Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Las nubes oscuras cubrían el cielo en su totalidad, el aroma a petricor se colaba en el interior de la casas, haciendo que el característico ambiente fuera hogareño después de que la lluvia abundará.

A excepción a una casa color verde aqua, de la cual se podían escuchar desde fuera los gritos de un varón, sin contar el aroma de alfa rabioso y omega triste que se colaban desde el interior de la vivienda.

Los ojitos rasgados inundados de miedo seguían a su esposo caminar de un lado a otro furioso, sostuvo contra su pecho la prueba de embarazo que tenía una sola línea roja.

—Otra maldita prueba negativa, Hoseok —gritó el azabache. Llevaban ya seis años de casados más uno de relación y seguían sin poder engendrar a un bebé.

El mayor sueño de Jeon Jeongguk siempre había sido tener una gran familia, cinco cachorritos serían lo ideal para él. Su deseo aumentó al conocer a Jung Hoseok, un bonito omega un par de años más grande que él, el cual había llegado a su universidad para impartir clases, se dió cuenta rápidamente de que había algo más en él cuando su lobo empezó a aullar en su interior, pronto las feromonas de celo aparecieron en el aire, volviendo más loco a su parte animal, la cual no dudo un segundo en ir hacia él una vez estuvieron solos; lo marcó con su aroma y lo siguió hasta su casa, en dónde aprovechó para convencerlo de pasar su celo juntos.

Hoseok por la presión que ejerció en él terminó aceptando, sin embargo, no hicieron nada sexual, el lobito del mayor tenía miedo a pesar de saber que estaba con su alfa. Jeongguk se tuvo que conformar con mimar a su profesor y pareja destinada. Poco después el menor empezó a cortejarlo.

Jung al inicio se negaba a salir con uno de sus alumnos, no era ético en ningún sentido. Si embargo, la presión que tuvo de parte del chico lo termino convenciendo, su madre decía que una vez que encontrara a su alfa debía dejar todo de lado para empezar a dedicarse a él o ella por completo... pero él no quería ser una perfecta ama de casa. Él deseaba ser libre siempre, enseñar y tener una bonita floristería o cafetería, su omega tampoco se sentía listo para algo así, pero no tenía que negarle nada a —su ahora— alfa.

Los meses pasaron y finalmente Hoseok podía decir que estaba enamorado de Jeongguk, aunque habían veces que discutían por el pensamiento liberal del mayor. La marca en el cuello del pelirrojo ahora decía que tenía un alfa, que tenía a alguien al que le pertenecía, el cual lo cuidaría y amaría hasta el final.

Un año después de haber empezado el cortejo, Jeongguk le pidió matrimonio a Hoseok unos días después de haberse graduado, el omega no supo que responder pidiendo días para pensarlo, hasta que su mamá se enteró de su osadía y obligó —con manipulaciones de por medio— al pelirrojo a aceptar la propuesta de matrimonio.

Las banderas rojas siempre estuvieron ahí, Hoseok las vió, pero las dejó pasar de largo, no creía que fueran tan peligrosas.

Desde el minuto uno que se hicieron alfa y omega, Jeon había empezado a insistir con un bebé, que un bebé les daría la unión que necesitaban, que cuando el bebé creciera él los mantendría, entre más cosas. Hoseok no quería pero tenía que hacer caso a su alfa, así como había abandonado su trabajo, su sueño de la floristería y su bonita casa a las afueras de la ciudad, ahora era un ama de casa como los demás omegas de la ciudad.

»Dime, Hoseok. ¿Por qué aún no quedas preñado? —preguntó Jeongguk, el cual se arrodilló frente suyo tomando el bonito rostro entre sus manos, importandole poco el aroma a terror que empezaba a invadir el ambiente. —Ya son seis años en los que hemos intentado tener un bebé y, tú, omega defectuoso, no puedes tener un bebé a estás alturas.

Hoseok empezó a llorar. Él sabía porque aún no tenía bebés, había quedado estéril después de qué lo marcarán, su omega había hecho que sus sentidos se desarrollarán más, pero al no querer bebés y la marca al haber sido prácticamente a fuerza en medio de su segundo celo, sus instintos maternos salieron a flote, haciendo que quedara estéril para que sus bebés no sufrieran. Hoseok lo recordaba tan bien el dolor y el sufrimiento por el que pasó en esos días, sin embargo, tuvo que fingir que todo estaba bien y que era feliz con aquella asquerosa marca en su piel, la cual había sido su sentencia a aquella horrible vida.

Más lágrimas cayeron cuando el agarre se afianzó en su rostro, finalmente, el primer golpe había llegado. No era el primer golpe que le daba Jeongguk, ese había sido a los dos meses de casados; pero sí el de la semana, hace más de dos semanas que él no lo golpeaba por haber sido un "buen omega". Solo pudo cerrar sus ojos y tratar de no llorar ni gritar, eso haría que Jeongguk lo golpeara aún más.

咲 

Las semanas pasaron y el otoño parecía comenzar a llegar con la caída de las hojas de los árboles, mientras que el omega Hoseok tenía que fingir que la paliza que le había dado Jeongguk aquella noche reclamando el porqué aún no tenía un bebé ya no le dolía y no lo había distanciado aún más de él, pero no podía. Ese día había decidido llamar a su mejores amigos de infancia y a los cuales también había abandonado mucho desde que se casó. Lee Jieun y Min Yoongi, llegaron a casa de Hoseok, una bonita residencia en una de las mejores zonas de la ciudad, cortesía de su suegro como regalo de bodas.

Los tres omegas se encontraban sentados en los sillones, los mayores veían al pelirrojo con asombró, se veía muy demacrado, su rojo cabello se veía opaco, la palidez resaltaba en su piel que en su momento había sido morena clara, la delgadez también se notaba en su cuerpo, nada quedaba de el chico sol que habían conocido en su niñez y juventud había florecido tan bellamente.

—¿Y cómo vas con Jeongguk? —Intentó indagar Jieun, la cual era una exitosa abogada que estaba felizmente casada con una beta llamada Choi Jinri. Sentía que algo estaba muy mal ahí por lo que no se quedaría de brazos cruzados, debía ayudar a su bonito sol.

La bella sonrisa del apodado Hobi tambaleó, sin embargo, solo pudo decir: —todo va en orden, —mientras jalaba la manga de su suéter, tratando de cubrir algunos moretones que le habían quedado encima por la golpiza de hace dos días, en dónde sin querer Jeongguk lo había descubierto llorando en una esquina de su habitación después de haber encontrado en las camisas de su esposo lápiz labial y el aroma de omega en celo, de otro omega que no era él.

Yoongi claramente no quedó convencido al ver el comportamiento de Hoseok, era psiquiatra por lo que fácilmente pudo darse cuenta de que algo andaba muy mal, temía por su bonito y tierno amigo, —¿estás seguro, Sol?

El menor no pudo ocultar más su dolor ante las dos personas que más lo habían ayudado y conocían mejor de lo que alguna vez su progenitora pudo saber más allá de las mentiras que él le decía, empezó a llorar finalmente cubriendo su rostro y con su omega dejando salir su aroma a tristeza. Contó absolutamente todo, desde donde creía que la relación había ido en declive hasta ese momento, reveló sus moretones evitando las miradas de asombro de sus mejores amigos, contó sobre la infidelidad de su esposo al igual de la presión que imponía sobre él al querer un cachorrito, las veces que lo había obligado a tener relaciones lastimandolo aún más en el proceso, a él y a su omega, la marca de emparejamiento en su demostraba la situación del matrimonio, estaba morada e hinchada, no era bueno y tampoco que el chico no tuviera encima el aroma de su alfa.

—Tienes que dejarlo en este momento, Hoseok —ordenó Yoongi, sabía a lo que llevaba esos casos de abusos e infidelidades, no deseaba ver a su mejor amigo dentro de una bolsa de basura o en un ataúd. Era lamentable pero siempre pasaba así, no quería eso para su amigo desde los tres años.

Los ojos llorosos de Hoseok lo miraron con asombro por sus palabras, él jamás podría dejar a Jeongguk, este lo encontraría a través de su marca, después lo golpearía y violaría para dejarlo preñado a pesar de no poder; además de que su omega podría morir. No podía y no se atrevía.

咲 

El invierno había llegado finalmente. La nieve había empezado a caer sobre las casas, el clima frío se había adueñado de la ciudad y congelado los sentimientos de amor, así se demostró cuando el papel en dónde Hoseok pedía su divorcio fue depositado sobre la mesa de noche a lado de la cama que compartía con su alfa.

Tomó el resto de sus cosas las cuales estaban en la puerta de la habitación, caminó hasta la sala en dónde dejó el equipaje para ir luego a la cocina y tapar la comida que había hecho, también asegurarse que que Jeongguk no pasaría hambre esas semanas al tener el refrigerador lleno de comida. Sin embargo, la puerta se abrió.

Por un momento pensó que era Jieun, la cual le haría el favor de llevarlo hasta su antigua vivienda, la cual previamente habían arreglado, empero al olisquear el fuerte aroma a nueces y vodka se dió cuenta de que era su marido. El miedo le recorrió por completo, salió de la cocina para enfrentarlo finalmente, cosa que había deseado no hacer.

Caminó finalmente con su maleta tras suyo encontrándose con su alfa. El lazo estaba roto, no había algo más que los uniera que la marca.

—¿A dónde vas? —preguntó el hombre menor visiblemente molesto.

—Lejos —respondió con más seguridad de lo que esperaba —en la mesita de noche está algo, fírmalo y envíalo a mi abogada.

Antes de que pudiera hacer algo Jeongguk se acercó a él tomando su hermoso rostro entre sus toscas manos, sintió miedo liberando su aroma a terror el cual ni siquiera ablandó el corazón de aquel monstruo con sonrisa de conejo que una vez amó.

—Te vas y dejas a tu alfa, aparte de inútil eres un fiasco de omega, ¿quién te dijo que te dejaría ir? —levantó su mano para golpear al mayor, sin embargo, este mismo detuvo el golpe, sintiendo a su animal interior, por fin defenderse y evitar doblegarse, tomando valor por primera vez.

—Ni te atrevas intentar golpearme, ya no soy aquel estúpido omega que se dejó manipular por su madre y por tí, ella ya está muerta y ahora ya no tengo miedo a tí. Esto es un infierno, Jeongguk, si una vez me amaste déjame ir... —soltó la mano del hombre, tomando otra vez su maleta para ir a la puerta no sin antes decirle en voz alta —te amé pero tú no me amaste, salúdame a tu amante Jisoo y a tu hijo —y sin más, salió de lo que alguna vez había sido su hogar, mantuvo la cabeza en alto a pesar de que las lágrimas estaban corriendo por su rostro, Jieun y Jinri ya lo esperaban afuera y alertas de lo que pudiera pasar.

La beta subió las cosas del muchacho mientras que los omegas se sentaban en los asientos traseros, la mujer completamente al pendiente de que el ex de su mejor amigo no quisiera salir y hacerles algo malo. Una vez todo en orden, condujeron hacía la libertad de Jung Hoseok.

咲 

Las flores nuevamente crecieron y el duro invierno había quedado atrás, la vida le había sonreído hermosamente al omega  Jung Hoseok, el cual tras muchos esfuerzos y meses en completa agonía por la marca que había desaparecido después de que Jeongguk marcará a su nueva omega, finalmente había renacido cual fénix.

Dos años después de haber salido de aquel infierno y haber emprendido vuelo, tenía su tan soñada y planeada floristería, la cual había inagurado un año atrás, después de haberse recuperado de la marca rota y empezado a trabajar nuevamente como docente. Ahora su ansiado negocio había echado raíces y era una de las más reconocidas floristerías de la cuidad, además de que gracias a las ganancias de este, pronto abriría una cafetería a unas calles de su paraíso floral.

Jieun, Yoongi y Jinri eran las personas con las que estaría agradecido eternamente, sin ellos él ya habría muerto... o habría sido asesinado.

Un día sábado en donde quiso salir más temprano de su negocio para ir a ver su nuevo proyecto, un aroma tan conocido llegó a su nariz, su omega interior se levantó alerta para atacar en cualquier momento al alfa que tanto daño les había hecho.

Y finalmente lo vió, caminando del otro lado de la calle con un terrible aspecto, no parecía ser el egocéntrico Jeon Jeongguk que había conocido, parecía un vagabundo. Intentó ignorarlo caminando con más velocidad hasta que lo escuchó:

—¡Hoseok! ¡Espera! —ignoró el llamado, corriendo lejos de él. Sin embargo, Jeon lo alcanzó colocándose frente suyo y evitándole el paso, —¿Hoseok, podemos hablar?

El otro no contestó hasta que vió como la mano del tipo se acercaba a la propia —ni se te ocurra ponerme una mano encima, Jeon—, levantó la vista fijando sus hermosos orbes en los contrarios, los cuales jamás creyeron ver esa dulce mirada así: determinante, indomable y tenaz.

—Lo siento, solo quiero hablar contigo, ¿te puedo invitar un café? —dócil, Jeongguk estaba siendo demasiado blando y delicado con Hoseok, el cual no podía creerlo.

—No —su tono de voz fue seco, deseaba irse pronto, pero conocía a Jeon y sabía que esté no dejaría que se fuera con facilidad—, ahora dime, ¿qué es lo que quieres?

—Umh, suena extraño pero, quiero saber de tí, ¿cómo te ha ido estos dos años? —cuestionó incómodo por la feroz mirada del omega.

—De maravilla, soy profesor nuevamente y logré mi floristería, ¿feliz? Ahora debo marcharme —dijo, pero antes de que pudiera hacer algo, el otro habló.

—Me alegra demasiado, Hobi —"oh, no, ese apodo", pensó el mayor; —siempre tuviste un futuro brillante, lamento haberte cortado las alas... ahora yo estoy pagando caro —dijo. El omega prestó un poco de atención a sus palabras, —estoy pasando por mi segundo divorcio, me despidieron del buffet de abogados en dónde estaba —cierto, Jeongguk había estudiado leyes y Hoseok había sido su profesor de ciencias sociales, —ahora estoy buscando trabajo de lo que sea, ellos me marcaron y no puedo entrar a cualquier despacho o buffet, ni siquiera al ayuntamiento.

Hoseok fingió desinterés, aunque tenía lástima por el menor, todos sus esfuerzos se habían ido a la basura.

»Jisoo me quitó todo lo que tenía, me lo merezco pero creo que tu deberías haberte quedado con todo eso, al final fuiste tú quien estuvo en mis peores momentos —se sinceró con vergüenza y mejillas completamente rojas.

—Es una pena, pero no puedo hacer nada por ti, Jeongguk. Me hiciste tanto daño que tarde un año entero recuperándome para que vuelvas y hagas como si nada hubiera pasado aquí, me destruiste, ¡deje en el olvido al verdadero yo para complacerte y por culpa tuya jamás pude ni podré tener hijos! —gritó rabioso, su omega estaba igual o más molesto, deseaba transformarse y arrancarle la cabeza con sus propias garras, pero no lo haría, Jeon Jeongguk estaba pagando su propio karma.

Y sin más, avanzó a paso seguro, caminando a lado de él, no sin antes decirle —espero no volverte a ver, alfa.

咲 

En Saturno, viven los hijos que nunca tuvimos
Y en Plutón, aún se oyen gritos de amor
Y en la luna, gritan las olas,
tu voz y mi voz, pidiendo perdón
cosa que nunca pudimos hacer peor.

—Saturno ,, Pablo Alborán.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro