🪷 | 𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 1
──𝐓𝐄𝐌𝐏𝐎𝐑𝐀𝐃𝐀 1: 𝐒𝐇𝐈𝐍 𝐒𝐄𝐈𝐊𝐀𝐓𝐒𝐔──
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𝓛𝓪 𝓒𝓸𝓷𝓬𝓾𝓫𝓲𝓷𝓪 𝓕𝓪𝓿𝓸𝓻𝓲𝓽𝓪
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"Arrebatada de mi tierra"
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En los últimos siglos, el imperio japonés había crecido y expandido más de lo que era en el pasado. Los ancestros, pilares del crecimiento, se habían encargado de poner la base para que sus descendientes siguieran el linaje. Eventos como la guerra y logros políticos tuvueron, teniendo un gran ejército, fuertes murallas y una extensa población en crecimiento donde lo importante era desde un principio trabajar duro para ganarse la vida. Estaba dividido en diferentes ciudades, pueblos y aldeas en todo el país.
En el Período Kamakura se estableció firmemente la base del feudalismo, las clases sociales estaban divididas. Un período en donde el arte, cultura y poesía estaba en un punto alto. Principalmente en la capital imperial, Kyoto.
En uno de las muchas aldeas podemos encontrar Miyajima. Una aldea antigua y muy pintoresca ubicada en una isla de Japón. Las hermosas playas, la bella vista del mar y lo rústico de las viviendas de los aldeanos la hace una aldea realmente bella. El hogar de cierta chica de ojos (c/o).
(T/n) Kondo apenas había cumplido sus dieciséis al principio del año. Es una chica de una pequeña familia sencilla, sin lujos, pero con la suficiente comodidad para que nada les haga falta. Gracias a la herencia familiar, un pequeño puesto de venta de artesanías.
Tal día como este día, que despertó temprano para ir con su madre al mercado en el pueblo. Un lugar un poco grande de todo tipo de comida, herramientas de trabajo, etc para que sus habitantes compren. El mercado normalmente está abarrotado de personas por el movimiento, razón por la que no era la primera vez que la curiosa chica se perdía.
-Bien, tenemos que comprar algunos víveres. Ya casi no tenemos comida en la casa, tú y tu padre comen como si duraran un mes sin comer... (T/n)... (T/n)...? -su madre volteó la cabeza en diferentes direcciones buscando con la mirada a su hija que desapareció en un segundo.
La pobre señora se estaba empezando a alterar cuando la vio mirando fijamente una tienda de kimonos. Suspiró aliviada y caminó hacia ella.
-(T/n), no vuelvas a hacerme algo así. Por Amaterasu, casi me das un infarto. -le regañó mirándola con los brazos cruzados.
La chica escucho claramente a su madre, pero no respondió, en cambio siguió mirando con adoración unos kimonos. Adornados con diferentes dibujos de flores, de tela fina y elegante. Tales kimonos de tela fina tienen un precio bastante alto, sólo mujeres nobles o con un puesto en el imperio pueden presumir tales telas en sus figuras. Se imaginaba usando uno de esos como las hijas de nobles de la capital, es su sueño.
-Mira, mamá... Esos kimonos sólo lo usaría una noble. Me vería bella en uno de ellos? -preguntó está vez mirando a su madre con una expresión afligida.
Su madre suspiró y abrazó por los hombros a su hija.
-Te verías igual que una princesa. Sabes que esos kimonos son muy caros, no tenemos dinero para comprartelo... Pero tu padre y yo haremos un esfuerzo económico para regalarte uno cuando cumplas dieciocho. -al escuchar eso los ojos de la chica brillaron como estrellas.
-¡¿De verdad?! -esbozó una linda sonrisa que su madre le regresó.
-Claro, lo juro. Después de todo eres nuestra linda princesita! -revolvió sus cabellos a lo que la chica rió divertida.
-Ya vamos, tenemos muchas cosas que comprar todavía y está empezando a llegar más gente ¡Se nos hace tarde!
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Luego de comprar los suministros con su madre, como acostumbra siempre acompañarla al mercado, regresó a su casa. Una linda casita tradicional japonesa con un cultivo de arroz cerca.
Ayudó a su madre a cargar con las bolsas. Era hija única, por lo que le tocaba cumplir con muchos deberes de la casa, pero no le molestaba en lo absoluto. Amaba ayudar a su madre. Su padre a esa hora temprana se encontraba en su puesto del local con las artesanías. Artesanías que él mismo creaba gracias a que lo aprendió de su padre, abuelo, y sucesivamente.
Al frente de la casa, hay una fuente de agua con un pequeño estanque, en el que viven varios peces Koi. (T/n) le puso nombre a cada uno como si fuesen gatos, los reconoce porque cada uno tiene manchas de colores distintas en sus escamas.
-Veamos... Están... Shu, Koki, Kosuke, Shigeo, Haruki, Kozo... -decía mientras pasaba lista como de costumbre. -¿Y Asuka? ¡Asukaaa! -palmeó el agua suavemente haciendo leves ondas hasta que visualizó el último pez. -Oh, qué susto.
Tomó una pequeña bolsita de semillas y les dio de comer lanzándole una cantidad racional.
Luego volvió a dejar la bolsa en su lugar y se arrodilló en la fuente poniendo ambos brazos cruzados ahí. Entreteniéndose viendo a los peces nadar como si fuese una terapia de relajación. La brisa fresca se sentía como una caricia y el canto de los pájaros se escuchaba melodiosa.
Un par de minutos después, vio en el reflejo del agua a alguien asomándose detrás de ella. Su mejor amigo sin duda.
-¡Tanjiro!
(T/n) se lanzó a sus brazos envolviéndolo, lo apretó fuerte, haciendo que el chico se quejara entre risas.
-Oyee, yo también te quiero mucho, (T/n), pero... Me aprietas-
-Oh... ¡Lo siento! -rápidamente lo soltó dejándolo respirar. -Es que te extrañé mucho!
-Pero si mi familia vive al lado de la tuya y yo no he ido a ninguna parte. -alzó una ceja divertido y rió suavemente.
-Aún así, siempre me haces falta jeje... -contestó sonrojada.
Tanjiro Kamado, un chico pelirrojo con su misma edad, había sido su amigo desde la niñez. Compartiendo eventos y aventuras graciosas juntos. Su familia también tiene un negocio en el pueblo, se dedican a vender pan, y es a quien su madre siempre les compra. Tienen fama de ser los mejores panaderos.
-¿Otra vez mirando a los peces Koi?
-Sí, pensé que Asuka se había muerto, pero por suerte están todos sanitos y coleando. -hizo un pequeño puchero.
-Siempre olvido sus nombres. -soltó una suave carcajada. -En fin, vine a entregarte tu haori que se había dañado. Nezuko te lo arregló. -le entregó un haori blanco con flores amarillas que había dado casi por dañado.
-Muchas gracias! ¡Dile a Nezuko de mi parte que la amo! -exclamó mirando emocionada su haori arreglado como nuevo. -No se hubiera molestado.
-Para nada, sabes que Nezuko ama coser. -sonrió dulce.
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Desde su niñez Tanjiro y (T/n) amaban ir a la costa y sentarse juntos en un viejo muelle. Como Miyajima es una isla, viven muy cerca de la costa, prácticamente al lado. Así que por la tarde decidieron ir a su lugar favorito un rato.
Ellos comparten su amor y admiración por el mar. La vista era demasiado hermosa y relajante. El horizonte del mar se les hace asombroso y misterioso. Pueden pasar horas en el muelle donde la tranquilidad y el sonido de las olas y gaviotas reinan.
-Aunque hoy el día esté nublado, sigue viéndose hermoso... ¿No crees? -rompió el silencio el pelirrojo sin dejar de ver al horizonte.
-Opino lo mismo. -contestó la chica sin mirarlo.
(T/n) tiene sentimientos por su amigo desde hace muchos años. No pudo evitar caer enamorada por el pelirrojo. Es literalmente la persona más amable y bondadosa que ha conocido. Un sol andante. Siempre se preocupa por las demás personas, es trabajador, gracioso, tiene un temperamento pacífico y es inteligente, como si hubiese sido creado a la perfección. Una de las cosas que más ama es el color rubí que torna sus ojos cuando les da la luz del sol, o mejor dicho, ama todo de él, por eso no cabría en una lista.
Pero nunca se ha atrevido a confesar sus sentimientos, por el miedo de ser rechazada y que su amistad de años se desmorone. No quiere eso. Y está segura que Tanjiro no siente lo mismo, prefiere evitar cualquier problema y guardar su amor secreto por él. Aunque en el fondo le duele, le conforma ser su mejor amiga y pasar momentos felices, tristes, difíciles y divertido a su lado.
Pasar la tarde en su lugar preferido conversando de cualquier tontería definitivamente era la actividad favorita de ambos. Estar juntos.
-Lo hubieras visto, el señor Matsuda casi pega el grito al cielo cuando vio que sus pollos escaparon. -contaba Tanjiro entre risas, pero luego calló su risa de golpe. -Lo peor es que una vecina secuestro uno e hizo caldo con él... Pobre...
-Aaahg, de lo que me perdí! Pobre gallinita... -la chica hizo un puchero y rió a la vez.
-Fue realmente épico. Aunque me dió lástima. -Tanjiro calmó su risa pero siguió sonriendo.
A pesar de que el día estaba nublado, unos pequeños rayos de luz iluminaron un poco el rostro de la (c/c). Haciéndola más bonita ante los ojos del pelirrojo. Ella no lo notó porque él quitó la mirada, pero se había sonrojado.
Suspiró y sonrió con dulzura.
-Prometo siempre estar contigo. -esas simples palabras tocaron el corazón de la chica, causando que su cara se volviera rojo carmín.
-Yo también lo prometo, Tanjiro. -dijo feliz, a lo que el chico sonrió genuino y la abrazó por los hombros atrayendo su cuerpo hacia el suyo.
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El padre de (T/n) abría su tienda de mañana a noche. Pero no cerraba muy tarde para llegar temprano a la cena familiar que siempre prepara su esposa con amor.
-¡Es hermoso! Me lo llevo, ¿cuánto vale? -una señora había entrado a su tienda y quedó enamorada de un jarrón de flores.
-Sólo veinte yenes. -le mostró el jarrón y luego se lo entregó.
La señora asintió y sacó el dinero para entregárselo. El señor le agradeció, se alegraba hacer otra venta y le dió la mano. La señora salió de la tienda muy feliz y satisfecha por su compra. En ese momento se escuchó la pequeña campanilla que suena cuando alguien nuevo entra a la tienda. El señor abrió los ojos sorprendido al ver quién era.
-Hola, Takahiro. ¿Ya tienes mi dinero?
Se trataba de un mercader al que le había pedido dinero prestado para pagar unas deudas. Sin embargo, no había podido completar el monto y sólo ha pagado la mitad, cosa que su esposa no sabe.
-No... Aún no lo tengo. Pero ten por seguro que te lo pagaré antes que llegue la siguiente estación. -contestó firme tratando de que su voz sonara convencida.
El hombre guardó unos segundos en silencio mirándolo fríamente.
-¿Antes de la siguiente estación? Por favor, Takahiro, has demorado demasiado para pagarme ese dinero. Ni tú mismo te crees eso. -entrecerró sus ojos mirándolo despectivo.
-Hablo en serio, amigo. Te pagaré hasta el último centavo, sólo dame un tiempo más.
-No te daré ni siquiera un día más, estoy harto de esperar, ¡Págame ahora! -gritó furioso.
El pobre hombre bajó la mirada y apretó la mandíbula. Se arrepentía de haber pedido ese préstamo, sabía de lo que son capaces esos hombres.
-Si quieres puedo abonar y te pago con todo el dinero que gané hoy... -abrió una pequeña caja con su dinero guardado.
-Te dije que quiero el dinero completo, maldita sea! No lo entiendes? -el contrario se limitó a bajar la cabeza.
El mercader apretó sus dientes con rabia. Quería romper la cara del hombre. Tal como dijo, no estaba dispuesto a esperar más tiempo por parte de él. Suficiente le había dado. Un mercader cómo él le da un tiempo a cada persona que le llega a dar préstamos, esta vez le dio tiempo de más a Takahiro, fue muy generoso.
-Ya verás, de una o cualquier forma me terminarás pagando el préstamo. -dejó su última palabra antes de salir de la tienda, dejando a un señor muy preocupado.
Salió y comenzó a caminar por las calles. Habían algunas personas trabajando o comprando cosas. Su mente comenzó a pensar en qué manera arruinarlo. Quitarle la tiendita de artesanías sería una excelente idea, sabía que era herencia familiar del hombre. Eso sin duda sería un golpe bajo... Pero siente que no es lo que busca. Quiere dejarle en claro que con él nadie juega.
De reojo vio algo que le llamó la atención. Vio unos caballos con sus jinetes. Enseguida supo de quiénes se trataba. Soldados del palacio. Normalmente los soldados eran enviados a distintos pueblos por misiones o en busca de nuevos esclavos. El foco se le prendió, vio la idea perfecta y sonrió maliciosamente.
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El sol se escondió y la bella luna se hizo presente iluminando el cielo como una pequeña lámpara de noche. En la casa de los Kondo ya estaba la familia reunida cenando tranquilamente.
Aunque había un silencio incómodo. El padre de la familia, Takahiro Kondo estaba más callado de lo usual. Él normalmente siempre les contaba de su día a su esposa e hija, pero esta vez estaba callado, como si algo le preocupara. La señora Kondo lo notó al instante.
-¿Pasa algo, cariño? -rompió el silencio frunciendo el ceño.
-Sí, papá. Te noto preocupado... -(T/n) también tenía buen ojo para conocer a sus padres.
-No... Estoy bien, no se preocupen. -sonrió forzadamente.
-Jum, bien, eso espero... (T/n), dónde estuviste en la tarde? ¿Con Tanjiro otra vez?
-¡Sí! Fuimos al muelle otra vez, pasamos un lindo momento. Y sabes? Nezuko arregló mi kimono, quedó como nuevo! -dijo la chica con una gran sonrisa.
-Qué bueno, los Kamado siempre han sido muy amables. Los panes que le compré a Kie ayer salieron mucho más ricos. Nunca decepcionan. -añadió la señora Kumiko.
Inesperadamente escucharon ruidos fuera de su casa, junto a varias voces. La familia se asustó. El padre se levantó rápidamente de la mesa y corrió para asomarse a la ventana. Visualizó a soldados que se aproximaban a su casa.
Sintió el terror recorren sus venas. Rápidamente volvió con las dos mujeres que lo miraron extrañadas esperando que él hablara.
-Soldados...
Fue la única palabra que salió de su boca. La mujer mayor se contagió por el terror que sentía su esposo.
-¿Qué? ¿Soldados? ¡¿Qué quieren ellos de nosotros?! ¡¿Qué hiciste, Takahiro?! -gritó la mujer histérica.
-Papá... ¿Qué pasa? ¿Por qué esos hombres están aquí? -la voz de (T/n) salió temblorosa.
El hombre no supo qué responder. Prácticamente las palabras se atoraron en su garganta. Miró a su hija que había empezado a sudar frío del miedo también. Pensó lo peor y esperaba que no fuera así, el miedo de perder a su única hija lo invadió.
-Kumiko, esconde a (T/n) en el sótano. ¡Rápido!
La mujer no reprochó nada, agarró del brazo a (T/n) sin lastimarla y corrió a una habitación vacía. Como si supiera lo que sucedería sabía que debía esconder a su hija por precaución. Hizo a un lado una alfombra dejando ver una puertecilla en el piso. Rápidamente la abrió.
-Mamá...
-Baja por ahí con sumo cuidado. Cuando estés en el sótano no hagas ningún ruido. -le ordenó su madre a lo que (T/n) asintió.
La chica se metió ahí y comenzó a bajar las escaleras. Inmediatamente su madre cerró la puerta y volvió a taparla con la alfombra.
Volvió prácticamente corriendo donde estaba su marido. Éste no tuvo de otra que abrirles la puerta a los soldados que entraron a su casa sin siquiera pedir permiso.
-Buenas noches, señores, se les ofrece algo? -preguntó cordialmente el señor con tranquilidad.
-Tenemos entendido que tienen una hija adolescente, o nos equivocamos? -habló uno de ellos. Era un chico joven oji-azul, alto de cabello negro y largo amarrado. Por su armadura se dieron cuenta que es el líder.
-Con todo respeto, se equivocan. -respondió rápidamente la señora Kumiko tratando de calmar sus nervios. -Mi esposo y yo no tenemos hijos, sólo vivimos nosotros dos en esta casa como pueden ver.
-¡Mienten! -esa voz hizo temblar de asombro y rabia al señor.
Era el mercader, se abrió paso entre los soldados. Mirando burlonamente a ambos señores.
-¿Tú qué estás haciendo aquí? -le interrogó el señor apretando los puños.
-¿Creíste que esperaría una eternidad para que pagarás mi deuda?
-¿Deuda? Takahiro, me dijiste que ya habías pagado todo a este hombre, qué está diciendo?! -la mujer estaba más asustada. El señor ignoró el comentario de su esposa y miró con odio al hombre frente a él.
-Te dije que te pagaré todo, qué es lo que quieres en mi casa?!
-¿Entonces nadie más vive aquí? -volvió a preguntar el soldado líder seriamente.
-Mienten, comandante, ellos tienen una hija de dieciséis años. A cualquier habitante de aquí le puede preguntar. ¡Todos en este maldito pueblo se conocen!
El soldado entrecerró sus ojos. Si bien estaba incrédulo y le parecía falsa la respuesta de ambos señores, no le parecería nada gracioso que le hayan hecho perder tiempo valioso y peor aún dinero, mataría a ese hombre si le había mentido. Ya que, lo que hizo el mercader, fue venderle a la hija de su deudor a los soldados para que se la lleven de esclava, a cambio de una bolsa llena de yenes que sobrepasaba el monto de la deuda. Felizmente aceptó ese trato sin importarle nada.
-Revisen toda la casa. No dejen ni un pequeño rincón en revisar. -ordenó a lo que sus soldados asintieron a la vez y atacaron la orden de su comandante.
Los soldados se dispersaron por toda la casa inspeccionando con cuidado. Los señores se quedaron en su lugar preocupados pero les tranquilizaba saber que el sótano era un buen escondite, no sería fácil encontrarlo, además que era de noche y esa habitación era muy oscura, sólo las velas iluminarían. El comandante se quedó cerca parado al lado de los señores, al igual que el mercader.
Después de unos minutos los soldados se reunieron nuevamente con su comandante al no encontrar nada, ni siquiera en el patio.
-El área está despejada, señor, registramos toda la casa y no encontramos a nadie. -informó uno de ellos.
El comandante estuvo en silencio unos segundos. Miró frunciendo el ceño al mercader que estaba claramente sorprendido.
-Si esto resulta ser falso, yo mismo te mataré por jugar con el tiempo y dinero de soldados reales. -habló con tono gélido. El mercader tragó grueso e iba a responder pero el soldado alzó la mano en señal de que se callara.
-Yo mismo tendré que hacer el trabajo...
El comandante caminó hacia delante y los soldados le abrieron paso inmediatamente.
Él comenzó a revisar los mismos lugares en el que buscaron sus soldados, pero con más cautela. Miró minuciosamente cada lugar, por más mínimo que fuera. Los señores de lejos lo siguieron rogando mentalmente que no descubriera el escondite.
Había revisado la mayoría de los lugares, después de todo era una casa pequeña. Pero le llamó la atención una habitación que quedaba al fondo de la casa.
Abrió el shōji y entró a la habitación. Se detuvo un momento para mirar por encima el lugar, luego revisó cada rincón y no encontró nada fuera de lo normal. No fue hasta que una alfombra mal puesta le llamó la atención.
Se agachó para mirar mejor. Quitó la alfombra dejando a la vista la pequeña puerta.
-¡Señor, espere, por favor! -gritó la señora sollozando.
Al abrir la puerta tomó una vela y vio a la chica. (T/n) estaba hecha una bolita al lado de las escaleras tapando su boca para no hacer ruido, mientras varias lágrimas salían de sus ojos.
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-¡Mamá! ¡Papá! No dejen que me lleven, no me abandonen! -gritó (T/n) llorando fuerte. -Por favor, no me dejen!
Luego que el comandante la encontró la agarró a la fuerza y la arrastró hacia fuera de la casa. Luego se la dio a otro soldado para que la tomara.
-(T/n), no te abandonaremos! Lo juro! -sus padres corrieron tras ella totalmente desesperados.
El comandante miró la escena sin importarle mucho. El mercader tenía una sonrisa satisfecha en su rostro.
-Ya no tienes que preocuparte, Takahiro. Haz pagado la deuda. -rió cínicamente causando que el señor quisiera matarlo a golpes.
-Eres un maldito! Ojalá los dioses te castiguen! -gritó la madre, luego se dirigió al comandante. -Se lo suplico, no nos arrebate a nuestra hija. Es la única que tenemos! -suplicó con llanto, recibiendo una mirada fría de parte del chico quién la ignoró.
-¡Kanroji!
El comandante alzó la voz sonando imponente llamando a alguien. De entre los soldados salió una chica, con un cabello de color bastante raro: Rosado con puntas verdes. La chica tenía una armadura igual a los otros soldados. Ella no miró a (T/n) a los ojos, su mirada era neutra y sin vida, reflejando que se sentía mal de hacer esto pero no tenía de otra más que seguir órdenes del comandante.
-Te la encargo. -le entregó a (T/n) que pataleaba tratando de liberarse.
-Entendido, Tomioka-san. -asintió y tomó a la chica cargándola sobre su hombro de manera muy fácil, como si tuviese la fuerza de un hombre.
-¡No! ¡No! ¡Suéltenme, no quiero ir! -(T/n) pataleó y se movió con brusquedad, sin lograr nada.
Sus padres trataron desesperadamente de que no se llevarán a su hija, pero fueron empujados por los soldados que le advirtieron quedarse quietos.
El terror en los ojos de (T/n) se notaba, y más las muchas lágrimas que le salían. No quería irse, no quería abandonar su familia y tierra sólo para que la lleven de esclava al palacio. Estaba muy asustada gritando a sus padres.
Todo ese escándalo hizo que algunas personas salieran de sus casas, se asomaran en sus ventanas o simplemente vieran la escena en la calle. Pero obviamente nadie se metió. No iban a meterse en problemas. Sólo miraron con lástima.
Una de las familias que se enteraron de eso fue la familia Kamado. Todos salieron y quedaron horrorizados por lo que veían. Tanjiro sintió una punzada dolorosa que se clavaba en su pecho al ver que se llevaban a su (T/n)...
-¡(T/n)! -gritó y corrió hacia su dirección.
-¡Tanjiro, espera! -su madre quizo detenerlo por preocupación pero Tanjuro puso una mano en su hombro para que lo dejara.
Tanjiro corrió lo más rápido que sus pies le permitieron. Alcanzando a los soldados.
-(T/n), no te dejaré! ¡Esto no es un adiós lo prometo! ¡Te buscaré hasta la capital! ¡Así tenga que viajar kilómetros lo haré y te traeré de regreso! ¡No te preocupes! ¡No permitiré que te dejen allá! -gritó Tanjiro. Para este punto él había comenzado a llorar también.
Esas palabras sólo le afectaron más a (T/n), pero su corazón se alegró por lo que escuchó. No iba a perder la fe. Conocía perfectamente a su amigo, cuando se proponía algo lo cumplía sin importar qué. Sintió que más lágrimas calientes bajaban por sus mejillas.
-Tanjiro... Sé que lo harás... -susurró en un tono casi inaudible.
La chica peli-rosa escuchó todo muy bien. Se sintió realmente culpable, no quería hacer eso, sólo seguía órdenes. Había sido entrenada para ser de un carácter neutral desde niña. Pero a pesar de que es muy disciplinada en su trabajo, de naturaleza es de personalidad sentimental.
Apretó sus labios al empatizar con esos chicos jóvenes.
-Sólo es una nena...
¡Hola! Espero que estén bien 💓
UNA ACLARACIÓN.
"O-Oku" era llamado el harén en el antiguo Japón.
Puede que me equivoque con cosas que no eran así en la vida real en esos tiempos. Por ejemplo, tengo entendido que emperadores y sultanes no compartían ninguna mujer del harén, ni siquiera con sus hijos aunque no les interesara. Era una regla. Pero aquí lo cambié porque sino, no hay trama. Y otras cosas que puedo cambiar.
Por cierto, en la portada de la historia y en el separador no aparece Zohakuten, pero él también está dentro de la historia con rayita. No sé preocupen, es que no encontré otra imagen que me gustará tanto y que apareciera él.
Otra cosa es que los clones tendrán una actitud un poco Yandere. (Pero no lo son... Creo)
Quiero hacer otra pregunta, por favor, respondan.
Ya que todos son príncipes. Los cuatro mayores los quieren cuatrillizos o de diferentes edades? Porque me sería más fácil la segunda ya que se pelearían a muerte el trono xd Pero me gusta mucho más la primera opción... ¿Ustedes qué prefieren?
Voy a tener que investigar sobre la cultura japonesa, en especial la antigua para escribir mejor.
En fin, espero que disfruten la historia. Si tienen ideas para mis dos historias me dicen con confianza. ¡Acepto todo tipo de ideas! 💡
Sin más, me despido.
Bye.
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