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017

Fue bastante tarde que pudo reunirse con JeonGin, el salón era cálido decorado con suaves cojines, JiSung ya estaba allí antes de que el Omega pelinegro apareciera con una gran sonrisa en el rostro. El ojiverde se levantó para darle un abrazo lleno de cariño fraternal..

—Cuanto tiempo sin hablarte directamente Sung, hacerlo por cartas no es lo mismo. —JeonGin murmuró haciendo un puchero, el castaño asintió estando de acuerdo.

—Yo también te extrañé demasiado —dijo JiSung con suavidad—, hay que ponerse al día, también me tienes que contar cómo te fue con tu prometido.

El omega de cabello negro se rió ligeramente sonrojado, se acomodaron en suaves cojines y hablaron de todo lo que se les ocurriera, entre eso chismes de su ciudad, una que otra anécdota o escándalo. JeonGin contó lo feliz que estaba con su reciente compromiso, como Yuta era alguien tan caballeroso y varonil.

Al parecer, el alfa siempre buscaba complacerlo en cualquier momento o lugar, teniendo en cuenta su opinión. JiSung internamente moría de envidia, ¿Qué no daría por tener un alfa así? Un sekke que lo mimara, preguntando en cada ocasión que le gustaba u odiaba.

En lugar de eso tenía que lidiar con otras cosas que no le agradaban.

Teniendo sobre su espalda la mirada de cierto enigma, era frustrante, pero ahora tenía a su mejor amigo y aunque no lo quisiera involucrar con sus problemas, menos con el general de la guardia como pareja, al menos ahora tendrá más compañía, se podía desahogar un poco.

—Me alegra tanto por ti, —JiSung dijo con sinceridad—, yo he estado algo solo, no conozco a nadie en la capital, cuidar de la pequeña princesa toma toda mi atención y los últimos sucesos me han dejado inquieto.

El ojiverde suspiró, decir eso era cierto, no estaba diciendo que atender a la cachorra fuera un carga, pero ha tenido tantos problemas desde que ocupó ese puesto que ahora necesitaba un pequeño relajo.

"Además, el emperador no deja de atormentarme, me acosa y tortura de forma psicológica"

Desearía haber dicho JiSung, pero no podía arriesgarse, el Omega pelinegro lo miró poniendo una expresión ligeramente triste, se acercó y abrazó con algo de fuerza a su amigo, quiso transmitirle paz por medio de ese afecto y esperaba lograrlo.

—Escuché sobre el incidente cuando estaba en casa, me preocupé demasiado, también supe que fuiste muy valiente, pero no pudiste salir completamente ileso, ¿No? —JeonGin se apartó levemente de JiSung, acariciando un costado de su rostro con ternura y el castaño quiso llorar.

Le han ocurrido tantas cosas en tan poco tiempo, tener a su mejor compañero a su lado podría ser lo mejor en esos momentos, era como un bálsamo reparador que le ayudaba a sus heridas. Al parecer si lloró un poco, porque la expresión del pelinegro se volvió un poco más triste y le limpio rápidamente las esquinas de sus ojos con los dedos.

—Shh shh... —El pelinegro lo arrulló antes de volverlo a abrazar—, no estés triste, como yo estoy contigo ahora te puedo ayudar, no tienes que temer a nada.

Con un suspiro tembloroso, JiSung trató de regular su respiración, por primera vez en muchos días pudo sentir que su cuerpo se relajaba por completo, sintiéndose seguro en los delgados brazos de JeonGin, el nombrado no lo quiso agobiar más. Solo se dedicó a mantener un aroma calmante para que el castaño pudiera dejar salir su pesadez.

Después de eso la pequeña reunión acabó, JiSung tenía que llevar a la pequeña princesa a su cama para que pudiera dormir bien, JeonGin también debía de regresar con su padre. Cada quien se fue por su lado, ya era bastante tarde, al parecer perdió un poco la noción del tiempo al estar junto a su amigo.

El omega hizo que la pobre Nancy se fuera a dormir inmediatamente, ella se había quedado en silencio junto a los omegas, estaba al pendiente de cualquier cosa que pudieran necesitar ellos o la bebé. JiSung se sintió culpable cuando se dio cuenta de que habían pocos sirvientes en los pasillos y las luces eran bajas.

—Soy su doncella, Han —Fue lo que Nancy le dijo antes de irse—. Para mi servirle bien es mi prioridad.

JiSung internamente estaba enternecido, la pequeña era alguien hermosa y de corazón bondadoso, le agradaba muchísimo que fuera así, le recordaba al pequeño YoungHo, su antiguo resguardado, él junto a su hermana estuvieron bajo sus cuidados desde que terminaron la primaria.

Aunque ahora eran un poco mayores e JiSung hizo que pudieran entrar a la escuela de su madre, siendo mellizos omegas lo mejor era que recibieran una excelente educación, así que el pecoso lo propuso. Su madre no se negó al respecto y dijo que era una buena forma de pagar sus años de servicios.

"Su padre también estaba muy agradecido por ello, después de todo sus hijos tendrán un mejor futuro al ser graduados de alli"

Eran apenas de clase media, pero si tenían suerte y astucia llegarían a ser nobles, seguramente JiYoon cumpliría esa meta rápidamente, mientras que YoungHo se dejaría llevar más por su corazón, esperaba que ambos fueran felices.

JiSung se cambió de ropa, su grueso kimono por un camisón de seda largo, con una expresión amarga se quitó la ropa interior y la dejó entre su clóset, se la pondría cuando se levantara, estaba limpia ya que se la había puesto hace poco después de su baño, era como su nueva rutina.

El omega se fue a su cómodo nido al lado de la pequeña princesa, se arropó y se aseguró de que MinJi también estuviera calentita entre sus mantas. Entonces JiSung dejó que el sueño sucumbiera en él, permitiendo su más necesitado descanso.

(...)

Al despertar, el ojiverde se esperó lo de siempre, amanecer con aquella sensación de saciedad y con sus pechos medio vacíos. Sin embargo, no había nada de eso, sus botones estaban intactos y gotas blanquecinas caían de ellos al estar bastante llenos.

Durmió perfectamente sin interrupciones ni molestias, el emperador no había hecho su habituales "visitas", JiSung se pido feliz por un momento, pero después llegó la incertidumbre, ¿Por qué hubo un cambio tan repentino?

Era extraño, después de despertar por tanto tiempo con aquel ligero toque de sidra en su nariz, ahora se sentía raro sin él.

¿Estaba molesto? ¿Algún juego extraño del cual no estaba enterado?

Sea lo que sea, JiSung deseaba con todo su ser que no fuera algo malo, no queria verse envuelto entre más enredos y cosas problemáticas. Con un suspiro, el ojiverde tomó entre sus brazos a MinJi que se había despertado y comenzaba a sollozar.

—Buenos días, desde temprano cargas tu genio ¿Verdad? —JiSung sonrió enternecido, el puchero de la princesa fue bastante notable y sus ojos acuosos amenazaron con derramar más lágrimas.

Pero eran de cocodrilo, el omega lo sabía bien, todo era manipulación, "justo como su padre", pensó, era aterrador que desde que son bebés los enigmas tengan esa tendencia, esperaba que MinJi no fuera como MinHo, pero dudaba mucho que eso se fuera a cumplir.

—Tu ganas, pero te enseñaré modales jovencita y más sobre el trato a las omegas, —JiSung abrió su camisón y dejó que la bebé comiera su desayuno, solo así su ceño fruncido se suavizó y se alegró de forma instantánea.

Al menos MinJi comería hasta saciarse esa mañana, cuando el emperador se colaba en su habitación apenas dejaba lo justo para que su hija pudiera desayunar. JiSung siguió con su labor hasta que la puerta de su habitación se abrió dejando entrar a Nancy con el desayuno. Fue una mañana tranquila, aunque el omega castaño no dejaba de tener una sensación extraña en el cuerpo, un especie de vacío.

Pasó casi un mes, la boda de JeonGin se celebró en el palacio, fue algo pequeña la petición del Omega pelinegro ya que era bastante tímido y no tenía hacer algo torpe por sus nervios en el día más importante de su vida. JiSung había asistido, incluso el emperador que dió su bendición directamente.

JiSung no pudo evitar darle miradas discretas al enigma, ese hombre... Era un demonio, sí, tenía que ser. En un momento estuvo haciendo su vida imposible, pero después lo ignoraba como si fuera insignificante, no es que es que tuviera echando de menos que lo acosara, o que se metiera a su cuarto a media noche.

Pero el  se sentía ansioso, ¡Se iba a volver loco! Tanto él como su omega interno, quién estaba triste y le daba una sensación de haber sido rechazado, lo desesperaba. No importa, se decía JiSung, era mejor si el emperador no lo tenía como objetivo.

Sin embargo, era como si algo estuviera a punto de estallar, parecido al vidrio caliente al cual dejan caer una gota de agua fría, miles de pedazos iban a volar a todas partes e JiSung esperaba no salir lastimado con algún trozo.

Lo podía sentir, en el aire, en las personas a su alrededor, todos con una sonrisa pegada en sus rostros, mecánica mientras trataban de prepararse para lo peor, el único que mo se daba cuenta de esa situación era JeonGin, quién estaba bastante metido en su celebración y propia felicidad, JiSung solo pudo tratar de sonreir también, ignorando la atmósfera que les caia encima.

Se creó un ambiente agradable en un jardín para que la ceremonia se realizará en ese lugar sin preocupaciones por el helado invierno, el sitio estaba lleno con una melodía suave, JeonGin estaba, con su ahora, esposo mientras que JiSung estaba sentado cerca de sus padres, llegaron hace unos días atrás y el menor quería que sus aroma pudiera calmarlo un poco más.

—JeonGin eligió a un buen candidato, se ve que Yuta es un buen muchacho. —La omega de cabellos castaños murmuró con orgullo, después de todo ella también lo educó.

—Sí, yo también espero a que mis hijos hagan sus buenas elecciones pronto. —TaeMin casi gruñó en voz baja, JiSung y Bang Chan se encogieron levemente.

—Oh cariño, no presiones, el amor debe seguir su ritmo —SunMi agitó levemente su mano—. Bang Chan busca la manera e JiSung también, ya sabes cómo son los jóvenes de hoy en día.

TaeMin solo gruñó de nuevo por lo bajo, no le gustó mucho que si atención fuera llamada por el emperador al no tener ninguno de sus ya casados, bueno, fue en general cuando llegó la pareja del menor de los Nakamura. Pero aún así, su molestia se debía a que hace un tiempo le ha dicho a su hijo mayor que buscase a una Omega noble y a su hijo menor le dijo aceptase a algún de tantos que habían pedido su mano.

Pero no, ellos querían hacerlo a su modo, y ahora quieran o no tendrían el mismo destino. Aunque, caía más en Bang Chan, ya que JiSung por más que quisiera no puede contraer un matrimonio ahora teniendo un trabajo a tiempo completo.

—Lo siento, padre —JiSung se disculpó en voz baja, no quería que nadie más que él escuchara—. No puedo cumplir mi promesa, los sekkes se casarán y yo no podré estar con ninguno de ellos.

El alfa de cabellos negros no respondió, mantuvo su mirada al frente y no mostró ninguna expresión, pero su aroma que estuvo amargo se suavizó, envolvió a su cachorro con él escuchando como tomaba una bocanada profunda. SunMi, al lado de TaeMin, le miró y sonrió con suavidad tomando una mano de su alfa.

—No son los únicos buenos alfas de este imperio, en serio. —Dijo la castaña sin quitar su sonrisa notando como su esposo sonrió de lado dándole la razón, no hacía faltas más palabras que esas para que JiSung sonriera mientras les seguía el juego.

—Keigo tendrá que enjaularse pronto, —Bang Chan habló por primera vez desde que estaba con ellos—, eso será lo más insólito que veremos pronto.

Él se rió con maldad, puede que la pureza solo sea esencial en una de las partes de la relación alfa-omega, pero la infidelidad era muy mal visto incluso a los alfas nobles, ya que, una vez casados, el alfa marca a su omega y si el alfa le es infiel su lazo le dolerá, llegando a enfermar al omega, matándolo con el tiempo.

Un crimen en toda la palabra, se castigaba con la cárcel, serle infiel a tu pareja marcada es como si le dieras de beber un veneno que sabes muy bien que lo asesinará. La única familia con inmunidad a esa ley eran los enigmas imperiales, ya que podían casarse y no marcar a su pareja para poder tener su harem de concubinas.

Pero muchos de ellos se enamoran y terminan sellando su matrimonio con ese lazo, historia bien conocida a la antigua emperatriz, quién solo tuvo una pareja, y murió de tristeza por ella cuando se la arrebató una enfermedad.

JiSung creía en los cuentos de amor, deseaba tener el suyo y también darle a su familia prestigio, pero era algo difícil mantener esas dos cosas en una sola linea, más cuando una mirada carmín lo mantenía en su rango de visión.

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