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010

— ¿Hace calor o es mi idea?— preguntó Mina a Jihyo a su lado mientras limpiaban las ventanas del primer piso.

— ¿Qué? ¿De qué hablas? Estamos a 16 grados, Mina.— le contestó su mayor confundida.

Mina podía sentir sus mejillas calentarse, su cuello sudaba y su respiración estaba más agitada de lo usual. Se sentía incómoda e inquieta. Tanto que llamó la atención de su compañera.

— ¿Qué rayos te pasa a ti?

— ¡No lo sé! Pero en serio me siento muy... rara, como si quisera ya sabes...

— ¿Yo sé? No tengo idea de lo que hablas. Si te sientes mal simplemente ve a casa, no pasará nada.— dijo Jihyo poniendo su mano en su hombro.

Eso causo que Mina temblara bajito sin saber por qué, todo su cuerpo estaba caliente y sensible.

— No puedo irme a casa, tengo que ir a recursos humanos, el maldito supervisor me vio llegar tarde está vez.— dijo con molestia bajando junto a Jihyo.

— ¿El de gabardina o traje barato?— preguntó la bella mujer de grandes ojos.

— ¿Hay dos?— preguntó Mina confundida.

— Si que te interesa poco el trabajo ¿no?— sonrió mostrando su gomosa sonrisa.— Supondré que que es el de traje barato, el de gabardina odia venir.

— Mmm... creo que es él, de todas formas, me darán mi sanción al finalizar así que puede que me despidan, he llegado tarde demasiadas veces.— dio un pequeño suspiro e inevitablemente las ganas de llorar pudieron con ella.

Dos grandes pesadas lágrimas calientes resbalaron por sus mejillas hasta su mandíbula bajo la mirada atónita de su amiga que estalló en risas.

— ¿De verdad estás llorando? Mina, lo unico que he escuchado de ti en todo este tiempo es lo mucho que odias trabajar aquí.— la mayor cayó de rodillas por la fuerza de risa.

— ¡LO SÉ! ¡NO SÉ QUE ME PASA!— se limpió las lágrimas rápido.— Me siento caliente, triste, de malhumor... parezco una mujer en la menopausia.

— Tal vez llegó pronto...— sostuvo la mirada con su amiga por unos segundos pero su seriedad se rompió rápidamente y de nuevo estalló en risas.

— ¡No es divertido, en serio me siento incómoda!

— Oh vamos... no debe ser tan malo.— dijo nuevamente posando su mano sobre el hombro de su amiga.

Mina sintió el calor de su amiga abrigar su piel sensible aún por encima de su ropa, inevitablemente dejó escapar un pequeño gemido de sus labios.

— ¿F-fue eso un gemido?— Mina cubrió su cara con sus manos sintiendo el bochorno de la vergüenza subir por su cuello hasta sus mejillas mientras que su amiga quitaba su mano de ella como si hubiese tocado a un leproso.
— ¿Tienes tu perido?

— Esto no me pasa con el periodo, Jihyo.— murmuró Mina aún cubriendo su rostro rojo.

— ¿Tomas algo? ¿Vitaminas? ¿Suplementos?— preguntó Jihyo.

— Solo vitamina C y lactobacilos.

— ¿Tomas hormonas? ¿Algo que una maldita anciana toma en su vejez?

— Claro que no, apenas empecé con esto hace unas horas, no me meto hormonas, no uso afrodisíacos o algo así.— chasqueo con lengua bastante molesta.— Ni siquiera he comido.

— ¿No? literalmente te vi deborar esos pastelitos rojos que no me dejaste probar ni un poco.— le reclamó la mayor.

— Oh si... eran de terciopelo rojo, los hizo Nayeon en modo de disculpa.

— ¿Nayeon? ¿la hija de Miranda Priestly?

Mina asintió lentamente pensando detenidamente la situación, ella no consumía hormonas, ni las pastillas rosas, ni siquiera usaba anticonceptivos hormonales, cuando se levantó esa mañana no se sintió extraña.

Sólo después de comer esos pastelitos de terciopelo rojo hechos por Nayeon.

Im Nayeon la mujer más odiosa que jamás conoció, la misma que juró venganza... Mina por fin cayó en cuenta.

— Vieja hija de perra.

Salió corriendo hasta las escaleras para subir a toda prisa hasta el departamento de la anciana bromista. Y si no fuese por su deplorable condición física posiblemente cometería un crímen de odio contra Nayeon si tuviera la.fuerza suficiente.

— ¡Abré la jodida puerta!— gritó Mina por fuera del departamento mientras golpeaba la unica cosa que la separaba de ella y su próximo intento de homicidio.— ¡Im Nayeon!

— ¿Si dime?— contestó con tono inocente del otro lado.— Mina, a qué debo tu visita totalmente inesperada.

— ¡Abré la puerta, anciana!— le gritó Mina enojada.— ¿Qué mierda le pusiste a esos pasteles?

Escuchó tararear a la otra y eso sólo la irritó aún más.

— ¡Oh! ¿Quieres saber el ingrediente secreto?— se burló la mayor, Mina agitó la manija en un intento fallido de abrir la puerta.— Una chef jamás revela su sazón.

— No eres chef, eres una inmadura mentirosa ¡Confíe en tus palabras!

— ¿Por qué confías en extraños? ¿Nunca leíste Blanca Nieves? No debes aceptar manzanas envenenadas de brujas feas... o bueno, en este caso, no aceptes pastelitos de la chica hermosa a la que le pintaste su ventana.

— ¡Al menos dime que mierda le pusiste!

— Si te soy sincera ni yo sé, la farmacéutica me dio un frasco con muchas cosas.

Mina se hizo más hacia atrás e corrió contra la puerta con fuerza, ella estaba decidida a llegar con la mayor a como de lugar.

— Ouch.— dijo por lo bajo tomando su hombro adolorido. Sin embargo se encaminó otra vez para correr contra la puerta nuevamente.

— ¡¿Qué te pasa?! ¡Es una puerta costosa!— dijo la mayor abriendo de par en par sólo para ser tacleada por la menor.

Ambas cayeron al suelo del departamento con fuerza. El peso de Mina sobre el cuerpo de Nayeon que a duras penas la pudo quitar de encima.

— ¡Quítate, bestia!

— ¡¿Qué les pusiste?!— gritó Mina tomando con fuerza su muñeca.

— ¡Me lastimas!— Mina apretó más el agarré en su mano dejándola inmóvil.— ¡En serio no lo sé, todo está en el frasco ve a ver, idiota!

Mina se paró y fue cojeando hasta la cocina, busco entre todos los cajones y alacenas hasta que vio varios frascos en una de ellas.

— Es ese.— dijo Nayeon a sus espaldas del otro lado de la pequeña isla en la cocina.

— ¿Estrogenos? ¿Viagra femenina? ¿Qué carajo se supone que pediste? ¿Es legal esto?

— Algo para la menopausia.

Mina dejó caer el bote de sus manos y corrió hacía Nayeon que la evitó corriendo del otro lado de la isla.

— ¡Espera! ¡Espera! ¡Fue una broma!— se excusó Nayeon sosteniendo una silla como escudo.

— ¡¿Sabés lo incómoda que me siento?!— dijo Mina intentando llegar a ella.— Me siento como un maldito perro en celo con ganas de matar a alguien y justamente ese alguien eres tú.

— ¡Mina! ¡Espera! Hablemos ¿sí?— dijo Nayeon temerosa viendo loa cuchillos aun lado de Mina.— Hagas lo que hagas no me mates, amo mi vida, me amo, y amo mi perro.

— ¿Dónde está Kookeu?— preguntó de la nada Mina.

— En la estética canina, deben cortarle el pelo enmarañado.

Mina derrepente se detuvo viendo con un puchero a Nayeon, por su lado la mujer mayor frunció el ceño en señal de confusión pero aún así no bajo su silla.

— ¿Qué te pasa?— preguntó rápido Nayeon.— ¿Estabas por matarme y ahora lloras?

— Kookeu debe sentirse solo en la estética.— llevó sus manos a su rostro para ocultar su audible llanto, haciendo que Nayeon se sintiera un poco, solo un poquito mal por ella.

Tomó uno de los frascos a su lado y leyó las advertencias.

— ... blablabla, sensibilidad en los senos, cambios de humor espontáneos, aumento de libido... producto en estado de prueba.— Nayeon vio como Mina la quería atrapar así que volvió a alzar la silla como escudo.— ¡Me gustabas más cuando llorabas sin querer matarme!

— ¡¿Cuánto dura esto?!— gritó Mina.

— ¡Leé el frasco, ciega!

Mina tomó el frasco y leyó el contenido hormonal, las advertencias y las dosis.

... tan solo una píldora es necesaria para un día entero de placer”

— ¡En serio te voy a matar, Nayeon!













n/a: Realmente la viagra femenina no existe como tal, y la que venden tardan semanas en hacer algun efecto (aumenta la dopamina y disminuye la serotonina paulatinamente)
Así que supongamos que la que tomo Mina actúa como combinación de ambas; la viagra masculina (actua llevando flujo sanguíneo a los genitales) y la femenina (aumentando y/o disminuyendo las hormonas) ok? ok

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