021 Especial Navideño
"mb it's you that makes christmas great "
Nayeon odiaba la navidad, odiaba el rojo y el verde adornado cada metro cuadrado de todas las cosas existentes.
Odiaba a todos esos sujetos vestidos de Santa Claus afuera de las tiendas abarrotadas. Odiaba las molestas luces doradas resplandecer justo sobre su cabeza al anochecer, odia todo aquello que se le relacione a la festividad.
Llegar a casa después de un día de trabajo jodidamente molesto porque la revista había dado ese encargo urgente de la época decembrinas, ya sabes, la hermosa tradición capitalista llamada cena navideña, el sueño de muchos cada año y pesadilla de otros como Nayeon, el trabajo fue duro durante toda esa semana.
Pero ahora, podía relajarse en su cómodo sofá, con su linda mascota y la copa de vino más caro existente en Wall-Mart.
Constantemente pocos de los que la rodeaban le preguntaban el constante odio a la festividad y ella solo podía encogerse de hombros porque a decir verdad…
Ni ella lo sabía, era su naturaleza quizás.
No tenía en su memoria una cena navideña como las que solía contarle Jeongyeon cuando pasaba tiempo con su familia o la hermosa postal que le enviaba Dahyun desde algún sitio fuera del Seúl.
Ella solo tenía en mente las navidades en casa estudiando, las cenas de pollo frito con su padre y madre justo después del show navideño y sus noches solitarias en su dormitorio en la universidad.
No había nada más solo eso, no había regalos, no había muñecos de nieve, no había abrazos o besos solo pollo y una cama fría.
A pesar de todo las cosas seguían igual solo que con más lujo y un perro lindo.
— Estúpida navidad.
En otro punto de la ciudad estaba la japonesa viendo los shows inentendibles coreanos.
Para Mina la navidad era un buen momento, uno feliz, amaba a sus padres y las cenas con toda su familia, los regalos y las hermosas anécdotas que circulaban cada año.
Pero ahora, ella estaba en un país lejano, donde no conocía a nadie más que a la dulce Momo que ahora mismo se preparaba para su cita con Sana.
— ¿Segura que no quieres acompañarnos? No me gusta que estés aquí sola te vuelves más deprimente de lo que ya eres.— le dijo Momo desde la cocina.
— No quiero verlas comerse entre ustedes, estaré bien, Momoring, lo prometo.
Momo solo alzó sus cejas mirando algo dudosa en dejar a su compatriota.
Un suspiro salió de sus labios acercándose a la chica envuelta en su gran manta de pingüino.
—Bien, por favor no te mates ¿Sí? No quiero que apestes la casa.— dejó un beso en su cabeza.— Feliz navidad, Mina.
—Feliz navidad, Momo.— dijo Mina abrazando a su amiga.— Y dile a Sana feliz navidad.
—Lo haré.— dijo la mayor yéndose hasta salir del departamento.
Mina suspiró pesado apagando el , miró su celular viendo las fotos de sus amigos juntos disfrutando de la nieve en Japón, sus padres habían enviado un par de fotos de su perro en su traje navideño y una de ellos junto a un gran pavo crudo.
Todos estaban felices entonces ella debía estarlo ¿No?
—¿Por qué no estoy con ustedes?— se preguntó a si misma dejando la sopa de su regazo en el suelo.
Su dedo se movía de un lado a otro en su galería mirando con melancolía las fotos de sus amigos, familia y de su dulce Ray-chan.
Pero una foto apareció en su galería causando un gran sobresalto en ella, incluso se puso de pie olvidando el tenedor de sopa que se clavó profundo en su talón.
—¡Mierda! ¡Mierda! ¡Estúpida yo y mis estúpidas decisiones!— ignoró el dolor de su pie y volvió a tomar el celular.
Era ella y Nayeon. ¿Por qué era extraño cuando sus nombre estaban en una misma oración?
Supuso que era el día de la cena, eran ellas dos quizás muy ebrias tiradas en el pasto sonriendo, Nayeon tenía un rubor adorable en su rostro y una sonrisa tierna, ella se veía bonita.
Mina sonrió casi de forma instantánea haciendo zoom a la foto, como si fuera un bello recuerdo que ahora parecía irreconocible.
—No tengo idea de porqué me siento feliz viendo esto.— murmuró.— También no tengo idea porqué sigo hablando sola.
Vio el chat de Nayeon en línea y la idea de mandar un mensaje fugaz se instaló en la punta de sus dedos, ambas acordaron ser amigas pero ¿Era necesario eso?
—Seguro me arrepiento en un rato pero al carajo.— envío un mensaje escrito casi por un robot, algo seco y quizás que sacó en Google al no tener una idea de que decir.
¡Pero la intención cuenta!
Al menos tenía en mente que no recibiría nada de vuelta iba a dejar su celular nuevamente en la mesa hasta que su estruendoso tono de llamada le hizo tomarlo de nuevo.
—¡Solo te saludé, maldita sea!— gritó Mina a la nada.— ¿Hola? ¿Nayeon?
Era más sorpresa que otra cosa en su voz.
—Hey, Mina.— escuchó del otro lado.— Gracias y feliz navidad a ti también, pensé que sonaría más real si lo decía por llamada…
El corazón de la menor se derritió, nunca imaginó que pudiese reconocerlo en voz alta pero Nayeon era una gran mujer, una odiosa y fastidiosa pero muy dulce.
—Uhm… Sí… ¿Tienes alguna fiesta hoy? ¿Algo qué hacer?— preguntó cortésmente.
—No, soy una chica solitaria, Kookeu me hacía compañía pero hace un rato fue a dormir, entonces sólo soy yo.— admitió con su voz algo cansada, un tanto triste que hizo a Mina preocuparse.
—Eso suena deprimente, Nayeon ¿Quieres que me acerque o…?
—Mina, no es la primera vez que estoy sola en mi departamento en vísperas navideñas.— se burló Nayeon.— ¿Tú que tal? ¿Ninguna fiesta para hoy?
—Igual de sola que tú, vieja. Momo salió a una cita y yo con una sopa instantánea y una película coreana de los 50’s.
—Eso suena patético.
—Te doy la razón.
—De todas formas, está nevando y pronto el centro estará cerrado será mejor que te quedes en casa, gato huraño.— Mina pudo escuchar el pequeño quejido de Nayeon por el estiramiento al levantarse de su sofá.
—Mantente tú también, vieja. No queremos que te duelan las rodillas.
—Claro… Feliz navidad, Mina.
—Feliz navidad, Nayeon.
El sonido del fin de la llamada fue lo que separó a Mina de su celular.
Miró la triste sopa y su triste manta que tenía en la sala y se levantó a limpiar todo.
Mientras ordenaba todo, pensó en Nayeon que estaba sola tal vez no triste pero si amargada en plena víspera, una fecha donde todos estan felices. ¿Sería descabellado ir?
Miró la hora y no era tan tarde, quizás podría llegar si era rápida y tomar una ruta alterna.
Vio por la ventana la pesada nieve sin una sola alma en la calle y una parte de ella quiso enterrarse en las mantas y dormir.
Chistó apagando todo de mala gana para irse a su habitación propia y meterse pronto a su cama.
Respiró profundo e intentó dormir, no había otra cosa que hacer más que dormir horas y horas ¿Quién no ama dormir?
La habitación se mantuvo en silencio por un momento solo el ligero viento resonando en la ventana.
—¡No puedo dejarla sola!— gritó Mina levantándose de golpe buscando un jean y un abrigo grueso.
Tomó sus llaves y salió corriendo, tocó la nieve helada que traspasaba a sus pies y se lamentó pero ella seguía corriendo para conseguir un taxi hasta que un buen samaritano se detuvo.
Fueron unos minutos en el auto, veía la ciudad bañada de blanco y todos amontonarse en las calles no entendía muy bien eso pero al parecer a las parejas les gustaba pasear cuando el jodido frío congelaba sus traseros.
Si por ella fuera, se mantendría cómodamente con su chica en su casa tomando calor con un dulce chocolate y cobijas mientras ven un sinfín de veces películas navideñas.
Su pensar se detuvo cuando el taxista habló con ella.— Solo llego hasta aquí, chica.
—¿Qué? ¿Por qué? Solo son unas calles más— preguntó Mina preocupada al chófer.
—Es difícil conducir cuando las calles están congeladas, señorita. El centro es más como una pista de patinaje actualmente.
—Diablos…— murmuró pagando la cuota saliendo del auto.
El frío era más fuerte que hace un rato y sintió todos sus huesos congelarse con el gélido viento.
—¡Me voy a congelar!
Mina empezó a correr por las calles entre resbalones y tropezones hasta el edificio que tan bien conocía.
Cuando llegó al vestíbulo vio su cabello lleno de nieve y en sí toda ella cubierta del frío hielo.
Más tranquila tomó el ascensor y presionó los botones con sus manos temblorosas.
¿Qué carajos iba hacer? ¿Qué iba a decirle? Pensó empujándose atrás en el duro metal.
Ni siquiera sabía si era correcto aparecer sin avisar frente a su puerta. Los nervios empezaron a corroerle hasta que el pitido del ascensor le hizo volver a la realidad.
Salió lentamente y caminó por el pasillo hasta la puerta de banco que tenía la mayor. Y con suaves toques llamó a la puerta.
Mientras tanto Nayeon estaba dormida en su sofá con su copa colgando entre sus dedos hasta que los toques resonaron en su sala haciéndola caer del sofá.
—¡Ay! ¿A quién carajos se le ocurre llegar a esta maldita hora?— tomó su cabeza entre sus manos intentando quitar rastros de sueño que su bello rostro podía tener y caminó a la puerta alertando a quien sea que fuese de las maldiciones que iba a dejar sobre su cabeza por haberlas despertado.— ¡Y juro por Dios que te haré comer tu maldito brazo si esto no es importa…!
Su habla se atascó en su garganta al ver al rostro manchado de lunares tiritar afuera de su departamento.
—¿Mina? ¿Q-qué haces aquí?— preguntó jalando a la menor a su condominio.— Dios, parece que estas a un grado de obtener una hipotermia, idiota imprudente.
Llevo a Mina a su habitación y sacó el pesado abrigó cubierto de nieve, y aunque no lo admitiese ella se veía linda sonrojada y con su cabello lleno de escarcha blanca y… ¿Pantuflas de pingüino?
Bueno, quizás demasiado adorable.
—D-dijiste que estabas sola y… es víspera de navidad y-yo no quería… no es bueno que estés sola.— apenas dijo Mina mientras era envuelta en matas gruesas.
—Pero yo dije que-
—Que estaba acostumbrada, l-lo escuché pero… no es lo correcto al m-menos no para mí, Nayeon.— con sus manos frías tomó el rostro de Nayeon y miró con sus bellos ojos los orbes almendrados de la chica mayor.— No mereces estar sola, no somos cercanas pero mientras tú me dejes interactuar en tu vida nunca estarás sola porque nadie lo merece y mucho menos tú.
Eso sonó bastante… profundo. Pensó la mayor, intentando descifrar el sentimiento que recorría su cuerpo, algo tan cálido y fuerte que hizo sus ojos aguar.
—¿Viniste sólo por… mí?
—Vine por ti.
Nayeon dejó salir una risita nerviosa subió sus manos para apretar las mejillas de mina.
¿Podía abrazarla? Quería abrazarla con todas sus fuerzas.
—Sinceramente creo que eres la persona más genial que he conocido.— dijo desde el fondo de su corazón Nayeon.— Te arriesgas a contraer una pulmonía para venir aquí solo porque soy una amargada con una vida solitaria.
—Creo qué… espera sé que tienes más lagunas mentales que yo pero sé que dije algo sobre cuidarte el día de la cena.— aclaró Mina.— Y como creo haber dicho es lo que haré, te cuidare y estaré aquí hasta donde lo permitas.
Nayeon dejo escapar un sollozo y se cubrió el rostro rápidamente y Mina solo atinó a abrazarla.
Nayeon rodeó con sus delgados brazos el cuerpo ajeno mientras que Mina tarareaba una suave melodía que podía reconocer fácilmente.
A todos les gusta Snowman.
—No llores.— cantó Mina.— No quiero abrazar a un charco de agua.
Nayeon hizo un puchero riendo suavemente entre hipidos.— Mejor hagamos chocolate, sé que ahora el catálogo de Netflix tiene el Grinch, Home Alone y todas las películas de House Mouses ¿te apetece?
—Supongo que… deberé acostumbrarme a estar con una perdedora adicta a las películas navideñas ¿no?
—No me ofendo porque realmente lo soy.— Nayeon gruñó en respuesta haciendo reír a Mina.— Te aseguro que son buenas para alguien solitario y amargado como tú.
—¡Hey! ¿Por qué sigues diciendo que soy solitaria? ¿No fuiste tú la que dijo que estarías aquí?
—Estoy ahora… ¿Quieres que esté mañana?
Creo que quiero que estes toda la vida. Pensó Nayeon fugazmente.
—Quiero que estés incluso en los días normales.
—Entonces lo haré, estaré los días malos y en los buenos para hacerlos mejor.— aseguró Mina atrayendo a Nayeon a otro abrazo, haciendo pensar a la mayor que tal vez, por este año, la navidad no sería tan mala.— Ahora seremos dos ¿Sí?
Tal vez, pueda darle una oportunidad en su vida.
¡Oh! Y a la navidad también
adelanto navideño pq estaré llena de trabajo en estás fechas jiji
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