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The blond and monocled strangers

Narra Jade

LAS SIGUIENTES HORAS DESPUÉS DE LA CONFERENCIA LA PASE CON CHARLIE, después ambos fuimos a nuestros respectivos hogares a descansar.

me duche mínimo por media hora, Numero Cinco había vuelto a hacer de las suyas y poner mal mi mundo, pensé que ya lo había superado, pero al verlo, ahí, totalmente igual con sus ojos verdes cautivadores y esa sonrisa que tanto me encanta, no pude resistir sentir aun algo.

Aunque si, ahora era mucho mayor que el, pues ya me veía y comportaba como una joven de dieciséis años de edad. Hasta estaba mas alta que el, nuevo récord.

Salí de la ducha y me vestí con ropa cómoda, pues no saldría ya de casa lo que resta del día. Me prepare un bol de palomitas de maíz y me dispuse a ver una película. Un sonido peculiar me hizo despejar mis ojos de la película y mirar mi alrededor, todo estaba oscuro, por lo que no podía ver nada, me prepare para lo que sea que llegara, dejando el bol en la mesita, me levante y puse en modo de ataque. Sentí un muy mal presentimiento.

El sonido de una bala se escucho aproximándose a mi, y con poco esfuerzo la esquive, en ese momento agradecí el tonto entrenamiento de papá.

Unos pasos se escucharon acercándose a donde yo estaba, mis ojos comenzaron a brillar de un color azul muy brillante, los espectros comenzaron a salir y expandirse a mis lados. otro sonido de bala y de igual forma lo esquive.

La luz de la sala de estar se ilumino, dejando ver a unos extraños hombre rubios con el semblante robótico, si soy sincera, eran igual que estúpidos gánsteres o mafiosos. De igual manera, comenzaron a disparar pero esta vez los tres al mismo tiempo.

—¡¿Quien mierda son ustedes?!—grite mientras corría hacia el jardín y esquivaba todas las balas.

el mas pequeño de los tres saco otra arma, nunca la había visto, metió unas especies de balas trasparentes con liquido verde fosforescente, fruncí el ceño, al ver que los rubios ya habían cambiado sus armas.

Y cuándo menos me lo espere, comenzaron a disparar, pero por distraída una de esas extrañas balas llego a mi muslo izquierdo. Dolía horrible, mas que una bala normal, presione la zona afectada y me salte la barda del jardín.

Comencé a correr, desesperada por ayuda, lo único que decía la gente era que querían un autógrafo o algo así, al parecer la bala tenia algo especial, porque intente usar mis poderes pero no podía, aumentando la perdida de sangre, solo se me ocurrió dirigirme a el callejón donde aparecí.

me senté y recargue en la pared de el callejón, me quite la sudadera gris que tenia y la amarre a mi pierna, deteniendo un poco la hemorragia, sentí la mirada de alguien que estaba arriba, por instinto mire, solo alcance a ver la silueta de alguien.

todo fue borroso después, un hombre acercándose a mi tratado de comunicarse conmigo, y por mas que lo intente, termine inconsciente.

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𝕿𝖞𝕭☪

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Narrador Omnisciente

LOS OJOS DE LA CASTAÑA SE ABRIERON POR EL RUIDO QUE SE ESCUCHABA ALGO LEJOS DE DONDE SE ENCONTRABA, la luz la hizo volver a cerrarlos y apretarlos, cuando afín pudo enfocar la vista se encontró en una habitación algo rara, estaba acostada en una cama, de su lado derecho, unas muletas, y del izquierdo una bandeja con lo que parecía ser un desayuno.

Se sentó con un poco de dolor, por la pierna, tomo la bandeja, y con mucho cuidado la coloco encima de su regazo, pronto comenzó a comer, no sabia que le pasaba, usualmente solo comía despacio y con tranquilidad, pero parecía tener mucha hambre.

se limpio los restos de comida de la cara con un pañuelo y se levanto tomando las muletas, aquellas voces no se callaban, se dio cuenta de que solo tenia puesta una sudadera enorme y un shorts de igual manera grandes, se puso las pantuflas que habían a un lado y camino hacia la puerta del cuarto.

Se paniqueo al escuchar el sonido de una bala, parecía una escopeta, salió con rapidez y aun dispuesta a pegarle a alguien con una de sus muletas miro a los presentes.

Una mujer de ascendencia Indú, Diego Hargreeves y el mas pequeño Cinco. Giro un poco la mirada encontrándose con un hombre atado a una silla y de igual forma amordazado, parecía inofensivo, por lo cual frunció el ceño y miro a sus hermanos.

—¿Y tu como saliste del psiquiátrico?—pregunto Jade apuntando al moreno con su muleta.

—larga historia—respondió con simpleza Diego.

—que buen doctor soy—hablo la mujer entusiasmada—parece que debí ser doctor, ¿Cómo te sientes?—pregunto la mujer morena acercándose amistosamente a Jade.

—amm...—antes de terminar, Cinco aprecio frente a Jade mirando mal a la morena.

—¿Y tu que pitufo?—se burlo la mujer y Jade no pudo evitar soltar una carcajada.

—te explico Lila, el es muy sobre protector—explico Diego acercándose a la mujer llamada Lila.

—awww, son pareja—afirmo Lila enternecida.

—no confió en ti, desquiciada—escupió Cinco con molestia.

—tranquilo Cinco—freno Jade—se cuidarme sola—dijo alejándose hacia aquel hombre amordazado. Le retiro la mordaza con una mueca y espero a que hablara.

—ayúdeme señorita, aquellos están locos, ¡son alienígenas!—exclamo y aunque la chica no entendió, se sintió mal por el hombre.

—dígame, ¿Cómo se llama?—pregunto ella inclinado se levemente.

—llámame Elliott—sonrió, aunque mas bien parecía una mueca.

la chica estaba apunto de desatarlo, cuando la mano de alguien la jalo lejos—no creo que sea buena idea Jay—afirmo Cinco aun agarrándola.

—¿Y porque?—forcejeo para soltarse pero el fue mas fuerte.

—porque intento asecinarnos—respondió el sonriendo.

Jade estuvo apunto de hablar, pero la llegada de Diego la detuvo, Cinco soltó su agarre de cintura y miro con atención a Diego—el casete esta listo—miro con una ceja alzada a los adolescentes, los cuales ignoraron la indirecta y caminaron hacia donde Lila.

Todos se acomodaron, Jade suspiro de aburrimiento, era una cinta bastante aburrida, bueno, y se equivoco porque al momento siguiente hubo una explosión el el edificio del FBI, minutos después se mostró la Plaza Dealey, y la muerte del presidente Kennedy paso frente a sus ojos.

bueno, hasta que Cinco apunto a un lugar fijo de la cinta pausándola, mostrando a Sir Reginald Hargreeves con un paraguas y en plena escena como si nada.

—papá—hablaron los Hargreeves al mismo tiempo mirando la imagen de su padre sorprendidos.

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