🧬19🧬
Al día siguiente…
La mansión estaba sumida en una inquietante tranquilidad cuando Suga llegó. El aire era pesado, cargado con la sensación de que algo estaba a punto de desmoronarse. Buscó a HoSeok en las áreas comunes, en la biblioteca, en el jardín… pero no había rastro de él. La ausencia de su amigo lo inquietaba más de lo que quería admitir.
Finalmente, decidió buscar en el laboratorio, un lugar que desde la muerte de NamJoon había evitado. Era un espacio lleno de recuerdos, pero también de misterios que ahora parecían envolverlo todo.
Empujó la pesada puerta y entró. La luz fría de los fluorescentes iluminaba el espacio lleno de cápsulas, tubos de ensayo y equipos científicos avanzados. Todo estaba en orden, pero una figura en movimiento rompió la quietud.
Ken estaba allí, paseando entre las mesas con las manos en los bolsillos, como si estuviera inspeccionando el lugar. Su comportamiento era sospechoso, casi casual, pero Suga sabía que nada en Ken era casual.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Suga con tono frío, deteniéndose en el umbral.
Ken se giró lentamente, esbozando una sonrisa que no llegó a sus ojos. —Ah, Suga. Qué sorpresa verte aquí. Supuse que evitarías este lugar… demasiado cargado de recuerdos, ¿no crees?
—No has respondido a mi pregunta —insistió Suga, cruzando los brazos.
Ken suspiró y se apoyó en una de las mesas de acero. —Solo estaba revisando el legado de NamJoon. ¿Sabías que este laboratorio es mucho más que un espacio de trabajo? Es un templo de la ciencia, un lugar donde los límites de la humanidad fueron desafiados… y superados.
Suga lo observó con cautela, sintiendo cómo la conversación se adentraba en un terreno peligroso.
—¿De qué hablas? —preguntó, fingiendo curiosidad.
Ken sonrió, como si hubiera estado esperando esa pregunta. Dio un paso hacia una de las cápsulas vacías y deslizó la mano por el cristal.
Sus ojos brillaban con una mezcla de orgullo y un retorcido sentido de superioridad. Era evidente que lo que estaba a punto de decirle no era la verdad, sino más bien una versión manipulada para servir a sus propios intereses.
—¿No te lo dijo NamJoon? —Ken hizo una pausa, disfrutando del impacto de sus palabras—. Todo lo que ves aquí, cada máquina, cada experimento… fue creado para un propósito mayor: la clonación humana.
El corazón de Suga dio un vuelco, pero su rostro permaneció impasible. No se iba a dejar llevar por la sorpresa.
—¿Clonación humana? —repitió, la incredulidad camuflada con cautela.
Ken asintió lentamente, como si estuviera desvelando un misterio que solo él había tenido el privilegio de comprender.
—Jinnie no sería posible de no ser por mí…—dijo, acercándose un poco más, como si estuviera a punto de compartir una revelación divina—. Según lo que encontré en este laboratorio NamJoon nunca logró realizar una clonación con exito. Jinnie es un milagro de la ciencia. Mi mayor creación, mi obra maestra…
Suga lo observó en silencio, procesando cada palabra. Algo en la forma en que Ken lo decía le dio la sensación de que estaba construyendo una mentira tan elaborada que casi parecía real.
—¿Estás diciendo que NamJoon intentó crear un clon pero no fue lo suficientemente inteligente? —Suga preguntó, el tono de su voz revelando más sarcasmo que sorpresa.
—Exacto —Ken sonrió, su expresión llena de satisfacción—. NamJoon tenía las habilidades, pero yo tenía la visión. Y, bueno, aquí estamos…—dijo en tono burlón, mientras soltaba una carcajada sin gracia—. Kim rechazó mi propuesta de crear un clon porque ya lo había intentado anteriormente, pero había fracasado. Si tan sólo lo hubiera aceptado, nada de esto hubiera sucedido…—susurró, captando la atención de Suga ante sus palabras, sin embargo, decidió actuar como si no hubiese escuchado nada.
El abogado se acercó un paso más, acercándose al centro de la mentira de Ken. Su mirada se endureció, y su voz se mantuvo firme.
—¿Y por qué debería creerte? NamJoon fue por mucho, más inteligente que tú, ¿no es verdad?
Ken soltó una risa suave, casi burlona, donde ocultaba la rabia que sentía al escuchar esas palabras.
—Porque no tengo razones para mentirte —dijo Ken, con una calma que contrastaba con el subtexto de amenaza en sus palabras—.
Suga sintió la rabia burbujeando en su interior, pero no la dejó salir. Recordó lo que había acordado con HoSeok: seguirle la corriente a Ken hasta descubrir sus verdaderos planes. Cada palabra de Ken era una mentira tejida con tal destreza que parecía un hecho, pero Suga sabía que no podía dejarse engañar.
—Si todo esto es cierto —dijo finalmente, manteniendo la voz controlada y firme—, ¿qué planeas hacer ahora que NamJoon no está?
Ken sonrió, esa sonrisa que siempre había sido su marca registrada, pero que ahora Suga percibía como la máscara de un hombre cuyo ego estaba a punto de estallar.
—No te preocupes por eso. Lo único que necesitas saber es que Jinnie es la clave para algo mucho más grande. Algo que NamJoon nunca llegó a imaginar…
—¿Más grande? —Suga repitió, como si estuviera comenzando a entender, pero en realidad solo quería que Ken hablara más, darle cuerda para ver qué tan lejos llegaba.
—Oh, sí —Ken se acercó a él, el brillo en sus ojos reflejando su delirio—. Imagínalo: un mundo donde la muerte ya no sea una barrera. Donde podamos traer de vuelta a quienes hemos perdido. Incluyendo a NamJoon…—ante esto, Suga por un momento dejó que cautivara sus oídos. La idea de traer de la muerte a su amigo a través de la clonación no sonaba como algo peligroso…
Eso quería decir que si le daba lo que pedía, Ken podría ser capaz de revivir a NamJoon…
—Jinnie es sólo el comienzo—completó Ken con determinación. Logrando sacar a Suga de aquella ensoñación sumamente corta pero eficaz.
Fue entonces cuando asintió lentamente, fingiendo estar cautivado por las palabras de Ken, mientras en su mente solo resonaba una idea: Todo es una mentira, él no puede revivir a NamJoon. Sólo busca dañar a Jinnie…
—Suena… impresionante —dijo finalmente, con una amargura disimulada en cada palabra. Sabía que no podía mostrar su verdadera intención aún. Tenía que esperar, tenía que estar un paso adelante de aquel sociópata narcisista…
Ken sonrió satisfecho, como si hubiera ganado una gran victoria en la conversación. Giró sobre sus talones y comenzó a caminar hacia la salida.
—Sabía que lo entenderías —dijo con un tono condescendiente—. Por eso siempre me ha gustado hablar contigo, Suga. Tienes la mente abierta.
Cuando la puerta se cerró tras Ken, Suga se quedó allí, solo, con una sensación de amargura creciente. Sabía que Ken estaba manipulando todo a su favor, pero algo dentro de él le decía que esto apenas era el principio de un juego mucho más peligroso. Jinnie no era un clon, eso lo sabía con certeza, pero ¿qué más ocultaba Ken en su red de mentiras? Eso, era algo que Suga iba a descubrir, a cualquier costo…
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro