012
Jennie solía pasar su día sola mayormente, era raro ver a su madre en casa y si ella estaba ahí solía dormir hasta que su siguiente turno en el hospital llegase, su padre se había ido hace tiempo y bueno, era hija única.
Ella estaba sola.
Kuma era una gran compañía cuando la agonizante soledad empezaba a doler pero necesitaba más, ella lo sabía.
Aunque con el paso del tiempo esa grieta en su corazón no se hizo más grande, ya no podía crecer más ese dolor hueco.
Su día terminó antes de lo planeado, su práctica de porrismo se canceló, la salida junto a las chicas también por la detención de Rosé y Jisoo, ese tonto par creyó que era buena idea forzar la puerta de la sala de maestros por golosinas gratis y Lisa tenía practica de basquetbol junto a Mina y Nayeon, o no, no es que Nayeon jugase en el equipo le encantaba ver a la nipona sudar en ese traje deportivo desde las gradas, y bueno, soportar a una Nayeon hormonalmente inestable no era lo que quería si era honesta.
Abrió la puerta de su hogar con pereza y una sutil sonrisa surcó sus labios cuando vio a su adorable mancha de café esperar impaciente detrás de la puerta.
—Kuma… ¿Mamá salió ya?
Preguntó más para ella que para el cachorro. Caminó hasta la cocina y vio el plato de comida en vuelto en plástico y la pequeña nota.
“Volveré mañana por la noche, se buena y come vegetales, te amo.— Mamá”
—Eso responde todo… Creí que al menos la alcanzaría a ver.— soltó un suspiro desalentador.
Comió, se duchó e intento hacer su tarea pero era tan complicada que mejor esperaría a Jisoo para que le mandase la copia.
Intentó dormir pero se sentía muy ansiosa de hacer algo, giró sobre su cama durante un rato hasta que su celular vibró.
La pantalla se iluminó con una notificación.
Era Lisa.
—“¿Estás en casa?”— leyó en voz alta.— Por supuesto que estoy, no tengo donde ir.
Escribió rápidamente una respuesta y colocó el aparato nuevamente en la mesa de noche.
La respuesta no tardó en llegar pero su mente estaba tan nublada para hablar que solo leyó la respuesta.
—“Zapatos cómodos, botella de agua y a Kuma en dos minutos” ¿Qué carajo significa eso?
Buscó a Kuma con la mirada y el cachorro de forma inconsciente giró su cabeza con confusión.
Jennie creyó que era algo extraño y sin importancia por lo que volvió a recostarse.
Las uñas de Kuma se escucharon sobre la madera del piso, sus patitas resonaron hasta la puerta principal donde segundos después comenzó a ladrar.
El sonido del timbre y unos suaves golpes. La mente de Jennie viajó hasta esos bonitos ojos color y esa sonrisa preciosa, pero, ¿Siquiera era Lisa?
—No es posible.— dijo desanimada levantándose para recibir algún pedido que hizo hace mucho tiempo y olvidó en algun momento.
Incluso ya se veía contestando de manera aburrida algún recado que su madre hizo.
Pero no.
Al abrir la puerta se encontró con la alta figura de Lisa, envuelta en un gran abrigo y con una botella de agua en la mano.
—Hey…
—Hey…— contestó Jennie sin pestañear.
Su mente se convirtió en un caos, Lisa estaba afuera de su apartamento, no tenía idea por qué, debido a qué o por quién.
Simplemente no pudo apartar la vista de la sonrisa confusa que esos labios carnosos tenían, sus ojos juguetones que mostraban burla hacía su torpe manera de actuar, y por supuesto, en lo impresionante que se veía sin su usual vestimenta escolar.
Lisa era impresionante viese quien lo viese.
—Hey…— volvió a soltar Jennie haciendo reír a Lisa.
El rubor se apoderó del rostro de la más baja y atrajo a Lisa dentro de su apartamento.
—¿Dos minutos fue muy poco?— preguntó Lisa sonriente.
—¡Dos minutos no son nada! ¡Espera aquí!— Jennie apresurada dejó a Lisa en la puerta y siguió hasta su habitación.— ¿Sabes quién soy no? ¡Cómo puedes creer que en dos minutos podré estar lista!
—Ya eres bonita, no tienes mucho que hacer si somos honestas.
—Una cosa Manoban.— dijo Jennie asomándose en la puerta.— Me arreglo para mí, no para los demás. Si me tardó dos minutos o tres horas, siempre será para gustarme.
—Está bien. No quería ofender a tu autoestima extremadamente fuerte .— dijo Lisa.
—O créeme, no haz oído a Nayeon.
Después de unos largos quince minutos, Jennie, Lisa y Kuma se encontraban dando un paseo por el parque, el mismo en donde la señora casi demanda a Jennie y donde ella y Lisa chocaron.
—No quisiera quebrar el momento de total calma y armonía pero, ¿No tenías práctica de basquetbol?
—Decidí faltar por esta tarde.
—Sonaré como el entrenador Kim, pero, el campeonato será en dos semanas, faltar no suena a una gran idea.
—Lo sé, pero… Escucha, le pregunté a Jisoo a dónde iríamos pero dijo que estaba en detención, luego supe que tú práctica se canceló y sé que te quedas sola por las tardes. Y por mucho que odie asumir cosas, no te gusta estar sola.
Entonces quise venir a dar un paseo porque eres alguien genial y bonita y creo que merezco darme este lujo de pasar tiempo contigo y… yo- creo que estoy nerviosa y estoy divagando ¿Quieres helado? Compraré dos conos.— Lisa se alejó rápidamente al pequeño puesto dejando a Jennie boquiabierta en su lugar.
Era el gesto más tierno y estúpidamente irresponsable que alguien ha hecho por ella, simplemente porque no le gusta estar sola.
Lisa era su amiga, a la que le rompió el corazón y bueno, trata de enmendar. En una situación normal seguro que ella ni la mirada le daba pero ahora.
Esa dulce cabeza de coco pelinegra está comprando un par de helados, mientras el caluroso sol desaparece en el horizonte.
Su corazón se siente como un taladro dentro de su tórax, su estómago revolotea por todas partes y sus piernas se sienten débiles de repente.
Las palabras de Jisoo sonaron en su mente.
“Ella está haciendo todo lo que ellos tuvieron miedo de hacer”
Una sonrisa surcó por sus labios. Y la vaga idea de cual era el motivo, del efecto que Lisa tenía en ella la hizo ruborizarse de más para sacudir su cabeza y mantenerse en calma dentro de lo posible.
—Uh… Olvidé preguntar que sabor querías así que te traje vainilla, porque no a todos les gusta el chocolate y tampoco a muchos la fresa, pero jamás he conocido a alguien que no coma uno de vainilla.
—Gracias, Lisa. Eres muy dulce.— dijo probando una cucharada del manjar helado.— Oh Dios, pero no tanto como esté bebé.
—Le compré a Kuma un helado apto mascotas pero quisiera tu autorización para dárselo.
—¿Sin gluten? ¿Sin lactosa?
—Sí, solo yogurt natural sin edulcorantes y mantequilla de maní con moras.
—Puede tenerlo.— el cachorro agitó su cola a los lados y saltó precipitando las acciones de Lisa para lamer el pequeño vaso acompañando a las dos mujeres en su caminata.
Ambas se regocijaban con la compañía de la otra, el dulce olor a pasto recién cortado, el sonido de las pequeñas campanas del heladero, los niños riendo en las fuentes de agua, la hora dorada bañó todo el lugar con un suave tostado.
Todo era como tenía que ser, un cielo naranja con remolinos rosas y morados.
Jennie miró al suelo, sus pequeños pasos era seguidos y firmemente calculados por Lisa para no dejar atrás a la pequeña, sus manos torpemente rebotaban entre ellas entre la duda de tomarse o no, miradas sutiles con muchas inseguridades de por medio.
—¡Hey!— dijo riendo Lisa deteniéndose cuando el pie de Jennie aplastó su calzado.
—¡Lo siento!— dijo Jennie rápidamente levantando su pie y riendo al instante por la gran mancha en los ya no tan pulcros zapatos de Lisa.
Lisa comenzó a reír también y devolvió el pisotón con menos fuerza, simplemente un movimiento inocente y juguetón.
—Marcaste tu final, tonta.— amenazó Jennie con una sonrisa tan brillante como los sutiles reflejos en sus ojos.
Ambas entre tropezones y empujones sutiles caminaron junto a Kuma.
Sus manos se enlazaban para no perder el equilibrio pero con el tiempo dejaron de jugar y las manos seguían unidas.
Los pies de Lisa iban al paso de Jennie y entre anécdotas viejas sobre sus amigas y familia recorrieron el parque alrededor de 20 veces, hasta que la luna estuvo sobre ellas y recordaron que mañana tenían escuela muy a su pesar.
Jennie llegó a casa, sintiéndose llena por todos los bocadillos que consumió en su caminata, sus mejillas estaban tibias y si miraba bien las manchas rojas de rubor crecían poco a poco si pensaba que tuvo un “cita” con Lisa.
Aunque bueno, cita o no, Lisa fue de gran ayuda, la hizo sentir no tan sola.
Le dio una buena tarde, una que recordaría durante mucho, mucho tiempo.
—Quisiera no haberte roto el corazón, Lisa. Quisiera haberme enamorado tanto de ti como tú de mí.— dijo en un suave murmullo.
q ya salga Nolo
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