016
Al cerrar la puerta Mina había sellado su destino, y mientras abrochaba su cinturón ya tenía mas mil motivos para saltar del auto aún sin avanzar.
— ¿Dónde iremos?— preguntó Mina apreciando el bonito interior del auto eléctrico.
— La Rouge.— dijo poniendo en marcha la mayor.
— Tienen buena sopa de cangrejo en ese lugar.— contestó Mina recordando la última cena familiar que tuvo con sus padres en ese lugar.
— Espera ¿Haz ido?— preguntó Nayeon incrédula, porque según su lógica alguien de la “posición” de Mina no tendría ni la posibilidad de tomar el agua del grifo en La Rouge.
Mina asintió dejando a la mayor con muchas dudas en su cabeza pero tampoco quería cuestionar como detective a Mina, ya la había cagado antes y no lo iba hacer nuevamente.
El viaje fue silencioso, el aire lleno de incomodidad, curiosidad y ganas de saltar del auto para ambas partes
— ¿Puedo poner música?— preguntó Mina enseñando su celular , recibiendo una rápida mirada de Nayeon y un asentimiento.
Entre todas sus canciones eligió una de sus favoritas no importándole si le era de agrado a la castaña a su lado.
La voz de la cantante sonó en los altavoces con un ritmo pegajoso y alegre, minimizando el ambiente incómodo.
— Adoro esa canción.— dijo Nayeon golpeando sus dedos en el volante.
— Detesto está canción.— le dijo Mina rápidamente, no había ni una posibilidad que ella y Nayeon compartieran una canción, decidió poner otra cosa casi instantáneamente.
Llegaron al restaurante unos minutos después, Nayeon bajó primero y se adelantó hasta el joven recepcionista dejado atrás a Mina.
La menor salió poco importándole el azote accidental de la puerta del coche, miró a Nayeon que estaba a unos cuantos pasos hablar con el joven que supuso buscaba su reservación.
El sitio estaba muy bien iluminado por lo que pudo ver mejor a la mujer mayor, usaba un vestido negro ceñido, casi como si lo hubiesen confeccionado puesto, su cabello liso y un maquillaje pulcro destacando enormemente su belleza natural.
Mierda, la vieja está que arde. Pensó Mina caminando hasta donde ella. Nayeon la tomó de la mano y la llevó consigo casi a rastras guiadas por el jovencito.
Su mesa estaba cerca de un bonito ventanal que tenía la vista a la ciudad y a los jardines cercanos, detalles en rojo y blanco bajo un foco de luz incandescente. Era bonito y con aires un poco románticos.
— Su mesero vendrá pronto. Disfruten su velada romántica.— dijo el chico volviendo a su lugar de trabajo.
Mina musitó un “que asco” entre dientes a lo que Nayeon por primera vez estuvo de acuerdo.
— Y bueno, uh… yo-
El habla de Nayeon se interrumpió por el mesero que rápidamente se presentó y les lanzo las cartas. Mina claramente no iba a desaprovechar esta maravillosa oportunidad de pedir todo lo que quisiera empezando por ese delicioso filete wagyu junto una buena onza de whisky añejado.
— ¿Vas a beber?— preguntó Nayeon un poco preocupada. Era martes, nunca ha conocido a alguien que beba entre semana.
— Por supuesto.— dijo Mina devolviendo la carta al mesero.—¿De qué otra forma te podría soportar?
El mesero terminó de tomar sus pedidos y se fue. Dejando nuevamente solas a la dulce dispareja.
— No soy tan insoportable, Mina.— dijo Nayeon rompiendo el silencio primero.— Eres tú la que no pone de su parte.
— ¿Cómo puedo poner de mi parte si cuando lo hice me drogaste y tuvimos sexo?— dijo Mina tomando del vaso de whisky que el mesero dejó en la mesa.
— ¡No tuvimos sexo!— protestó más alto de lo que pensaba llamando la atención de varias personas haciéndola sentir avergonzada.— No. Lo. Hicimos.— dijo en un susurró amenazante.
— No, por su puesto que no, jamás lo haría con una anciana.
Nayeon estaba a nada de tomar el centro de mesa y arrojárselo por la cabeza a la menor. ¿Por qué maldita sea había sonado como buena idea esto?
— Tengo 27 años, no soy una anciana.— murmuró enfurruñada Nayeon mientras se cruzaba de brazos.— Y si lo fuera no me tratas como se debe, niñata irrespetuosa.
— Ya me lo dijiste mil veces además siquiera conozco los términos culturales para tratar con la gente.— contestó Mina tomando otro sorbo del whisky que era lo único bueno de todo ese desastre de cena.
— ¿Creciste en una selva o qué?
La menor meditó entre contar la verdad o quizás mantener su lengua metida entre sus dientes para seguir escupiendo respuestas venenosas.
— Soy japonesa.— dijo simplemente. Vio a Nayeon alzar una ceja con confusión.— Vivo con otra japonesa y la única persona coreana que conozco la veo durante el trabajo y no es como que mi trabajo tenga buenos momentos para tener una charla.
— Bueno… eso justifica que seas una bruta hablando.
— ¿Estás segura que soy yo la que no pone de su parte?
— Lo estoy haciendo intentando no tirarte de cabeza por la ventana.— dijo Nayeon viendo como el mesero traía sus entradas.
por la noche subo el 017 (si es q me acuerdo)
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