminó como pudo a la silla colgante y se casi se dejó caer en ella, sino fuera porque un movimiento asi de brusco haría llorar a MinJi lo habría hecho. Cuando al fin estuvo fuera de peligro, porque pudo caerse al suelo por la adrenalina que le bajó gradualmente, soltó un enorme suspiró tembloroso.

Eso sí había dado miedo, sobre todo por su incompetencia, ¿Como pudo hablarle al emperador como si tratara con un viejo amigo? Tuvo suerte de que MinHo estaba más concentrado en la salud de su hijo como para prestarle atención a eso.

—Tu papá es aterrador joven princesa, ni siquiera quiero estar en el palacio si alguna vez se molesta. —un escalofrío recorrió la espalda de JiSung, si aroma del enigma era tan dominante en su temperamento normal, no quería ni imaginar cómo sería si estuviera iracundo. Esperaba que nadie le hiciera enojar mientras él se encontrará alli.

—Estoy de vuelta, Sung. —Nancy apareció cargando otra bandeja, e JiSung alzó una ceja en su dirección, ya se había tomado el té. Lamento la tardanza, pero Mina estaba terminando de preparar los roles de canela que se le servirán a los del consejo hoy, usted antes mencionó que tenía ganas de comerlos, así que esperé para traerle los unos recién hechos.

Los sucesos anteriores se olvidaron rápidamente cuando JiSung olfateó el pan, le habían traído un poco más de té y dos rollos de canela que aún dejaban salir algo de vapor por lo caliente que estaban. Se miraban tan brillosos con el dulce de leche que tenían regados encima. ¡Se veían exquisitos y dorados!

—Está bien, perdonó tu retraso, ahora comamos juntos esta delicia. —JiSung dejó espacio en la silla para que Nancy pudiera sentarse a su lado.

Ella aceptó sumísa pues sabía que negarse era un caso perdido, porque la primera vez que intentó hacerlo cuando fue invitada a comer, o hacer algo junto al ojiverde, solo terminó en una pequeña discusión que duró bastante y hasta que no aceptó JiSung no se rindió. Por eso siempre terminaba trayendo dos cosas de todo lo que le pedía el omega a petición de este.

JiSung acomodó a la pequeña en uno de sus hombros, MinJi estaba tranquila y parecía que se quedaría dormida en cualquier momento. Mientras los dos omegas comían, la bebé estiró una de sus manos hacia una sombra que estaba algo alejado de ellos, balbuceó alegre y miró como la sombra se alejó poco después, solo entonces el cachorro decidió dormir.

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