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❀ 𝟶𝟸: 𝙰𝚙𝚛𝚎𝚗𝚜𝚒ó𝚗.

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Ojo, no busco normalizar ni romantizar temas delicados tratados en este espacio.

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⚠ Tw: tca ⚠

El pequeño alfa se lanzó en una carrera desenfrenada, sus piernas moviéndose con una velocidad vertiginosa que demostraba superar los límites de su edad.

—¡So-hee!  —se encontraba en apuros y, a pesar de sentir que el aire se le escapaba de los pulmones, no se dio por vencido y continuó gritando un nombre que le era familiar,— ¡¿Dónde te has metido, So-hee?!

Sin que el pequeño alfa lo supiera, en realidad, su progreso no era más que una ilusión; simplemente había estado atravesando sin cesar por el mismo lugar desolado. De la nada, un hueco se materializó debajo de él, tragándose por completo su cuerpo y enviándolo al vacío.

Sobresaltado por su caída, el niño despertó en medio de la oscuridad, únicamente para ser recibido por un inesperado y enigmático rayo de luz que deslumbró su visión. Revelándose de inmediato que se encontraba dentro de un círculo peculiar, rodeado de figuras sombrías que le daban la espalda, sin decir una palabra.

—Fue tu culpa  —sin siquiera molestarse en mirar en su dirección, uno de ellos lo culpó deliberadamente por la situación.

Ante esas palabras, el alfa encogió su cuerpo. Sintiendo, en ese momento, cómo las lágrimas comenzaban a caer de sus ojos.

En las proximidades, un destello de luz iluminó el cuerpo de una niña en el suelo, dando testimonio de su existencia sin vida.

—Observa las consecuencias de tus acciones  —exclamó esta vez una mujer, apuntando hacia la niña.— Ojalá hubieras sido tú quien estuviera ahí.

El infante tapó sus oídos, queriendo escapar de la carga de esas crueles y repugnantes acusaciones. Sin embargo, al posar su vista sobre la niña, su corazón se estremeció con intensa violencia, obligándolo a aceptar la culpa como propia.

—Hey, despierta...

—Juro que no fue mi intención  —su sollozo se hizo más desesperante, provocando que se le formara un hostigaste nudo en la garganta.

—Fallaste en tu papel de alfa y no pudiste protegerla  —amonestó duramente otro individuo.

—Amigo, escucha mi voz.

—¡Ya basta!

—¡Jungkook!

En un breve momento de lucidez. El alfa recientemente llamado por Hoseok, desplazó su mano derecha hacia la zona de su pecho; experimentando un arduo salto y descendimiento de su respiración. La gratitud llenó su corazón mientras la claridad mental se restablecía, permitiéndole identificar su entorno: la familiaridad de su habitación, su cama y la presencia de su amigo, cuya mirada mostraba un rastro de inquietud.

—¿Nuevamente esas pesadillas?  —preguntó Hoseok a cual Jeon asintió en respuesta.— Escucha, eres consciente de que no fue tu culpa, ¿verdad?

—Yo... ya no estoy seguro  —la duda ahora atormentaba su mente, sembrando inseguridad y confusión. Con un gesto de exasperación, se frotó la cara y luego el cuero cabelludo, como si intentara borrar la sensación de incertidumbre que lo atormentaba.— Ha pasado tanto tiempo desde que esas pesadillas me persiguieron, entonces, ¿por qué han resurgido?  —se cuestionó, tratando de desentrañar el significado detrás de su mezcla desconcertante de miedo y confusión.

—¿Quizás sientes nervios por regresar a la universidad?  —sugirió el alfa, con el objetivo de persuadir a su amigo.

Sin pronunciar una palabra, Jungkook dejó que su cabeza cayera nuevamente sobre la almohada. La causa de su inquietud no parecía estar relacionada con las palabras de Hoseok. Después de todo, ha sido profesor durante años, así que, ¿por qué ahora acontecía de ser distinto?

—Quiero creer que es eso. Ya estoy viejo  —dijo Jeon, intentando reír, pero su risa sonó forzada. En realidad, estaba nervioso, tanto que sentía que le temblaban los hombros y se le helaba la sangre en las venas. La ansiedad se reflejaba en su voz, delatando que sus palabras eran más una expresión de inquietud que de humor.

Jung le ofreció un gesto reconfortante al alfa de cabello oscuro, dándole una suave palmadita en el hombro para asegurarle su apoyo y compromiso inquebrantable.

—Anímate, Jungkook. Aquí, tu servidor te preparará de comer, y será mejor que alistes tus papilas gustativas que están a punto de embarcarse en una experiencia de desayuno como ninguna otra  —presumió con cierta gracia, elevando su pecho con orgullo y luciendo una gran sonrisa en su rostro.

En el momento en que HoSeok salió de la habitación. Jeon dejó escapar un largo y profundo suspiro mientras cerraba lentamente los ojos; Intentó asegurarse de que el momento amargo que acababa de vivir no tenía importancia y que podía continuar con su día sin problemas.

Estaba tan equivocado.

⊰·☆·⊱

La cabeza de TaeHyung se acunó con delicadeza sobre el pecho de Gyu. Su mirada permanecía fija en la ventana frente a él, contemplando cómo el amanecer se despertaba sobre las montañas.

La inminente llegada de su primer día como estudiante universitario tenía al omega con los nervios al límite, pero el reconfortante calor que emitía el cuerpo de su hermano le traía una sensación de consuelo y calma.

Mientras algunas personas hallan alivio en elementos tangibles como un lugar específico, una melodía, un aroma familiar o incluso la compañía de una mascota, para TaeHyung el refugio más seguro siempre fue y será estar al lado de su hermano.

—Si me vieras en este momento, ¿estarías orgulloso de mí?  —preguntó sin esperar respuesta, aunque confiado en que su hermano lo escuchaba con atención,— Por supuesto que lo estarías, siempre me consentiste demasiado  —reconoció con una sonrisa amarga mientras recordaba el afecto del alfa. La nostalgia lo invadió, y su corazón anheló el calor y la protección que había recibido.

Pero la realidad lo devolvió al presente: TaeHyung trató de desviar su mirada del dispositivo cardíaco que vigilaba el corazón del alfa. En su lugar, se sumergió en la melodía que se escapaba de sus labios; Su tarareo se convirtió en una oración silenciosa y una súplica por la recuperación de su hermano.

El alfa había crecido tendido en aquella camilla. Su cuerpo aparentaba ser frágil y delgado, cubierto por una sábana blanca que simulaba envolverlo en un manto de pureza. Su rostro, pálido y sereno; parecía esculpido en mármol, con facciones delicadas y una boca ligeramente cerrada. Sus ojos, cerrados desde hacía tiempo, interpretaban contener miles de historias no contadas y secretos guardados.

A pesar de los días, semanas, meses y años que habían pasado desde su ingreso en coma. La apariencia de Gyu era serena, como si simplemente estuviera sumido en un sueño profundo, esperando despertar en cualquier momento. Sin embargo, la crudeza de la realidad era inmisericorde: el alfa se hallaba atrapado en un abismo de oscuridad y silencio, sin saber si alguna vez volvería a abrir los ojos y a sentir el calor del sol en su piel.

En un rincón de la habitación, las flores que alguien había dejado en la mesa junto a la camilla habían marchitado. Sus pétalos mustios, secos y frágiles servían como recordatorio de que la vida continuaba, aunque él no fuera consciente de ello. Era un gesto de amor y esperanza. Un símbolo de que, incluso en la oscuridad, siempre hay una luz que brilla.

La vida es un tapiz complejo, imperturbable ante nuestras adversidades. Los pájaros cantan, las flores brotan, y el sol sigue brillando. Pero su brillo no borra las cicatrices, ni calma el dolor que late en nuestro interior.

En un punto, el equipo médico había agotado todas las opciones. La situación de Gyu se consideraba irreversible, y la decisión de desconectarlo de los aparatos que lo mantenían con vida era ineludible.

En el último momento en que la enfermera Yuna se disponía para llevar a cabo ese último y fatídico procedimiento, algo inesperado sucedió. Un leve movimiento en la mano de Gyu captó su atención. Un pequeño gesto, casi imperceptible, que se asemejaba a un milagro.

TaeHyung, desesperado por aferrarse a cualquier esperanza, se negó rotundamente a permitir que lo desconectaran. ¿Era esto un acto egoísta? Lo cierto es que TaeHyung no podía rendirse, no cuando había un resquicio de esperanza, por muy pequeño que fuera.

No importaba el costo personal, ni el riesgo y el sufrimiento que implicaba. Cuando finalmente se sacrificó ante las manos de su padre, lo hizo con la certeza de que había hecho todo lo posible por proteger a su hermano. Estaba dispuesto a dar su vida por él, a entregar su propio bienestar por el de su ser querido. La lealtad y el amor que sentía por el alfa eran más fuertes que cualquier miedo o duda, y lo impulsaban a hacer lo que fuera necesario para cuidarlo y salvaguardarlo.

—Me esforzaré por convertirme en el mejor estudiante. Mi objetivo es brindarte un orgullo inmenso para cuando te levantes de tu letargo, Hyung  —sostuvo una de las manos de su hermano y la presionó suavemente contra sus labios, plantándole un beso delicado.

No obstante, el momento fue interrumpido de manera brusca por la llegada de una presencia arrogante.—¿Es realmente cierto que planeas asistir a la universidad?

TaeHyung detuvo sus acciones y maldijo internamente al reconocer a quién pertenecía el aroma a café que tanto desagradaba.

Odio tanto el café.

—Para ser completamente honesto, inicialmente tuve dudas cuando tu padre me informó, pero ahora puedo afirmarlo con confianza  —habló Lee, aproximándose hasta TaeHyung y colocando una de sus manos sobre el hombro ajeno, dándole un apretón ligero.

El omega retiró secamente la mano y se levantó de su asiento; manteniendo una distancia notable entre él y el alfa.— Te he expresado claramente mi desagrado por tu presencia en la habitación de mi hermano.

Las palabras salieron de su boca sin control, pero se lamentó de haber dicho eso casi al segundo de que observó al alfa acercarse a él, silenciándolo con una bofetada en la mejilla. A causa del golpe recibido, el cuerpo del rubio se tambaleó, pero poco le efecto; la bofetada era insignificante en comparación con la herida incrustada en su interior.

Con una mirada desafiante, soltó su molestia:— ¿Qué es lo que te molesta tanto? ¿Temes que alguien pueda dañarme y ese alguien resulte ser distinto a ti?

A la mención de dichas palabras, TaeHyung pretendió desviar un poco la atención del alfa mayor. Buscó salir por el costado del cuerpo ajeno y creyó tener éxito hasta que una mano se aferró fuertemente a su brazo, deteniéndolo por completo.

—¿Insinúas que estoy celoso?  —Lee Dong esbozó una sonrisa al contemplar el rostro de TaeHyung, disfrutando de la audacia de este al responderle. Al escuchar la pregunta, el omega asintió, ya que su intención era provocarlo lo suficiente como para que el alfa se enfadara y abandonara la habitación, algo que no ocurría con frecuencia.— Debo decir que es bastante cómico. Nadie se inmutaría ante un omega tan repulsivo como tú.

Por más que TaeHyung estuviese resignado a recibir los comentarios hirientes de Lee Dong, este último seguía siendo una presencia insidiosa en su vida. Como un parásito, se alimentaba de la inseguridad de TaeHyung, buscando infiltrarse en su mente y dominarlo.

Con una comprensión inquietante del cuerpo y la psicología del omega, también estaba al tanto de sus puntos más débiles. Estudiaba sus vulnerabilidades con el único propósito de explotarlas para satisfacer sus propios deseos egoístas.

Su objetivo no era solo herir, sino dominar. Quería reducir a TaeHyung a un estado de sumisión total y dependiente, donde pudiera controlar sus acciones y pensamientos. Cada palabra, cada gesto, cada mirada era una herramienta cuidadosamente diseñada para aplastar la autoestima del menor y someterlo a su voluntad. La mente de Lee era un laberinto de manipulación y engaño, y el omega era su objetivo más valioso.

El alfa agarró a TaeHyung del brazo hasta guiarlo frente a un espejo de la habitación.— Mírate bien. ¿Por qué alguien más se fijaría en ti?  —cuestionó con una expresión llena de burla.

El individuo de cabello rubio evitó cruzar miradas, desviando su atención para no confrontar la realidad dura que se avecinaba. 

Sin perder el tiempo, Lee lo agarró con firmeza por la mandíbula, forzándolo a encarar su reflejo en el espejo. Incluso cuando deseo tratar de mantener una autopercepción positiva, algunas lágrimas involuntariamente brotaron de sus ojos en respuesta a la pregunta del alfa.

Desde su perspectiva, su cuerpo muestra una apariencia grasienta, enorme, sucia y maloliente. Una vez más, nada de lo que observaba era de su agrado y lo único que podía hacer era darle la razón a su acompañante.

—Tú me perteneces, ¿comprendes?  —poco a poco fue pegando su cuerpo, rozando sus labios sobre el cuello de TaeHyung.— Muchos podrán tocarte, pero únicamente eres mío  —sentenció de manera dura, barriendo todo indicio de burla que poseía anteriormente.

—Aquí no... por favor, mi her-hermano está presente  —suplicó, lanzando una mirada de reojo hacia el cuerpo de Gyu.

En un instante fugaz, el joven de cabello rubio cerró los ojos, intentando frenar una tormenta que se agolpaba en su interior, y la necesidad de no gritar de frustración lo acechaba, amenazándolo con consumirlo. El peso del agotamiento era una carga sobre sus hombros, pero no era únicamente el cansancio físico lo que agobiaba su espíritu. Era la angustiante sensación de hallarse atrapado en un ciclo interminable de dolor y desilusión.

Siendo omega, se cuestionó si existía alguna forma de alterar las circunstancias caóticas que lo rodeaban. ¿Sería posible tomar las riendas de su destino? La respuesta que anhelaba permanecía oculta en la penumbra de su mente, inalcanzable pese a sus constantes intentos de hallarla.

Dong le dio media vuelta al cuerpo del menor y con una sonrisa burlona, se inclinó hasta su rostro, soltando una risa estridente que demostraba su placer por la desgracia que el mismo ocasionaba.

—Sigues siendo un niñito muy débil.

—Jodete.

—Eso es lo que haré contigo esta noche. No hagas planes, ya le he pagado a tu papá por adelantado  —confesó, e inmediatamente relució una amplia sonrisa al ver el comportamiento tenso del omega.

Dicho eso, Lee guardó silencio y salió de la habitación, dejando atrás un ambiente tenso y emocional. La puerta se cerró suavemente detrás de él, pero el eco de sus palabras seguía resonando en el aire. TaeHyung se quedó solo con sus pensamientos, luchando por procesar la gravedad de la situación y la determinación del alfa.

La habitación parecía haberse vuelto aún más pequeña y opresiva, daba la impresion de que las paredes se estaban cerrando en torno a él, atrapándolo en una red de emociones encontradas. Mordió su labio a la vez que su vista comenzaba a tornarse borrosa debido a las lágrimas que se acumulaban en las orillas de sus ojos.

Se sentía como si estuviera caminando por un terreno resbaladizo, sin saber qué paso dar a continuación. La incertidumbre lo envolvía como una niebla densa, y solo una verdad permanecía inmutable: el miedo. Años habían pasado, pero el terror seguía vivo en su corazón, latiendo con una intensidad que no disminuía con el tiempo

Cada contacto no deseado era una puñalada en su alma, una violación de su espacio personal que lo dejaba en constante alerta. La repulsión que sentía era instintiva, una reacción visceral a la cual nunca podría acostumbrarse.

[...]

Una vez estando en la residencia Min. TaeHyung se llenó de impaciencia, dando tres golpes en la puerta. Su corazón latía con fuerza debido a la ansiedad mientras aguardaba la llegada de Yoongi. 

Por un instante, dirigió la vista a la pantalla de su celular y, al observar la hora, suspiró al darse cuenta de que había llegado antes de lo previsto a la casa del beta.

Antes de que decidiera volver a tocar, la puerta se abrió, dejando ver a Yoongi con una sonrisa, quien se acercó a TaeHyung con una mirada rebosante de admiración y afecto.— Mi omega bonito  —expresó.

A pesar de que Yoongi era más bajo que el rubio, su era complexión más robusta y eso le agradaba, ya que podía recibir perfectamente el cuerpo delgado de TaeHyung entre sus brazos.—Te extrañe  —confesó, envolviéndolo inmediatamente en un abrazo y acariciándole el cabello.

—Yo también te he echado de menos, a pesar de que nos vimos hace apenas dos días  —respondió TaeHyung, dejando escapar una pequeña risa nasal y cerrando los ojos para disfrutar del cálido abrazo.

—¿Qué tal tu día?  —preguntó Yoongi, separándose un poco para poder mirar a TaeHyung a los ojos e invitarlo a continuar dentro de la casa.— ¿Listo para hoy?

El omega frunció ligeramente los labios y se encogió de hombros,— No voy a mentirte. Estoy muerto de los nervios, pero al mismo tiempo, estoy emocionado de finalmente hacer algo que he querido durante bastante tiempo.

—Todavía recuerdo mi primer día de universidad  —dijo Yoongi con una sonrisa tranquilizadora formada en sus labios,— Todos sentimos nervios al enfrentar nuevos comienzos, por lo que no tienes que preocuparte; estaré aquí contigo.

—La universidad es un gran paso... ¿Y si no me va bien? ¿Qué pasa si fallo?  —la inseguridad empezaba a filtrarse en su voz.

TaeHyung entrelazó sus manos, buscando encontrar algún tipo de calma en el gesto al momento que la ansiedad comenzó a hacer acto de presencia en su pecho.

Yoongi negó con la cabeza en movimientos lentos y suaves, antes de tomar el rostro de Kim entre sus manos y mirarlo a los ojos;— ¿Y qué si fracasas? TaeHyung, no siempre obtendremos buenos resultados, pero lo único que importa de esto es que lo hayas intentado. De lo contrario, nunca sabrás de lo que eres capaz de hacer. Si no tienes fe en ti mismo, este nuevo camino se presentará difícil. Pero, con tu dedicación, ingenio y sagacidad, estoy convencido de que podrás llegar más lejos de lo que puedes soñar. Cree en tus habilidades y en tu capacidad para superar obstáculos.

TaeHyung se sintió invadido por la emoción al escuchar las palabras de Yoongi. Sus ojos se llenaron de lágrimas, que brillaron al igual que miles de estrellas en la oscuridad, reflejando la profundidad de sus sentimientos. Su pecho, que había estado oprimido por el peso del desasosiego; se sintió de repente más ligero, una carga había sido levantada de sus hombros. La tensión en su cuerpo era reemplazada por una sensación de calma y determinación que se extendía por sus venas como un bálsamo suave.

El omega no resistió y una vez más se dejó envolver en los brazos del beta. Se sintió afortunado de tener a alguien como Yoongi a su lado, alguien que creía en él y lo apoyaba incondicionalmente.

—Gracias, Yoongi. Me siento un poco mejor ahora  —afirmó, esbozando una sonrisa.

—De nada. Ahora vamos a hacer un trato.

—¿Eh?  —preguntó, mirando con curiosidad al contrario tan pronto como se separó del abrazo.— ¿Qué clase de trato?

—Haz un pacto contigo mismo para que te permitas disfrutar de cada etapa, sin importar lo que suceda  —el tono que empleaba parecía más a sonar como una orden que a una sugerencia.— La universidad es un viaje, no un destino. Aprenderás mucho sobre ti mismo y sobre el mundo que te rodea. Así que prométeme que te permitirás disfrutar de este nuevo camino.

TaeHyung se lo pensó por un momento, sopesando las palabras de Yoongi. Las ideas y las dudas se arremolinaban en su mente, pero finalmente, algo dentro de él se decidió. Asintió con determinación, experimentando una profunda sensación de firmeza y convicción.— Es un tracto.

El beta sonrió, su rostro radiaba alegría al contemplar la sonrisa del rubio. La belleza de ese momento lo dejó sin aliento. La sonrisa de TaeHyung era como una obra de arte, una creación perfecta que hacía que su corazón latiera con fuerza. Era tan bonito que podría jurar que su corazón explotaría en cualquier momento, dada la intensidad del sentimiento que lo invadía.

[...]

—¿Qué carrera tienes pensado cursar?  —preguntó la beta, uniéndose a la conversación mientras colocaba los platos del desayuno en el comedor.

—En bellas artes, específicamente en expresión plástica  —respondió con convicción.

—¿En serio? No me había dado cuenta de que te apasionaba el arte.

—Es muy talentoso; no solo ejecuta sus obras a la perfección, sino que también logra expresar sus sentimientos a través de ellas. Deberías ver sus pinturas algún día, mamá  —declaró orgulloso, dejando los cubiertos al lado de cada plato y haciendo una pausa para ofrecerle a TaeHyung una sonrisa sincera y dulce.

El omega bajó la mirada, sintiéndose de repente preso de la timidez. No estaba acostumbrado a recibir elogios; las palabras de Yoongi lo tomaron desprevenido.

Pero su timidez se esfumó en cuanto el olor de la comida llegó a su olfato. La fémina había puesto la comida en su plato. El aroma a panqueques, dulce y reconfortante, y la vista de huevos revueltos, esponjosos y dorados, acompañados de dos tostadas crujientes debieron de haberle hecho agua la boca. En cambio, un malestar ardiente invadió su estómago, causándole náuseas y desagrado que le subieron por la garganta.

Al percatarse de la expresión afligida del menor, Eunji se sintió alarmada;— ¿No te gusta el desayuno, TaeHyung?  —interrogó mientras se acercaba a él.— ¿Te sientes bien?  —agregó al notar que estaba pálido.

TaeHyung se sumió en un mar de pensamientos, al mismo tiempo que su mirada decaída sobre la comida. Preocupándose por cada bocado que se llevaría a la boca. La comida, que una vez había sido un placer, se convirtió en un enemigo y él en un prisionero de sus propios pensamientos.

De manera involuntaria, tomó el tenedor y lo depositó en su plato, de manera similar a un autómata que sigue órdenes sin cuestionar. 

"Solo comeré un poco", pensó, tratando de convencerse a sí mismo de que no era una traición a su propio cuerpo. Se llevó un trozo a la boca y lo tragó bajo la atenta mirada de los betas, que lo observaban con preocupación y curiosidad.

La comida presentaba un aspecto apetitoso, pero para Kim, era equivalente a ingerir veneno. Cada bocado representaba un conflicto interno que le recordaba constantemente que nunca sería suficiente para él ni para nadie más. Sin embargo, la presión lo obligaba a mantener las apariencias; con una sonrisa forzada y débil en un intento de ocultar su incomodidad, se llevó un trozo de comida a la boca, sintiendo cómo su estómago se revolvía en modo de protesta.

—Perdón, de repente me sentí mareado, pero con este gran desayuno sé que pronto me sentiré mejor.

La Sra. Min sonrió aliviada en el instante que notó a TaeHyung comer en grandes raciones, indicando que le gustaba su comida.

—¿Estás seguro de que estás bien?  —cuestionó Yoongi, cruzando los brazos y mirando con una expresión escéptica al omega.

—Sí, estoy bien  —respondió TaeHyung, fingiendo una sonrisa, con el único fin de convencer al pelinegro de que no había nada malo.

—No te creo. Puedes decirme.

El menor se limpió las comisuras de sus labios con una servilleta. Suspirando en seguida y mirando hacia otro punto, tratando de evitar la mirada inquisitiva de Yoongi.— No es nada, de verdad. Solo estoy nervioso, es todo  —se defendió, aunque era consciente de que no podría mantener el secreto por mucho tiempo.

El mayor asintió, autoconvenciendose cuando vio a TaeHyung llevarse otro bocado a la boca. Pero lo que sus ojos realmente no alcanzaban a ver era que, con una rapidez y una habilidad que había perfeccionado a lo largo del tiempo, toda la comida que estaba en la boca del omega, fue a parar en la servilleta usada un instante antes.

Dejó la servilleta en su regazo con total cautela, formando una pequeña montaña de alimentos rechazados y envueltos en papel. Alimentos que posteriormente se encargaría de desaparecer, idénticamente como un asesino a su víctima. La servilleta se convertiría en su cómplice, un recipiente temporal que albergaría con el fardo de su mentira hasta que pudiera deshacerse de ella sin levantar sospechas. De este modo, el omega continuaría su vida, inmerso en una maraña de mentiras que él mismo había creado.

⊰·☆·⊱

Jungkook sintió un mal presentimiento desde el instante en que había puesto un pie en su lugar de trabajo. A medida que el día avanzaba, su inquietud crecía, y sus feromonas fluctuaban sin razón aparente; con el sentir de que su cuerpo estaba detectando algo que su mente no podía explicar.

Su lobo interior estaba más que inquieto; se agitaba violentamente de un lado a otro, reflejando la turbulencia emocional que sentía. En ese momento, tanto Jungkook como su lobo compartían la misma incertidumbre: ¿cuál era la causa de su comportamiento tan extraño y repentino?

—Hermano, aquí tienes tu café  —mencionó Hoseok, logrando atraer la atención de Jeon al mismo tiempo que se acercaba y le entregaba su café matutino.— ¿Estás bien?

—Sí, gracias  —recibió el café, bebiendo una gran cantidad en una sola acción.

—Wow, tranquilo  —dijo, un poco sorprendido por la inusual actitud del pelinegro. Dejó los libros sobre su escritorio para luego acercarse a su amigo, impidiendo que se ahogara más con la bebida.— No te ves bien, Jungkook. Deberías irte a casa; puedo ayudar con las clase-

—No  —interrumpió impaciente, causando que su amigo arqueara levemente una ceja.— Perdón, pero si me quedo en casa me sentiré peor. Puedo manejarlo.

El alfa de cabellera blanca abrió su boca, dispuesto a dar una opinión o quizás algunas palabras de aliento, pero el ruido de pasos acercándose a la sala de profesores desvió por completo su atención.

La sala de profesores estaba sumida en un murmullo de conversaciones hasta que el director ingreso. Con un brillo de gratitud en sus ojos, comunicó:— Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a todos ustedes por su dedicación y esfuerzo en iniciar un nuevo año escolar. Su compromiso con la educación es verdaderamente inspirador y espero que juntos logremos alcanzar grandes metas este año.

Jungkook estaba en un rincón, aparentemente sin darse cuenta de nada. Su mirada se había desvanecido en la distancia, siguiendo un hilo de pensamientos que lo alejaban de la realidad. La voz del director resonaba en la habitación, pero para Jungkook era solo un eco lejano, un sonido que no lograba penetrar en su mente ensimismada.

Fueron exactamente minutos, los que pasaron para que la bruma que opacaba la mente de Jungkook se fuera despejando, facilitándole notar la presencia del director saliendo del lugar.

Cuando finalmente logró  recomponerse, el alfa intentó sacudirse de la confusión y a paso lento se dirigió a su escritorio. Una vez ahí, reunió sus libros y documentos, esforzándose en enfocarse y retomar el control de su día, dejando atrás el momento de desconexión.

Hoseok se dio vuelta, mirando al alfa tomar sus libros de trabajo;— Veo que no te haré cambiar de opinión  —recibió una negativa por parte del pelinegro.— Llama si requieres algo, ¿de acuerdo?

—Gracias, amigo  —agradeció otorgándole un sincero abrazo a su colega.

[...]

Estando Jeon a escasos pasos del aula, logró captar el bullicio de algunas risas, chiflidos y quejas, las cuales fueron calladas tan pronto como entró en el salón con una mirada severa. Su presencia imponía silencio, dado que tenía cero tolerancia ante el más mínimo indicio de falta de respeto, y mucho menos ante cualquier ruido injustificado.

—Buenos días, jóvenes  —saludó, recibiendo de inmediato un unánime de saludos por parte de sus alumnos.— Veo caras nuevas, por lo que me gustaría que cada uno de ustedes se presentará, y luego compartiré el plan de estudio que seguiremos durante el a-  —justo cuando iba a finalizar la oración, sus piernas fallaron, en lo que término que su cuerpo cayera de rodillas al suelo.

Algunos de sus alumnos se preocuparon e intentaron acercarse para brindarle ayuda, pero el alfa levantó la mano, deteniendo las buenas intenciones de los jóvenes.

—Estoy bien  —aseguró ante la mirada consternada de todos.

No se siente exaltado, si acaso percibe una ligera sorpresa y debilidad por la reacción de su cuerpo. Cerró sus párpados durante una fracción de segundo, dispuesto a llamar a su lobo, necesitaba con certeza saber qué estaba sucediendo.

"Duele mucho" confesó el lobo, con cierta dificultad en sus palabras. "No comprendo este dolor, pero la herida late con intensidad".

Jungkook asintió, consciente de que la respuesta no sería sencilla. Finalmente, hizo un esfuerzo por tratar de levantarse, pero sus piernas temblaban ligeramente, logrando no soportar su propio peso. El dolor en su cuerpo era comparable al de una golpiza por una fuerza invisible, y su corazón parecía haber sido partido en dos.

—Puedo ayudarlo a sentarse, profesor  —ofreció uno de sus alumnos, acercándose con preocupación.

—No es nada  —insistió Jungkook, apoyándose en el escritorio para evitar caer.— Solo es un dolor pequeño dolor de cabeza.

A pesar de la ansiedad palpable que emanaba de sus alumnos, Jungkook se esforzó por proyectar una imagen de tranquilidad y control. Sin embargo, mantener esa fachada de fortaleza se convirtió en una tarea imposible cuando el dolor interior lo consumió por completo.

[...]

Pocos minutos antes, en el mismo lugar.

TaeHyung anhelaba hacerse chiquito hasta desaparecer. Se enfrentaba a una sensación similar a la de un animal enjaulado en un zoológico, atrapado bajo la atención inquebrantable de los demás, sin posibilidad de escapar.

Su mirada percibía la forma en que era consumido por las miradas indiscretas de la mayoría de ahora, sus compañeros. Sus movimientos eran objeto de una observación silenciosa y constante. Los alfas, en particular, se mostraban divertidos de su incomodidad, con la apariencia de un espectáculo diseñado para su entretenimiento.

Sus pies se movieron justo al lado de Yoongi, quien le mostraba las diferentes áreas del lugar.

—La zona de comida queda doblando la esquina y  —hizo una pausa a mitad de la oración al darse cuenta de cómo el omega se aferraba a su brazo.— ¿Todo bien?

—Si-si  —tartamudeó echando un último vistazo a los alfas que no desistían de quitarle los ojos de encima.— He notado pocos omegas...

—La mayoría que ingresa aquí son alfas de papi y mami. Poco hemos entrado con esfuerzo  —respondió de manera simple.— No le prestes atención. ¿Qué te ha parecido el lugar?

TaeHyung se relajó en su lugar.— Este lugar es enorme; realmente espero no perderme...

—No lo harás, estaré a tu lado siempre  —sostuvo el beta con determinacion y dándose vuelta en seguida.— Ahora, continuemos.

Inesperadamente, un olor desconocido se cruzó por las fosas nasales del omega. Era una esencia agria y penetrante que daba la impresión de envolverlo por completo, causándole una sensación de mareo.

Trató de mantenerse en pie, usando la pared a su lado para sostener su cuerpo, pero sus piernas se convirtieron en gelatina y su visión comenzó a desvanecerse. El olor era opresivo, similar a si alguien hubiese rociado un perfume pesado y sofocante directamente en su rostro.

—Yoongi...  —murmuró TaeHyung, buscando llamar la atención de su amigo, pero sus palabras apenas fueron audibles.

El beta se encontraba absorto en sus explicaciones, siendo completamente ajeno a lo que sucedía detrás de él.

A los pocos segundos, el nombrado se dio vuelta; reaccionando a tiempo para tomar a TaeHyung entre sus brazos, sintiéndolo temblar.—¿Qué tienes?  —una de sus manos se recostó en una de las mejillas del menor, identificando que estaba ardiendo de fiebre, parecido a un volcán en erupción.— TaeHyung, ¿qué sucede?

—Ese olor me está dando náuseas  —dijo entre dientes, ahogando su malestar con un pequeño jadeo.— No soy fan del chocolate... él huele a chocolate.

—¿De qué hablas? Aquí todos usan inhibidores, es imposible detectar un olor  —Yoongi refutó la idea, sin dar crédito a la confesión de su amigo.

—Me duele el pecho, estoy quemándome por dentro  —apretó con fuerza el suéter del pelinegro, conteniendo la desesperación que se había puesto en marcha a invadir sus entrañas.

Pero, antes de que pudiera proseguir con sus palabras, su visión se oscureció y su cuerpo se desplomó hacia adelante, asemejándose a un árbol siendo golpeado por un huracán violento. Yoongi cayó al suelo junto con el cuerpo, procurando sujetar la cabeza del omega para evitar que se golpeara.

—¡TaeHyung! ¡Despierta!  —gritó Yoongi, atrapado por una ola de pánico que inundaba su corazón.—¡Alguien llame a la enfermera!  —emitió un alarido al fijarse que varios alfas, así como algunos omegas y betas, se acercaban para observar lo que ocurría.

La conmoción invadió a todos, incapaces de procesar la escena que se desplegaba ante ellos. En ese momento, nadie era inconsciente de que, a escasos metros, una realidad paralela se estaba desarrollando de forma similar.


En un encuentro fortuito, un lazo invisible, dos almas se unen en un solo ritmo. Todo dando a un inicio del eco del pasado, pero también a la promesa de una conexión que puede sanar en un futuro.

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⋆★⋆

¡Hola solecitos!

Lamento mi ausencia tan repentina. Me he enfrentado a algunos desafíos personales que me han impedido crear contenido. Agradezco su comprensión y lealtad. Estoy lista para retomar mi ritmo y ofrecerles algo de mi simple trabajo. ¡Gracias por seguirme! 💗

Si alguien está pasando por un mal momento (no importa la razón) y desea hablarlo, puede contactarme a través del link en mi perfil, ahí encontrarán algunas de mis redes sociales.

Afirmo que no soy psicóloga ni nada parecido, pero sí soy un ser humano que comprende la importancia de compartir tus sentimientos. Ánimo ✨

pdt: Perdon por mi errores ortograficos.

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